RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 28 de junio de 2019

LA CRÓNICA DE LA CXM BOSQUES DEL SUR: ZIHUATANEJO

Zihuatanejo




Red (Morgan Freeman) camina por la playa hacia lo que parece una barca de madera varada, uno ya sabe que está en Zihuatanejo, buscando  a su amigo; cambia el plano, te alegra el alma ver a Andrew (Tim Robins) allí sobre la cubierta de la embarcación; ambos sonríen, se aleja la cámara y el director te muestra la inmensidad del Pacífico, justo en el instante en el que comienzan a salir los créditos finales.

Aquel film me dejó una huella demasiado profunda; de hecho años más tarde, la noche en la que por primera vez hablé con Mercedes (vía chat) se me ocurrió que nos fuéramos a una sala privada con ese nombre que tenía grabado. Pasaban los minutos y yo estaba allí solo unos  minutos que se me hicieron eternos, estaba a punto de perder de vista a esa chica tan maja, regresé al chat público y ví su nick "magenta", ¡allí estaba! "Mercedes, ¿dónde estabas?, me tenías desesperado pensando que te habías ido", "estaba donde me dijiste, en Zihuanatejo", ¡no mujer, es Zihuatanejo!; acababa de entrar en su vida y ella hacía lo propio en la mía...

...y ya  en 2011 nació este blog; lo bauticé de nuevo incluyendo esa importante palabra. Lo habremos pronunciado cientos de veces, pero todavía, de vez en cuando a ella se le escapa un "Zihuanatejo".  

Cazorla

Mayo ya se enfila hacia su final, la miro y siento que se está comiendo las uñas, en sentido figurado; trato de quitarle hierro al asunto: "estaré contigo asumiendo el rol de aguador"...la espalda me está fastidiando y están siendo días duros para mi, así que lo que mejor puedo hacer es serle útil
Pongo el intermitente y aparcamos, ya al entrar en el restaurante siento buenas vibraciones, hemos acertado. En un rincón encantador charlamos mientras saboreamos una rica ensalada, berenjena con miel serrana y un pedazo de flamenquín no muy apropiado si unas pocas horas después hay que batirse el cobre en la montaña. El brownie hace el resto y se nos llenan los buches; así es como Cazorla comienza a conquistarnos desde el minuto uno y lo hace a través de nuestros estómagos.

...y es que Zihuatanejo tiene pocas cosas en común con Cazorla: éste es serrano y andaluz, sin vistas al mar, áquel está abierto al inmenso Pacífico, pero siento que ahora están hermanados en mi corazón, como lugares especiales en mi pequeño universo.

Las Ruinas de Santa María

Mi Toyota casi se queda encajado en una esquina estrecha y respiro aliviado tras haber sudado la gota gorda para no rozar su vieja chapa; tras aparcar en una zona habilitada,  bajamos a las Ruinas de Santa María; lo que vemos no nos deja indiferentes: una bonita plaza abarrotada de gente que está tomando cañas y aperitivos; al fondo las imponentes ruinas de una iglesia coronan lo alto del recinto dejando detrás un fondo increíble, ¡la verde sierra!; a los lados el agua corre por la piedra, en un perfecto remate sacado de la mejor postal. El retrato se completa con la llegada de algunos corredores de la maratón y de la ultra, que son animados por la gente, se les ve desechos pero eufóricos tras estar culminando su gran aventura. En un mesón en la esquina está Miguel Ángel, de nuestro Club de Montaña Linares...

Miguel Ángel


Su rostro es un mapa lleno de caminos que confluyen en su alegría, es como si la montaña le hubiera reconquistado ese día. Lo hallo dentro de ese dulce túnel donde uno pone su cuerpo al límite y siente que perpetuando el movimiento dará un poco más de sentido a su vida. Charlamos sobre esfuerzos e ilusiones y no puedo evitar sentir una gran envidia.







Raúl

Regresamos al coche y nos cambiamos mientras suena Smooth Sailing (Viento en popa). Al son de la canción se van recargando mis pilas, la adrenalina fluye y me hace olvidar por un momento algo que es obvio: que llevo demasiados días de rodaje por este mundo como para seguir alimentando locuras de este calibre.

