RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 23 de abril de 2020

CUADERNO DE BITÁCORA: CAMINO PRIMITIVO 4ª ETAPA FONSAGRADA-LUGO



Huéspedes y parásitos


Somos huéspedes que han amanecido alojados en uno de los altos del camino esa bonita mañana de agosto. Las piernas responden al levantarnos y nuestras espaldas despiertan sin maltratos, así que es de bien nacidos ser agradecidos: ha sido un lujo lo de descansar en aquella cama que apareció justo cuando más la necesitábamos...





...y al igual que despertamos en esa luminosa habitación, en mi tibial inflamado también se despereza un parásito cómodamente instalado; ese bicho está tan a gusto que quiero pensar que lo único que sentiré en mi pie en lo que reste de viaje será un agradable calorcillo.




Ideas y tiempo


El agua fría se escurre sobre mi cara a la vez que aclara mis pensamientos; tras habérsenos atragantado todo el asueto de nuestra aventura hemos continuado y allí estamos ahora. Miro atrás y veo cómo comenzó todo: la idea que parí se convirtió en obsesión, y no quiso abandonar mis sienes hasta que por fin nuestras piernas iniciaron el movimiento en Oviedo...





...desde aquella primera zancada todo ha sido muy intenso y las enseñanzas fueron constantes: el camino nos ha mostrado que somos ricos, llevando consigo esas monedas llamadas horas, grupos de sesenta minutos que vamos trocando por gozos; y es que la riqueza verdadera no es El Dorado, es el tiempo que portamos, el tiempo que disponemos ante nosotros.




Generosidad y empatía


No falta detalle en aquel comedor, y Bernardo nos recibe con su sonrisa, un calco de la del día anterior; los ángeles y los demonios no entienden de religión en este camino y un vivo ejemplo es aquel señor generoso que nos hace olvidarnos en la hora del desayuno de todo lo negativo...





...la crujiente tostada sube enteros, ya por encima del diez, en el virtual rating de hospitalidad y comodidades y justo en mitad del festín aparecen Nieves y Paco, peregrinos catalanes cuyas caras no ocultan su necesidad de verde naturaleza; sólo puedo sentir empatía con su presencia.  "¿Estáis haciendo el camino corriendo?, "Sí, pretendemos hacerlo en seis etapas; hemos pasado momentos duros pero ahora nos sentimos empoderados, creo que vamos a llegar a Santiago".



Energía y esfuerzo


De nuevo el ritual de la preparación de la bolsa, cada vez más sencillo porque han ido desapareciendo del inventario gran parte de los complementos alimenticios que partieron de Valdepeñas. Armamos nuestros chalecos con generosas raciones llenas de energía ante la previsible dificultad de los casi sesenta kilómetros que nos esperan, que serán menos montañeros pero a la postre más exigidos, debido al cansancio acumulado en nuestras piernas...





...y ya estamos preparados, totalmente repuestos, con la energía que pide salir por nuestros poros; el cuerpo ya aprendió de los abruptos ciclos de ingesta y consumo de calorías, ese trastocado metabolismo que es un bucle de hambre voraz, disfrute de sabores y derroche vital durante el esfuerzo.



Química y ondas


Merche engulle dos ibuprofenos, un servidor uno solo y confiamos nuestra suerte a la química, rendidos al dolor y temerosos de abandonar esta quimera que fue dada a luz como idea...





...ya nos vamos de allí, no sin antes echar un último vistazo para comprobar que no nos dejamos nada, pero sí que se queda algo: la esencia de la alegría y el alivio que sentimos en aquel espacio, ondas positivas que se irradiarán a futuros peregrinos que descansen entre esas cuatro paredes.


Detalles y fortunas


Dejamos la bolsa en el mismo rincón donde nos la encontramos unas horas antes, dispuesta a continuar su aventura paralela, cortesía de Correos; su suerte será la nuestra, portadora de todos esos pequeños detalles que nos dan la vida para sobrellevar las penurias de esta empresa...





...y llega la hora de partir: en el "adiós" o en el "buen viaje" el ser humano transmite buenaventura cada vez que toca despedida, así fue desde tiempos inmemoriales, cuando la peste acechaba detrás de la esquina; miramos a ese hombre y le deseamos lo mejor sin decir nada en un tácito discurso que parece ser mutuo: "que tengas la mejor de las fortunas en el resto de tu camino".




