RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 30 de julio de 2015

DOMINGO 26: LA ÚLTIMA TIRADA LARGA DE MERCEDES ANTES DE HELSINKI

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Ya en pleno tapering Mercedes tenía que realizar una tirada lo suficientemente larga como para que sus piernas no olvidasen lo que es correr más de hora y media. Los deberes están ya hechos para encarar con ánimo su primera maratón el 15 de agosto, pero un tapering es un tapering, no se trata de descansar totalmente sino de disminuir gradualmente la carga. Así que sin haber corrido el sábado (no así yo que me había crujido 39 kilómetros), nos fuimos el domingo por la mañana ya cuando el calor se dejaba notar. Superadas mil molestias en cien partes de su cuerpo, esperábamos tener una sesión tranquila, pero eso es difícil con Merche, ¡siempre suele ocurrir algo!. En esta ocasión fueron unas tremendas naúseas fruto de un desajuste hormonal. Rebobino un poco y paso a explicar la fuente del problema: mi mujer pierde mucho hierro en sus menstruaciones por lo que en esos días suele encontrarse floja. Resulta que echando cuentas nos habíamos dado cuenta que Helsinki iba a coincidir con casi toda probabilidad con sus días de regla lo cual le preocupaba bastante, así que había consultado con el especialista y la solución al mini problema había sido la decisión de tomar durante todo el mes de pastillas anticonceptivas que harían que controlase el primer día de menstruación. Y eso hizo, comenzando el viernes. Pero claro, si este tipo de pastillas tiene una larga lista de efectos secundarios para el 10% de las mujeres que las toman, teniendo en cuenta que mi mujer cumple siempre lo dicho en el manual sobre "cómo sufrir mil efectos adversos cuando preparas una maratón", pues eso...., que le tocó tener el cuarto mal, el de las naúseas. A pesar del calor, de sus ganas de vomitar y de su falta de ganas motivada por su bajada de kilómetros, el entreno se fue desarrollando a buen ritmo por el Camino de Membrilla, dirección a la gasolinera Shell. Una vez llegados allí nos refrescamos bien y recargué las botellitas. Mercedes se encontraba muy regular, pidiendo a gritos llegar a casa, pero esto también sirve para aprender a sufrir, así que hizo de tripas corazón y salimos por la vía de servicio para acometer los últimos 8,5 kilómetros. Afortunadamente el viento nos daba en casa y su malestar también fue remitiendo con lo que la vuelta no se hizo tan cuesta arriba. Finalmente 17,5 kilómetros, a ritmo moderado, pero suficiente para empezar su antepenúltima semana.

Saludos

miércoles, 29 de julio de 2015

SÁBADO 24: TIRADAS ULTRAS O CASI ULTRAS





























El verano pasado, en mi preparación para mi segunda Madrid-Segovia tomé por costumbre realizar una tirada de más de 35 kilómetros cada sábado durante muchas semanas. Hubieron tiradas ultra, de más de 42 kilómetros e incluso llegué a correr tres sábados por encima de los 50 kilómetros, estableciendo mi récord en algo más de 53. Lo cierto es que una vez que uno se acostumbraba la cosa no era tan complicada: había que madrugar mucho para disfrutar el fresco de esas horas y evitar llegar con altas temperaturas. Quizá todo eso me permitió disfrutar de una Madrid-Segovia inolvidable para mi desde el principio hasta el final. Este año viene siendo distinto; tengo de nuevo la Madrid-Segovia pero no estoy tan centrado en su entrenamiento. He de decir que los mayores esfuerzos los realicé el año pasado en el mes de agosto, por lo que todavía tengo margen, pero es que sé que me va a costar repetir lo hecho el año pasado. En cualquier caso el sábado pasado tenía ganas de lavar el mal sabor de boca dejado por la floja semana anterior así que proyecté una tirada de algo menos de 43 kilómetros, con la duda de cómo se desarrollaría. No madrugué, al menos no lo suficiente, y me ví con mi mochila, con agua, barritas, sales, etc, saliendo por umbral de la puerta de casa a las 08:00 horas.