Ya vestido para la ocasión viene a mi mente un recuerdo de dos años atrás: Raúl y un servidor haciendo tándem en el Ultra de los Castillos; casi puedo sentir de nuevo la indisposición de mi estómago, el mareo, veo la imagen de Raúl alejándose y a la par mis sueños ultras se desvanecen. Ese recuerdo viene a propósito de su abandono en el ultra unas horas antes, me lo puedo imaginar tratando de digerir lo ocurrido; y es que las piernas pueden estar empoderadas para hacer cosas increibles, preparadas para no dejar de moverse horas y horas, pero la cabeza es la que dirige la orquesta y si está en otro sitio distinto que tu cuerpo el reto no será más que una mentira que te están contando. Pero si un tío como yo se levanta una y otra vez tras mil caídas, a buen seguro que un crack como él pronto regresará a su senda. Sólo hay que tener presente que cuando uno navega y navega siempre acaba llegando esa corriente que te desliza, sólo hay que tener paciencia. 

























Paqui

Ya estamos listos para la acción, me agarro bien la cincha de mi chaleco, dispuesto a "aguar" como Dios manda a mi señora; bajamos a la zona de meta y nos echamos unas fotos con la gente de Linares: Paqui, Encarni y sus maridos. Paqui correrá la corta; la observo sin que ella se cerciore y pienso que acaba de llegar a este mundo; no hemos sabido advertirle de que esto de la montaña es una droga más adictiva que el asfalto y me temo que con ella se está abriendo otra caja de pandora. En sus ojos se dibuja la expectación, está aprendiendo a amar las crestas y es cuestión de tiempo, yo ya sé el resultado, ¡tendremos montañera!.




Apolonio

En mi mundo también hay superhéroes, gente aparentemente normal que oculta sus superpoderes, casi nadie repara en ellos y a veces son invisibles. De hecho en el Club de Montaña de Linares tenemos uno; mirándole a la cara no adivinarías que tiene nietos y has de buscar hacia adentro para darte cuenta que lo que hace tiene un valor especial. Este montañero compite luchando contra la tozuda naturaleza que acostumbra a hacernos cada día más viejos. Pero cuando vuelve a cruzar el arco de meta le resta años a su calendario, es uno de sus poderes más desconocidos. 




Olor a tierra mojada

Correteamos con escaleras de piedra incluidas antes de entrar en el corralito. Pasamos un magnífico rato de cháchara con Aurelio y  Paco, ¡nos encanta hacerlo!; les informo de que esa tarde no haré la goma con ellos, toca acompañar a mi mujer y de repente, mientras esperamos la salida, sucede algo: el calor da una tregua, comienzan a caer unas gotas que refrescan el ambiente y por un instante es como si el tiempo se parase, allí en un entorno tan especial y con un cometido tan emocionante; se me graba a fuego ese olor a tierra mojada y tras esa ralentización el tiempo se acelera, todo comienza a fluir con rapidez, la cuenta atrás del speaker se agota y nos vemos de repente corriendo a buen ritmo, ¿hemos salido demasiado delante?, ya es demasiado tarde para arrepentirse.

Oxígeno

El primer objetivo es coronar el Gilillo; llevará consigo un considerable esfuerzo, pero no le hacemos ascos, es a lo que hemos venido. Sin embargo pronto noto que Mercedes va conmigo pero sólo me acompaña su cuerpo. El oxígeno no quiere entrar en sus pulmones y esa pelea le ausenta. Hay días en los que con cruzar a la otra orilla y lograr que no te lleve la corriente ya hay bastante que celebrar, este sábado será uno de esos días.

Se nos van dos chicas, hacemos la goma con otro par, y me impaciento, me equivoco, echo más leña al fuego presionando a Mercedes, justo cuando ella más necesita mi apoyo. Pero llega un momento en el que decido relajarme y tratar de ayudarla en su particular Tourmalet...








 ...en el 4 y pico nos caza el marido de Rosa, una amiga de Puertollano; le preguntamos por su mujer y nos dice que va lesionada y que está haciendo la burra forzando así. Un rato después alcanzamos a nuestro amigo Jesús, Jesús de Úbeda, vamos unos minutos los tres juntos, hasta que echamos adelante, estoy un tris de decirle que estoy muy orgulloso de él, de como libra esas peleas y todo a pesar de su diabetes, pero no me atrevo, no me salen las palabras.



