RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 28 de septiembre de 2015

CRÓNICA DE LA MADRID-SEGOVIA: ESPERANZA 0-REALIDAD 5

                                       

                                   He aquí el comentarista al recibir el Esperanza el quinto tanto.


Todo dispuesto en el Estadio de los Sueños para la disputa del duelo que iba a enfrentar a dos equipos de calado de la esta liga de mi alma: el Esperanza y el Realidad. Los de negro rendían visita a los verdes en un horario atípico para un encuentro de tanta trascendencia, las cinco de la madrugada. Los locales del Esperanza, en horas bajas, se enfrentaban al rival que se había granjeado la fama de "apisonadora de quimeras y utopías", y había multiplicado a través del boca a boca las especulaciones y rumores que habían acabado pasando por todos y cada uno de los rincones de mi mente.

El termómetro mostraba no más de 10 grados cuando repletos de expectación y bullendo emoción los protagonistas se activaron dando comienzo el encuentro. Buen ritmo inicial y manejo de la situación de los "esperanzados", mientras que los de la "realidad" con claro planteamiento conservador esperaban su oportunidad pacientemente, agazapados para  salir a la contra ante cualquier despiste de los verdes. La primera parte de este partido que os narro se fue consumiendo sin grandes sobresaltos; ni unos ni otros parecían poder decantar la balanza de su lado, sin embargo a punto de morir la primera mitad los de negro se aprovecharon de la debilidad y el cansancio de los locales para sorprenderles en una fulminante contra que culminó el delantero centro oriundo de Matalpino, Jonás Arrebatailusiones. Llegaba este jarro de agua fría justo cuando parecía que los locales iban a poder tomar resuello y salir con fuerzas renovadas en la segunda mitad. La esperanza verde, mi esperanza, comenzó a resquebrajarse, de forma que por dentro una idea sonaba una y otra vez como en un desatinado bucle que anuncia un presagio: "todo se acabará derrumbando otra vez". 

A la reanudación, los "verdes" trataron de tener el control del esférico pero los negros estaban crecidos, lo que unido a la evidente falta de gasolina en las piernas de los locales propició una serie de llegadas peligrosas de los visitantes que sembraron de dudas la defensa local, hasta que  fruto de una falta directa, la típica "falta de la impotencia", Elías Robavoluntades, el de Navacerrada, no perdonó y la enchufó por toda la escuadra. Mi crónica no puede sonar objetiva, yo que pongo mi corazón en este empeño, por ello la desolación se sentó a mi lado para contemplar conmigo tal descalabro desde la grada. Fueron minutos en los que el Realidad apabulló a su rival actuando como un martillo pilón, no perdonando con la llegada del tercero, obra de Noé Calmainquietudes, gol más consecuencia de las imprecisiones y la desmoralización de los verdes que del acierto de los negros. El dolor comenzó a hacerse insoportable, mi dolor no era real, sólo fruto de la pasión, pero podía sentir los pinchazos, el agarrotamiento, los calambres, de todos y cada uno de los jugadores de mi equipo.

El público trató de dar calor con sus gritos de ánimo, pero los "esperanzados" estaban tan hundidos que apenas si acertaban a oir más sonidos que el de su conciencia martilleándoles la evidencia de su fracaso, sonidos que también se hacían eco en mi cabeza. Las piernas temblaban, las fuerzas flaqueaban  hasta el punto de verse a algún jugador tirarse al cesped literalmente hundido. En esta guisa llegó el cuarto, un precioso tanto de fuerte y lejano chut que salió de las botas de José Secamotivaciones, jugador serrano nacido en algún lugar entre Cercedilla y el famoso Alto de la Fuenfría. Tal duro varapalo acabó de dejar la moral por los suelos de todos y cada uno de los locales, y los espectadores pudieron presenciar los minutos más feos del partido donde sólo se veía un único equipo sobre el cesped vapuleando a 11 pobres infelices. El quinto llegó obra de Saúl Matasueños central del Realidad, que como anécdota hasta ese momento no había marcado ni un tanto en toda su vida profesional. Pese a ser el primero de su carrera el del Alto de la Fuenfría consiguió uno de los goles más bellos de la temporada,  de potente cabezazo. Yo por aquel entonces me estaba planteando dejar de ser comentarista deportivo y/o alejar mi corazón de equipo que transmite tantas miserias.


Sin embargo, con todo perdido y ante el doloroso espectáculo, la afición en lugar de abandonar el estadio, comenzó a corear el lema del equipo verde: "nada es imposible si lo intentas, te esperamos hasta el final, te esperamos en el final". Algo cambió desde ese momento y los del Esperanza tirando de orgullo hicieron un último esfuerzo, el de la dignidad que todo deportista debe portar junto a su dorsal. Durante bastante minutos se les vio tratando de recuperar la pelota, queriendo jugar como un equipo, e incluso trenzaron alguna jugada de mérito y todo esto fue apreciado por el público incondicional correspondiendo con aplausos generalizados. No es que llegasen ni una sóla vez con peligro a la portería del aburrido portero del Realidad, pero el respetable supo recompensar el esfuerzo de unos jugadores que, ahora sí, no querían ni pensar en caer rendidos en la cancha. Así que los 20 minutos finales fueron claramente de un intenso verde esperanza; y quizá no tuvo un tono más oscuro porque los del Realidad no quisieran hacer ya más sangre, pero el caso es que de ahi hasta el final no hubo más pena, ni más dolor, ni más sobresaltos. No podía evitar sentirme satisfecho, contento, pese al fracaso, una sensación extraña que lleva a que no te importe tanto ganar como sí darlo todo, asi que me reconcilié con el equipo de mis amores y decidí no cambiar de trabajo: contador de desdichas hasta mi propio final.


