RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 30 de enero de 2016

SÁBADO 30: LAS TIRADAS LARGAS COMIENZAN A SALIR BIEN

El sábado tocaba salir a realizar una tirada larga con la esperanza de que se desarrollara de manera similar a las del viernes anterior y la de hace dos sábados, pilar principal de las sensaciones positivas que me hacen creer que me estoy recuperando totalmente de mi pubalgia. No madrugué y esperé a que se le levantara la neblina que invadía todo, pero viendo que no había forma, a eso de las 12:15 horas me calcé las zapas y tiré para adelante, hacia el Camino de Membrilla. Mi idea era poco ambiciosa, acorde con mi estado ánimo en esta mi nueva etapa, simplemente tratar de ir a una media de 5´10´´ durante esos 20 kilómetros y si podía ser sin hundimiento en forma de agarrotamiento de mi cintura (esta todavía reciente en mi memoria lo que me pasó hace no más de un mes cuando me ví hecho polvo teniendo que parar en varias ocasiones porque mi pubis había dicho basta). 















Pero ocurrió que desde los primeros minutos me sentí bien, con fluidez, no para tirar cohetes y organizar una fiesta, pero sí al menos para disfrutar (¡disfrutar! cuanto sentido tiene esa palabra para mi en el tiempo que está durando este pozo del que trato de salir). Sin mirar el crono, haciendo caso omiso al tiempo, y simplemente guiándome por las sensaciones que no eran malas, y yo que lo agradecía. Llegué al cruce del camino que llega derecho al pueblo de mi amigo Kino y tome el Camino Carretas hacia la gasolinera Shell del kilómetro 191 de la A4, pero 500 metros después tocaba coger el camino que se abre a la derecha (paralelo al de Membrilla y tanto que de hecho también llega a dicho pueblo). Ese cacho fue quizá el peor debido a la irregularidad del terreno aunque no sentí nada especial relativo a mi problema, eso sí, las piernas iban bien aunque notaba la carga que les estaba metiendo. Luego giré a la izquierda para tomar el camino que no más de 400 metros después muere en la vía de servicio de la A4, justo en donde hace esquina un local de dudosa reputación, bueno de dudosa no tiene nada, un local famoso que ya podéis imaginar que se cuece en él. Desde ahí tocaba sesión de vía de servicio ya en asfalto, y con el viento sin darme de cara, molestando menos. Estaba contento porque llevaba más de la mitad de la sesión y seguía fresco y disfrutando, sin idea del ritmo exacto al que iba pero con la certeza de que iba claramente por debajo de 5´.Cuando me quedaban algo menos de 5 kilómetros ví la silueta de un corredor que venía hacía mí por la misma vía, conforme se fue acercando su figura me di cuenta de que era una corredora y unos segundos después comprobé que se trataba de Mercedes; me paré y le pregunté como iba; estaba haciendo el circuito del Hotel El Hidalgo de unos 12 kilómetros y le estaba molestando un poco la rodilla, lo cual me preocupó. El caso es que pensé por un momento ir con ella dando por finalizada mi sesión, pero me encontraba bien y fui un poco egoista, así que nos despedimos y seguimos cada uno nuestro camino. Gestioné dignamente la cuesta de medio kilómetro que me lleva a la falda del Cerro del Ángel y cogí por el camino asfaltado que lleva al pueblo, a la zona donde vivo. Fue ahí donde más disfruté, dejándome llevar con la pendiente negativa y yendo rápido y suelto. Paré el crono en 1 hora y 33 minutos sin saber con exactitud la distancia recorrida, pero cuando lo he medido hace un rato he comprobado que salen 20,40 kilómetros, por tanto me puedo dar por satisfecho porque finalmente me ha salido una digna media de 4´33´´, la mejor media en tirada larga desde hace muchos meses, y lo mejor es que no me ha costado llegar, he llegado entero de piernas. Apenas estiré, apenas hice nada, me duché rápido y cogí la moto para ir en búsqueda de mi mujer, que como digo me había dejado algo preocupado, pero no me tuve que ir muy lejos de casa, justo en el puente de la autovía a unos 1800 metros de casa ví la silueta de mi corredora favorita. Le pregunté como le iba la rodilla y me dijo que bien, así que la acompañé en paralelo con la moto hasta el Complejo de la Molineta donde había dejado la mochila, la veía suelta, cómoda y al final pude verla llegar tras 13 kilómetros de tiradilla que había hecho a ritmo discreto pero cómodo, 5´44´´ y lo más importante, sin grandes incidencias.

Volviendo a mi sé que tengo que seguir trabajando duro en el fortalecimiento de la zona lumbar, abdominal, en mis adductores, sé que es ese el camino, que no sé a dónde me lleva, pero ese es el camino, así que ahora esbozo una sonrisa y puedo decir hacia mis adentros que estoy en la onda.


viernes, 29 de enero de 2016

JUEVES 28: GRAN ENTRENO DE MERCEDES. YA A 5´15´´ DE MEDIA Y POR CAMINOS

Estoy notando una gran mejoría en Merche, ahora que estamos en una semana de muchas menos novedades en cuanto a molestias. Ayer por la noche decidí hacer con ella el circuito corto de los Cerros de la Aguzadera, de 8,5 kilometros, en su sentido más rápido: a la falda del Cerro del Ángel (hasta ahí pica casi siempre), por la vía de servicio bajando, camino tras los cerros, bastante lento e irregular y vuelta por el camino hasta alcanzar el Camino de Membrilla y llanear-bajar hasta casa por asfalto. Pues bien, era cuestión de meter caña y medir las fuerzas de mi mujer, y eso hicimos. Salimos ya desde el principio apretados a buen ritmo y llegó a la falda bastante bien, claramente por debajo de 5´40´´ el kilómetro. Por la vía de servicio metimos bastante caña, hizo lo que pudo en el camino para conservar el ritmo y a la vuelta fue donde echó el resto, sobre todo en el asfalto donde fuimos durante varios minutos por debajo de 5´el kilómetro, diría que ampliamente por debajo (quizá a 4´45´´). Llegamos a casa bastante fuertes marcando un tiempo de 44´45´´ para esos 8,5 que permiten una media de 5´15´´ que está muy bien. Esa es la media que estimo que le podría salir en una media maratón hoy por hoy, pero eso está por ver; de ser así podría estar cerca de bajar de 1´50´´, aunque por ahora nos conformamos con hacer 1 hora 52 en Valdepeñas, dentro de tres semanas.


MIÉRCOLES 27: CIRCUITÍN CON SUBIDA AL ÁNGEL

El miércoles tuve uno de esos días en los que la motivación estaba puesta en entredicho. Cuesta en invierno ponerse las zapas noche tras noche, y pese a encontrarme mejor de lo mío, hay otros elementos que dificultan las sesiones; en cualquier caso, este invierno estamos pasando de puntillas en cuanto al frío, quizá una noticia preocupante por lo del cambio climático, pero algo bueno para los corredores. Decidí realizar un circuito de algo más de 10 kilómetros en el que hubiera una subida campo a través al Cerro del Ángel, salvando el subida 70 metros en tan sólo 600 metros con más de un 11,5% de pendiente. Comencé suelto pero no era el día de apretar mucho, así que decidí no ir muy por debajo de 5´el kilómetro. La subida no fue complicada, me sentía bien y llegué a lo alto sin apenar notar la subida de pulsaciones. En la bajada por el carreterín del cerro me encontré bien y la vuelta a casa, con leve pendiente negativa la hice a muy buen ritmo para hacer 52 minutos en 10,7 kilómetros a 4´54´´ de media, que no está mal teniendo en cuenta mi falta de pretensiones y el cacho duro que había en medio.













Contento por haber podido entrenar otro día sin apenas molestias, pensando que estoy en el buen camino.

MARTES 26: SERIES EN EL PARQUE CON MERCEDES

Lo de mi mujer entiendo que no es normal; me refiero a lo de tener que soportar tantas lesiones diferentes y en tampoco tiempo. Está claro que su cuerpo, poco acostumbrado a los esfuerzos físicos, se resiente tras dos años en los que ha pasado de prácticamente no hacer nada a correr su primera media maratón en 2014 y en ese mismo año correr otras tres medias maratones más, bajando en cada una de ellas su registro (salvo en la de Miguelturra de noviembre que se le atragantó un poco por su dureza). El año siguiente fue aún más exigente, cuando se vió corriendo trails de más de 30 kilómetros, compitiendo en 5 medias y sobre todo, ¡en dos maratones en tan sólo poco más de cuatro meses!. Está claro que aún se está haciendo para esto de correr, y aunque comencé esta entrada poniendo que lo de ella y sus lesiones no era normal, he de decir que visto su evolución tiene una clara explicación. También es cierto que ante un montón de variopintas vicisitudes en forma de lesión ha respondido con otro número igual de superaciones valiéndose de todo lo que hemos tenido a nuestro alcance: cambio de zapatillas, plantillas, cambio en la técnica de carrera, visitas a fisio, todo tipo de ejercicios específicos, y ahí, poco a poco hemos ido avanzando. No hubiésemos creído a aquel que nos hubiese dicho que en diciembre del año pasado, tan sólo año y medio después de su primera media en Madrid (donde no pudo bajar de las 2 horas y 2 minutos) iba a disputar una tremenda maratón en Málaga, con dolor de cintilla prácticamente desde el comienzo e iba a dejar una marca de 4:01. Así que pese a las lesiones y los problemas se ha ido adaptando y ha ido progresando, sin grandes planes, sin una acumulación de kilómetros muy grande, pero con mucha ilusión y esfuerzo por su parte. Ahora la veo rodar a ritmos por debajo de 5´30´´ cuando no hace mucho no era capaz de competir con esa cadencia, la veo ir por momentos por debajo de 5´el kilómetro algo impensable no hace mucho. 