Heroínas

La senda comienza a zigzaguear, las vistas son increibles, y Mercedes se viene arriba; comenzamos a remontar puestos a la vez que sus pulmones comienzan a trabajar un poco para ella, aunque el viento no termine de rolar a su favor, y así casi sin darnos cuenta coronamos el Gilillo.

En el avituallamiento ella para a tomar resuello justo cuando una chica de pelo corto nos pasa. La seguimos en la bajada, por sendas casi como planificadas para el disfrute y logramos, a duras penas, no perderla de vista. Sin embargo es una tercera dama la que nos pasa a los tres como una exhalación. 

Estas mujeres de la montaña son heroinas, y es que nos educaron equivocadamente, por suerte mi generación pronto se dio cuenta de que ellas no eran el sexo débil, más al contrario, somos nosotros los enclenques.

Pintan de nuevo bastos; la cuerda con la que tiro de mi mujer no le ayuda a aplacar su sufrimiento, más bien lo agrava, pero su autoexigencia es tan potente como mi empecinamiento. Entramos en una zona de toboganes y no sé cómo conseguimos dejar atrás a la chica del pelo corto, que sube bastante peor que ella. Sin embargo unos minutos después veo por el retrovisor a Rosa, me retraso un poco y le pregunto, me dice que va muy muy cargada y que lo está pasando mal; tras esto acelero y vuelvo a pillar a Merche.

Toca bajar por una zona algo más pedregosa y nos alcanza la pelicorto, Rosario se llama, es veterana aunque no lo aparente. Ya en una zona con sendas repletas de árboles Mercedes se deja llevar y relaja su cadencia, es lo que necesita; y Rosario aprovecha la ocasión para desaparecer de nuestra vista.

Por fin alcanzamos un gran valle donde unas cabras salvajes están pastando ajenas a tanto loco de colores; hemos llegado al kilómetro 17 y hemos tomado una fácil senda que nos dejará a las puertas del Castillo de la Iruela. Nos alcanzan dos corredores (un chaval joven y un máster), cogemos la carretera pero en seguida toca subir por unas terribles escaleras de piedra, las piernas se quejan, incluso las mías que van más enteras; tras el último escalón se abre ante nosotros un bonito auditorio y cuando miro a la derecha veo la sombra imponente del castillo, un fastidio no poder parar a echar una foto. Tras esto callejeamos los cuatro en una franca bajada que las piernas agradecen, hasta llegar a un avituallamiento donde de nuevo Merche descansa unos segundos para repostar. 

Mercedes

La breve parada ha sentado muy bien a mi mujer, y justo cuando comienza una larga subida, compruebo que hemos metido una marcha. Pasamos a algunos corredores de la ultra, no sin antes darles la enhorabuena. Se les ve hundidos pero sus rostros no pueden ocultar la alegría. Hemos dejado atrás al chico joven y al máster, y en una carreterita ancha y zizagueante de fuerte pendiente volvemos a acelerar hasta cazar a otros cuatro compañeros. Esta parte es dura pero ella ha resucitado apartando de su mente el sufrimiento y ya ni se acuerda del oxígeno que tanto le costó inhalar. Al final echamos en falta un poco más de ascensión porque unos metros antes de coronar puedo ver la silueta de una chica, no es Rosario, es la que nos había pasado kilómetros atrás como alma que llevaba al diablo.

Comenzamos a bajar y por primera vez en toda la tarde veo en su semblante algo parecido a disfrute. Por la carreterita adelantamos a otros dos corredores y cuando llegamos a una carretera principal estamos a punto de perdernos, pero gracias a la providencia nos damos cuenta de que hay que seguir de frente, por una senda que se adentra en lo oscuro. El marido de Encarni está en uno de los giros entre los árboles y nos canta que Mercedes va 8ª de la general, ¡octava!, ese chute de adrenalina hace que acelere sus movimientos cuan posesa que escapa de un psiquiátrico, y con ello acaba dejándose lo poco que le quedaba de piernas.






Adelantamos hasta a 4 ultras más, y nos resulta imposible no arengarles, nos congraciarnos con ellos. Por fin entramos en las callejuelas de Cazorla, justo cuando ya nada ni nadie puede pararla. 

