RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 29 de septiembre de 2013

SEMANA DÉCIMO SEGUNDA Y DÉCIMO TERCERA Y ÚLTIMA SEMANA DEL PLAN DE FUERZA PARA LA MARATÓN DE MÁLAGA

He terminado el plan de fuerza, culminando con la Madrid-Segovia. Han sido dos semanas intensas en emociones y algo exigentes por la competición. La décimo segunda era la última del tapering y comenzaba con el hipotético entreno a realizar en el Memorial Leo Condés, que al final se convirtió casi en una competición, en la que un poco y más se me ocurre realizar una maratón completa. Por días, esto fue lo que ocurrió:

  1. Sábado 14: tocaba correr en pista. En principio iba a hacer unos 20 kilómetros suaves, pero finalmente me dispuse a correr la maratón completa, y di un montón de vueltas a un ritmo demasiado exigente. Según el Garmin, hice 25 kilómetros a 4´25´´ más los dos kilómetros de calentamiento. Acabé bastante cargado.
  2. Domingo 15: descansé, porque no estaba el horno para bollos.
  3. Lunes 16: hice unos 43´a un ritmo medio, pero suave, en torno a 5´20´´ en el circuito por detrás de los Cerros de la Aguzadera. me encontré bastante bien.
  4. Martes 17: volví a madrugar y rodé 40 minutos suaves en el parque. Bastante cansado.
  5. Miércoles 18: volví a rodar suave con Mercedes por la mañana y nos salieron unos 50´.
  6. Jueves 19: descanso.
  7. Viernes 20: descanso.
Me salieron casi 50 kilómetros, según lo planificado, y llegué bastante bien muscularmente hablando al sábado. El problema fue el poco descanso y las pocas horas de sueño. Esta fue la tabla:



La última semana del plan comenzó con la Madrid-Segovia, y si todo hubiera salido conforme a lo esperado, habría acumulado 102 kilómetros ese día y no 64,5 como finalmente hice. Por días esto ha ocurrido:
  1. Sábado 21: Madrid-Segovia, 64,5 kilómetros, con el tan mencionado doble episodio de calambres que me impidió terminar la prueba.
  2. Domingo 22: descanso. Agujetas en los dos gemelos, pero por lo demás sin molestias ni cansancio.
  3. Lunes 23: descanso. Se acentuaron los dolores en los gemelos, pero nada preocupante.
  4. Martes 24: descanso. El dolor fue remitiendo.
  5. Miércoles 25: todavía con molestias en los gemelos que aconsejaban no salir a correr, aunque ya me apetecía.
  6. Jueves 26: salí a correr unos 38 minutos suaves con Mercedes. No tuve molestias
  7. Viernes 27: madrugué para correr unos 36´ yo sólo algo más fuerte que el día anterior.
Me han salido 77 kilómetros con los que se termina este plan de fuerza que ha durado 13 semanas.


En cuanto a los números del mismo: 1.043 kilómetros en 91 días, saliendo una media de algo más de 81 kilómetros semanales. A tener en cuenta que en el plan especifico para la Maratón de Roma rocé los 90 kilómetros semanales, pero no está nada mal teniendo en cuenta mis circunstancias el caluroso mes de agosto. A lo largo del plan sólo he tenido una competición seria, la Madrid Segovia, y el objetivo ha sido fortalecer mis piernas como base a la Maratón de Málaga y acumular largas distancias para ayudarme a este reto y también a la Madrid-Segovia. Ahora toca meter intensidad y velocidad, sin descuidar el acumulado de kilómetros.






