RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 30 de enero de 2016

SÁBADO 30: LAS TIRADAS LARGAS COMIENZAN A SALIR BIEN

El sábado tocaba salir a realizar una tirada larga con la esperanza de que se desarrollara de manera similar a las del viernes anterior y la de hace dos sábados, pilar principal de las sensaciones positivas que me hacen creer que me estoy recuperando totalmente de mi pubalgia. No madrugué y esperé a que se le levantara la neblina que invadía todo, pero viendo que no había forma, a eso de las 12:15 horas me calcé las zapas y tiré para adelante, hacia el Camino de Membrilla. Mi idea era poco ambiciosa, acorde con mi estado ánimo en esta mi nueva etapa, simplemente tratar de ir a una media de 5´10´´ durante esos 20 kilómetros y si podía ser sin hundimiento en forma de agarrotamiento de mi cintura (esta todavía reciente en mi memoria lo que me pasó hace no más de un mes cuando me ví hecho polvo teniendo que parar en varias ocasiones porque mi pubis había dicho basta). 















Pero ocurrió que desde los primeros minutos me sentí bien, con fluidez, no para tirar cohetes y organizar una fiesta, pero sí al menos para disfrutar (¡disfrutar! cuanto sentido tiene esa palabra para mi en el tiempo que está durando este pozo del que trato de salir). Sin mirar el crono, haciendo caso omiso al tiempo, y simplemente guiándome por las sensaciones que no eran malas, y yo que lo agradecía. Llegué al cruce del camino que llega derecho al pueblo de mi amigo Kino y tome el Camino Carretas hacia la gasolinera Shell del kilómetro 191 de la A4, pero 500 metros después tocaba coger el camino que se abre a la derecha (paralelo al de Membrilla y tanto que de hecho también llega a dicho pueblo). Ese cacho fue quizá el peor debido a la irregularidad del terreno aunque no sentí nada especial relativo a mi problema, eso sí, las piernas iban bien aunque notaba la carga que les estaba metiendo. Luego giré a la izquierda para tomar el camino que no más de 400 metros después muere en la vía de servicio de la A4, justo en donde hace esquina un local de dudosa reputación, bueno de dudosa no tiene nada, un local famoso que ya podéis imaginar que se cuece en él. Desde ahí tocaba sesión de vía de servicio ya en asfalto, y con el viento sin darme de cara, molestando menos. Estaba contento porque llevaba más de la mitad de la sesión y seguía fresco y disfrutando, sin idea del ritmo exacto al que iba pero con la certeza de que iba claramente por debajo de 5´.Cuando me quedaban algo menos de 5 kilómetros ví la silueta de un corredor que venía hacía mí por la misma vía, conforme se fue acercando su figura me di cuenta de que era una corredora y unos segundos después comprobé que se trataba de Mercedes; me paré y le pregunté como iba; estaba haciendo el circuito del Hotel El Hidalgo de unos 12 kilómetros y le estaba molestando un poco la rodilla, lo cual me preocupó. El caso es que pensé por un momento ir con ella dando por finalizada mi sesión, pero me encontraba bien y fui un poco egoista, así que nos despedimos y seguimos cada uno nuestro camino. Gestioné dignamente la cuesta de medio kilómetro que me lleva a la falda del Cerro del Ángel y cogí por el camino asfaltado que lleva al pueblo, a la zona donde vivo. Fue ahí donde más disfruté, dejándome llevar con la pendiente negativa y yendo rápido y suelto. Paré el crono en 1 hora y 33 minutos sin saber con exactitud la distancia recorrida, pero cuando lo he medido hace un rato he comprobado que salen 20,40 kilómetros, por tanto me puedo dar por satisfecho porque finalmente me ha salido una digna media de 4´33´´, la mejor media en tirada larga desde hace muchos meses, y lo mejor es que no me ha costado llegar, he llegado entero de piernas. Apenas estiré, apenas hice nada, me duché rápido y cogí la moto para ir en búsqueda de mi mujer, que como digo me había dejado algo preocupado, pero no me tuve que ir muy lejos de casa, justo en el puente de la autovía a unos 1800 metros de casa ví la silueta de mi corredora favorita. Le pregunté como le iba la rodilla y me dijo que bien, así que la acompañé en paralelo con la moto hasta el Complejo de la Molineta donde había dejado la mochila, la veía suelta, cómoda y al final pude verla llegar tras 13 kilómetros de tiradilla que había hecho a ritmo discreto pero cómodo, 5´44´´ y lo más importante, sin grandes incidencias.

Volviendo a mi sé que tengo que seguir trabajando duro en el fortalecimiento de la zona lumbar, abdominal, en mis adductores, sé que es ese el camino, que no sé a dónde me lleva, pero ese es el camino, así que ahora esbozo una sonrisa y puedo decir hacia mis adentros que estoy en la onda.


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