La ruta era distinta a la de otras veces: cogería caminos que irían hacia el noroeste discurriendo entre Sierra Prieta y la Carretera de Daimiel, acabaría cruzando ésta última y seguiría por caminos que me llevarían hacia Consolación, una pedanía situada en el kilómetro 184 de la AIV. Respostaría en la fuente del parque y cogería un camino hacia el noreste que me llevaría hasta el carreterín asfaltado que une Membrilla con la Carretera de La Solana, para llegar hasta esta carretera, recorrer otros pocos kilómetros hasta el Peral, repostar y para casa.

Nada más salir noté una tremenda carga en mi zona pélvica y los adductores, lo cual me preocupó, ya que había descansado el viernes y la semana había ido suave, sin embargo apenas podia correr sin dolor. Aún así hice de eso "tripas corazón" y me dediqué a no pensar e ir escuchando cada una de las canciones elegida en mi mp3. El Garmin me iba marcando la ruta para no equivocarme y fue deseando que los kilómetros fueran pasando para que no se me hiciera eterno. Llegados al kilómetros 7-8 la cosa fue mejorando un poco, los ritmos iban ya siendo claramente por debajo de 6´e iba bajando la media sin mayores problemas. Crucé la carretera de Daimiel y continué por un camino que cada vez estaba más difuminado hasta el momento en el que me quedé sin camino por donde correr: ¡pues vaya gracia!. El Garmin me decía que tenía que continuar por la siembra y la lógica me decía que tenía que desviar la ruta, así que corrí sobre mis pasos y cogí un camino hacia el este que me esperaba me llevase hacia la autovía, pero mucho más hacia el sur de donde se encuentra Consolación. Tuve suerte porque fui a dar con el camino que cruza la vía ferroviaria por uno de los escasos puentes que hay en la zona, y desde ahí llegué a la vía de servicio de la margen izquierda a la altura del kilómetro 191. ¡Madre mía!, estaba bastante cansado y tan sólo llevaba 14 kilómetros. Me quedaban al menos 7 kilómetros de aburrida vía en recta para llegar a la pedanía mencionada y por un momento estuve tentado a subir el puente de la autovía y regresar a casa (estaba a unos 9 kilómetros de Valdepeñas). Pero continué, soportando los pinchazos y molestias en el pubis y realizando un esfuerzo de dudosa e incierta recompensa. Como todo llega, acabe alcanzando el puente que subía la autovía ya en las inmediaciones de Villanueva de Franco, que así se llamaba antes ese núcleo urbano, pero por razones obvias le fue cambiado el nombre. Llegué al parque que había visionado en internet, llegué a la fuente que me tendría que surtir de agua, pero de allí no manaba nada. Tuve que atravesar el pueblecito e ir por la vía de servicio más hacia el norte hasta la gasolinera donde a veces reposto cuando voy a trabajar. Allí me refresqué con agua caliente, mezclé la isotónica dejándola sólo en una de las dos botellas y llené la vacía con agua para echármela por encima en lo que iba a ser una vuelta antalógica (cansado, dolorido y con mucho calor). Llevaba unos 22 kilómetros y me quedaban otros 20, tenía que buscar el camino que me llevase al carreterín de Membrilla y me costó encontrar el que yo creía que era; mi Garmin no me anunciaba ya nada, hacía tiempo que había perdido la ruta, así que corrí por el mismo hasta que medio kilómetros más allá descubrí que terminaba en una finca, así que me tocó regresar sobre mis pasos y seguir buscando el camino. Acabé harto de la búsqueda así que decicí coger el camino que sabía que me llevaría al Camino de Membrilla, que discurre casi siempre en paralelo a la autovía AIV. Me encontraba regular y apenas corría brisa con lo que el calor era el remate a la jugada, la puntilla; pero..., me he ido curtiendo a través de sufrir situaciones como esta, y en el proceso he aprendido que el cuerpo suele llegar bastante más lejos de lo que la mente te dice. Fui siguiendo el camino principal y no me dí cuenta  que el que acabe siguiendo no era el de Membrilla sino otro también paralelo y más cercano a la AIV. Ese tramo fue el más duro por el calor, pero sabía que tenía que llegar a la gasolinera Shell del 191 donde recargaría agua, y así fue, allí me empapé todo lo mejor que pude, recambié el agua y con más de 30 kilómetros encima reinicié la marcha para sentir un agarrotamiento y dolor considerables en mi cintura. Menos mal que al par de minutos la cosa se fue regularizando y pude ir por la vía de servicio ya más cómodo, y también más fresquito. De ahí a casa poco que reseñar, no se me hizo demasiado duro. Completé 39 kilómetros en 6´pelados de media, eso sí, sumándole al menos 7 minutos en los que estuve parado y garmin siguió midiendo tiempo. 