SÁBADO 28: POR FIN TENGO ALGO DE TIEMPO. ESTRENANDO PLAN


Llego el tan esperado sábado y no tuve que madrugar. Me levanté a las 10 horas con una emoción inusitada: disponía de tiempo para hacer cosas, y no estaba obligado a tomármelo con prisas. Decidí regalarme la mañana, eso sí, la ocupé escribiendo en este blog y trabajando. Después de comer un buen plato de pasta en casa, nos fuimos de compras, sin duda lo peor del día, y tras esto me he ido a correr. Justo al salir ha comenzado a llover, pero no era desagradable, porque no hacía mucho frío, así que he decidido seguir sin ropa de abrigo. Poco después ha dejado de caer agua pero el ambiente era fresquito. He cogido el Camino de Membrilla a buen ritmo, casi por debajo de 5´, con la idea de que tengo que ir acostumbrando a mis piernas a cambiar el chip, que ya no están para correr larguísimas distancias. La verdad es que no me ha costado mucho, y he ido cogiendo ritmo. Lo peor, sin duda, lo desagradable que se hace correr de noche con la luz del frontal por caminos irregulares. Después he regresado por el Camino del Peral donde he incrementado el ritmo y me he sentido bien, a pesar de las cuestas del carril bici. Finalmente he hecho 10.400 metros en 50´ que no es un mal comienzo. a 4´50´´ de media. Al legar a casa he estirado convenientemente. Todo bien.

Con este entreno comienza oficialmente el plan específico de sólo 10 semanas para el día D, la Maratón de Málaga. Solo dispongo de dos meses y medio para ponerme a tono, y no sé si me va a dar tiempo.




VIERNES 27: A MADRUGAR DE NUEVO. NO SE PUEDE PARAR YA


El tiempo apremia y no puedo pararme, si no quiero llegar mal a la Maratón de Málaga. Sonó el despertador y si por mi hubiera sido me habría quedado durmiendo como un niño chico. Sin embargo, a las 05:15 subí a la buhardilla a trabajar y a las 07:10 me fui a correr. Tengo los kilómetros en las piernas, y ahora sólo me falta coger el ritmo. El viernes madrugué y estaba muy muy cansado. La idea era rodar otro rato, y eso hice, yéndome por los caminos del norte cercanos a casa. Traté de ir algo más rápido que el día anterior, pero no mucho, e hice unos 6 kilómetros y medio empleando 36´. Me sentí bien, bastante suelto, pero no quise forzar.


JUEVES 26: VOLVIÉNDOME A SENTIR CORREDOR

A lo largo del miércoles sentía un cosquilleo que me invitaba a correr, a correr rápido. El jueves de madrugada nos levantamos Mercedes y yo a realizar una salida de unos minutos, y nos salieron unos 38 minutos y algo más de 6 kilómetros. Mercedes probó sus nuevas Adidas Supernova, y una cinta protectora en la rodilla, y el caso es que no le dolió su lesión, ni tampoco en las horas posteriores. Eso sí, aunque el ritmo no fue demasiado exigente para mi, ella fue algo exigida, y es que tiene que mejorar algo su estado de forma.

En cuanto a mi, me sentí bien, sin ninguna molestia más allá de cierta carga en los gemelos provocada por todo el tema del fin de semana anterior.




DESDE EL DOMINGO AL MIÉRCOLES: DESCANSO PARA EL CUERPO

Lo necesitaba, a pesar de no haber sufrido en la Madrid-Segovia. Además, los gemelos se me quedaron doloridos por el tema de los calambres. Ya el miércoles me encontraba en perfectas condiciones para salir a correr, pero la falta de tiempo motivo que lo pospusiera para el jueves. No recuerdo un descanso tan largo desde 2010.




sábado, 28 de septiembre de 2013

TODOS NECESITAMOS TENER ESPERANZA

Esperanza y sueños están relacionados, y eso lo sabe muy bien un corredor popular. En nuestro tránsito por esta vida llega un momento en el que o te mueves o te mueres y si tienes un poco de suerte si das con esta PRECIOSA AFICIÓN que es avanzar sin mirar atrás. Bendito fue el día que se me metió en las venas, porque ya no deja de correr por ellas esa droga, mientras yo corro con mis piernas. 

Esta entrada va a ser muy desordenada, ya os lo anticipo, porque quiere servir para expresar como me siento, quiere hablar también de la Madrid-Segovia del otro día, también deseo agradecer a mucha gente, y sobre todo necesito plasmar lo que busco y espero. Hoy es sábado, ¡qué alegría!. Os he dicho una y mil veces que estoy estresado y trato de llevar lo mejor posible el hecho de compaginar todo mi agobio buscando ratos para correr, esa es mi realidad. Pero hoy estoy aquí arriba en mi buhardilla, los míos están en la planta segunda, a unos pocos metros, tengo mucho tiempo, todo el fin de semana, para hacer un montón de cosas, y una de ellas es escribir esta entrada, porque si no la he escrito antes ha sido debido a que el tiempo es mi enemigo últimamente, y llena el calendario de obligaciones que son cuchillos en mi atareada mente y en mi exhausto cuerpo. 