Dolores y alternativas


La cuesta que se muestra al inicio de la calle ya hace presagiar dificultades, pero forrados de arriba a abajo de optimismo no lo vemos venir. Fonsagrada reposa en lo alto de un montículo así que toca bajar hasta el rellano: pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida: "más despacio, ¡no puedo correr!, me duele mucho el tibial", y así comienza este nuevo capítulo: soportando el dolor por no abandonar...





...esas casas nos retienen cuando nosotros querríamos huir hacia nuevos lugares y caminando somos incapaces de seguirle el ritmo a dos señoras gallegas que realizan su paseo matutino diario. El que ha gritado y nos ha hecho parar no es mi parásito, es el de Mercedes y lo hace tanto que mi mujer tira de la memoria del imaginario de sus dolores para describirlo: "un pinchazo muy agudo e insorpotable, a duras penas lo aguanto, y te lo digo yo que he parido dos veces". La angustia aprieta y te obliga a elegir, y de lo que hagas dependerán tus vivencias posteriores. "Tenemos que decidir qué hacer, si nos alejamos de Fonsagrada será más difícil tomar una alternativa; o bien continuamos a verlas venir o bien abandonamos aquí y ahora los dos, o bien llamamos a un taxi que te regrese al albergue o que te lleve a Lugo y yo continúo solo". Mi mujer no me contesta, tan sólo resbalan por su cara dos lagrimones y sin mediar palabra reanuda la marcha.


Asedio y farmacia


En esos momentos el tiempo no se percibe como un buen patrimonio, cuando cada segundo que pasa nos oprime el pecho. El cielo se nubla a pesar de estar despejado de nubes, y en la tormenta debe haber un demonio del camino especializado en dudas, que te asedia y se aprovecha de tus debilidades...







...pero para combatirlo siempre estarán las farmaceúticas: "Merche, ¿qué dijo la de la farmacia de Grandas de Salime?, hasta 4 o a lo sumo 5 cápsulas de 400 miligramos en no más de 18 horas". A buen entendedor pocas palabras le bastan, Mercedes piensa en las competiciones de otoño, se ve tratando de engañar al dolor de esa forma tan arriesgada y se resigna cuando piensa que terminar el camino primitivo bien puede valer una lesión duradera, acepta ese intercambio y se toma la tercera cápsula de la mañana en tan sólo media hora.


Cuarentena y milagros




Hemos dejado atrás el núcleo urbano y partimos justo por la mitad el camino en una aldea llamada O Padron en la equidistancia física y emocional de nuestra aventura. Y el verde va llegando a nosotros conforme abandonamos las vías de asfalto al tiempo que el camino nos va invitando a pasar entre tupidas vegetaciones. Estamos en cuarentena, esperando acontecimientos mejores, queriendo recibir la bienaventuranza que nos deseó Bernardo...


...y en este impás se obra el milagro: Mercedes comienza a cambiar los pasos por zancadas, al principio lentas y cortas para luego coger un ritmo constante y plomizo, como el que agarra cuando se cae de madura en una ultra. Y en esta guisa, si el virus está dentro no importa tanto porque el paisaje ya procura los mejores anticuerpos.







 
Compañía y reencuentro


El ritmo acaba poseyendo la intención de mi mujer y la senda se estrecha poniéndose en franca subida. El paisaje de la montaña sólo puede traer cosas buenas y  nos alegra con la compañía de un grupo de peregrinos, una familia que bien podrían venir de la antigua Germania a juzgar por su aspecto; los dejamos atrás no sin antes desearles "buen camino"...





... y no mucho rato después alcanzamos la estela de una pareja de caminantes que enseguida reconocemos: son Nieves y Paco. El breve reencuentro es incluso más balsámico que aquel tercer ibuprofeno. Paco nos echa una foto que el tiempo y las nuevas tecnologías se encargaron de extraviar y que yo me esmeré en recuperar, eso sí, en su versión más borrosa, pero que muestra las sombras de trazo grueso que deja la alegría por nuestra reunión.






 
Armonía e influjos


Seguimos subiendo suavemente hasta alcanzar las ruinas del Hospital Montouto, con sus piedras, sus dólmenes, sus flores, todo mezclado y en armonía con un sinfín de tonalidades verdes...





... ese lugar nos hace olvidar por momentos cualquier pesar y ahora que rememoro aquellas sensaciones compruebo que apenas plasmamos fotos, así que imposto algunas que he encontrado en la red para ayudar a comprender el influjo que aquel paisaje tuvo en nosotros, otro ángel del camino.