Pues bien, el martes pasado, tras un fin de semana agridulce con un entreno nefasto el del sábado, pero en cambio una muy buena sesión el domingo que lavó las dudas, nos fuimos a rodar dirección al Parque, haciendo un calentamiento de casi 3,5 kilómetros. Una vez en el recinto tocó hacer dos series de 2.000 metros recuperando entre medias con 1000 metros suaves. No medimos el tiempo para no agobiarla con ello, pero estimo que iríamos a un ritmo de entorno 5´05´´. Le costó un poco por no estar acostumbrada a series tan larga, pero tampoco fue una odisea, en un pis pas habíamos  terminado y descalentábamos dirección a casa. Salieron 10 kilómetros bien empleados en los que vamos dejando atrás los fantasmas de la semana pasada. En esta ocasión corrió con las Mizuno Sayonara y no tuvo molestias de ningún tipo, al menos reseñables.

En cuanto a mi, en tanto en cuanto fue una sesión dedicada a ella no hubo mucho que añadir. Me encuentro bastante mejor de la pubalgia aunque noté cierta carga, fruto sin duda del exceso de intensidad del día anterior.

 




martes, 26 de enero de 2016

LUNES 25: ¿Y TÚ POR QUÉ CORRES?

Analicemos las posibles razones por las qué corremos. Hay una multitud de causas, y en muchas ocasiones para un corredor/a no se da una única sino una concatenación de varias. Yo, a bote pronto encuentro las siguientes:
  •  El placer que siento cuando tengo el reconocimiento de los demás si correr se me da bien o sin ser así la gente aplaude mi esfuerzo.
  • El disfrute que supone conocer otra gente como yo, y sentirnos tod@s un poco especiales por haber encontrado una forma de vivir distinta (cada vez menos especial, por cierto, a juzgar por las horda de runners que asaltan las calles, parques y caminos).
  • Espíritu de superación en el mecanismo-bucle de meta-planificación-resultados.
  • Realizar una actividad orgánica que influye en mi bienestar físico y psíquico.
    Sentir que mi cuerpo está en forma huyendo de las sensaciones de sentirme cansado por la inactividad.
  • Hallar emociones y satisfacciones en las carreras. La adrenalina que se dispara cuando vas a salir en una maratón, el sentirte bien por los deberes bien hechos.
  • Encontrar eso que sólo a veces te llega: el flow corriendo. Dicen que esa sensación que a veces te llega y te embriaga, te sientes como flotando y piensas que no hay otra cosa mejor que podrías estar haciendo en ese mismo instante que lo que estás haciendo.
  • Puro masoquismo que deriva de luchar contra tu cuerpo, su cansancio, estar machacado y sentir que aún puedes ir más allá, más al límite. Una manera de sentirte fuerte de espíritu (lo que no te mata te hace más fuerte).
  • Huir de la rutina, algo que se da en ciertos momentos de la vida de las personas, cuando entran en una edad en la que ni la carrera profesional, ni las relaciones personales ni casi ningún placer terrenal les crea la suficiente motivación como para no caer en barrena al pensar que están envejeciendo. Correr puede ser la manera de sentir que estás haciendo algo que merece la pena.
  • Por la adicción que supone una barrera de salida; dejarlo supondría regresar a lo anterior y aunque no correr no te esté dejando beneficios en ese instante, abandonar supondría una regresión (ganar peso, volver a lo anodino, no tener metas, dejar de conocer gente, dejar de ser un poco masoca, dejar de ser reconocido, dejar de sentir la adrenalina fluyendo, olvidarse de momentos inolvidables, etc).
  • Cualquier otra razón que podáis encontrar y que a mi se me escape en estos momentos
Como veis, muchas razones para seguir corriendo. Pues bien, últimamente mi principal razón estaba siendo la adicción, sin apenas días en los que disfrutase, sin emociones positivas, sintiendo que correr se estaba conviertiendo en esa rutina de la que trato de huir, cuando el masoquismo ya comienza a desagradar...., y todo debido a mi pubalgia, sin lugar a dudas....

Hoy, y cuando digo hoy digo hoy martes, estoy feliz; siento que estoy superando un obstáculo, siento que poco a poco recupero la ilusión por entrenar y que de aquí a no mucho tiempo sentiré el gusanillo de inscribirme a alguna carrera y competirla (sin esperar subir al podio, algo que nunca hice..., me refiero a que nunca subí no a que nunca esperé subir). El viernes completé un entreno de los de antaño, sin flow pero es que el flow sólo te llega en contadas ocasiones; no hacía falta sentirse flotar, con sentir que uno corría sin molestias ya era suficiente placer. Pero el sábado también disfruté y el domingo corrí con Mercedes sin pensar cuánto quedaba de recorrido. Quedaba saber si ayer lunes podría forzar sin ser un suplicio, así que crucé los dedos y salí a probar: un interval de esos exigentes, con noche cerrada y caminos por medio, largo intervalo rápido y corto el intervalo de recuperación, y estoy agradecido de poder haber entrenado sin notar nada en mi cintura, ninguna molestia, pese a haber ido rápido. Eso sí, no medí el tiempo, bastante tenía con medir mis sensaciones. Algo más de 13 kilómetros que suman y mucho. Hoy ya siento que no sólo corro por adicción.



domingo, 24 de enero de 2016

SÁBADO 23 Y DOMINGO 24: DEL INFIERNO AL CIELO EN TAN SÓLO 15 HORAS


A veces una tirada es un problema y una aventura con final incierto

El sábado después de comer mi mujer y yo cogimos el coche y nos fuimos a hacer un circuito en Despeñaperros. Yo estaba bastante relajado tras el buen entreno del viernes y planteé la jornada como una sesión destinada a que Mercedes cogiera confianza de cara a su próximo reto que es la Media Maratón de Valdepeñas de la tercera semana de febrero. No la ví muy convencida desde el principio, quizá por las dudas que le estaban generando las molestias en su pie derecho (quizá por falta de adaptación a sus nuevas Mizuno Wave Rider), pero el caso es que llegamos al punto de partida a casi las 17 horas. Hacía una temperatura perfecta para correr, y pese a todo mi mujer llevaba puesta dos fundas de manga larga (pasará calor con toda seguridad pensé). Lo primero que teníamos que hacer era subir 330 metros en 2 kilómetros, ¡ahí es nada!, con un desnivel medio del 15%. Era un tramo que conocía bien desde que hace algunas semanas corrí con Francisco Tirado, así que creía que a Mercede le iba a encantar la senda serpeteante que termina en un refugio en todo lo alto, preparado para hacer un fuego en caso de nevada. Sin embargo, muchas veces las cosas no salen como se planean. Desde el comienzo Merche iba mal, con molestias desde las rodillas hacia abajo, no era ni la cintilla, ni el dolor que en estos días habia estado teniendo en el empeine; lo que sentía entumecimiento y piernas muy cansadas con lo que tocó andar y andar, y correr bien poquito. Llegamos a la cima con serias dudas sobre darnos la vuelta o continuar con el circuito; ahora comenzaba un tramo mucho más fácil, corrible, pero ella no iba nada bien. Continuamos, ahora ya corriendo a ritmo más bien lento, las Adidas Kanadia no ayudaban mucho porque son pesadas y poco flexibles, así que iba a ser de esas sesiones en lo que se aprende es a sufrir. Los kilómetros fueron pasando lentos y a la preocupación del estado de mi mujer se unió el hecho de que mi Garmin no estuviera cargado y que la rallita marcara un preocupante 1/3 de batería, todo esto porque había un tramo que era totalmente desconocido para mi y no podía imaginar que podría ocurrir si nos veíamos de noche entre las montañas con mi mujer hecha polvo y perdidos.

