Estoy pletórico, tengo ganas de correr, Mercedes me anima a probar el año de viene en la Madrid-Segovia, y a buen seguro que allí estaré si algún motivo de fuerza mayor no lo impide, pero antes tengo que centrarme en otros retos: la Media de Alcázar de San Juan de la semana que viene, la de Benidorm de finales de noviembre y la Maratón de Málaga de diciembre. Ahora toca ponerse las pilas y aplicarse para correr rápido. ¡Fuera mochila de hidratación, fuera complementos de ultrafondo!, os echaré de menos pero pronto volveremos a correr juntos. 

Al comienzo del año me planteé como objetivo bajar de las tres horas y lo conseguí. Luego busqué llegar a las 02:50 y hoy, pensándolo, creo que casi da igual, estoy más que satisfecho con lo realizado en 2013. No he parado de correr, no he tenido descanso, pero no estoy cansado por ello. Conseguí mi reto en maratón, hice una marca en media que para mi hubiera sido inalcanzable meses atrás, y creo que hubiera completado la Madrid-Segovia si no hubiera sido por mi desorganización y mi estrés. Ahora las dos medias y la maratón que me quedan deberían ser un premio que no me suponga más presión de la que ya tengo en mi vida laboral. 

Que deciros de Mercedes, me encanta comprobar como se ha enganchado. Lástima que la pobre no pueda sacar tiempo para salir a correr más, pero es que mi agenda afecta a la suya porque ya no puedo ayudarle en las tareas domésticas. Me está prometiendo, sin decírmelo, que algún día correrá una maratón conmigo, y yo la llevaré a la meta y compartiré su sufrimiento. Por lo pronto ya piensa en su primer media, pero eso es el futuro, y es ilusionante. ¡Ya no podemos parar! 

Esto, esto que tengo en mis manos, no ha sido sólo fruto de mi esfuerzo, sino que ha sido también debido al apoyo de mucha gente. Este blog ya ha hablado mucho de ello, me sirve de portavoz, y a través de él recojo vuestro apoyo. He conocido gente tan estupenda, tan pura, tan genial, en estos meses, que es con lo que me voy a quedar cuando sea viejo y ya no pueda correr. No hablamos de que el running sea una forma de vivir, es SIMPLEMENTE VIDA. 

Y como va todo desordenado, en un CAJÓN DE SASTRE, aquí os pongo una fotos de mi pequeño "desastre" en los 102 kilómetros de la Madrid-Segovia. Sin Alberto Menchero no me habría metido en este bendito lío, y ahora tengo una nueva droga más dura en mi sangre, la del ultrafondo. Y es que lo que se siente en una prueba como esta es muy especial, incluso aunque fracases.

En el aparthotel de Madrid no era un momento cualquiera, era muy emocionante:



En la ermita de Colmenar Viejo, Juan Mudarra y yo íbamos todo conectados hacia el punto de control. Ni siquiera me paré a dar un beso a mi mujer, y ahora me arrepiento




En el punto de control de Manzanares el Real, con una maratón en nuestras piernas, comí y bebí, pero no caí en tomar más sales minerales. Juan, mi primo, me dio ibuprofeno y al rato se me fueron todos los dolorcillos



Había que estirar, que quedaba aún mucho


Pero también había que posar con mi Merche


Alberto y Javier Romero llegaron a ese punto después, y aquí los veis recargándose las pilas con la pasta que allí nos dieron


Después de un suplicio en el control de la Barranca, donde los calambres no me dejaban continuar a pesar de encontrarme muy bien físicamente, llegué 2 horas después de lo previsto a Cercedilla, kilómetro 64,5. Y llegué animado y con fuerzas porque en ese momento no tenía "rampas", pero...