Uno se queda con una doble sensación contrapuesta: por un lado contento porque había logrado realizar una tirada de esas largas y duras; por otro bastante contrariado e impotente por el malestar físico y las molestias.




lunes, 27 de julio de 2015

JUEVES 23: MERCEDES MERECE ESTO Y MUCHO MÁS. ¡TOCÓ SUBIR AL CERRO TRES VECES!

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Ella está empezando; se podría decir que está en las primeras fases de la enfermedad, cuando sientes que te has enganchado, pero bien enganchado. Ese entonces cuando se sientes las mayores emociones y también los fracasos te hacen sentir más vivo. Notas tus progresos, percibes como se te afila el cuerpo, el sacrificio se torna en endorfinas juguetonas que hacen su agoto contigo. Es obvio que ya no estoy en esa fase, yo ya viví aquello, pero de alguna forma lo estoy volviendo a sentir a través de las emociones de mi mujer. Los entrenos que hago con ella son más para ella que para mi, aunque también me sirven. Pero en esta semana desastrosa lo del jueves era más por ella que por otra cosa. Decidí que fuésemos al Cerro del Ángel y subiéramos tres veces. Era, como siempre, de noche y, como siempre, con demasiado calor. A Mercedes le costó bastante, se encontraba cansada de la dura semana, pero completó el entreno con la disciplina propia de quien se prepara su primera maratón y se ve cerca ya del reto.

La vuelta resultó más placentera, es lo que suele ocurrir cuando cargas tus piernas con tanta subida. Completamos 11 kilómetros que redondeaban bien la semana de Merche que aún sacó un hueco en viernes para hacer otros 6 kilómetros sobre la cinta. Ella terminaba la semana con 58 kilómetros, incluso más que los que le había programado. Lo que le queda hasta el 15 de agosto es ya un camino con menos piedras y cuesta abajo: 48 la antepenúltima semana, 38 la penúltima y 20 la última. En cuanto a mi semana mejor no hablar mucho, el viernes era incapaz de salir a correr y completaba unos muy flojos 68 kilómetros. Habría que echar arrestos para comenzar la nueva con otra actitud.








MIÉRCOLES 22: TRATANDO DE ENDEREZAR ESE TORNILLO QUE ME IMPIDE CORRER


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"Sé que tras de mi no hay nada, tampoco lo hay debajo, ni sobre mi". Proyecto una sombra que muestra lo que hago y lo malo será cuando esa sombre se quede quieta"

 Se había doblado un tornillo en mi mecanismo. Si cogía los alicates y lo forzaba corría el riesgo de que se partiera y el problema fuese mayor. Con el tornillo defectuoso el mecanismo sigue funcionando, pero uno quiere que todo esté en perfectas condiciones así que trata de enderezarlo. Necesitaba tener un entreno intenso, adecuado y recurrí al interval. Iba a ir al Peral por la Carretera de San Carlos subiendo por el camino que lleva al Peral y de ahí vuelta a casa. Después del calentamiento cogería cambios de ritmo a razón de 5´fuertes y 2´ suaves. Pero.... (últimamente suele haber peros), el calentamiento ya comenzó mal, sin ganas, sin determinación sin fuerzas y con molestias. Subí por el camino sin muchas ganas de comenzar lo duro, pero llegado al punto donde tenía que iniciar mis primeros 5´fuertes los inicié. Eso sí, comencé con poco brío, como cabía esperar. A los dos o tres minutos noté la carga en mi pelvis, pero traté de obviarla y cuando llegué a la zona de asfalto que lleva al Peral decidí continuar con el cambio hasta llegado el minuto 10. Dejé el Peral atrás justo cuando llevaba esa decena de minutos a ritmo que yo quería fue fuese intenso, aunque no estuviera resultando como debiese. Después tocó bajar el pistón y me dí cuenta que estaba hecho polvo. Tres minutos después comenzaba un segundo cambio que pretendía que fuese largo, otros 10´, y bregué para mantener el ritmo, sintiendo molestias, demasiadas molestias. Alcancé el carril bici cuando había completado el segundo ciclo y bajé el ritmo; en ese momento decidí que ya no iba a realizar un tercer cambio, así que el resto hasta casa lo hice a un ritmo lo más digno posible. Llegué a casa cansado y con molestias, pero al menos sí que había cierto regusto dulce, porque había peleado por sacar adelante un buen entreno, y eso ya era algo.