Cuando alcanzamos la plazuela una especie de escalofrío me recorre desde los pies hasta el último pelo de mi cabeza; subimos los escalones de acceso a las ruinas y conquistamos meta envueltos en una manta hecha de fina y dulce alegría, 2 horas 59 minutos y nos damos un sentido abrazo:  "objetivo cumplido, te había dicho que podíamos bajar de 3 horas y lo has conseguido pese al suplicio que has pasado". Y sí, amigos, este capítulo se llama Mercedes, no podía ser de otra forma.





Sintiéndome como en Zihuatanejo

El bajón le llega de forma esperada a Mercedes y necesita estar media hora sentada en un rincón. Ni las dos cervezas con limón fresquitas, que tanto le gustan, le hacen reaccionar. Mientras tanto charlo con mis amigos: Paco lo ha vuelto a pasar muy mal con su asma, pero no se ha retirado, pese a llegar a escupir sangre, ¡ADN de loco montañero!; Aurelio ha disfrutado como un niño chico acabando con un estupendo crono de 2:24. 



Al rato llega Rosa totalmente muerta muscularmente hablando. Me dice que se ha pasado con el duro calendario de competiciones que se ha autoimpuesto. Estoy un rato con Ángeles esperando ver llegar a Jesús, hasta que su buff aparece en el horizonte, lo vuelve a lograr.
 
Merche por fin se incorpora, nos echamos una magnífica foto mientras resuena una y otra vez en mi cabeza "Smooth Sailing", ¡esto de la canción no puede ser una casualidad!, no lo es: nos cantan que Merche ha sido tercera veterana femenina, octava de la general, y lo ha logrado corriendo con casi 50 mujeres que venían a Cazorla de un montón de lugares algunos bien alejados de Jaén. A veces el viento en popa, ese que resuena en mis oidos, se aprecia más dulce tras una larga y dura tormenta.



Y así es como caemos en una especie de plácido sueño mientras permanecemos despiertos. Merche se atreve a romper el hielo y entablamos una estupenda conversación con Jesús y Lola. Cuatro pruebas han sido demasiadas para no haber hecho corrillo antes con ellos. Lola es la cuarta heroina de la que hablo en esta entrada, y supongo que Jesús, si piensa como yo, tendrá claro que las mujeres de esta historia están hechas de otra pasta.




La crack de Noelia Camacho, que había ganado la ultra aquella tarde, no puede evitar expandir su sonrisa, la lleva de serie; ser una campeona  no le impide preguntarle a mi mujer qué tal le ha ido a pesar de que apenas la conoce.

Todavía da la noche un poco más de sí para ver llegar al último corredor de la ultra entre antorchas y vítores, escoltado por mi amiga Cati, de Úbeda. Aprovecho la ocasión para que, por fin, mi mujer y ella se conozcan en persona.

Y así fue como Merche calibró el peso del trofeo que tenía entre sus manos y viéndola allí arriba volví a sentirme tremendamente orgulloso, aunque tuviera que frotarme de vez en cuando los ojos para comprobar que es real. Zihuatanejo y esa sala de chat donde nos conocimos, el Zihuatanejo de la pelí, el de este blog, todos son lo mismo, un sueño que de nuevo vuelve a cumplirse. Y es que esta vida que llevamos, como le ocurre al inmenso Pacífico, es como si no tuviera memoria, como si se estuviese edificando a base de aventuras, sin dejar tiempo para mirar atrás, pero eso sí, siempre están estas entradas para poder echar, de vez en cuando, un vistazo al pasado. 




sábado, 15 de junio de 2019

LA CRÓNICA DE LA MAGINA TRAIL: SALIENDO DE UN LUGAR OSCURO

Lo concisa y directa que es la ilusión

Nuevo mes, nuevo cartucho de esperanza. Las lluvias se fueron con ese abril, llegó mayo y su primavera desbordada, mal negocio para los imperfectos humanos y sus alergias. 

Salimos de casa dejando encerradas las preocupaciones tras sus cuatro paredes; giro dos veces la llave y pienso que con tal blindaje los males no lograrán escapar de nuestro hogar, por tanto, cuando regresemos unas horas más tarde nos los encontraremos allí donde los estamos dejando...

Al iniciar la marcha miro a mi mujer, su cara me dice que se está olvidando de la plancha, de los exámenes de primaria y bachillerato, de la oficina, las facturas y del sinfín de obstáculos que se ha de encontrar en esa carrera de fondo que es su vida.