Tras fichar...


Comer un poco de paella y beber Coca-Cola..



Volvieron los calambres, y a lo bestia, aunque aquí esté disimulando...



En esta otra foto no puedo disimular. No había forma ni de sentarme, tumbarme, andar, nada, tan sólo podía estar en la postura que veis y esperar a que se fueran fruto del efecto de los plátanos, no así de las sales, porque allí no había.


Tras retirarme, muy a mi pesar, fuimos a Segovia, gracias a lo logística facilitada por Eli (la hermana de Alberto) y el resto de acompañantes (entre ellas su madre y un montón de amigas). Una hora y media después de haber comenzado el segundo episodio de calambres, éstos se fueron. Allí pudimos ver corredores/as valerosos/as alcanzar su sueño, charlamos con mucha gente y no desaprovechamos la ocasión para echarnos unas fotos, donde se ve me ve muy bien, pero es que os aseguro que no me dolía nada, ni me dolió en los días siguientes (tan sólo agujetas en los gemelos, donde atacaron los calambres).





Y esta fue resumida, la aventura de la Madrid-Segovia. Para otros fue un suplicio pero la terminaron, como por ejemplo Alberto Menchero y Javier Romero, que cumplieron su reto pero antes sufrieron con un pundonor tremendo. Juan Mudarra rebajó su marca en casi 2 horas y me dio mucha envidia. Yolanda "La Pingüina Veloz", nos deleitó consiguiendo a la tercera cumplir su reto: "Operación Cenicienta", consistente en acabar la prueba antes de las 12, antes de que la carroza se convirtiera en calabaza. Las dos ediciones anteriores corrió como una heroína, pero en esta ocasión, además ¡consiguió su sueño!

A lo largo de esa noche a través del móvil y en los días siguientes, a través de este humilde blog y de facebook, he recibido un montón de muestras de cariño y de ánimo. Estoy pletórico por ello. Gracias a todos, no os voy a volver a enumerar para que me digáis cansino. Podéis contar conmigo porque yo ya cuento con vosotros





miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA AVENTURA DE LA MADRID-SEGOVIA: JAVI, ESTÁS QUE TE "SALES"

Me he visto envuelto en este embrollo casi sin querer, y no puedo ocultar que estaba muy emocionado el sábado por la mañana a la hora de darse la salida. Era algo casi irrepetible y que crea mucha incertidumbre; sabes que lo pasarás mal y te tendrás que enfrentar a tus miedos y a tu negatividad, aunque también esperas disfrutar de algo que se quedará para siempre grabado en tu mente.

A la salida, nos echamos algunas fotos, gracias a Emilio Díaz que se acercó por Plaza Castilla para darnos ánimos:









En esta última foto tenemos a Sergio, Alberto, Javier Romero, un servidor y Emilio, de izquierda a derecha:



El ambiente era fenomenal y no se respiraba tensión, sino más bien espectación. Dieron la salida y apenas me enteré porque la gente salió medio andando. Crucé el arco y pensé que me quedaría un duro día por delante. Me puse a troter suavito y perdí a mis compañeros pero pronto apareció Juan Mudarra y me puse a charlar con él mientras esperábamos al resto de gente. Nos reunimos casi todos y fuimos charlando los tres primeros kilómetros, pero pronto Juan y yo decidimos avanzar, ya que la estrategia de Alberto y Javier era más conservadora.

A un ritmo de 6´el kilómetro fuimos atravesando las calles del norte de Madrid, sin más preocupaciones y problemas, hablando de todo un poco con Juan. Adelanté a Óscar Peral, un valdepeñero que vive en Daimiel y corre para el Saturno y nos saludamos. ¡Era todo muy emocionante!. Cuando cambiamos el asfalto por la tierra de los caminos me sentí mejor, porque comenzamos a abandonar la capital y ya estábamos "en ruta". Las sensaciones eran buenas, pero no cabía esperar otra cosa, teniendo en cuenta que acabábamos de empezar; así que tan sólo era cuestión de ir conservando fuerzas a pesar de que el ritmo era más alto del planificado inicialmente. Mi primo Juan me llamó al móvil y me dijo que estaba en el kilómetro 15 esperándome, así que eso me sirvió de acicate. Pasaron los kilómetros, comí un poco de cereales, bebí agua, y entonces fue cuando alcanzamos a Yolanda, "la pingüina veloz" que iba con "El abuelo runner". No pude resistir la tentación de ponerme con ellos y charlar un buen rato, a pesar de que Juan se me fue un poco. Me hubiera gustado seguir a ese ritmo, pero ya había decidido ir con Juan que para mi era una buena referencia, por su experiencia y porque pensaba que estábamos a un nivel físico similar. Yendo con Yolanda me encontré con mi primo Juan y me dio mucha alegría, aunque a lo largo del recorrido me estaría esperando en 5 controles con su cámara.