MARTES 21: INTERVAL DURO PARA MERCEDES. ESTOS DÍAS CORRO POR ELLA

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El lunes me pasó algo que nunca quiero que pase: estar cambiado para salir a correr (eso sí a las tantas de la noche) y a última hora cambiar de opinión quitarme la ropa e irme a dormir. Esto sólo significa una cosa: o busco la motivación en algún sitio o ésta va a seguir perdida en algún rincón de mi. Así que si el fin de semana habiá comenzado mal, el lunes no había ido a mejor. Eso sí, había que cuidar los entrenos de Mercedes y el martes sí que, de noche como casi siempre últimamente, salimos a hacer el circuito de "Los Pinos" como quedó bautizado por la plantación que hay de estos árboles justo donde cambiamos de camino y damos la vuelta a casa. Había que hacer un interval a razón de 10´fuertes y 3´suaves, con la idea de que entrenásemos un poco el ritmo y la intensidad. Ya en el calentamiento no quise que mi mujer si durmiera en los laureles y la llevé un poco apretada. Comenzamos con los cambios y fue respondiendo de forma óptima a los mismos, no sin sufrir, claro. Estos entrenos, no tan lineales como la simple carrera continua, tienen la ventaja de ser más amenos y se pasan antes, de forma que cuando menos nos esperábamos habíamos llegado a los pinos y tocaba regresar. La vuelta fue más rápida, debido a la pendiente favorable y nos acabó saliendo un buen entreno (mejor dicho, le acabó saliendo una buena sesión). 13,2 kilómetros a 6´justos.


DOMINGO 19: ¿QUÉ POR QUÉ CORRO?. NO ME PREGUNTES ESO HOY QUE NO TE CONTESTO


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El sábado fue para olvidar, al menos para mi. A Mercedes se le había dado mejor, había hecho algo más de 11 kilómetros y sin molestias, con el único inconveniente del calor. Pero la jornada dominical era importante para ella, ya que estaba entrando en el periodo de tapering, días que también hay que cuidar, aunque baje la carga. No madrugamos excesivamente lo cual nos llevó a tener que correr ya con "Lorenzo" bien presente en el cielo azul. Así cogí la mochila, agua, sales, barritas y nos fuimos por la Carretera de San Carlos para luego coger el camino que sube en la Finca La Gatera, y justo fue allí donde mi mujer creía morirse, en pleno desierto, en clara pendiente y con un calor de justicia. Los siguientes kilómetros los pasó francamente mal, y no sabía si refunfuñar y quejarse, o si parar a descansar, cualquiera de las dos cosas no eran buenas opciones, porque una buena maratoniana se ajusta los machos y tira para adelante (o al menos eso le dije para ensuflarle ánimos). Regresamos por la Carretera de San Carlos ya con el recorrido hecho en su primera mitad y mi mujer se recuperó un poco. Pasamos por las Aguas y paré para llenar las botellitas que servirían para que el agua le refrescase y tuve que apretar para pillarle. Los últimos kilómetros no se hicieron tan duros y finalmente pudimos completar una más que suficiente sufrida tirada de algo más de 15,5 kilómetros que serviría a Mercedes para iniciar su primera semana de tapering con buenos pasos. En cuanto a mi, un entreno de transición, un entreno más.