Llegamos al cruce que se ilustra en la imagen donde termina la cola del recorrido y comienza el verdadero trazado circular, llevábamos 4 kilómetros y cogimos dirección hacia Aldea Magaña. Esta parte también la conocía de aquel día con Francisco. Íbamos por una pista que picaba hacia arriba y ella se encontraba tan floja que yo no hacía más que dudar en darnos la vuelta. En el kilómetro 6 llegábamos al cruce de caminos que lleva al Puerto del Rey (continuándolo hacia Aldea Magaña, camino que conozco, a la derecha tira por un cortafuegos paralelo al Barranco de Valdeazores que acaba en senda y por lo que veo en la wiki lleva a un camino que termina en la antigua autovía en la zona del Mesón de Despeñaperros, donde está la famosa fuente y el precioso mirador). Tocaba coger hacia la izquierda tomábamos el cortafuegos citado pero en sentido contrario hacia el oeste, hacia el Puerto del Rey. Ese cortafuegos también lo conocía de aquel día con mi amigo gaditano, pero me reitero, cada vez tenía más dudas. Fuimos subiendo y bajando, pasamos por el Puerto del Muladar viendo bosque a la izquierda y bosque a la derecha, Merche cumpliendo lo mejor que podía, andando en algún repecho, pero al fin y al cabo continuando. Una preciosa luna llena naranja comenzó a hacernos compañía cuando aún la noche no había llegado y yo no hacía más que vigilar el recorrido del Garmin y rezar para que aguantara la batería. Sabía que en el ocho u ocho y pico había que coger un camino hacia el sureste y la noche se nos echaba encima. Antes de llegar al la Peña del Malabrigo llegó por fin el camino que casi lo esperaba más estrecho, bastante bien definido en el terreno. Tocaba bajar, y el dolor era mayor para mi mujer bajando, así que tampoco fuimos muy rápido por este tramo. Lo peor lo pasamos cuando llegamos a un lugar donde la marca de la senda se difuminaba y se veía que salía una senda a la izquierda pero el Garmin me decía que hacía que seguir hacia adelante, ¿pero hacia a dónde si no había camino?. Para colmo se veía una valla abierta y me preocupaba que el aparato se muriera y nos perdiéramos en la espesura. Hice caso al GPS y en seguida ví por donde había que seguir y 1 kilómetro más adelante nos topamos por fin con una pista llanita. Había que tirar hacia la izquierda. De noche no la reconocí pero otro kilómetro más adelante al mirar hacia la derecha ví el cortafuegos del Castillo de Castro Ferral y el propio castillo a no más de 400 metros. Esta pista la conocíamos los dos de haberla hecho en varias ocasiones en sentido contrario. Había que coger por otra pista que salía en oblicuo en sentido contrario, sabía que ya estábamos cerca del final del recorrido circular, pero Merche iba destrozada, andando más que corriendo y en noche cerrada. Afortunadamente la batería aguantaba y el foco iluminaba bien. Llegamos al cruce en el cual había que coger a la derecha, nos quedaban los últimos 4 kilómetros que sin duda fueron los más duros. Cada vez yendo más despacio, andando más y más lento, corriendo en pequeños cachos, nos iban dando las tantas. Merche llevaba mala cara y yo me sentía fatal por ella, me decía que cada vez que planta los pies las dos rodillas le dolían horrores. Tras dos kilómetros larguísimos llegamos al refugio, desde ahí quedaban 2 kilómetros, pero muy difíciles, porque se correspondían con la gran subida inicial, ahora convertida en una bajada bastante técnica. En cualquier caso no corrimos nada, todo andando y muy despacio así que no sé cuánto tiempo pudimos emplear en hacer la misma, quizá 40 minutos. Pero al final todo llega y ahí estaba el coche y la Coca-Cola bien fresquita, 16,3 kilómetros eternos. Habíamos pasado un infierno en el que Merche me había dicho que era la última carrera que hacía, que dejaba definitivamente de correr. Esto último me preocupó mucho.

Del infierno al cielo

Llegamos a las tantas a casa, a la hora de cenar. Una ducha reponedora no bastó para que se les fueran los dolores a Mercedes, pero poco podía hacer más. El caso es que esta mañana tras trabajar un rato me he puesto la ropa de correr para salir a realizar un entreno con el solecito. El sábado no me había dejado molestias en mi cintura por lo que había enlazado dos días seguidos bastante positivos, así que me encontraba motivado. ¡Cuan ha sido mi sorpresa cuando he visto que Merche se cambiaba también y se venía conmigo". Es que tiene el gusanillo y ese gusanillo cuando te pica ya no te deja tranquilo. Así que nos hemos ido dirección al Peral, ella con sus Rider, y sin plantillas, un experimento. Desde el principio a un ritmo vivo, pero pronto a un ritmo más que vivo, casi de competición. Le preguntaba constantemente si le dolía acá, si le dolía allá, y ella negaba siempre con la cabeza, iba perfectamente. Hemos tirado que cruza unas escombreras y lleva al camino de la vega y en éste hemos metido incluso una marcha más, a veces por debajo de los 5´el kilómetro. Hemos subido hasta coger el Camino de Membrilla en su parte asfaltada y hemos bajado con muy buenas sensaciones y como no quería que se terminase tan pronto, hemos tirado hacia la Avenida de las Tinajas y de ahí a casa: 11,3 kilómetros en 1 hora y 2 minutos a 5´28´´ y eso que el comienzo fue más suave. Lo dicho, si desconcertante fue el pésimo entreno de ayer el de hoy ha sido más sorprendente si cabe. Afortunadamente en casa Merche se sentía que había ido del infierno al cielo, y siempre es preferible ir en es asa dirección desde ese origen a ese destino que ir en la dirección contraria.




sábado, 23 de enero de 2016

DAVID BOWIE Y LA WIKIPEDIA

Estoy casi seguro de que cuando uno se va de este mundo se va a la nada, a la inexistencia eterna, sin embargo durante el tiempo que estamos aquí hacemos cosas, nuestros actos nos acaban definiendo. Es algo que siempre me ha preocupado: el hecho de no pasar por este mundo de puntillas. No quiero decir con esto quisiera ser famoso, que quisiera dejar huella, ser reconocido, tan sólo digo que el movimiento me obsesiona porque no concibo esta vida sin cambios, sin retos, sin crear. A buen seguro que la muerte de David Bowie me ha calado hondo y se ha convertido en material sensible en una época de mi vida ciertamente compleja, y por ello quisiera dedicarle esta entrada; nunca fue uno de mis artistas favoritos, no al menos hasta ahora, y es que más allá de su tremendo repertorio musical, su gran hechura de genio, tras él se esconde para mi un mensaje personal, un ejemplo de lo que busco como filosofía de vida. Mi homenaje en forma musical va a ser dejando en "mi gramola" un disco de 2002, Heathen, muy apreciado por la crítica y una huida hacia adelante. Realmente iba a dejar un popurri de un montón de éxitos, pero ese disco supone mucho para mi, supone el hilo conductor con este artista, que si bien había valorado y apreciado con sus antiguos y multiples trabajos, con este disco, descubierto no hace mucho tiempo, consiguió que me sumergiera en la reflexión y desde ahí creció para mi su figura. No espero que os guste, pero ya sabéis, este es mi blog y no puedo evitar utilizarlo para mis fines.

Por último, podríamos decir que la wikipedia es la huella pública que dejamos en este mundo. Echad un vistazo a lo que dice la wiki de David: https://es.wikipedia.org/wiki/David_Bowie. Su familia pueden estar orgullosos de él.




VIERNES 22: INESPERADO BUEN ENTRENO Y BIEN LARGO

A veces lo imposible no lo es tanto. A veces es sólo cuestión de equilibrio, bueno, equilibrio y algo de misterio. Esta foto la eché hace casi 3 años en Roma, el día anterior de mi mejor desempeño corriendo, sí, aquella maratón en la que bajé de las 3 horas y que me queda hoy tan lejana. Mucho ha llovido desde entonces, muchas cosas han ocurrido, no todas buenas, pero ha habido de todo. A dia de hoy me hallo aquí buscando mi equilibrio.


Y en ese proceso resulta que cuando menos se lo espera uno llega la musa y te regala un buen entreno que te hace sentir bien vivo, hace que todo esto tenga sentido. El devenir del día lo marcó el hecho de que me tomase la tarde libre laboralmente hablando. Antes de eso no tenía pensado salir a correr en ese día que últimamente suelo emplear para salir a tomar algo con la familia. Por otra parte no estaba muy contento con el desarrollo que había tenido la semana, con un muy buen entreno el sábado, una buena manera de abrir estos siete días, pero luego me había ido desinflando, además el domingo no había corrido, tan sólo había ido a hacer algo de elíptica y pesas, con lo cual el acumulado se había quedado a jueves en unos 70 kilómetros y yo quería más, pese a no saber muy bien qué beneficios me traería aumentar esa distancia. En cualquier caso a eso de las 18:35, tras haber estado trabajando en el despacho en mi trabajo como autónomo salí dispuesto a hacer 20 kilómetros, sí, 20 kilómetros, algo que no suelo hacer jamás entre semana. Cogí la Carretera de Moral de Calatrava, para luego tomar la Carretera de Daimiel y desde ahí el camino que sale a la izquierda y que me llevaba a bordear en unos 11 kilómetros hasta alcanzar la vía de servicio de la A4 a la altura del Hotel el Hidalgo. Es un circuito que conozco bien y que hacía tiempo que no hacía. A ritmo suave, sin forzar en seguida noté que no las molestias no aparecían, así que lo siguiente es cruzar los dedos y rezar para que con el paso de los minutos no asomen. Eso sí, lo que sí fue dando la cara fue unas desagradables molestias digestivas fruto de la comida en el chino, pero eso lo puedo capear bien, es algo circunstancial. En el 6 noté que las piernas iban, podían ir, así que fui apretando corriendo en la noche con un extra de motivación. Desde el 8,5 la pendiente y el camino es más corrible y fue ahí cuando metí dos marchas más y me sentí corredor nuevamente, algo que no sucede muy a menudo. Los kilómetros pasaron y alcancé la vía de servicio con unas sensaciones tan positivas que me seguían sorprendiendo. Por la vía de servicio la cosa no empeoró, más bien al contrario. Llegué a casa en un tiempo que desconozco porque no lo medí, pero eso no es lo que importa: no sentí molestias y fuí suelto, pude coger buen ritmo y esto no se paga con dinero, sólo con agradecimiento.