Tuve que apretar para volver a dar caza a Juan Mudarra, y no es que me costara, pero la idea no era realizar cambios de ritmo. Vinieron las primeras cuestas y apenas las hicimos andando, prácticamente todo corriendo y así sin más, llegamos al control de Tres Cantos. Esta imagen es de la grabación en vídeo de mi primo:



Ahí estamos Juan Mudarra y yo, contentos y sin sufrir. Aquí tomé bebida, plátano y naranja, hice pís, unas fotillos y salimos pitando. Y así continuamos con nuestro ritmo constante y muy plácidos, adelantando gente sin parar. Comenzamos a ver Colmenar Viejo a lo lejos, y tuvimos las primeras cuestecillas, en las que apenas anduvimos. Juan decía que llevábamos mucho mejor tiempo que el año anterior, y así fue, ya que llegamos a Colmenar a las 11 horas y 15 minutos, justo 2 horas y 45 minutos después de la salida. Allí estaban Mercedes, Eli la hermana de Alberto, su madre y las amigas, y de ese momento es la imagen:


Manteníamos la media en 6´e incluso un poco por debajo de ese ritmo. En el polideportivo volvimos a sellar, bebí, comí fruta, llené la camelbak y refresqué la gorra, ya que comenzaba a hacer calor. Iba muy bien, sin molestias, pero todavía quedaba un mundo y en los kilómetros siguientes comenzarían las subiditas, aumentaría el calor y el peso de los kilómetros empezaría a hacer mella. Se agradeció cuando el camino se allanó un poco, y el el constante adelantamiento de corredores nos mantenía enchufados y motivados. Llegamos a una zona muy técnica, con piedras donde había que saltar, esquivar, subir, zigzaguear y Juan se emocionó haciendo varios kilómetros por debajo de 5´30´´. Yo le seguí sin grandes problemas aunque el cambio de ritmo no sirviera para guardar fuerzas. Así llegamos al Puente Medieval, el tercer control:


Llevábamos un fabuloso crono, manteniendo la media, que tras los avituallamientos no pasaba de 6´30´´ el kilómetro. Al llegar al control sentí un ligero pinchazo en el gemelo, pero no fue nada, de hecho no me volvió a doler.





A esas alturas ya estaba cometiendo un error de bulto: mucha bebida refrescante, agua, pero nada de isotónica, y hacía mucho calor. Salimos andando del control y en seguido volvimos a coger el ritmo, para acometer el siguiente control de Manzanares el Real. Este tramo se me fue haciendo pesado, con largas cuestecillas sin árboles y donde el calor ya se notaba. Pero me encontraba bien. Me dí cuenta de que no me había tomado el ibuprofeno, y tenía uno en la mochila en Cercedilla. Los kilómetros pasaron y comencé a sentir molestias en los tobillos y en las uñas, las cuales no me había cortado, y lo notaba en las bajadas. Llegábamos a Manzanares el Real y ahí tuve un pequeño bache, justo al llegar el control. De ahí son las imágenes:




En el control fichamos, bebimos, estiramos, charlamos, me tomé dos ibuprofenos de 600 que me había comprado mi primo Juan, y me comí un plato pequeño de pasta. Iba con molestias en los pies, pero no estaba preocupado.