Hitos y regalos


Desde ese momento toca bajar por caminos y sendas invadidos de vegetación, hito tras hito, descontando distancias mientras ganamos en bondades y nos ilusionamos con la piedra que lleva bien grabados esos 100 kilómetros, pero habrá que llegar a la tierra prometida que es Lugo para hacer ese sueño realidad...







...y cuando toca serpentear a ambos márgenes de la carretera nos topamos con Paradavella siendo sabedores de que el llano se nos acaba; tenemos ante nosotros la que dicen es la subida más empinada de todo el camino primitivo: Alto de Volta Grande y Alto da Fontaneira. Pero yo ya me enamoré de "Hospitales" camino de Berducedo, aquella ruta mágica donde las vacas, la niebla y las vistas pararon el tiempo para nosotros. En cualquier caso la senda no desmerece y por momentos toca apoyar las manos en los cuadriceps para hacer lo que más nos gusta, disfrutando de las vistas que se nos regalan a nuestra izquierda.









Dudas y vacíos


A Fontaneiras nos ve pasar a la vez que sentimos que el asfalto no casa bien con nuestros dolores. Afortunadamente mi parásito sigue allí medio callado, pero pisar los verdes bordes de la carretera, esos que amortiguan cada zancada, siempre ayuda. Y toca enfilar el tobogán en forma de camino que nos dejará en O Cádavo, allí donde espera el demonio de las dudas que te martillea la cabeza con sus enjundias. Son varias las paradas que, entre quejido y quejido, realizamos haciendo fuerte el deseo de abandonarlo todo...





...O Cádavo significa "A cada uno", pero a aquella localidad también se le conoce como Baleira, que en gallego y en portugués significa, ¡qué ironía!, "vacío". Si las juntamos tenemos: "El vacío de cada uno". Cuando llegamos al lugar del "vacío de cada uno" Mercedes claudica arrojando la simbólica toalla. Allí encontramos nuestro momento de desolación e incluso nuestros minutos de enfado, y es entonces cuando recuerdo ese viejo refrán: "con la barriga llena se piensa mejor". "Mercedes, quedan poco más de treinta y dos kilómetros para llegar a Lugo, creo que podemos conseguirlo, pero no lo decidamos ahora, vamos a comer y con el estómago lleno quizá lo veamos de otra forma".



Rendiciones y reanudaciones


Nuestra forma de caminar hacia aquel bar es la forma en la que se mueven aquellos que han rendido sus armas; nos aferramos al mero acto físico de comer como única esperanza...





...pero la fórmula secreta de la Coca Cola y el sabor especial que la cinta de lomo y el pan de pueblo tienen en aquel lugar recóndito nos hacen olvidar todos los momentos anteriores. Nos sorprendemos sin tener que decidir nada, tan sólo nos ajustamos los chalecos y reanudamos el camino sin mediar palabra.


Recuerdos y homenajes



Negociamos sin prisa pero sin pausa la subida al último puerto importante de lo que resta del camino, con el cuarto ibuprofeno en el estómago de mi mujer y sintiendo que lo peor ya ha pasado. Ocho meses después tengo grabada la visión en la que nos vemos bajando por una pista llena de pinos reforestados, nada muy especial entre tanto bello paisaje, pero supongo que permació nítido en mi memoria como chivato que muestra que "supimos continuar".


Llegamos a una pista encajonada por una larga valla de madera y la similitud del paisaje me lleva a la Doñana Trail: evoco a mi padre y al homenaje póstumo que no supe consumar y que me dejo frustrado. Entre aquel agosto lucense y el momento en que escribo estas líneas hubo un segundo noviembre, una nueva Doñana, y el logro acabó matando para siempre aquella frustración. Quizá fue en este tramo del camino donde mi subconsciente comenzó a gestar esa segunda oportunidad que afortunadamente me terminé dando.
 







Retos y bocados


La frondosa pista nos deja al girar a la izquierda en la Iglesia del Carmen, un bonito recinto con una fuente puesta allí para nuestro deleite. Tras el lógico refresco bajamos hacia Vilabade con una remozada positividad, alcanzando las tierras llanas que nos llevarán hasta Santiago.  Aquel hombre me habla al otro lado de su valla, se interesa por nuestra empresa y en un par de minutos nos dibuja su vida llena de retos y desafíos. Querríamos quedarnos allí largo rato charlando pero tenemos que seguir y nos despedimos casi sin decirnos adiós, mientras me esmero por no olvidar su nombre y sus dos apellidos confiando en las redes sociales para lograr recuperarlo "Jesús García Juanes, recuérdalo"...