Pero todavía no había terminado esta historia porque lo más bonito de esta crónica quizá fuese que a la finalización muchos de los locales andaban en el suelo con fuertes calambres; alguno incluso vomitando; se veía a las asistencias no dar abasto. Unos minutos más tardes el rectángulo de juego quedó vacío y sin embargo un amplio sector de seguidores verdes seguían en sus asientos coreando cánticos y pidiendo al equipo que saliera a saludar. Llegó el instante de comunión entre los jugadores y sus aficionados, y más de uno no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Yo también lloré y fue entonces cuando entendí del por qué de mi amor por algo que no es más que un sueño, que podría ser... pero es poco probable que sea.

Ya en rueda de prensa, el entrenador de los negros elogió a su equipo diciendo que el Realidad había hecho su trabajo y que esa victoria les colocaba en una situación inmejorable en la clasificación, en cuanto al Esperanza concluyó diciendo "nunca ví un equipo vaciarse tanto por una causa tan perdida"; creo que por actitud no es, "quizá no sean los jugadores de mayor calidad que he visto pero espero poder competir con ellos en la siguiente campaña, porque ha merecido la pena enfrentarse ante deportistas tan entregados". 

Queridos amig@s, Lo tengo claro, los sueños sólo merecen la pena cuando los pones a luchar contra la cruda realidad. Para que se cumpla lo que deseas es necesario saltar al terreno de juego y enfrentarte a tus limitaciones; las superes o no, será la lucha y el sentimiento de haberte vaciado el que te hará sentir vivo.





lunes, 14 de septiembre de 2015

LA MADRID-SEGOVIA 2015. Y TÚ QUÉ PREFIERES ASFALTO O MONTAÑA

El Garmin avanza y tú quieres correr más rápido

Allá en el 2013 yo era el típico runner de asfalto de esos que cuando en plena competición me veía ante un repechín me preguntaba qué demonios hacía eso ahí. Tras la mejor maratón de mi vida que me llevó a cumplir mis sueños de cara al Garmin (Roma 2013), mi amigo Alberto me invitó a correr la Madrid-Segovia de ese año y a cambio él se apuntaría a la Maratón de Málaga (en la que yo me había propuesto buscar las 02:55). Por razones obvias le contesté que no: "estás loco, yo no puedo correr 102 kilómetros seguidos y menos con 2000 metros de desnivel positivo". 

La distancia llama a mi puerta. Ojo es una dama muy seductora

En cambio esa misma noche no pude dormir bien por el hecho de pensar en esa situación tan extraña, tan exótica, de tal guisa que al día siguiente sin saber muy bien por qué cambié de idea y le dije que sí. Desde ese momento, aunque yo no lo sabía, todo había cambiado para mi. Comencé a coquetear con entrenos en la montaña, con ritmos más pausados, más lentos y más largos, saboreando el campo, pisando piedras, trepando a cuatro patas, y me vino bien mutar el chip porque todo eso pausó mi alma. Otra cosa es que la realidad me pusiera en mi sitio y se demostrara que yo no estaba hecho aún para una prueba como aquella MS 2013, y mi falta de experiencia me dejó tirado en Cercedilla, totalmente acalambrado y maldiciendo en arameo. La impotencia fue mi compañera mientras veía cruzar meta a aquellos héroes en el Acueducto. Había estallado la revolución interior de forma que ese runner de asfalto ya no lo era tanto. 

Si todo ha de salir mal saldrá multiplicado por cuatro

Lo que vino después fue un cúmulo de despropositos: lesión de isquios que culminó en Málaga donde me rompí y pasé de 02:55 de objetivo a 04:12 de tiempo realizado (y todo por terminarla aunque fuese a la pata coja). En febrero la cosa no estaba mejor aunque yo creía que sí de forma que en la Maratón de Sevilla casi me muero y estuve en un tris de tomar la decisión de dejar de correr. Ya no me movía tan suelto, tan rápido, pero lo peor (o lo mejor) era que la montaña me había engatusado y me había dejado encandilar por las mochilas, los pañuelos, las zapas de trail. Los 10.000 y las medias ya no eran lo mismo ni para mis piernas ni para mi motivación.

Y me hice amigo inseparable de la montaña

 Esa primavera y ese verano corrí y corrí por la montaña culminando en agosto con la Camins de Cabres en Xátiva, una maratón de más de 8 horas bregando de noche entre cumbres impracticables. Con este bagaje llegué a la Madrid-Segovia de 2014 y afortunadamente para mi recogi de golpe todos los frutos de mi cosecha particular, pudiendo decir que ha sido lo mejor que he hecho en toda mi vida deportiva. Los buenos cronos ya no han vuelto, salvo alguna excepción como la de Bolaños de Calatrava de este año) y ya no me preocupa saber si soy "de asfalto" o de "montaña", simplemente corro, me muevo. Con tiradas de 5 horas he aprendido que "no es cuestión de en cuánto tiempo realizas el camino si no del propio camino que recorres".