JUEVES 21: HACIENDO LA CIRCUNVALACIÓN CON MERCEDES Y PROBLEMAS...

El jueves dos "desmoralizados" se volvían a calzar las zapas como si de continuar un largo bucle se tratara, empecinados en dejar problemas atrás. Con la inscripción en el Circuito de Carreras Populares de Ciudad Real y la más que probable participación en la primera prueba del mismo, la Media Maratón de Valdepeñas, nuestro pueblo, hay un motivo para estar ahí, poniendo la carne en el asador, pero los problemas físicos que arrastramos tienen un efecto tan negativo que nos hacen sentir que no tiene mucho sentido todo esto. Cogimos el recorrido de la circunvalación del pueblo con la idea de regresar por la Avenida Sur y llegar hasta el Parque Cervantes y desde ahí a casa. Suavito suavito fuimos avanzando en la noche y las sensaciones no eran malas para ella, incluso la cuesta del Cerro de los Molinos fue menos cuesta para mi mujer, que demuestra que pese a todo está en un muy buen estado de forma. Bajamos bastante sueltos, yo mejor que en días anteriores de mi pubalgia, y regresamos por la avenida citada, sin embargo Merche comenzó a quejarse del pie en el cual sentía un fuerte dolor, que viene arrastrando en las últimas sesiones, como si las zapatillas nuevas le causaran el problema. Pero es tal que el dolor se le extiende hasta la cadera y le hace complicado correr; ¡otro problema más y no sé cuantos van ya para ella!. En cualquier caso tiró para adelante y completamos los 10,5 kilómetros sin mucha más historia. Eso sí, cuando paró el dolor se intensificó y también su preocupación.

MIÉRCOLES 20: CUESTAS. ¿ME SERVIRÁN?

El miércoles sentía como habían caído algunos enteros en mi índice de confianza, el cual había alcanzado el máximo en 5 meses tras la buena tirada (sin molestias por fin) del sábado anterior. Sin embargo, los días siguientes habían supuesto el tener que asumir algo que ya sabía pero que no quería admitir: me queda aún un largo camino que recorrer con esta lesión. Decidí el miércoles ir a hacer cuestas al Cerro del Ángel, pero por la parte de mayor pendiente: un camino que sube unos 250 metros y que alcanza una pendiente del 25%. La ida fue sin incidencias reseñables, pero también sin chispa. Al menos al comenzar a subir no sentí grandes molestias en mi cintura. Llegué al inicio del camino y sin más me puse a ascender bien atento de ir de puntera (sin que mis talones tocaran la tierra). Costó, y la bajada fue algo dolorosa por el tema que tanto me preocupa, sin embargo las siguientes tres series fueron a mejor, picaron las piernas..., es cierto que sentí alguna molestia, pero mejor...Regresé dando un gran rodeo por el camino que pasa por detrás de los Cerros de la Aguzadera y ya en el Camino de Membrilla apreté un poco y las sensaciones no fueron malas del todo. Esa fue la parte de la sesión en la que imprimí un poco de intensidad. Once kilómetros que al fin y al cabo estuvieron bien empleados. Merche por su parte decidió descansar, eso sí, de forma activa, ya que fue a hacer pilates.

En defintiva: a esas alturas de la semana todo seguía en la misma onda: tratando de superar este mal y sintiéndome que estoy en la larga, pero larga de verdad, última fase.


miércoles, 20 de enero de 2016

MARTES 19: LAS MOLESTIAS NO SE HAN IDO. SESIÓN DE INTERVAL BASTANTE DURA





Ayer martes tocaba meter algo de intensidad y me las prometía felices tras las sensaciones de los últimos días en los que me sentía mucho mejor de mi pubalgia. Salí con la determinación de realizar un buen interval y mis pretensiones se cumplieron tan sólo a medias. Los primeros 3 kilómetros y pico los empleé en calentar, muy suave, y me sentía pesado, sin brío. Cuando comencé con los cambios de ritmo las sensaciones cambiaron a mejor, y aunque tenía la cuesta del camino que parte de la Carretera de San Carlos hacia el Peral, no me costó mucho gestionarla. Llegué a la zona de asfalto realizando el segundo de los cambios y apreté bastante, sin embargo notaba que la cintura iba al límite, callada pero a punto de quejarse, ¡ya no iba tan bien como el sábado pasado!. En cualquier caso decidí no bajar el pistón y continué con lo planificado: 3 fuertes y dos más suaves. La vuelta por el Camino del Peral no fue mala del todo en cuanto a ritmo pero sí la hice un poco preocupado por sentir la lesión, algo que no tenía ganas de notar. En el asfalto del carril bici la cosa mejoró gracias al terreno más liso y uniforme. La vuelta al camino volvió a suponer notar nuevamente la cintura, pero pese a todo logré completar toda la sesión sin dejar de hacer interval. En casa me hallé cargado de cintura y de piernas, pero eso no me impidió realizar una larga serie de ejercicios: abdominales, lumbares, isométricos, estiramientos. Un ligero retroceso en lo que creo y espero que sea mi definitiva recuperación. En cualquier los números no fueron malos del todo: distancia en interval 9,5 en 44 minutos, a 4´35´´ de media (que incluye los 2´suaves). En total 12,6 kilómetros que sumo a la semana.



LUNES 18: MERCHE TIENE UNA MALA SESIÓN DE ENTRENOS

El lunes tocaba salir con mi mujer. De noche y bien abrigados aunque bien es cierto es que no hacía tanto frío, nos fuimos dando un rodeo por la falda del Cerro del Ángel, hacia el Parque Cervantes, muy suavito, sin prisas. Merche se quejó en un par de ocasiones de dolor de piernas pero no le dí la menor importancia. Una vez en el parque tocaba dar cuatro vueltas con cambio de ritmo de unos 500 metros incluído, pero se truncó un poco el plan porque a pesar de ir a buen ritmo Merche no se sentía cómoda durante el esfuerzo, de hecho en la tercera serie puso mala cara y tuvo que aflojar un poco, así que decidí no realizar la cuarta e irnos para casa. El regreso no fue muy agradable porque a Mercedes le deban pinchazos en la zona del glúteo y la cadera, pero al final pudimos llegar a casa y estirar. Luego caí en la cuenta que lo que mi mujer tenía, con toda probabilidad, era sobrecarga de las pesas que había hecho el día anterior. Nos salieron 10 kilómetros, que en mi caso fueron plácidos, no tanto en el caso de Mercedes.


DOMINGO 17: JORNADA DOMINICAL DE BASTANTE RELAX

Hacía muchos domingos que no planteaba una jornada sin salir a correr. El caso es que teníamos proyectado ir de compras a Madrid y por ello decidimos madrugar Mercedes y yo y en lugar de realizar una sesión de entreno al uso, irnos al gimnasio. Estuvimos haciendo algo menos de media hora de elíptica, y luego estuvimos realizando algunas pesas; yo me centré en los adductores, que es la parte muscular que peor tengo con mi lesión. Tras esto tocó ir al IKEA y, por supuesto, al Decathlon.


martes, 19 de enero de 2016

SÁBADO 16: ME TOCA DECIR QUE LA TIRADA LARGA FUE POSITIVA. ¡POR FIN!



Había terminado una semana más, de estas que me toca vivir en terreno de nadie: sin planificación, sin saber muy bien por qué corro, sin objetivos, por tanto, sin plantearme futuro alguno. Aún así me habían salido unos 80 kilómetros totales, cifra nada desdeñable teniendo en cuenta mis pretensiones, aunque bien es cierto que la semana no había destacado por contar con ni un sólo día en el que hubiese metido intensidad. Tampoco me preocupa mucho esto último, lo único que estoy buscando en esta nueva etapa es correr sin molestias.

Así que el sábado por la mañana me costó calzarme las zapas, no tenía muchas ganas de sufrir, pero a eso de las 12:15 salía por fin de casa con la motivación suficiente para afrontar más de 21 kilómetros. Sin crono, sin pensar en ritmos, tratando tan sólo de correr cerca de dos horas y ver la respuesta de mi cintura, me fui acercando a la gasolinera Shell del kilómetro 191, y fui comprobando como mi pubis no se cargaba, e iba relativamente suelto, eso sí, luchando contra la brisa que me daba de frente. Cogí el Camino Carretas y sólo por el hecho de no tener que bregar contra el viento ya experimenté una considerable mejora en mis sensaciones. Avancé por el camino notando como me sentía cada vez mejor, mientras escuchaba (en un segundo intento de ofrecerle un homoneje) a David Bowie. Llegué al Paraje del Peral tras más de 16 kilómetros recorridos y con bastante alegría al comprobar que por fin corría durante más de una hora sin notar nada extraño y reseñable en la dichosa cintura. Es más, en el Camino del Peral metí casi dos marchas más y me puse a correr, estirando zancada; pronto noté la sonrisa en mi cara al comprobar que en esta ocasión iba a ser un sábado sin desastre. Llegué a casa bastante entero, muy entero de piernas, y bastante cómodo sin apenas notar problemas de mi lesión. Cierto que me falta recuperarme del todo pero esto es ya un avance.