Salimos del Manzanares el Real con un sol de justicia y tomamos rumbo a lo que quizá iba a ser el tramo más duro hasta llegar a La Barranca en el kilómetro 58. Eran 16 kilómetros en lo peor en cuanto al calor. Pero el ritmo era bueno, todavía por debajo de 7´el kilómetro contando con descansos. Sin embargo Juan no se encontraba cómodo, tenía molestias y estaba preocupado por el calor. Fuimos andando en algún llano y me invitó a que saliera a correr, que me fuera. Avanzamos y encontramos una fuente, donde rellené la camelbak y nos refrescamos, me volvió a decir que me fuera, y lo hice, me arriesgué. Llevábamos unos 46 kilómetros. Así que me puse a correr incluso en las cuestas. El ibuprofeno me había quitado todas las pequeñas molestias y me encontraba genial, de forma que fui adelantando correrdores sin parar, a un ritmo prudente, pero sin andar, manteniendo la media por debajo de 6´50´´. Llegamos a una zona muy bonita, y pronto llegué al siguiente control en Matalpino, justo en la plaza del pueblo. Allí estaba mi primo, y me dio mucha alegría. Me dijeron que iba muy bien, el noventa o así, y que si seguía con esa progresión podría hacer una muy buena marca. De ahí es la foto


Allí estuve unos cinco minutos en los que no bebí isotónica y sí agua y Coca Cola, así como sandía y plátano, pero poco de éste: ¡un gran error!. Me despedí de mi primo Juan que no podría seguirme más con el coche y cogí las cuestas hacia La Barranca supercontento, justo en el ecuador de la prueba, a las 02:10, 5 hora y 40 minutos de aventura.

El camino se fue haciendo cada vez más virado y llegamos a una zona muy bonita y técnica, donde adelanté a un montón de gente, cada vez más desperdigada; pasamos entre toros y vacas y comenzaron las cuestas hacia La Barranca, con un gran calor y ya me había quedado sin agua. ¡Entonces sucedió!; iba disfrutando, con una sonrisa en la cara, kilómetro 55 y en una cuesta ando unos segundos; al arrancar a correr siento que los gemelos se me agarran, impidiéndome echar zancada, así que ando y ando, me adelantan cuatro o cinco, llegó a la pedazo cuesta de La Barranca donde un corredor me da una pastilla de sales de potasio, que me tomo sin agua. Noto el acalambramiento al pararme, pero andando no pasa nada, así que afronto la cuesta más dura queriendo correr pero no pudiendo. Me cruzo con una pareja que está de picnic y me dan agua, pero el agua no tiene "SALES", así que ando y ando hasta llegar al control de La Barranca donde pienso que tengo un problema y bastante serio. La media era de 7´justos el kilómetro, pero me temía que la cosa iba a empeorar. Ficho, bebo, veo el Gatorade pero no puedo beber mucho porque me da angustia y ahí vienen, las rampas, las temidas rampas, o calambres. Las piernas se agarrotan y no me dejan moverme, ni sentarme, ni tumbarme. Allí paso una hora y media horrible, sin apenas solución. Alguien de la organización me da una pastilla de potasio que me tomo, pero no se me van. Vomito dos veces, casi todo líquidos y el estómago se me queda nuevo, pero las piernas siguen igual. Llega Juan Mudarra y se preocupa por mi pero él tiene que seguir su carrera. Estoy cansado por los dolores, pero con ganas de correr y de continuar, y de repente me doy cuenta que han cesado los calambres, así que decido irme y echo a andar hacia Cercedilla. Llamo a Mercedes y le comento lo ocurrido y que voy hacia donde ella está. Por desgracia hay fuertes cuestas en ese tramo, pero cuando llego a la carretera alcanzo a un chaval que me da agua, me recupero, me quedo nuevo y corremos hacia Cercedilla. De nuevo subidón, a pesar de haber perdido la oportunidad de realizar una buena marca, comienzo a sentirme bien y el objetivo ahora es el más importante: terminar la prueba. Llegó a Cercedilla donde me espera Mercedes que estaba preocupada por la llamada que había recibido. Me cambio, me aseo, bebo, pero no Gatorade, y a los pocos minutos, plasss, calambres de nuevo. Mercedes pide potasio, sales, y nadie parece tener, nadie en absoluto. A estas alturas Juan Mudarra ya partió hacia Segovia, también lo hizo Yolanda y Alberto y Javier están a punto de llegar a Cercedilla, y yo hay parado sin poder salir. Llegan Alberto y Javier, y se preparan para el último tramo. Una hora después de llegar, ya han descansado y se van, y yo, tonto de mi, no puedo seguir a pesar de estar fuerte, no tener un mal dolor de rodilla ni de cuadricep, ni de tobillo, tan sólo calambres. ¡Dichosos calambres!