La noche de Linares me desvela, abro los ojos pero no veo nada ...y pienso en bosques, hierba, en agua corriendo... Vuelvo a cerrar los ojos y caigo en un sueño profundo...en mitad de la madrugada me encuentro varado en el fondo de una especie de pozo donde no hay absolutamente nada...el sonido de la alarma me saca de esa pesadilla vacía.

Mis adormilados músculos me hacen subir lentamente, escalón tras escalón, desde el sótano hasta la primera planta donde el desayuno me espera. Siento los años acumulados en mis piernas, en mi espalda, compruebo mi decadencia, pero no regresaría a la cama a dormir ni por todo el oro del mundo; lo de ese domingo va a costar pero también me dará la vida...y es que la ilusión es como una flecha que va bien dirigida, concisa y directa.

Ganas de vaciarme cargado de armaduras

Desayunamos, preparamos los complementos y en las primeras luces del alba partimos; Sierra Mágina recibe el nuevo día, será una mañana perfecta para seguir buscando aquello que poco a poco estoy perdiendo; confío en las sendas, en los pinos, en las rocas, espero recibir de ellos la pista que me alumbre, que me ayude a entender el resto del camino que me queda por recorrer.

Las calles estrechas de Cambil son un reto para encontrar aparcamiento pero finalmente lo conseguimos y acabamos en la cola de la recogida de dorsales con Jesús, "Jesús de Úbeda" y con su mujer, Ángeles. Les miro, miro a Merche y obtengo un dulce sentimiento: son una compañía perfecta, de lo mejor que podría esperar alguien como yo.

Partimos los cuatro hacia el centro de visitantes de Mata-Bejid y aunque "la petarda" de google map trata de despistarnos, logramos encontrar nuestro destino. Me estoy ciñendo el chaleco y me están invadiendo unas ganas locas de vaciarme, de llegar a la extenuación, es parecido a una redención, pero no siento culpa alguna; entonces pienso en Robert de Niro cargado de armaduras en la Amazonía; recuerdo aquella estupenda película que en mi adolescencia me ayudó a ser mejor persona, con los ecos de Ennio Morricone resonando en mis oídos. No habrá armaduras, ni pena, ni redención, pero si un chaleco que portar y dentro de él un pozo oscuro, la Amazonía será Sierra Mágina y esta aventura que toca vivir esta mañana será mi misión.



Mensajes por escuchar

Charlamos con Aurelio y Paco, y me llega de nuevo el placer de compartir tiempo y espacio con ellos. Aparece Manolo, de nuestro Club de Montaña de Linares, y posamos en unas estupendas fotos. Ahora que las veo vuelvo a comprobar esa complicidad, la sensación de compartir algo más una actividad, estar compartiendo una búsqueda.



Doy a Mercedes el beso que toda aventura de montaña merece y me quedo esperando a que den la salida. Me viene a la mente el Ultratrail de la Vida de Sanlúcar, y casi de forma inconsciente, sin premeditación, me coloco al final del grupo. Allí atrás, aislado, pienso en el pozo de mi breve pesadilla, puede que ese sueño no haya sido casualidad..., estoy dispuesto a resolver el enigma, preparado para salir de ese espacio que me oprime, con los sentidos bien abiertos para escuchar los susurros de Sierra Mágina, creo que la montaña tiene algo que decirme esa mañana.

Cansando al cuerpo para escuchar a la montaña

Demasiado rápido para disfrutar, demasiado para lograr escuchar, tengo dudas, no me siento flotar. Remonto puestos, saludo a Merche y comenzamos la incómoda subida por la pista, en la que parece que está terminantemente prohibido andar porque la gente no está por la labor de aminorar la marcha. Alcanzo a Manuel y me dice algo así como "te vas a merendar hoy esta aventura" y sé que no va a ser así, hoy será un día especial y lo será en otro sentido.

Alcanzo a una chica que se mueve ligera, como si no tuviera engranajes, y me vienen al recuerdo tiempos mejores. A pesar del roce de mis articulaciones le sigo la estela y en esta guisa adelantamos a mucha más gente.

Por fin tomamos una senda y me cambia el ánimo; toca andar en fila de a uno, bajan las pulsaciones y sé que podría pensar, pero alcanzamos a Aurelio y a Paco, y como ocurriera en Adamuz, siento el premio de su compañía; compruebo que Paco va sufriendo debido a su alergia y en esta tesitura la chica se echa adelante y casi sin pensarlo la sigo, dejando atrás a mis dos compañeros y coartando mi deseo de reflexión.