Estiré largo y tendido y también hice mis ejercicios. Se podía decir que había cumplido con un buen entreno. Por cierto, un diez para las Saucony Kinvara 6, que se mostraron como unas campeonas demostrando que van de lujo también en las tiradas largas


JUEVES 14: ENTRENO RÁPIDO CON MERCEDES. 11,1 KILÓMETROS.

El jueves tocaba salir a correr con mi mujer. Ella estaba llevando una semana de pocas sesiones, pero de bastante calidad y con actividades alternativas, mucho mejor ya de su rodilla y otras molestias y planteándose correr la Media Maratón de Valdepeñas. El caso es que dispuse el circuito de algo más de 11 kilómetros que discurre hacia el Norte para regresar por el Camino de Membrilla. Desde el comienzo exigí a Mercedes en un ritmo más rápido de lo habitual para conseguir que realizase un entreno de calidad. De hecho la llevé bastante "apretada" oyendo su respiración en varias fases de la sesión, síntoma inequivoco de que iba a un ritmo cercano a su umbral anaeróbico. Ya llegando al camino de membrilla, cuando llevábamos 6,1 kilómetros paramos, justo en 32 minutos exactos, a una media de 5´16´´, y por caminos, lo cual estaba muy bien. Le dí unos segundos de descanso y el resto del entreno lo hicimos algo más suave; era en cualquier caso la parte más dura lo que nos quedaba (la cuesta tendida de 2 kilómetros hasta llegar a la zona asfaltada). Ya bajando por el asfalto Merche se puso como una moto y cogimos un muy en ritmo. Desconozco el tiempo total que empleamos porque había apagado el crono tras la primera parada, pero no me cabe duda de que fue un muy buen entreno para mi mujer. Por mi parte, me encontré bastante bien, sintiendo la mejoría que vengo experimentando en las últimas sesiones, pero no me atrevo a decir que lo estoy superando, algo que ya he pensado en otras ocasiones para luego comprobar que me venía otra sesión en la que sufría las molestias y la consiguiente desmoralización.


MIÉRCOLES 13: UNA DE ESAS SESIONES MULTIDISCIPLINAR: RUNNING-ELÍPTICA-PILATES

La lesión que arrastro desde junio ha hecho que me planteé muchas cuestiones, una de ellas es si no podría ser la causa de mi lesión el hecho de correr, correr, correr, sin preocuparme de otros aspectos, como por ejemplo el fortalecimiento. Por ello desde hace unas semanas vengo centrándome en realizar múltiples ejercicios de abdominales, estiramientos de zona lumbar, cintura, adductores, también ejercicios isométricos, y por último clases de pilates, que la verdad sea dicha son bastante duras y que me dejan en evidencia delante de gente que no necesita correr kilómetros y kilómetros para realizar los ejercicios correctamente, no como yo. 

Así que el martes dejé la mochila en el Complejo Deportivo de la Molineta, y salí para hacer un calentamiento largo (lo que me dio la Avenida de las Tinajas, vía de servicio hasta el Parque Cervantes, dar una vuelta al recinto y de ahi al gimnasio). Tras esto estuve haciendo unos minutillos de elíptica y unos pocos ejercicios de pesas. A eso de las 21:20 llegaba Mercedes y comenzaba la clase de pilates a las nueve y media. Lo dicho, bastante desastrosa mi pericia y capacidad para realizar algunos de los ejercicios; sobre todo aquellos en los que hay que demostrar fuerza en la zona de la cintura (se nota lo de mi lesión), pero en cualquier caso la sesión fue más satisfactoria que la anterior, la primera que había llevado a cabo en Navidad. Noto que voy fortaleciendo la zona y conforme esto ocurre noto que los dolores y las molestias están bastante más controlados. En cualquier caso acabé deshecho y sin muchas ganas de hacer más cosas.


domingo, 17 de enero de 2016

MARTES 12: DAVID BOWIE SE FUE PERO CORRIÓ CONMIGO Y CON MIS NUEVAS KINVARA

La música es a mi como el árbol es al oso. Podría vivir sin ella pero no sería igual, sería en blanco y negro. Mi hijo me dice últimamente que me encanta la música antigua; realmente sólo me encanta la música, da igual si es o no vieja. Pero una canción no es más que un vehículo, una manera de expresar, y tras ella hay siempre un alma. El lunes me enteré que el autor de un montón de minutos mágicos se había ido de este mundo tras 18 meses luchando contra el cáncer. En seguida sentí frío, pero no fue una sensación desagradable, era una sensación ya sentida por mi últimamente, pero venía amplificada. La palabra "decadencia" sonaba en mi mente, también la palabra "vacío" pero en contraposición también venían a mi cabeza otras palabras como "elegancia", "genialidad", "misterio" y sobre todo "dignidad",

A todos nos llegará nuestra hora y hasta los genios vienen aquí a estar tan sólo por un tiempo; pero hay algunos seres especiales que tras su marcha dejan un gran vacío, aunque también dejan huella, una huella que se queda impresa en los demásm como si fuera un tatuaje. David Bowie se marchó de la misma forma a como vivió: libraba una batalla que ya sabía perdida y mientras tanto preparaba su último disco, su última obra, su último legado, con la única preocupación de que le diera tiempo a sacarlo a la luz antes de dejarnos; y así fue, el pasado viernes había sido publicado "Blackstar" y el lunes esta estrella brillante se apagó para siempre, aunque nos quedará mucho de él. Ahora entendemos el significado de muchas de las letras de las canciones de este su último regalo y también el color gris y tétrico que lo envuelve (echad un vistazo al vídeo y lo entenderéis).


La plenitud no se mendiga, la plenitud se gana día a día, aunque sea a través de la dignidad y la vitalidad, y si no revisad este vídeo de tan sólo hace dos años, cuando contaba con 67 años:



Por cierto, no nació con un ojo de cada color, ni era un extraterrestre, pese a que crease en lo 70 a un alter ego venido de las estrellas (el famoso Ziggy Stardust), simplemente es que cuando era adolescente su mejor amigo (que todavía lo seguía siendo en la actualidad) le propinó un puñetazo que le dejó la pupila dilatada para siempre. 

Así que David, has de saber que un insignificante mortal nacido en Valdepeñas, al que nunca conociste y que estoy seguro que no sigues desde allá arriba, sintió que esta podía ser una buena oportunidad para llevar a cabo un tonto ritual, un ritual cuyo único objetivo fuese calmar su espíritu y que de paso sirviera de tributo hacia tí. Era sencillo: correr en la fría noche tras haber cargado en el mp3 un mix de tus viejas y nuevas canciones. La casualidad también había querido que ese martes fuese día de estreno de zapas, y como por primera vez en mi vida iba a calzarme unas Saucony, pensé que al margen de este homenaje anónimo pudiera llevar a cabo también un hechizo que se basase en el deseo de que tras calzarme las Kinvara todo lo negro que he venido arrastrando desapareciera y pudiera vivir una nueva etapa renovada, como las muchas que tú viviste.  



Salgo de casa con la emoción de estar viviendo un entreno distinto: suena la primera canción "Rock and Roll Suicide", ¡vaya comienzo más significativo!. Se mueven las piernas, comienza a removerse mi alma y pienso que deben llegar las primeras esperanzas a mi corazón desesperanzado. La cintura  está ahí, sólo sirve para sostenerme y no se está quejando, las zapas son excepcionalmente cómodas y comienzo a pensar en la muerte y en todas las cosas que me queda por hacer aquí antes de que ésta llegue ...y...,  siento una voz que me llama a un metro tras de mi, pero no viene del más allá, no es Ziggy Stardust, ni tiene dos ojos de colores distintos, es Jose María Camacho, del Extenuación Valdepeñas....

¡A veces me siento tan sólo corriendo! (y más en esta etapa tan sombría) que echo en falta correr con alguien y en esta ocasión no iba a correr solo. De las mejores conversaciones, de las más afables que pueda conseguir un runner aquí en mi pueblo, salen compartiendo entreno con José María, así que en los siguientes treinta y tantos minutos, no hablé conmigo mismo, no pensé en la decrepitud humana ni en lo que una persona es capaz de influir en las demás, tan sólo charlé de temas mundanos, básicamente de running, con este buen compañero. Cuando él siguió hacia su casa y yo entré en el recinto del Parque Cervantes, pude darme cuenta de que en todo ese tiempo en el que David había pasado a un segundo plano en forma de música de fondo, las zapatillas tampoco habían hecho ruido, ninguno, tan sólo hablaban de forma contenida con una inusitada flexibilidad, comodidad y ligereza. Tras una cómoda vuelta en la que mi diablo particular llamado pubalgia siguió sin dar signos de vida, me encontré con Juan Crespo; se ve que era el día era de charlar, así que pude disfrutar de Juan durante dos vueltas más el trayecto que nos llevó hasta casa. David Bowie siguió sonando de forma excelente para dar color a esta sesión compartida. Este entreno me deja un dulce regusto a cambio: "añoro el cambio, necesito cambios", "Changes" como decía la famosa canción de..., de quien iba a ser. Quiero pensar que este martes el espíritu de Bowie corrió conmigo, espero que me haya mostrado el camino de la renovación.