Alguien de la organización me aconseja abandonar, porque ahora llegará la noche y calambres y noche no son buenas compañeras. Quedan 37 kilómetros y no me parecen muchos, pero admito que me resulta imposible continuar con esas rampas, ya que no puedo ni sentarme. Así que o bien me espero a que se me pasen por el efecto de los plátanos, o bien me retiro y nos vamos todos en coche a Segovia a ver terminar a la gente, y hago esto último. Ya camino de Segovia, de repente desaparecen los calambres y me encuentro genial. El resto me da pena contarlo: me encuentro estupendamente, no me molesta nada y no he sufrido apenas corriendo, sin embargo no he tenido la sabiduría, la paciencia, los conocimientos o lo que haga falta, para terminar esta prueba, y me siento impotente...

Enhorabuena a Alberto, Javier Romero, Sergio, Yolanda (llegaste antes de las 12 y cumpliste tu objetivo) y a Juan Mudara que hizo menos de 14 horas y está también hecho un crack.

Y mil gracias a todos por vuestro apoyo: Emilio, Agustín, Kino, Marisol y Marcos, y resto de Pozo Norte y Extenuación, Paco Rivas, Miguel, Ana y Javier, Manolo Valverde, mis dos hermanas, la tropa de Alberto, etc, etc, sin dejarme a mi primo Juan y por supuesto a mi Merche que estuvo conmigo hasta el final y que ya me anima para intentarlo de nuevo, y ella sabe que lo estoy deseando.

Javi, estás que te "sales", ¿eran sales?, sí, eso era.

Ahí va un vídeo que hizo mi primo:








EL VIERNES PREVIO A LA MADRID-SEGOVIA



El viernes previo volvió a ser una locura. Fue lo que yo llamo mi Madrid-Segovia particular, de mi día a día. Todo el día trabajando, y luego por la noche salimos desde Ciudad Real capital Mercedes y yo a Madrid. Llegamos al hotel, que estaba cerca de Plaza Castilla a casi las dos, y apenas me dio tiempo a preparar nada; simplemente llegué y caí rendido en la cama. A las 6 y media sonó el despertador del móvil y me puse la ropa para la ocasión, bajando a desayunar sin más dilación. No estaba nada nada nervioso y tenía ganas de que comenzase la aventura. A eso de las 07:25 salía por la puerta del hotel caminando hacia Plaza Castilla y al llegar pude comprobar el ambiente. Encontré a Alberto, Sergio y Javier, y me dieron mi bolsa de corredor, con el dorsal y el chip. A su vez dejé las dos mochilas que llevaría la organización a Cercedilla y a Segovia, para ayudar a la logística. Para más emoción, apareció Emilio Diaz, un buen amigo, para echarnos unas fotos antes de la salida.

Ya estaba todo dispuesto para comenzar y no tenía ni idea de que estrategia seguir.


viernes, 20 de septiembre de 2013

JUEVES 19: EL PESCADO VENDIDO



Dos horas y media; ese ha sido el tiempo empleado en preparar las tres mochilas, más la de hidratación, que llevaré el sábado en la Madrid-Segovia. Madre mía, hay que estar atento a los detalles y yo soy un poco despistado, así que seguro que me dejo algo. Ni hoy he corrido, ni mañana lo haré, así que esta semana he hecho unos cincuenta kilómetros, que creo que son suficientes para cerrar el plan realizado, en el cual he hecho una media de 84 kilómetros semanales durante las últimas trece semanas. No son muchos, pero en verano, y con mi ritmo de vida que ha sido aceptable.

El pescado está vendido y ahora toca disfrutar y sufrir por partes iguales. ¡Que emocionante va a ser!