Seguimos subiendo pero por tramos toca corretear, no hay una fuerte ascensión y el bosque nos acompaña, si los árboles quieren decirme algo yo no soy capaz de escuchar nada; dejamos las verdes sombras y entramos en una incómoda pista, donde meto una marcha más y la chica y otros cuantos compis se quedan hasta que dejo de verlos por el retrovisor.

Alcanzo un collado casi despoblado de vegetación, dominado por el verdor de la hierba baja, echo atrás la mirada para divisar a mis perseguidores y no muy lejos reconozco a Aurelio, pero no veo a Paco. La trocha que cogemos me hace subir la adrenalina y comienzo de nuevo a disfrutar al tiempo que espero la llegada de mi compañero.

Ratos que te entran en vena, sangre que te desangra

Justo unos instantes antes de coronar, tras haber subido casi 700 metros desde la salida, Aurelio se pone a mi lado. La bajada es generosa y requiere atención, pericia y fuerza, pero a cambio devuelve un disfrute proporcional al empeño que uno pone en ella. Haciendo tándem sorteamos los obstáculos a buen ritmo, minutos en los que siento que las piernas van solas y que no hallo ningún mal en la tarea, minutos para el recuerdo.

Cuando la senda técnica termina seguimos bajando por un camino; las piernas avanzan a grandes zancadas y no me siento forzado. Hemos cazado a un grupillo y todo parece marchar bien, eso sí, no logro pensar en nada. Todo cambia cuando miro hacia el suelo, el cordón de una de mis zapatillas va suelto, así que paro y me agacho a atármela y tras unos segundos me incorporo...

Esos instantes son suficientes para cambiar el curso de los acontecimientos. Me han adelantado tres o cuatro corredores y Aurelio se difumina a lo lejos; confío en mis fuerzas y me pongo a forzar la máquina, pero inesperadamente la pista llena de sombras de árboles me engulle y mi compañero se convierte en inalcanzable; el sufrimiento ha llegado para quedarse.

Mi mente comienza a ir más rápido que mis piernas, y tengo la idea de que lo sucedido esa mañana comienza a encajar: la armadura de Robert de Niro, el pozo de mi sueño, mi decadencia, el esperado susurro de los pinos..., un terrible peso multiplica la gravedad y me hace aferrarme al terreno de forma que mi cuerpo se mueve lentamente imbuido en una especie de castigo.

Alcanzo la zona recreativa del Centro de Visitante de Mata Bejid (desde donde salimos) y avanzo hacia el edificio pensando que si el trail terminase allí dejaría de sufrir pero aún no he escuchado el mensaje, necesito avanzar más para descifrar el proceso. Tras obviar el avituallamiento cazo a un chaval de rojo que se pone a mi lado, aunque voy tan enroscado en mí mismo que no intercambio palabra con él. En la explanada del valle diviso a un nutrido grupo de corredores entre los que va Aurelio, el cual me saluda en la distancia. 

Es el momento del tobogán de bajadas y subidas por la pista, el de rojo no se despega, pero estoy inmerso en la expectativa de mis sentimientos y no reparo mucho en su compañía. En el 18, la chica liviana nos adelanta y me siento impotente, querría flotar como ella. En el 18,5 comenzamos a subir, y aunque aún puedo divisar su camiseta azul, cuando corono y comienzo a bajar me veo totalmente solo, nadie por delante ni nadie por detrás...

...y llega el momento que sin saberlo había estado esperando, escucho, reflexiono, caigo en mis males y en mis esfuerzos, trato de poner las piezas correctas en las huecos de este puzzle que es mi vida, y es así durante un largo rato hasta que cruzando un olivar siento que la gasolina se me ha terminado, me siento tan vacío que sopeso lo de sentarme a la sombra de uno de estos árboles, pero sé que Robert de Niro no haría eso, continuaría sufriendo hasta alcanzar su alegría. 

Avanzo por una preciosa senda boscosa donde un compañero me da caza, las piernas se mueven por inercia pero los árboles parecen tenerlo claro, me llevan hacia el final de esta historia. Cuando mi cuerpo atraviesa el arco de meta sé que ha cumplido el cometido deportivo, pero mi mente, tras parar, sigue en otro sitio.