jueves, 14 de enero de 2016

LUNES 11: MAGNIFICO ENTRENO DE MERCEDES. 12,5 KMS A 5´15´´ DE MEDIA Y CON CUESTAS

El domingo Merche había aprovechado la jornada dominical para ir al gimnasia y así hacer algo de elíptica y pesas. El día anterior nos habíamos enterado de que nos habían inscrito al Circuito de Carreras de Ciudad Real, por lo que ella ya tenía motivación suficiente para ponerse a tono, no tanto yo, que dudo que corra muchas carreras en el mismo. El lunes, fruto de las ganas por afrontar nuevamente ese reto, mi mujer me sorprendió al llegar al trabajo diciéndome que se iba a correr (creí que iba a descansar). Yo ya estaba vestido para ir a hacer un circuito a ritmo exigente, pero de noche y en pleno invierno, decidí irme con ella a realizar el circuito del Hotel El Hidalgo (vía de servicio de la margen derecha para volver por el de la margen contraria). Como estaba motivada decidí meterle un poco de caña; además, a ella le habían llegado sus nuevas y fragantes zapatillas, las Mizuno Wave Rider (justamente como las de la foto)













Yo, por mi parte, me había calzado las Mizuno Sayonara, por mis ganas de ir más ligero. El caso es que desde la salida, y a pesar del frío y de la cerrada noche, salimos a muy buen ritmo para las exigencias de ella. Subimos a la falda del Cerro del Ángel y la bajada fue vertiginosa; la llevaba literalmente echando la lengua, pero el ritmo tuvo su recompensa, al comprobar que íbamos a un ritmo medio inferior a 5´15´´. Llegados al pie del puente que cruza la autovía, y que marca nuestro regreso, paramos durante unos segundos y estuvimos estirando. La intención era tomarnos el resto del entreno con algo más de calma, pero pronto comenzamos nuevamente a acelerar. Además, la parte más dura, con los repechos que hay llegando a las inmediaciones del pueblo, fueron gestionadas muy bien por Mercedes. La bajada hasta casa también fue rápida y cuando paré el crono pude comprobar que está mejor que nunca: 1 hora y 5 minutos para 12 kilómetros y medio, o lo que es lo mismo, a 5´15´´. Se ve que las nuevas zapatillas le van a ir bien. Además no tuvo ningún tipo de molestias, más allá el cansancio con el que llegó a casa.



DOMINGO 10: ENTRENO DURO CONTRA EL VIENTO

Los niveles de motivación no se habían puesto por las nubes con el entreno hecho con mi mujer en Las Virtudes. Hace falta mucho más que eso para que este estado de ánimo cambie. Pese a todo, el domingo por la mañana, como reza la tradición, me volví a calzar las NB 1210 MT Leadville y me cogí el carril bici de la Carretera de La Solana a un ritmo que no estaba nada mal si lo comparamos con el desarrollado en las últimas sesiones. Cierto es que llevaba el viento de culo y que éste soplaba bastante, una innegable ayuda. Cogí el camino que pasa por las escombreras anexas a la carretera y giré por el camino que yo llamo "De la Vega" para verme de bruces y de repente contra un terrible viento que me frenaba en seco. Me lo tomé con auténtica filosofía, como una entreno de fuerza, sin importarme lo más mínimo a qué ritmo avanzaba. Por suerte la lesión no estaba dando la lata ese inapacible domingo así que pude llegar a casa con el único handicap de esa lucha contra este elemento climatológico que tanto nos fastidia. Finalmente 11 kilómetros que no supieron mal del todo.

SÁBADO 9: EXTRAÑO DOBLAJE EN DOS SESIONES PARECIDAS

El sábado pasado comenzaba una más de esta larga lista que conforman las semanas de entrenos desde que comencé a correr de continuo, sin parones, allá por verano de 2010 (salvo uno de 14 días en diciembre de 2013 por la rotura de isquios). Sé que ha llovido mucho desde entonces, y soy consciente de que he pasado por diversas etapas bien diferenciadas, y por momentos dulces, otros no tan dulces y algunos incluso desagradables y para olvidar...Me quedo con todos, todos me valen porque todos conforman mi historia como corredor. Sin embargo creo que es bien sabido que últimamente no paso por mis mejores momentos (ya me encargo de airearlo a través de este blog). Mi profunda autodecepción unida a esta lesión que menoscaba mi ánimo lleva a que cueste seguir este ritmo que hace tiempo que me autoimpuse. De hecho, la idea de no competir hasta que no cambie este statu quo está bien, pero topa con una dificultad: si no compites cuesta más tener motivación en los entrenos por lo que se hace más complicado calzarse las zapas cada noche. Esa es la situación, me guste o no me guste, le importe o no le importe a alguien. Pero aquí sigo, Don R que R haciendo más de lo mismo, y por supuesto, contándolo a través de este medio.

Amaneció un nuevo fin de semana pero no se despetaron las ganas, así que el día 9, al mediodía, con un viento terrible me fui hacer una salida, que no me atrevo a calificar de tirada, de unos 12 kilómetros y medio. Me acerqué al Cerro del Ángel y desde su falda subí dos veces seguidas a un ritmo que trataba que fuese más vivo de lo que realmente acababa resultando. Tras las dos subidas y sus correspondientes bajadas cogí la vía de servicio para pasar por el camino de detrás de los cerros de la Aguzadera, sin chispa, a un ritmo medio y con la cintura a punto de cargarse de nuevo. Noté las primeras molestias ya bajando por el Camino de Membrilla, justo cuando comencé a imprimir un ritmo algo más alegre. A poco más de un kilómetro de casa noté una carga grande donde siempre me da últimamente y decidí parar y estirar (esos segundos sientan bien a mi lesión pero mal a mi coco, porque cuando esto ocurre siento que estoy hundido). Tras esto llegué a casa otra vez con la sensación de haber hecho otro entreno que había servido para bien poco.

Aún me quedaba la tarde, la cual había reservado para salir con mi mujer. Elegimos un circuito en Las Virtudes.



Dejamos el coche al lado de la fuente, a unos metros de la preciosa Plaza de Toros Cuadrada


La primera parte del recorrido era menos abrupto y también algo menos interesantes, pero hacia una buena tarde e íbamos disfrutando. Curiosamente yo iba con menos molestias de las que había ido sufriendo unas pocas horas antes. Tras coger un corto tramo de carretera nos pusimos a subir por los montes anexos al paraje y ahí fue donde Mercedes lo pasó peor, porque sus piernas lo notaron. Luego cogimos una senda que ya conocíamos de cuando en noviembre hicimos una tirada por la zona y de nuevo nos pusimos a subir por otro monte, en este caso, la parte más dura de la sesión, pero Mercedes aguantó bien. Tras la subida, seguimos la senda acercándonos a la zona donde se declaró un incendió el pasado agosto que devastó 150 hectáreas de monte bajo, básicamente pinos y encinar silvestre. Así que poco disfrutamos de la parte verde y húmeda, con liquenes incluidos, ya que el paisaje se nos tornó dantesco (antes del incendio estoy seguro que era una zona preciosa para correr). Tras 15 minutos corriendo por la zona quemada dejamos por fin tran triste panorama y regresamos al verde, para poco después llegar a las inmediaciones de Las Virtudes, tomar a la izquierda y rodear el cerro aledaño. Para terminar bajamos por una senda que se acabó convirtiendo en camino para darnos de bruces con la ermita y con la plaza de toros. Habíamos terminado nuestro bonito recorrido (y más que lo hubiese sido de no ser por el desgraciado incendio), y lo habíamos terminado a un ritmo discreto de 6´32´´ pero por una orografía complicada para sacar buenos tiempos, y con una distancia de 12400 metros.

Así, entre mañana y tarde había logrado realizar 25 kilómetros, habiendo conseguido endulzar un poco el sabor amargo del mediodía con esta bonita sesión vespertina. Merche se encontró bien, aunque la rodilla le dió un poco la lata en algún momento.



sábado, 9 de enero de 2016

JUEVES 7: RECTAS EN EL PARQUE Y FIN DE OTRA SEMANA

Enero no ha entrado con fuerza para mi. El jueves decidí ir al parque a realizar unas rectas de 450 metros en forma de interval. Las sensaciones no eran muy buenas, pero al menos pude ir realizando las rectas sin grandes molestias. Conforme fue avanzando la sesión me fui encontrando más suelto, pero en la sexta y última, como me esperaba, comencé a sentir la carga en mi cintura, lo cual me hizo desistir de hacer la séptima. Así que ¡para casa!. Ya había sido bastante en esa semana, acumulando otros 9 kilómetros para sumar un total de 72 desde el sábado día 2. Una semana que he calificar como mala, sin buenos entrenamientos, de hecho ni uno solo, y encima con pocos kilómetros. Lo dicho, enero no ha comenzado muy bien para mi.


MIÉRCOLES 6: ¿ME TRAERAN LOS REYES UNA PELVIS NUEVA?

Va a ser que no. Por la mañana me levanté con la idea de mirar en el árbol y encontrar el regalo tan deseado pero no...., va a ser que en otra ocasión. Ante tal decepción toco ir a Linares a comer en casa de mis suegros para que los niños recogieran sus regalos y al paso traernos a la peque que se había quedado allí durante tres días. Tras comer regresamos y con las tardes tan cortas nos tocó salir a correr a Merche y a mi ya de noche. Al menos el entreno propuesto sintió más o menos bien a mi mujer: largo calentamiento de 6 kilómetros para luego hacer dos subidas al Cerro del Ángel, a ritmo exigido para ella, no así para mi. El regreso lo hicimos a ritmo vivo y pese a las molestias que ella tuvo podemos calificar la sesión de positiva. En cuanto a mi, me encontré mucho mejor que en los dos días anteriores, la cintura me dio una tregua. En casa hice multiples y variados ejercicios de fortalecimiento de la zona.