...en el par de kilómetros que vienen después y que nos llevarán a Castroverde, mi cabeza sólo piensa en transpirenaicas, patinetes, y vueltas a la península sin más compañía que la soledad, la reflexión y una extraordinaria determinación; me siento diminuto y abrumado ante tanta aventura. Como dice él, "la vida se saborea mejor a grandes bocados".

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Calor y reposo


Cuesta alcanzar Castroverde y el calor oposita para ser un diablillo más en esa intensa jornada. A la salida de esa localidad encontramos una generosa fuente donde matamos la sed y disipamos las dudas. Tras esto enfilamos hacia un submundo lleno de sendas, hitos y riachuelos que nos llevarán en un incesante descuento a través de un montón de aldeas y pueblos...





...y llegamos a un cruce de caminos donde toca hacer un alto, justo donde un majestuoso cementerio nos recuerda que el hastío es al reposo lo que el descanso eterno es a la vida, así que más vale levantar el culo y continuar, que tiempo habrá de parar del todo.








Rectas y cuentas


Los interminables y rectos quince kilómetros que nos quedan esa tarde hasta llegar a Lugo se ubican, haciendo un símil, en ese amplio espacio que hay en nuestras vidas y que llamo "aburrido discurrir", ese segmento que no es ni un dulce momento ni es infeliz desdicha. Hay que saber ocupar ese tramo, preparándose para lo mejor y escapando de lo peor. Eso hacemos mientras atravesamos: Nadela, Vilar de Cas, Soutomerille, Gondar, que de alguna forma amenizan esa larga calma chicha. Ya para cuando nuestra paciencia agoniza naufragando en el mar del cansancio grabamos un vídeo a unos cinco kilómetros de nuestro destino...





...y rematamos nuestra huida hacia adelante con un sencillo gesto: "Merche, cuento hasta veinte, luego tú, luego yo de nuevo, y tú,..., así vamos avanzando; cuando lleguemos a 300 caminamos un par de minutos y vuelta a empezar". Eso hacemos, repitiendo hasta cuatro ciclos que nos hacen escapar del minutero dejándonos a las puertas de la capital lucense.
 





Peso y alegría


Cuando llegamos a Lugo estamos totalmente desechos, con un peso de más del doble del que supone nuestra masa corporal, a juzgar por lo que nos cuesta movernos, o fue eso o una anomalía física que multiplicó por dos la constante gravitatoria...





...pero nuestra alegría es más liviana, posando en aquellas milenarias murallas. Es tan dulce como la mejor de las mieles poder sentir que ¡lo conseguimos!. El hito con la marca del kilómetro 100 ya no es un sueño, está ahí a nuestro lado y, por ende, estamos a tiro de piedra de Santiago.
 


 







Romances y cenas


Las de recepción nos reciben y cuando les explicamos un poco de nuestra historia nos miran incrédulas. En la habitación cuesta hacer cosas, sólo queremos descansar, pero aun así nos duchamos en una especie de romance con el agua templada, la cual nos acaricia, hace cosquillas por donde roza...





...y nos sentimos hambrientos, así que nos recomiendan ir al Restaurante Fonsagrada, "¡Vaya, viniendo de dónde venimos no podía haberse llamado de otra forma!, así que a cámara lenta acercamos nuestros pasos en un cansino avance hasta cubrir los doscientos cincuenta metros de distancia que nos separan de una de las mejores cenas que han caído en nuestros buches.




Silencios y búsquedas


Allí estamos tumbados sobre la cama, callados, sin decir nada. El día nos ha contado tantas cosas que estamos tratando de digerir un sinfín de mensajes. Y el silencio es, si cabe, más sanador que el hielo que nos aplicamos sobre la piel que protege nuestros parásitos, los cuales no se esconden, les gusta el frío...





...y antes de apagar las luces y gozar de un merecido descanso, busco en facebook: "Jesús García Juanes, ya te he encontrado".






Sombras y luces


Así ocurrió que aquel día de agosto acabó siendo uno de los más intensos y felices de toda nuestra vida, con sus sombras bien repartidas y con sus rincones donde se parapetaban los demonios que nos embelesaban...





...pero allí estaba esa senda, sólo había que fijar la mirada al frente y seguirla, expectantes hasta dejarnos guiar por esas pequeñas luces que uno siempre se acaba encontrando y que dibujan nuestro camino.