Y aquí estoy a tan sólo unos días de una nueva aventura

Y aquí me hallo justo a unos días de mi tercera Madrid-Segovia, la que más miedo me da porque no me hallo por culpa de mi lesión. La mayoría de los entrenos de estas últimas semanas han sido desagradables casi siempre corriendo con dolores/molestias, sin apenas disfrutar y esto ha minado mi moral; pero si lo pienso lo importante es que sigo ahí. La penúltima semana, la que va del 5 al 11 de septiembre pretendía que fuese más tranquila y así ha sido. Ya no tenía que hacer una macrotirada, no tenía sentido:
  1. Sábado 5: convencer a mi mujer para que madrugue y se venga conmigo a correr por Despeñaperros "NO TIENE PRECIO", por más tarjetas de crédito que puedas tener en tu cartera. Hicimos 21,5 kilómetros en plan tranquilo, de aventurilla. El tiempo que tardamos lo dice todo: 3:52 y fue dura, pero no tanto. En cualquier caso nos lo pasamos muy bien.
  2. Domingo 6: había arrastrado molestias el día anterior, como viene siendo habitual así que el domingo me temía que lo iba a ser dolor lo que iba a sentir, y sin embargo me encontré mejor que el sábado. Hice 18 kilómetros a ritmo moderado cercano a 5´10´´ el kilómetro de media.
  3. Lunes 7: Merche se encuentra muy bien con casi totalidad ausencia de molestias. Se puede decir que está totalmente recuperada de la Maratón de Helsinki. El lunes antes de anochecer nos fuimos a hacer interval a ritmos pensados para ella, pero que salieron bien: 5´fuertes a 5´35´´ aproximadamente intercalando con 2´suaves. Hicimos 13 kilómetros en el circuito que yo llamo "De los Pinos" ya que el punto de vuelta es justo en una plantación de este tipo de árboles.
  4. Martes 8: volví a salir con mi mujer, en esta ocasión fuimos al Parque Cervantes con la idea de intercalar carrera y gradas. Pronto me dí cuenta que mi cintura no puede con las gradas y lo pasé francamente mal, aguantando el dolor no sólo mientras subía sino también corriendo. Ese entreno me sobró totalmente, pero como soy muy cabezón terminé algo que no debería haber comenzado. Eso sí, fue un entreno breve de tan sólo 9 kilómetros.
  5. Miércoles  9 y Jueves 10: entre mis molestias y el trabajo no entrenamos ni yo ni Mercedes. El jueves íbamos a salir después de cenar pero estaba tan cansado que me fui derecho a dormir.
  6. Viernes 11: los remordimientos nos llevaron a madrugar e irnos a hacer unas cuestas al Cerro del Ángel. Costó mucho ponerse pero mereció la pena. Otros 9 kilómetros que permitieron a Merche completar unos 52,5 kilómetros y a mi cerrar la semana con 70,5 que si lo pienso son suficientes puesto que tenía que bajar el pistón de cara a la gran prueba del sábado 19.
 Visto lo visto para mi será un éxito poder terminar por segunda vez este reto tan bonito.



miércoles, 9 de septiembre de 2015

LA DISTANCIA QUE NOS SEPARA DEL FINAL. DEDICADO A MI PADRE






























Se podría decir que la vida es una distancia que realizar sin un recorrido prefijado y sin un final definido. Si lo pienso no somos más que caminantes que hacemos camino, seguimos la ruta y de vez en cuando nos desviamos por acá y por allá, paramos para reflexionar o descansar, aceleran cuando las emociones se disparan o retomamos vías ya andadas cuando nos hemos perdido...; no importa tanto a dónde vamos, quizá lo principal es que estamos en movimiento; y con el tiempo aprendemos que es imporortante retener en tu memoria aquello que te encontraste en tu camino porque haciéndolo también te llenas de vida, esa que ya pasó ante tí. Un corredor de larga distancia ha de saber que a través de sus zancadas puede multiplicar los metros que tiene que atravesar para alcanzar su felicidad y cuando inicia nuevamente la marcha lo hace en busca de su meta; cuando el viaje llega a su termino ha de vaciar su mochila, ya que no necesita nada más que portar.

Mi padre está en la última etapa de su particular vuelta, pese a su fuerte naturaleza y sus viejas aficiones deportivas la decandencia le llegó haciendo de su sofá su mejor amigo. Pocas cosas pretende encontrarse en esta que es su recta final, y sin embargo no hubo más que decirle "Papá tienes que andar todos los días aunque sea unos metros" para que recargase su oxidada batería. Se me ha hecho duro cuando en estos días le he visto avanzar desde casa hasta la esquina y de ahí de vuelta, con su lento progreso ayudado de sus muletas, comprobando su sufrimiento tratando de coger resuello,  él que a sus sesenta y tantos hacía un saco de kilómetros con su bicicleta del alma, aquella con la que llegó a competir con Manzanaque, con la que rodó cerca del gran Bahamontes y que le ayudó a conquistar Linares en aquella memorable carrera dando vueltas en el Paseo de Linarejos sorteando el peligro de los railes del tranvía, que se querían comer sus ruedas. Aquél bonito paseo sigue allí tan esplendoroso, ya sin railes; pude conocer el escenario de tu vieja historia porque de casualidad conocí a la mujer de mi vida y resultó que vivía a unos metros del escenario de tu gran gesta. Papá, se me hace difícil comprobar que poco a poco te me vas, pero también he de decirte que siento un profundo orgullo al comprobar que cada día cuando llegan las 8 de la tarde te levantas de tu reposo y te armas de valor para recorrer esos 200 metros que son para tí tu nuevo gran reto. Quiero que esto se me grabe a fuego y poderlo pensar bien cuando esté corriendo de aquí a unos días entre Madrid y Segovia, quiero recordar entonces cuánto te esfuerzas y cuánto te esforzaste en tu larga vida, para hacer mío tu movimiento y así aunar nuestras fuerzas, que lo mío son 100 kilómetros pero contigo deben hacerse más llevaderos, porque la vida no es más que un camino que recorrer y tengo suerte de que gran parte de él lo estemos haciendo juntos.

SÁBADO 4: ALGUNAS RAZONES PARA PEDERTE CORRIENDO EN DESPEÑAPERROS

Cierto que en la zona de La Mancha donde vivo se ven pocos árboles y que el verde sólo aparece en las pámpanas de las cepas unas semanas al año, para luego desaparecer y dejar el terreno labrado y sin sombra, pero también es cierto que a 45 kilómetros de Valdepeñas tenemos Despeñaperros, un Parque Nacional conocido por ser el paso hacia Andalucía, pero que bien merece la pena conocer más al detalle. El sábado pasado mi mujer y yo madrugamos para ir a hacer un circuito que se adentraba en las sierras, que sin ser muy altas si que conforman un terreno montañoso que da para hacer un muy buen trail. 