SÁBADO 18: COMIENZO UNA DE LAS PEORES SEMANAS DESDE QUE EMPECE CON ESTO DE CORRER


Lo que aconteció el día 18 fue el comienzo de una de las peores semanas para mi en lo que respecta a este hobby que más que hobby es uno de los centros de mi vida. Hacía calor pero eso no era algo nuevo, no fui capaz de madrugar y no tenía ganas de correr (esto es lo preocupante). Para colmo iba a ser un fin de semana repleto de trabajo, con celebración de mi cumpleaños por medio y visita a mis suegros en Linares, demasiadas cosas para tratarse de los dos días de descanso de la semana. El hecho de no tener que correr la Maratón de Helsinki a tope (acompañaré en la misma a mi mujer) supongo que ha afectado negativamente a mi motivación. Entiendo que tampoco ayuda las molestias que vengo sufriendo últimamente en mi zona pélvica y que irradia hacia los adductores, algo muy raro en mi caso. El caso es que me puse a correr "sin la brújula" es decir, desorientado, como quien hace algo por obligación y sin sentir por qué lo hace. Cogí el Camino de Membrilla hasta el 7 a un ritmo medio, vamos que no iba levantando polvo precisamente. Cogí el camino que lleva al Hotel el Hidalgo y de ahí a casa por la vía de servicio; no hubo más, ni mejor. Algo menos de 15 kilómetros que en este caso quedarán en el recuerdo como el de un entreno sin ganas, y con molestias.

No me quito de la cabeza que a mediados de septiembre tengo la Madrid-Segovia  y no me veo dejándome la piel por los caminos madrileños, es más, comienzo a pensar que es probable que no pueda ni terminarla si no mejoran las cosas.

Pero bueno, el protagonista de este blog hace bastantes semanas que he dejado de ser yo y ha pasado a ser mi mujer y su gran reto de Helsinki. No nos pongamos excesivamente melodramáticos.


sábado, 25 de julio de 2015

JUEVES 16: HACER KILÓMETROS CASI DE MADRUGADA: UN GRAN ESFUERZO PERO UN PLACER




La dichosa ola de calor parecía que no quería irse jamás y en esa tesitura mi mujer y yo nos vimos obligados una vez más a correr "a las tantas". Además, había que conseguir batir el récord de kilómetros de Mercedes, justo en la semana "top" de su plan para la Maratón de Helsinki, justo a un mes del día D. Así que decidimos ir al Peral despacito, sin mucha prisa. Eso sí, Merche estaba bastante cansada por los kilómetros acumulados, no en vano había dado poco descanso a su cuerpo: el sábado había hecho 36 kilometrazos, el domingo había descansado, pero el lunes con 10, martes con otros 9, miércoles con 6 kilómetros en la cinta conseguía un montó de sumandos para esta operación. Así que casi durante todo el recorrido se fue quejando de ir bastante cansada de piernas, y ni siquiera a la vuelta con la pendiente negativa conseguimos imprimir un ritmo exigente. Otros doce kilómetros y medio que conseguían añadirse a la fórmula para alcanzar 73 kilómetros y medio, justo en el momento que los tenía que hacer. La nota más gris habían sido sus molestias en el tibial, que con casi toda seguridad se debían al uso de única plantilla (pero es que usando las dos había tenido problemas en su planta del pie). 

Comenzaba oficialmente su tapering, es decir, la bajada progresiva de carga de kilómetros, de forma que se podía decir que los deberes ya estaban hecho, y ahora se trataba de conservar lo ganado.

En cuanto a mi, había hecho unos dignos 98 kilómetros, eso sí, sin aspiraciones concretas.


jueves, 23 de julio de 2015

MIÉRCOLES 15: LARGOS CAMBIOS DE RITMO COMO SUSTITUTIVO NATURAL A LAS SERIES EN MARATÓN







"Si algo te desagrada, si no puedes convivir con alguna circunstancia, ha llegado el momento de afrontar los cambios..." 



 Nunca me gustaron las series: demasiado exigidas y exigentes, tanto física como mentalmente. Demasiado matemática a la hora de medir el tiempo en tus esfuerzos. Se podría decir que para mi son un "coco", lo he de reconocer. En cambio, con el interval/fartlek encontré el sustitutivo casi perfecto a las sesiones de series. De antemano no importan los cronos, sino los ritmos, los cuales se miden por tiempo fijo de intervalo. Por otro lado no se ha de recuperar estando parado, con lo cual siento idea de continuidad en el entreno. Por último, no me encajono en un recinto o pista, sino que puedo abrir el entreno a un circuito ameno. Pues bien, el miércoles de la semana pasada me tuve que enfrentar con una sesión que sin ser desagradable si que iba a ser sufrida: calentamiento + interval a razón de 10 minutos fuertes y tres minutos suaves.El circuito el de casi siempre: de casa a la Vega del Peral y de ahí a casa pasando por el mencionado paraje, 13,10 kilómetros. 