Sendas con forma de cara, paisajes con forma de personas

Me reciben Aurelio y Paco, también Ángeles. Aurelio ha llegado 6 minutos antes, acompañado de Paco, que aunque se había retirado decidió acompañar a su amigo desde el centro de visitantes. 

Estoy deshidratado, no paro de beber agua, pero poco a poco me estoy viniendo arriba, hasta que comienza a retumbar en mis oídos un mensaje alto y claro, el mismo que medio codificado me había estado transmitiendo durante toda la mañana esa sierra: mi pozo es mi sufrimiento, pero estoy reposando al sol y me siento feliz, era un enigma sencillo; sí, estoy decadente, pero no concibo otra salida mejor para este mal que portar estas armaduras, sangrar por ello y sentir la plenitud una vez alcanzada la meta.

Toca esperar a que llegue Merche. Me acerco al coche, justo para ver llegar a Manolo a quien se le ve muy entero. Cuando llego al Toyota me cambio y ya dirigiéndome de vuelta al arco de meta veo aparecer a Mercedes que se mueve como un tiro. Ya de nuevo en la zona de llegada vemos aparecer a Jesús, que también acaba de finiquitar su proceso interno, lo dice su cara. 



Con una Coca-Cola y un plato de paella entre las manos, el solecito hace el resto;  hablo de música con Manolo, charlamos de montañas, nos divinificamos con la primavera pese a los males respiratorios que acarrea; y es así como veo sendas con forma de cara y paisajes con forma de personas; mis amigos también me lo están diciendo, el mensaje de esta mañana resuena, sin códigos que lo tergiversen, y soy feliz al cuadrado. 


Amigos, he visto subir a Merche en su enésimo pódium, su cara hablaba de satisfacción, de alegría, no hablaba de obstáculos ni males.





También he visto llegar a esos auténticos héroes de las distancias largas: Gema Arenas, su marido Agustín Luján, etc, y he sentido admiración y envidia, no por querer ser un campeón como ellos, sino más bien por querer recorrer ese dulce, amargo y largo camino que te obliga a cubrir una ultra. 















Y por último, he visto llegar a Miguel Ángel, en su carrera de casi 50 kilómetros, llegaba hundido, sin embargo en sus ojos se leía la armonía, esa armonía que uno gana tras haber sufrido armaduras, vencido pozos y expiado decadencias.




miércoles, 5 de junio de 2019

SEMANAS DEL 11 AL 31: DESPIDIENDO MAYO A MEJOR VIDA

Mayo ha sido cerrado pasando a mejor vida y lo ha hecho casi sin pena ni gloria, con dos competiciones como la Magina Toptrail y Bosques del Sur, ambas en Jaén. Habrá que ponerse las pilas en junio ya que para mediados de julio tenemos un reto mayúsculo: el Trail Sierra Nevada, de 62 kilómetros y +3800
 

Sábado 11: 17 kilómetros con cuestas
Domingo 12: doblaje 4+14. Por la tarde noche tirada a ritmo medio con Merche.
Lunes 13: calentamiento carrera+bici; 8 kilómetros.
Martes 14: circuito de 8,5 kilómetros cerros de la aguzadera con Merche.
Miércoles 15: 8 kilómetros al mediodía en Manzanares
Jueves 16: prueba de esfuerzo por la mañana y por la tarde 10 kilómetros: 13 kilómetros.
Viernes 17: descanso
TOTAL: 62,5 kilómetros.
Sábado 18: tirada con Merche subiendo molinos eólicos 25 kilómetros.
Domingo 19: tirada de 15 kilómetros regresando al anochecer con Merche. Buen ritmo.
Lunes 20: elíptica y bici. 9 kilómetros.
Martes 21: 9 kilómetros suaves
Miércoles 22: gimnasio bicicleta 8 kilómetros
Jueves 23: cambios de ritmo con Merche 9 kilómetros
Viernes 24:descanso
TOTAL: 73 kilómetros
Sábado 25: 23,5 kilómetros competición Cazorla.
Domingo 26: entreno vía verde 9,5 kilómetros
Lunes 27: descanso
Martes 28: bici 10 kilómetros
Miércoles 29: elíptica, bici y remogimnasio, 8,5 kilómetros entre bici y remo.
Jueves 30: 1 hora entrenando el calor en Manzanares.
Viernes 31: descanso viaje a Lanjarón.
TOTAL:  70 kilómetros