Era la segunda vez que corríamos por estos parajes, en la primera ocasión también estuvo Mercedes conmigo y fue para ir desde Viso del Marqués, donde está el archivo naval nacional, hasta Miranda del Rey, pequeña aldea en el centro del parque, 25 kilómetros muy majos. Con la falta de referencias por no conocer las pistas, traileras y sendas, me metí en la wikiloc y me descargué una ruta senderista de algo menos de 22 kilómetros, así que el Garmin tendría que guiarnos en este circuito circular:






A eso de las 9 de la mañana comenzábamos a dar las primeras zancadas desde Miranda del Rey, por la carretera que une la aldea con Santa Elena, y pronto tuve el primer problema de orientación, cuando el aparatito comenzó a decirme que nos desviábamos de la ruta. Unos segundos después descubría que había que coger un camino, en principio paralelo a la carretera y que luego se iba alejando de la misma para coger hacia el noreste. La naturaleza nos invadió desde el comienzo; lástima que la falta de lluvias en estos tres meses haya dejado toda la zona más seca de lo normal, pero aún así es una gozada poderse escapar a respirar aire tan puro. Pronto cogimos un cortafuegos y comprobé que Mercedes iba a llevar el "modus flojeras" porque la ví demasiado quejicosa. El cortafuegos se terminó y nos vimos en un cruce de caminos sin saber muy bien hacia donde ir; suerte que apareció un tío con una pinta de ultrarunner tremenda y le preguntamos. "¿qué vais al Castillo de Castro Ferral?, pues bien se puede ir por ahí, creo, pero os va a costar seguir el camino porque está un poco lioso". Nos dijo su nombre, Francisco Tirado, nos dijo que había competido hacía unas semanas en el Ultra de Sierra Nevada, estuvimos un par de minutos más intercambiado impresiones y nos dió su móvil. Así que cogimos el camino en cuestión, muy bonito con un desfiladero en la parte izquierda y abajo un río que por desgracia se veía sin agua, y entonces comprobé como el mapa me decía que había que coger a la izquierda, pero entonces, ¿ahí que tirarse por el desfiladero?; como en lo alto se veía un pista entendí lo que habían hecho los senderistas que habían colgado la ruta, bajar un poco más por el camino y atravesar por un paso relativamente fácil cruzando el río, para luego subir un poco hasta la pista. Eso hicimos, andando ¡claro!. Llegados al camino no sabía si había que ir en un sentido o hacía el contrario, así que pregunté a unos senderistas y nos ilustraron; esa fue la última vez que nos perdimos. De ahí tocaba subir y subir bastante. De esa parte del recorrido son estas fotos; no  tuvimos suerte y no pudimos captar los ciervos y cabras montesas que vimos.






Mercedes se me iba quedando en la cuesta, e iba compaginar el andar y correr. Luego llegó una zona más llana y allí cogimos algo de ritmo. El pubis me volvía a molestar haciéndome algo amarga esta aventurilla, pero parece que estoy aprendiendo a no hacerle demasiado caso.

Tras recorrer varios kilómetros de pista llegamos a un ancho cortafuegos que cortaba en perpendicular a la vía. El aparatito marcaba que teníamos que ir por el cortafuego y eso hicimos. Aquí vinieron grandes cuestas y grandes bajadas, muy técnicas por cierto:






Y tras un par de kilómetros de cortafuego alcanzamos el castillo. Si esperábais una fortaleza medieval con figurantes ataviados de vestimentas de la época estabáis muy equivocados.





Tras las fotos en el castillo bajamos por el cortafuegos. Curiosa la vieja encina que decidieron no derribar quizá por estar protegida (se aprecia en la imagen).



Así alcanzamos una pista y teníamos que coger a la izquierda. Nos quedaban unos 11 kilómetros ya menos duros, pero Mercedes no estaba en su mejor día por lo que sabía que no iba a ser un paseo



De hecho ahí la veis ya a falta de unos 4 kilómetros. La piedra le vino genial para marcarse un descanso.



Alcanzamos un cruce y tomamos por el camino que nos marcaba el final, lleno de bosquecitos de jaras, muy muy bonito, y ya sin más historia llegamos a Miranda del Rey, nuestro punto de partida.


Me salieron 21,6 kilómetros a un ritmo casi indecente, pero es que la aventurilla estuvo llena de paradas, y nos lo tomamos como una excursión más que otra casa.  En condiciones normales, pese a los 600 metros de desnivel positivo, Mercedes lo podría haber hecho en no mucho más de 2 horas y media.

Experiencia muy positiva que nos dejó con ganas de repetir. A mi me vino de perlas utilizar este entreno como inicio de mi tapering de cara a la Madrid Segovia del 19 de septiembre, y de esta forma no forzar mi maltrecho pubis.

.



martes, 8 de septiembre de 2015

SEMANA DEL 28 DE AGOSTO AL 4 DE SEPTIEMBRE: 107 KILÓMETROS NO SON SUFICIENTE AVAL

























Son más de cuatro años los que lleva este blog produciendo y nunca antes me había dedicado a resumir los entrenos por semanas, siempre dediqué una entrada a cada día, igual que las hormiguitas, constante y aburrido creando mi cuaderno de bitácoras, y lo hacía así aún a sabiendas de que mis lectores pudieran cansarse de tanto rollo, pero mi cometido no era que lo leyeran, sino que sirviera de guía de entrenos. Esto del retraso en escribir y el hecho de resumir no es casualidad, es fruto de mi desmoralización, quizá el periodo más gris desde que comencé a correr con constancia allá por finales de verano de 2010. Pero estoy tan metido en esta forma de vida que siento que no hay vuelta atrás, no me planteo lo de colgar las zapatillas, lo de aparcar el blog o lo de tomarme todo esto menos en serio, a pesar de que cualquiera de las tres alternativas, juntas o por separado, me quitarían mucho estrés y un sinfín de preocupaciones. No puedo abandonar porque ni mi corazón ni mi mente quieren parar. 

