RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 27 de junio de 2022

EL BAGAJE DESDE NOVIEMBRE HASTA ESTA PARTE

Como si de un quiero y no puedo se tratara, prometí escribir aquí, pero no lo he cumplido. En esta guisa han pasado un porrón de meses, concretamente siete, desde la última vez que me dio por contar alguna aventura. Fue la de noviembre, en Pelayos de la Presa...

Muchas cosas han pasado desde entonces y ninguna lo bastante reseñable. El caso es que cerramos 2021 corriendo el último trail del año, el Trail de Torrelaguna, otros 25 kilómetros en el norte de Madrid que no me terminaron de dejar poso alguno. Mejores sensaciones tuvo Mercedes que, al menos, cuando llegó a meta se comió una hamburguesa con toda su guarnición, cortesía de la organización (mi estómago no estaba para esos trucos)...

Por aquel entonces pretendía alcanzar un punto de inflexión, de hecho, empezaba a experimentar buenas sensaciones, como el domingo aquel del muy interesante entreno en Jabalcuz, con los que a la postre terminarían siendo los nuevos compis (Club Safa Linares Trail). Pero llegó la última semana de diciembre y, con ella, los polvorones, de forma que el conato de mejora en mi estado de forma se fue al traste.

Arrancó enero en un nuevo "debería" "y sí", pero todo eran vagos intentos, con entrenos que tratábamos que fueran largos, aunque no lo consiguiésemos del todo. Nos movimos como casi siempre, por Despeñaperros. A reseñar el entreno hecho en la zona de Aldea Magaña con el presi del club, Joaquín, 24 kilómetros, de lo más destacable en esas primeras semanas del nuevo 2022. También conseguimos llevar a cabo el entreno de 27 kilómetros que hicimos por la zona de Siles. 

El caso es que en febrero nos vimos corriendo en Guadalupe, una bonita carrera que por alguna razón casi he olvidado. Ni Merche, ni mucho menos un servidor, pudimos subir al pódium, aunque mi mujer se quedase a las puertas. Aún así, las sensaciones eran las de correr por inercia, sin disfrute apenas.

Llegó marzo y comenzaron las pruebas más serias:

  • Bogarra: primera prueba de la Copa Trail de Albacete. En esa estuve cerca, pero me hundí de forma incontestable, terminando en cuarta posición. Merche tampoco pudo subir al pódium, también cuarta. Habían sido 33 kilómetros exigentes, y la dureza nos había puesto en nuestro sitio.
  • Desafío del Calar del Río Mundo: como tirándonos a la piscina nos inscribimos a esta dura prueba de 45 kilómetros. Sin embargo, aquel fin de semana hizo tan mal tiempo que los organizadores tuvieron que acortar el recorrido, para dejarlo en 37 kilómetros. Nos habíamos inscrito como parejas y a fe que lo disfrutamos y sufrimos a partes iguales, a pesar de no poder ascender ni al Padroncillo ni a las Almenaras. Nos quedamos en un tris de alcanzar el pódium, siendo cuartos a un par de minutos de los terceros.
Unos días después, el 26 de abril murió inesperadamente mi suegro, y todo cambio... para mal, obviamente. Desde ese momento nuestras cabezas deambularon por una nebulosa de confusión y de problemas. No obstante, nos habíamos inscrito a una carrera por montaña en Valdepeñas de Jaén, la cual se prometía complicada. Así fue:
  • Valdepeñas de Jaén: la Rompealbarcas del 15 de mayo nos vino en el momento más inadecuado. Tanto es así que salimos juntos como parejas y Merche se retiró en el kilómetro cuatro, casi sin haber calentado. Ni le iban las piernas ni le iba la mente. Yo, tras haber perdido media hora (gran parte del tiempo charlando con los escoba), decidí seguir. Adelanté a la última, a la penúltima, y así fui avanzando, como llevado por el diablo, entre rocas y dificultades, alcanzando gente y más gente. Se puede decir que me crecí. Cuando coincidí con Miguel Ángel, de mi club, no podía imaginar que íbamos terceros de nuestra categoría. Él tiene reprise, así que a falta de cuatro kilómetros no pude seguir su estela. Me sacó algo más de un minuto, aunque por primera vez en mucho tiempo terminé plenamente satisfecho de una prueba de montaña, cuarto de mi categoría.
  • Bienservida: segunda prueba de la Copa Trail de Albacete. Había que recuperar a mi mujer, que estaba baja de ánimo. Competíamos nuevamente como parejas y nos batimos el cobre saliendo desde atrás, ganando puestos sin parar. Finalmente cuartos, pero a pesar de la dureza de otros 33 kilómetros bien complicados, terminamos muy satisfechos.
  • 50 kilómetros de Cazorla: llegó junio y también el calor. Temía una hecatombe y a punto estuvo de ocurrirme. Fieles al guion de 2022 salimos compitiendo en tándem. Con muchas dudas, eso sí (yo por la incertidumbre de la deshidratación y Mercedes por no encontrarse del todo bien de forma). Sin embargo, la cosa fluyó. Avanzamos y avanzamos, de forma que en el último tercio de la carrera comenzamos a crecernos. Tras llegar a la Iruela me indispuse repentinamente. Suerte que sólo quedaban tres kilómetros. El caso es que llegué muy tocado, pero logramos el objetivo. Lo de menos fue nuestro quinto puesto como parejas, que tiene bastante mérito para un par de carcamales que suman entre los dos cien años. En cuanto al crono, teniendo en cuenta el calor, tampoco estuvo nada mal: 7 horas y 32 minutos (1 minuto más que lo realizado por Mercedes en el año anterior).

Y llegó el verano y las adversidades que éste trae consigo. Lo bueno es que seguimos corriendo. Lo malo es que pintan bastos en septiembre, con una prueba a la que temo sobre todas las cosas: los 56 kilómetros del Trail Weekend de Santiago Pontones, justo donde el año pasado me retiré totalmente desahuciado por la alta temperatura. A Mercedes le regalaban el circuito y por ello me ha arrastrado a mi...

El miedo nos mueve hacia otros lugares. A mi me lleva ahora a plantearme un estío en el que no puedo dejar la oportunidad de preparar esta prueba para matar el mal sabor de boca del año pasado.