MARTES 5: DESAGRADABLE Y OBLIGADO ENTRENO DE COLOR GRIS

El palo recibido en el entreno del día anterior no ayudó mucho a mejorar mi motivación. Pese a estar en plenas vacaciones navideñas y contar con más tiempo para así elegir el momento en el que salir a correr, el hecho de no tener ganas de hacerlo convirtió en esa sesión en una auténtica y desagradable obligación. Salí al mediodía a realizar unos 10 kilómetros, y aunque quería meter un poquito de ritmo, las molestias no me dejaban y tampoco tenía la fuerza física y moral como para forzar la situación. Así que hice sin más el recorrido en un entreno gris.


martes, 5 de enero de 2016

LUNES 4: UNA SOMBRA DIFUSA DE AQUELLO QUE CREIMOS SER



Las células se mueven y en su movimiento se van haciendo viejas;  todo se distorsiona, todo muta, y hasta los recuerdos más preciados son tergiversados y tratamos de rememoramos tal y como no ocurrieron. La decrepitud y la decadencia acabará presentándose y nos pillará con el paso cambiado; trataríamos de escapar pero no sabremos por cuál resquicio podrá caber tanta desesperación, encerrados en esto que nos envuelve y que tanto hemos ensalzado, ahora resulta que es nuestra propia prisión, la celda del ego, y toca tomar conciencia de un principio fundamental: hemos venido a aprender una simple lección, esa que dice que todo se transforma, todo cambia y nosotros formamos parte de esa revolución, ¡ah!, es entonces cuando nuestra soberbia es enterrada en lo más profundo de la nada, olvidada por miles de generaciones que vendrán tras nosotros y que iniciarán nuevamente ese pequeño ciclo de cambio que forma parte de la mutación global del universo, unos cuantos miles de millones de almas pasadas, presentes y futuras que andarán perdidas a expensas de descubrir tarde o temprano que son demasiado simples y efímeras.  

El mensaje que susyace de estas líneas es el que me acompañó durante el entreno de ayer, sobre todo cuando volví a comprobar que a mis 45 años la decadencia la noto más intensa que nunca cuando me hallo corriendo y siento mi cintura cómo me dice que he de parar. Quizá sólo sea una falsa alarma, puede que todavía queden mañanas en las que dando zancada tras zancada sienta como floto, pero el mensaje está ahí esperando a su acuse de recibo: no habrá muchos más cartuchos en esta recamara que es mi vida. Y ahí me hallo realizando un entreno más de esos que sé que no voy a disfrutar, me veo viviendo unos minutos ingratos en los que correr tan sólo es una fea obligación que será bien resuelta si la molestia no llega, pero cuidado, si ocurre lo de ayer, me hará sentir más humano que nunca, más mortal, más pasajero de un corto pasaje en el que se vislumbra que el viaje ya es cuesta arriba y que lo mejor del paisaje ya fue contemplado. En el kilómetro 9 tuve que parar porque la carga que portaba en mi cintura era tan maliciosa que me hacía hasta sentir mezquino, hasta el punto de no entender que hacía yo allí en mitad de la noche filmando una película que sólo yo voy a ver y que ni a mi me va a gustar. Tras dos breves paradas más el único objetivo que quedó fue llegar a casa y meterme en la ducha para que el agua hiciera despegarse de mi piel toda ese cieno negro que se me ha adherido. Huelga a decir que es demasiado pegajoso para conseguir desprenderme de él, así que mucho me temo que esa suciedad que arrastro he de aprender a limpiarla más a menudo ahora que sé que ha venido a quedarse. 

El mensaje técnico: 14 kilómetros mal hechos que se suman a una semana más.

lunes, 4 de enero de 2016

DOMINGO 3: ENERO NO DEBERÍA SER EL MES EN EL QUE TODO CONTINÚA IGUAL

El título de esta entrada es más un deseo que una afirmación probable. Siendo realistas, el primer mes del año, por pertenecer ya a 2016, no tiene por que traer nuevos aires de mejora, pero así somos los humanos: comienza un nuevo año y tenemos nuevos propósitos que luego olvidamos unos días después. En mi caso querría que me llegaran tiempos mejores en el tema que ocupa este blog aunque lo veo difícil. De hecho el entreno de ayer domingo no fue especial: siguió con la misma tónica dominante que los de las últimas semanas. Habíamos pasado gran parte del día en Linares, donde habíamos dejado a la peque para que estuviese unas jornadas con sus abuelos maternos. Regresamos ya tarde a casa y tuve que hacer de tripas corazón para cambiarme y salir a correr (esto ya habla por sí mismo de mi grado de motivación). Pero antes de salir me tuve que llevar un disgusto ya que tuve que enfrentarme a lo que la báscula me decía (daños colaterales propios de la Navidad). Así que doblemente deprimido hice el circuito de los Cerros de la Aguzadera por no estar dispuesto a irme más lejos (sin ganas de adentrarme en la noche por parajes lejanos a los que hay que llegar y para hacerlo hay que superar la desidia y la falta de fuerza mental). Es decir, me busqué un circuito corto y cómodo y simplemente lo hice, aunque al menos el ritmo no fue lo peor, ya que traté de forzar un poco la máquina. Fue un entreno más, de los muchos que hecho en estos últimos 5 años, un entreno sin mucho disfrute que no sé adónde me lleva pero que hago sin hacerme demasiadas preguntas tras terminarlo. En esta tesitura comienzan los primeros días de este 2016.

SÁBADO 2: CORRIENDO EN LA SIERRA DE SAN CARLOS DEL VALLE

El sábado por la mañana tocó ponerse un poco al día de temas laborales y personales y no pude salir a correr (tampoco me apetecía mucho). Así que aprovechando la tarde, algo más apacible que la mañana, Mercedes y yo cogimos el coche y nos acercamos a San Carlos del Valle. Aparcamos cerca de la plaza e iniciamos la aventurilla. Había propuesto un circuito de algo menos de 16 kilómetros, sin demasiadas pretensiones (no tenemos razón alguna para correr en estos días con ambición). El comienzo era un poco durillo, puesto que subíamos por la sierra sin apenas calentar, pero Merche con sus Adidas Kanadia (que no se ponía hacía un siglo ya que no les van muy bien por resultarles demasiado pesadas), se movió con la suficiente agilidad para no sufrir y decir que pese a las rampas chungas no anduvo en ningún momento. Nos vimos en la carretera que lleva al Pozo de la Serna para coger un camino que nos alejaría un poco de la falda de la cadena de sierras. Esta parte fue bastante mejor en ritmo aunque bastante más fea en cuanto a paisajes que ver. Fuimos consumiendo metros y metros hasta que tocó orientarnos nuevamente hacia la sierra, es decir, tocó subir. Llegamos a la falda de la sierra y comenzamos a rodearla, y aún quedaba lo mejor, la subida atravesando la espesura por una pista que conozco de una vieja tirada de mi primera Madrid Segovia (en esa ocasión me desplaza corriendo hasta allí desde casa y volver). La subida entre los molinos eólicos y monte mediterráneo resulto diría que hasta cómoda para mi mujer, que se le ve que no ha perdido la forma. Iba contenta porque no le molestaba nada. Ya de noche pudimos disfrutar allá en lo más alto contemplando las luces que se oteaban en el horizonte, Valdepeñas a lo lejos, y mucho más cerquita, a 2,5 kilómetros, también se veía, adentrándose en el valle, nuestro destino final, San Carlos del Valle. La bajada fue realizada con precaución y pese a ello Merche se resintió un poco de su cintilla. Llegamos al coche tras nuestra aventura ya cuando la noche estaba cerrada. De ese momento es esta foto:



















Y este es tracking:



VIERNES 1: TRAS LA INDIGESTIÓN TOCABA MOVERSE

Tras una excursión maravillosa en el Valle del Río Agueda, la cual hicimos andando los cuatro, tocó regresar a casa. Comimos pasado el Puerto de Somosierra a unos 45 kilómetros de Madrid y llegamos ya cuando la tarde comenzaba a dejar de serlo y se abría paso la noche. Los excesos del Fin de Año me habían pasado factura durante toda la noche, y no hablo de resaca ni de mareos, hablo de indigestión, y es que no estoy acostumbrado a comer tanto. Junto a este problema se unían los remordimientos de conciencia por sentir que estoy perdiendo aún más la forma ya que a estas fiestas y sus comilonas había que sumarle el efecto de mi pubalgia. Ambos problemas me hacen pensar que no estoy comenzando muy bien 2016 para tratar de abordar con ilusión este que es mi hobby, ¿o quizá es que estoy perdiendo dicha ilusión?. Sea como fuere me cambié y mientras lloviznaba me fui a correr, pero antes de ello había estado tentado a enfrentarme con la báscula (suerte que al final no caí en la tentación y no acepté el reto). Me encontraba bien, aunque obviamente bastante pesado digestivamente hablando. Hice dos subidas con soltura y tras esto, en una noche bien fresquita, me dirigí a los Cerros de la Aguzadera. Ya en el Camino de Membrilla bajé un poco más para acabar regresando a casa por el camino paralelo al del Peral. Unos 13,5 kilómetros que ayudaron a que pese a todo hubiese acumulado una buena semana de entrenos:
  1. Sábado 26 de diciembre: entreno complicado en el que no acabé nada satisfecho. Me sentía sin ritmo y aunque la subida a los molinos eólicos de la Sierra del Peral no resultó mala del todo en la última fase del entreno me encontré mal de lo siempre últimamente: la cintura se me cargó y tuve que soportar las molestias.
  2. Domingo 27 de diciembre: corrí en Linares con Mercedes, haciendo una bonita ruta por la vía verde de la Virgen de Linarejos, y comprobando la belleza de las ruinas de las viejas minas. 14,6 kilómetros a un ritmo discreto, por encima de 6´ que a mi me sirvió de trote regenerativo y para Mercedes supuso un entreno que la acercaba más a su recuperación. Mi lesión no se quejó apenas.
  3. Lunes 28 de diciembre: era el día en el que había que meter intensidad y eso traté de hacer. Elegí el circuito de algo más de 13 kilómetros que me regresa por la vía de servicio de la A4 y completé un buen entreno, a Dios gracias. En realidad fue un interval a razón de 3´fuertes y 2´suaves y en el tramo de interval cuajé 6 buenos kilómetros entre 4´20 y 4´30´´ y una media total de 4´34´´. Lo negativo es que no pude terminar el interval hasta donde yo quería de forma que los últimos 4 kilómetros y medio los hice más suaves (los 3,5 kilómetros finales a ritmo constante 4´50´´), pero no se debió a la pubalgia y sí a mi estado de forma. Salieron unos 14,5 kilómetros.
  4. Martes 29 de diciembre: aprovechando las vacaciones Merche y yo hicimos algo que deberíamos realizar más a menudo: por la mañana fuimos al complejo deportivo y allí estuvimos haciendo una sesión de pilates que me dejó baldado. Tras esto hicimos elíptica, pesas, sauna y estiramientos. Ya por la tarde cogimos la moto y nos acercamos al Paraje del Peral para realizar una tiradilla suave, pero en la segunda parte de la misma a Mercedes le iban las piernas y cogimos un muy buen ritmo; quizá no la había visto correr más rápido antes. Acumulamos casi 9 kilómetros que se pueden sumar a los casi 5 de la elíptica.
  5. Miércoles 30: fue día de descanso, o más bien de viaje a tierras segovianas.
  6. Jueves 31: mi mujer y yo despedíamos el año con una tirada preciosa, tipo trail, por las poblaciones de Requijada, Arahuetes y la Velilla. Unos 14,5 kilómetros inolvidables. Lo de menos fue el ritmo.
  7. Vienres 1: inauguraba el año con un par de subidas al Cerro del Ángel y vuelta por los Cerros de la Aguzadera. No medí tiempo, aunque las sensaciones no fueron malas del todo, si tenemos en cuenta los excesos de las horas anteriores. Sumé otros 13,5 kilómetros
De esta forma, si hablamos de kilómetros salió una buena semana con  92,8 kilómetros. Eso sí, poco intensos. Como comienza un nuevo año esperemos que vengan cosas buenas, a poder ser mejores que las que vengo viviendo.

JUEVES 31: DESPIDIENDO EL AÑO CORRIENDO POR PARAJES EXTRAORDINARIOS

Ya es un hábito correr el último día del año allá donde estemos, y como es costumbre familiar viajar para pasar ese día lejos de casa, pues de la combinación resulta un cóctel cuyo sabor se queda grabado para que los sentidos no sean capaces de olvidarlo. En esta ocasión el día 30 de diciembre nos desplazamos a tierras segovianas lindantes con el Parque Nacional de Guadarrama (sí allí donde en mi Madrid-Segovia de 2014 se me cayó el dichoso envoltorio de barrita y por ello no salí en los créditos finales de la carrera por ser descalificado). Parajes preciosos y un alojamiento privilegiado: La Tejera de Fausto, un sitio precioso y con gente acogedora que sabe cómo hacerte sentir bien tratándote de aislar de las nuevas tecnologías (no hay televisores en las habitaciones ni falta que hace). 

Resultado de imagen de la tejera de fausto

El día 30 se nos fue de las manos rápidamente visitando Pedraza (un pueblo medieval de los mejores conservados de España), comiendo en La Velilla y terminando el día en Segovia, donde pudimos pasear los cuatro impregnándonos del ambiente navideño de tan bonita ciudad. Al final terminamos cenando en un Burguer King (es lo que tiene la globalización). Madrugamos Merche y yo para realizar "la última tirada del año". Me había esmerado en prepararlo todo bajándome dos tracking de la wikiloc: uno con una ruta larga que discurría por hasta 5 pueblos del entorno incluido Pedraza, y otra más corta y más asequible teniendo en cuenta como está Mercedes con su rodilla, con algo más de 14 kilómetros y con un perfil de unos 230 metros de desnivel positivo. Esta última fue la elegida. A eso de las 08:15 horas con cierta neblina y bastante fresquito salimos de la Tejera de Fausto hacia La Requijada, una aldeita a 2,5 kilómetros de nuestro alojamiento. Ya desde el comienzo disfrutando de lo verde del campo, y sometidos a la pendiente que teníamos que salvar hasta llegar al primer destino. A mi mujer le costó que entrasen sus piernas en calor pero una vez conseguido y justo cuando comenzamos a llanear en las inmediaciones de la aldea comenzamos a disfrutar de lo lindo. Entramos en un camino que nos llevaba al segundo destino: Arahuetes, para quien no lo sepa, ese pueblo es Sagrillas en la serie "Cuéntame como paso". Para llegar al mismo tuvimos que coger sendas maravillosas llenas de tonos verdes, piedras de diversos colores, y vegetación tan variada que no era fácil correr con la boca cerrada. Sin duda que este tramo fue mágico, acostumbrados como estamos a correr sin tantos estímulos a nuestro alrededor. En el kilómetro 5 llegábamos al segundo punto, y no nos costó atravesar el núcleo poblacional, que en invierno apenas sobrepasa los 12 vecinos, aunque en verano estoy seguro que multiplica por 20 esa cifra a juzgar por la cantidad de chalets y casas de campo.

Desde Arahuetes cogimos una vía asfaltada con menos vegetación arbórea pero en el que el verde seguía dominando. Ayudaba la humedad de las lluvias, que aunque escasas, habían hecho por fin acto de presencia. De hecho chispeaba durante nuestra aventura. Tras pasar por un bosque de pinares tomamos una carretera más importante para llegar a La Velilla. Desde Arahuetes veníamos bajando y bajando aunque tampoco aumentamos mucho el ritmo porque no se trataba ese día de realizar un entreno con las piernas, y sí con los sentidos.

Cruzamos el puente sobre el río Cega en la localidad recién citada y giramos a la derecha para coger una pista de grava que nos llevaría a la última parte de la ruta: un camino buscando la GR-88. Este camino de gran recorrido atraviesa gran parte de la provincia de Segovia pasando por parajes extraordinarios, de hecho pasa por Pedraza, pero hay un problema, y es que cuando el Cega va crecido es imposible vadearlo ya que el GR-88 lo atraviesa por un sitio donde no existe puente, muy cerquita de la Ermita de Nuestra Señora de la Vega a escasos 800 metros de la Tejera de Fausto. Esto significa que los siguientes 6 kilómetros nos íbamos a adentrar en la sierra por parajes magnificos hasta alcanzar la GR y finalizar nuestro recorrido vadeando el río si esto fuese posible, y si no lo tendríamos mal. Confiaba en que la escasez de lluvias no nos impedirían cruzarlo descalzos. Este tramo fue para no olvidar jamás. El camino pronto se convirtió en senda y entre musgos, líquenes y todo tipo de vegetación de intenso verde fuimos avanzando lo mejor que podíamos teniendo en cuenta el terreno arcilloso que hacía que resbalásemos con la humedad y que a las zapatillas se adhiriese peso en forma de barro que hacía más dificultoso correr. Pero daba igual, el entorno del que estábamos disfrutando no tenía precio.

Tampoco fue un gran impedimento las considerables pendientes que tuvimos que salvar. A falta de unos 2,5 kilómetros para el final nos topamos con una valla y al otro lado unos toros con cuernos amenazadores nos miraban tras interrumpir su pasto. Sin hacer mucho ruido fuimos paralelos a la valla, sitio por donde según mi Garmin teníamos que bajar. Tocaba 1 kilómetros de fuerte pendiente negativa donde se resintió un poco la rodilla de mi mujer, pero eso no importaba mucho hoy. Y por fin llegamos al río Cega, y tras buscar durante un par de minutos un paso entre los árboles, finalmente hallé una senda que nos llevaba al mejor sitio por dónde cruzarlo. Con una profundidad de unos 20 centímetros de agua clara y muy fría, sabíamos que no seríamos muy complicado cruzarlo, pero había que hundir nuestros pies desnudos, así que en un arrebato lo crucé sin quitarme las zapas, acto que fue emulado por Mercedes. El último kilómetro lo hicimos más rápido de los normal porque había que mover los pies bien rápido para que entraran en calor. Pasamos por la ermita y de hay al alojamiento. ¡Misión cumplida!.