Pero, en el fondo ¿qué me pasa?. Creo que llevo en mis espaldas demasiadas sesiones,   demasiados kilómetros,  muchos meses sin parar y en cambio no he hallado frutos por el camino, pocas alegrías que contar. Podría continuar en mis treces con la motivación casi intacta, don "r" que "r" pero la lesión es la que me hace verlo todo negro, anula mis ambiciones. En muchos meses lo mejor y más destacable que me ha ocurrido ha sido que Merche se haya hecho maratoniana en un visto y no visto, y eso es mucho, desde luego, pero cuando me pongo a pensar exclusivamente en mi, no rezumo optimismo precisamente. 

El 19 de septiembre salgo por tercera vez desde la Castellana con el ánimo de llegar al Acueducto de Segovia. En la hemetoca se puede ver un fiasco y un éxito relativo, en 2013 y 2014 respectivamente. Pero es que soy tan sumamente afortunado que la única vez que he corrido en mi vida 102 kilómetros y con sensaciones difíciles de repetir va y resulta que me descalifican (la historia no la vuelvo a contar que ya está en la hemeroteca de este blog). Este año acudo como invitado de la organización, bueno, no sé si por sorteo o por cualquier otra razón, eso no me preocupa. Lo que sí me preocupa es en el estado en el que acudo a esta cita. ¡En fin! cualquier tiempo pasado fue mejor, y en mi caso el dicho funciona a la perfección. Toca conformarse con recordar aquellos meses en los que correr era tan sencillo y tan mágico a la vez, cada entreno era un placer y cada carrera una sorpresa positiva. ¡Siempre quedará el recuerdo!.

Pues bien, esta semana han sido 107 kilómetros, que pueden parecer suficientes, o incluso muchos, y sin embargo no me siento bien:
  1. SÁBADO 29: 48 kilómetros que sirvieron al menos para creer que no todo es negro y pude comparar positivamente ese entreno con el del sábado de la semana anterior. Pese a todo las molestias siguieron acompañándome.
  2. DOMINGO 30: necesitaba motivación ahora que Mercedes ha cumplido, pero ella estaba relajada, desactivada, porque todavía tiene lejos el reto de su Maratón de Málaga. El calor no fue un gran colaborador y mi mujer se puso en "modus quejicosa". Cumplimos con 15,7 kilómetros hechos a ritmo demasiado lento.
  3. LUNES 1: inaugurábamos mes de septiembre con menos calor y por tanto con la posiblidad de encontrasr mejores sensaciones. Necesitaba un entreno intenso y a fe que lo tuve. Me marqué un interval que me dejó las piernas machacadas (no digamos el pubis). Completé 12,5 kilómetros a buen ritmo medio y con buenos cambios en su estadio rápido. Lo negativo es que esto me pasó factura los días siguientes.
  4. MARTES 2: tocaba correr con Merche y nos marcarmos un circuito por la zona del Cerro del Ángel para luego ir al Parque Cervantes donde dimos dos vueltas y a casa. Malas sensaciones relativa a mi lesión pero al menos el ritmo fue bueno para ella. Unos 10 kilómetros.
  5. MIÉRCOLES 3: mientras mi mujer hacía pilates yo salí a corretear para probar mi nueva mochila Raidlight Ultra Olmo 5 litros. Me costó adaptarme al principio, pero ya le voy cogiendo el gusto. En cuanto al entreno en sí mismo fue de transición, unos 9 kilómetros a 5´30´´.
  6. JUEVES 4: volvía a correr con Mercedes en un circuito hacia el norte para coger el camino de la Vega (el Bajo Peral) y luego regresar a casa por el Camino del Peral. Volvimos a correr a buen ritmo (para ella) demostrándole que tras a maratón ha ganado bastante. Nos salió una media de 5´45´´. Yo me encontré algo mejor pero el problema sigue ahí.
  7. VIERNES 5: mi pretensión era entrenar y así tratar de llegar a los 120 kilómetros, pero la cabeza me dijo que tocaba descanso y eso hice.
TOTAL: 107 kilómetros,  top de los últimos 3 meses, si no recuerdo mal. No han habido grandes entrenos pero al menos saqué adelante una tirada larga como la del sábado y un entreno más o menos intenso como el del lunes, sin embargo siento que no es suficiente.


domingo, 6 de septiembre de 2015

SÁBADO 29: CASI 48 KILÓMETROS LUCHANDO CON EL CALOR















El sábado 29 de agosto era para mi importante: la última oportunidad para lograr coger confianza de cara a la Madrid-Segovia. 102 kilómetros son demasiados para alguien que no se dedica exclusivamente al ultrafondo, por lo que es de recibo sentir dudas, y en este caso las mías no son infundadas. Tenía previsto darme un madrugón, y lo hice: me levanté a las 5 de la mañana. Subí a cargar música de ACDC, hasta 50 canciones, para que no me faltara ritmo. El circuito era un viejo conocido: atravesar la Sierra que hay entre Valdepeñas y Moral de Calatrava y regresar por caminos paralelos a la carretera. Dos botellitas, gominolas, alguna barrita, sales minerales y pastillas de aminoácidos (masticables), ese era mi arsenal. Finalmente salí unos minutos antes de las 7 de la mañana y desde el comienzo las sensaciones fueron mejores que las de la última tirada larga del sábado anterior, pese a que el pubis no me deja tranquilo. Ritmo constante, sin grandes alardes, algo más lento de lo que me gustaría, muchos kilómetros algo por encima de 6´, alguno sí por debajo. Llegué a la zona de la sierra y comencé a pasarlo menos bien con las irregularidades del terreno. En mis pies llevaba zapatillas de estreno: las NB MT1200 Leadville V2, y cierto es que son muy cómodas, pero no lo suficiente como para quitarme las molestias de mi cintura. No iba sufriendo, la temperatura no era muy alta y todo fue desarrollándose según lo previsto. Bajé la sierra bastante entero y llegué a la gasolinera de Moral de Calatrava con más de 27 kilómetros recorridos. El plátano que había echado había puesto perdido el interior de la bolsa, debido al calor, pero afortunadamente los 5 euros que había dentro sirvieron para comprar una botella de litro y medio de agua fría. Rellene una de las botellitas, me bebí el resto y salí pitando, eso sí, costándome arrancar debido a mi pubalgia. Quedaba la parte peor, unos 20 kilómetros ya cuando el sol pega y ese día pegaba. Sin embargo, por alguna razón que desconozco, las malas sensaciones no aparecieron. Capeé el calor y avancé cada vez con más ritmo, bajando la mayoría de las ocasiones de 5´50´´ el kilómetro lo que me fue permitiendo bajar la media. Al final casi 48 kilómetros a una media de 6´01´´, un oasis entre tanto desierto. Llegué bastante bien de piernas y pude estirar en casa sin problemas. La pubalgia remitió bastante en los últimos kilómetros.


MIS ENTRENOS DESDE EL 23 AL 28 DE AGOSTO. DESASTRE


Resultado de imagen de PUBALGIA




Ya de vuelta en casa y con el pie bastante dolorido no hacía más que pensar que a un mes de la Madrid-Segovia no estaba preparado para ese reto; sin duda la peor de las tres preparaciones de cara a esta prueba. Aún así, los días siguientes conseguí coger ritmo de kilometraje pese a las dificultades:
  1. DOMINGO 23: ese mañana salimos Mercedes y yo. Los primeros pasos fueron horribles, entre el pubis y el dedo, pero conforme fui calentando comencé a encontrarme mejor. Así que fuimos a buen ritmo, por debajo de 6´el kilómetros hacia el Peral. Luego cogimos la vuelta por la Vega. Merche se encontraba bien y quizá abusé un poco de esta circunstancia 8 días después de haber corrido su maratón. Además, el sábado en Linares ella ya había corrido 12 kilómetros sola. Quizá cometí un error por meterle esta doble carga tan cercana a tal esfuerzo; de hecho en los días siguientes se resintió de varias molestias. El entreno acabó bien y pude sumar 13 kilómetros más a los 41 decepcionantes del día anterior.
  2. LUNES 24: ese día el pecado que cometí fue el de la ira. Me sentía mal por tanta dificultad: pensaba que han sido ya demasiados entrenos durante demasiados años como para no poder encontrarme bien; sólo quiero encontrarme bien. Estas sesiones son un arma de doble filo: toca meter intensidad en forma de interval y si la cabeza tiene ganas de venganza, el mal puede ir a tu cuerpo. Me fui al Peral por el camino que sale de la Carretera de San Carlos del Valle y las sensaciones no eran nada buenas. Comencé con los cambios de ritmo desde el kilómetro 5 y me costaba un mundo imprimir buen ritmo. Contando en un principio zancadas, finalmente acabo siendo un entreno por sensaciones, casi todas malas: ahora aprieto ahora aflojo, ¡vaya, un fartlek polaco!. Llegué a casa dolorido, sin la venganza consumada y algo más desmoralizado si cabe, porque lo que no he dicho es que el pubis no dejaba de darme pinchazos.
  3. MARTES 25: salimos Mercedes y yo al Parque Cervantes, y una vez en el recinto comenzamos a hacer interval apretando en la zona de la recta de 300 metros. Nos dio para dar seis vueltas repetiendo dicha operación y tras esto de vuelta a casa. 9 kilómetros que de algo sirvieron. Mercedes no se sintió mal.
  4. MIÉRCOLES 26: hice el Circuito de los Cerros de la Aguzadera, con el pubis dándome guerra otra vez y volviendo a generar más dudas. Con esta molestia no puedo apretar aunque quiera, y mira que tengo ganas. Cuando llegué a la falda del cerro hice una subida por el camino empinado, tras la bajada regresé a casa tratando de olvidarme de las molestias.
  5. JUEVES 27: regresó a mi la ira nuevamente. Me sirvió para hacer un circuito de 12,5 kilómetros con un interval que en esta ocasión si funcionó. En los cambios iba fluido y la cintura me molestaba menos, aunque notaba cargados los aductores. El hecho de poder hacer un entreno de calidad por fin me hizo sentir bien durante el entreno. Los cambios eran como últimamente: 600 zancadas rápidas (me cuento una cada vez que piso dos veces con el pie derecho y por tanto salen 150), y 200 zancadas a ritmo más suave.
  6. VIERNES 28: tocó descanso. Mi mente no podía más.
 Semana negativa bajo mi punto de vista. Eso sí, logré hacer 98 kilómetros. Sólo se salvó el entreno del jueves.



SÁBADO 22: 41 KILÓMETROS EN LINARES

SEMANA DEL 22 AL 28 DE AGOSTO: tratando de sentirme ultrafondista

El sábado 22 amanecí en Linares. Habíamos hecho noche allí y no me cabía más remedio que plantear una tirada larga allí mismo. Me marqué un circuito en la wikiloc, este que se ve:
















Había que tirar hacia el Pantano de La Fernandina y llegando al mismo coger dirección Oeste hacia Guarroman. Pasar por este pueblo, recargar las pilas en la gasolinera y vuelta a Linares, en gran parte por la carretera que une ambas poblaciones. Iba a hacer calor, así que me proveí de una botellita de agua y otra de isotónico y cargada la ruta en el Garmin, le dí a "iniciar ruta". No necesité más de 4 kilómetros para tener el primer problema: llego a una valla que atraviesa el camino público. Afortunadamente hay un hombre con el trabajando dentro que me dice que haga un rodeo por la valla y encontraré nuevamente el camino; eso hago. Alcanzo la carretera que circunvala por el norte y me cuesta seguir la ruta, pero finalmente encuentro el camino; aún así no voy redondo, el ritmo es cansino y el pubis me va molestando. Alcanzo la carretera que me ha de llevar al pantano, y las cuestas no ayudan pero avanzo. Además el calor se suma a la fiesta, ¡va a costar!. Continuo y continuo por la larga carreterita hasta que llego al cruce que lleva a la derecha al pantano, yo tengo que coger a la izquierda. Los siguientes kilómetros son por caminos con menos vegetación, atravieso zona en la que hay un montón de cazadores cazando conejos, pero hay suerte y no me confunden con uno; zona de lomas de sube y baja y tomo la carreterita que me ha de llevar a Guarromán; ya llevo más de 20 kilómetros pero las piernas van como si llevase 40. No necesito mucho para perderme: el aparato me indica que gire a la izquierda pero no hay ningún camino ahí; está claro que he marcado mal el recorrido; sin embargo tras andar perdido unos minutos al final tras salirme de la carretera acabo volviendo a la misma, porque no me debía haber desviado de esa vía. Más calor, más cansancio y me pregunto qué demonios estoy haciendo ahí machacándome, con ese dolor que llevo en el pubis, pero entre pregunta ya veo Guarromán en el horizonte. Alcanzo dicha población y la atravieso hasta llegar a la gasolinera, pero no hay agua fría, más bien templada tirando a caliente. Lleno la botellita y al arrancar practicamente no puedo avanzar, estoy entablillado. Cojo la carretera hacia Linares, marca el cartel 10 kilómetros, pero sé que me faltan unos 13 porque no iré derecho. Los siguientes 8 kilómetros son bastante duros porque para empeorar un poco más la sesión siento un profundo dolor en el dedo pequeño del pie derecho, como si lo tuviese roto, pero sé que no se trata de eso porque no me he dado ningún golpe; así que aprieto los dientes, capeo las tremendas cuestas que hay y así, bregando y bregando, alcanzo el camino que sale a la izquierda, ya justo cuando veo Linares a dos kilómetros. El terreno irregular machaca nuevamente el pubis, y no digamos nada de mi dedo y del calor. Sólo quiero llegar, así que aguanto y aguanto y acabo apareciendo en la Ermita de la Virgen de Linarejos, donde me casé hace 13 años y medio. Lo mejor del entreno llega cuando paro en una fuente y cuando le doy botón sale un chorro de agua fresquita, de ahí hasta casa de mis suegros no tiene más historia, salvo por la carga que soporto en piernas y cintura. Algo más de 41 kilómetros que me dejan tocado mentalmente de cara al reto de la MS, pero no cabe más que pelear.

Los tiempos no son gran cosa: ritmo medio 6´14´´, pero he de tener en cuenta que en algunas ocasiones paré el Garmin cuando yo me detenía en otras no. El ritmo en movimiento es de 6´11´´ que tampoco es para tirar cohetes. Circuito con casi 450 metros de altura ganada y mucho calor. Así que digamos que lo mejor es que sufrí y esto siempre te hace más fuerte.

Tras darme un baño de agua fría en la piscina siento que el dedo me va a estallar. Lo reviso y no veo nada raro en él; eso sí, cuando palpo la uña veo las estrellas. Tras bregar y bregar descubro el problema: una ampolla sin líquido dentro en la yema ha separado la uña de la carne. Básicamente hay que tirar con unas tenacitas de la ampolla y saldrá toda la piel junto con toda la uña. Eso hago, y el peor momento lo paso cuando me echan Betadine, ¡para morirme!. Ya tengo una una menos.



 


miércoles, 2 de septiembre de 2015

DESDE EL LUNES 17 AL VIERNES 21 DE AGOSTO: UN PECADO CAPITAL PARA CADA DÍA


 Resultado de imagen de los siete pecados capitales


Tras la Maratón de Helsinki me he quedado liberado. Ahora ya puedo pensar algo más en mi y algo menos en los objetivos de Mercedes, porque toca ponerse las pilas y dar el arreón final de cara a la Madrid-Segovia del 19 de septiembre.

La semana posterior a la maratón no tuve descanso, salvo el domingo de vuelta a casa, claro. Aunque no es costumbre la de resumir los días de entrenos en una sola semana, el hecho de llevar tanto retraso en mi blog en lo relativo al uso que hago de éste como cuaderno de bitácoras, me ha llevado a publicar esta entrada para dejar constancia de todo lo acontecido en la semana que fue del 15 al 21 de agosto. Para aderezar un poco algo tan aburrido lo voy a caracterizar con los 7 pecados capitales que todo runner suele cometer mientras corre en alguna ocasión:

  1. LUJURIA: DÍA 15 DE AGOSTO, Sábado: fue un inmenso placer completar una maratón como la que hizo Merche y el pecado que cometimos fue el de la lujuria, entendida ésta como la no contención de los placeres terrenales. Que queréis que os diga, después de tanta preparación fue liberatorio poder notar las endorfinas recorriendo nuestro cuerpo allá en el estadio de Helsinki. Con calentamiento incluido me salen 43,4 kilómetros. El ritmo es bueno si lo veo como entreno para la Madrid-Segovia. Una sesión de unas 4 horas y media si sumo el cuarto de hora de calentamiento. Eso sí, no bebí lo suficiente y tuve cierto síntoma de deshidratación.
  2. SOBERBIA: DÍA 16 DE AGOSTO, Domingo: "todo está en su sitio, mi pubalgia me ha dado una tregua y pese al esfuerzo de la maratón, cuando he estornudado (yo en verano acostumbro bastante a realizar este acto casi involuntario) me duele muy poco. Todo el santo domingo de vuelta a casa, con dos vuelos por medio y por fin llegamos ya bien entrada la tarde. ¿quién era el guapo que se ponía las zapatillas y salía a correr?. Creo que pecamos de soberbios presumiendo de lo bien que habíamos corrido en contraposición a aquellos runners que iban andando porque ya no podían más. 
  3. ENVIDIA: DÍA 17 DE AGOSTO, lunes: todo un clásico, mi manera de hacer series a través de un interval que para que no se me haga muy tedioso decido variarlo y en lugar de medir minutos en cada cambio lo que hago es contar zancadas: 600 zancadas a ritmo moderado-alto y 200 zancadasa ritmo moderado-bajo, y así desde el minuto 10 de calentamiento, para completar los 13.100 metros del Circuito de la Vega. Sensaciones dispares, por un lado me encuentro bien, fuerte, pero por otra parte las pubalgia se me queja. Esa misma noche comienzo a realizar abdominales para fortalecer la zona y veo las estrellas y los luceros. Tras la sesión y con los dolores que me tocaba sufrir sentí mucha envidia de aquell@s que no tienen molestias y corren sin dolores. Esto creo que yo que es solo un pecadillo de nada.
  4. PEREZA: DÍA 18 DE AGOSTO, martes: decido correr en el descanso de mi trabajo, y no sé si es buena idea porque hace bastante calor. Cojo un circuito largo de unos 10,5 kilómetros y salgo estilo "duelo al Sol". Sensaciones dispares nuevamente, pero en este caso la parte negativa viene del excesivo calor. Todo lo que fue la antesala a la sesión estuvo caracterizada por unas enormes ganas de no hacer absolutamente nada. Me costó Dios y ayuda para cambiarme y salir a correr.
  5. AVARICIA: DÍA 19 DE AGOSTO, miércoles: en esta ocasión quiero hacer cuestas y salgo con Mercedes con la que comparto los 3 primeros kilómetros (ella se va desde ahí al Centro del Agua La Molineta a hacer pilates) y tras esto aprieto un poco el ritmo, paso por el circuito de los Cerros de la Aguzadera, regreso por la vía de servicio y llegado al Ángel hago tres series de alta pendiente por el camino corto, unos 1500 metros sumadas subidas y bajadas. Desde ahí a casa. Buenas sensaciones. El rato que estuve con Mercedes fuimos como en el cuento de la lechera: "echando cuentas de cara a Málaga, siendo ambiciosos y avariciosos, yo pensando que podría volver a bajar de las 3 horas y ella comenzando a creerse lo de bajar de las 4 horas. Ya se sabe que le pasó al cántaro...
  6. IRA: DÍA 20 DE AGOSTO, jueves: toca hacer una tirada exigente y larga, así que me voy a la Gasolinera Shell del kilómetro 192 de la AIV, pero lo hago por el Camino de Membrilla. Desde el comienzo procuro llevar buen ritmo, en torno a 4´40´´ y lo llevo bien. La vuelta por la vía de servicio no me pesa y completo un buen entreno, pero bastante duro. 17,5 kilómetros a la buchaca. El entreno estuvo caracterizado por una especie de ira; es de esos días en los que tengo ganas de reventarme en la sesión para borrar el sentimiento de ser muy mal corredor. Sé en el fondo que una sesión que me machaque no servirá para dejar de ser mediocre y por eso surge ese sentimiento negativo.
  7. GULA: DÍA 21 DE AGOSTO, viernes: toca ir a por los niños a Linares y lo hacemos tras el trabajo. La idea es salir a corretear allí un rato Merche y yo, pero llegamos demasiado tarde, así que toca realizar un descanso imprevisto. ¡Qué queréis que os cuente!, olía demasiado bien la cena y era cuestión de elegir entre sentarse a cenar o irnos a correr. Ganó la gula, claro está.

martes, 1 de septiembre de 2015

¿HAY QUE GUARDAR 15 DÍAS DE DESCANSO TRAS UNA MARATÓN?

Resultado de imagen de DESCANSO TRAS LA MARATÓN 
 

En los días posteriores a la maratón, pudimos comprobar con tranquilidad cómo Mercedes tenía todo en su sitio. No nos hemos visto obligados a guardar ninguna de sus dos caderas en un cajón, las rodillas siguen flexionándose ¡a Dios gracias! y salvo las pequeñas y lógicas molestias de las horas posteriores al esfuerzo, no contabilizamos incidencias que sufrir. Tanto es así que el miércoles 19, ni 100 horas después de cruzar la meta, salió a corretear para hacer unos 6 kilómetros, que inicialmente compartí con ella para luego yo tomar las de Villa Diego y continuar solo. En esa primera prueba de vuelta con el running se encontró bastante suelta pero con las rodillas algo cargadas. Tras este examen decidí que podíamos meter un par de sesiones el fin de semana, ya que no creo mucho en eso de las dos semanas de descanso tras la maratón. Así fue como el sábado 22 de agosto se cuajó un entreno a ritmo suave de 12 kilómetros (ida y vuelta al Hotel el Hidalgo) y al domingo siguiente salió conmigo a hacer el circuito de la Vega, algo más de 13 kilómetros en los que le metí un poco de ritmo en la primera parte, para luego suavizar el entreno y así no arriesgar posibles lesiones. 

Muchos podéis pensar que no tiene sentido el que no se tomara un descanso mayor, y quizá llevéis razón, pero por experiencia propia he comprobado que tras las maratones no tiene por qué haber problemas, siempre y cuando no hayas terminado muy tocado de la carrera, y también siempre que tengas en cuenta que el regreso al ritmo normal de entrenos ha de ser paulatino y evaluando rápidamente cualquier pequeña molestia que surja. La probabilidad de lesionarse tras la maratón aumenta por lo menos 3 veces y muchas lesiones surjen en las sesiones posteriores, motivadas generalmente por la sobrecarga muscular, por lo que se debería tratar de rodar a ritmos suaves y espaciar más de lo normal las sesiones de estiramientos.

Por tanto, contestando a la pregunta del título: no, no creo que se necesario guardar 15 días de descanso. Tan sólo hay que escuchar a tu cuerpo y que él decida lo que hay que hacer.

Obviamente, en mi caso, tras haber corrido en Helsinki a un ritmo mucho más lento del mío, la maratón acabó siendo un entreno más de cara a la Madrid Segovia del 19 de septiembre. Fueron 43 kilómetros hechos a un ritmo adecuado para lo que pretendo en mi reto, así que tras el descanso del domingo, de vuelta a casa de tierras escandinavas, apenas me procuré descansos, como reflejaré en una entrada posterior.