Desde el comienzo me sentí cómodo, pese a ser de noche y no haber hecho la digestión de la cena del todo, los cambios pese a ser muy largos los fui gestionando a un ritmo cercano a los 4´10´´ y la verdad sea dicha, no me supuso un gran problema, así que pasaron los minutos y sin darme cuenta me ví llegando a casa, eso sí, con ciertas molestias en el pubis, que parece que tienen ganas de instalarse a vivir conmigo.

Eso sí, tras estirar brevemente me dí cuenta de que estaba muy muy cansado, y es que los días se están haciendo muy duros en este verano, y especialmente en este caluroso julio.


lunes, 20 de julio de 2015

MARTES 14: NO ME LIBRO DE CORRER EL DÍA DE MI CUMPLEAÑOS

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"Miro atrás pero no hace falta ir muy lejos. Ya lo sé..., el tiempo se me ha escapado como fina arena entre los dedos 45 años después de comenzar esta historia"

El día en que cumplí 16.425 días, sin deducir los días de años bisiestos, comenzó con el estreno nuevo bote de colonia, todo un detalle por parte de Mercedes, y eso pese a sentirse mal por no haberme regalado algo más trascendental (siempre según ella) ya que en los días anteriores había tratado de hacerle ver que no era mi deseo sentirme agasajado por un regalo suyo, ya me siento bien regalado teniéndola junto a mi. La jornada laboral transcurrió con mil agobios en los que casi no saco ni un rato para comprar unos pasteles para mis compañeros de trabajo; ya de noche sí que pude comprobar el montón de felicitaciones en facebook y otros medios, por parte de familiares, amigos, seguidores y conocidos. Tras la cena y muy agotado me calcé las zapas algo contrariado porque era de esos días en los que a uno no le apetece correr, pero por suerte tocaba hacerlo con Mercedes. El entreno fue lo de menos, porque no iba a pasar a la historia ni por original ni por intenso: circuito de los Cerros de la Aguzadera con 9 kilómetros en los que Mercedes cumplió. Como anécdota, a la vuelta en la vía de servicio me puse tras ella y pude comprobar los huesos de su espalda y su fina cintura: "se me está quedando en el chasis de tanto correr". Lo peor fue que volvió a sentir algunas molestias en su tibial derecho, claro síntoma de periostitis, pero en estos meses si algo hemos aprendido es del amplio repertorio de lesiones y molestias que es capaz de sufrir mi querida esposa. Que no sé si es peor la propia lesión/molestia o todo lo que gira alrededor de la misma, con sus dudas, incertidumbres, investigaciones vía google, etc.

En cualquier caso, la semana estaba tomando buena pinta para los dos en cuanto a kilómetros: ella llevaba en tan sólo cuatro días 54,7 kilómetros y yo 72,5. Para ella se trataba de la "semana pico" de su plan, para mi una semana sin definición porque pese a tener como meta realizar una buena Madrid-Segovia no siento que esté entrenando para ello.




LUNES 13: PROBANDO LA CAPACIDAD DE RECUPERACIÓN DE MERCEDES

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Hace unas tres semanas que nos sacamos un bono en el Complejo La Molineta Agua y Salud, y el lunes Mercedes y yo hicimos algo distinto: cogimos la moto, dejamos las mochilas en dicho complejo y salimos corriendo desde allí. Había que ver cómo se encontraba Mercedes después de haber hecho una sesión tan dura como una maratón: los 36 kilómetros del sábado con unos 850 metros de desnivel positivo había sido una dura prueba de cara a Helsinki, pero había merecido la pena. Desde el comienzo se sintió suelta y cómoda, así que lejos de ir lentos cogimos pronto un ritmo alegre, pese al calor, porque eran las 21 horas y habría en torno a 38 grados de temperatura. Recorrimos casi toda la Avenida de las Tinajas, parte del antiguo polígono y cruzamos la autovía por el puente del carreterín que lleva a la Carretera de Daimiel. Llegamos a dicha carretera sin abandonar las buenas sensaciones y todo pese al calor. El regreso no fue peor, Merche no se quejó en ningún momento y entre charla y charla se nos fue el tiempo y llegamos al Parque Cervantes, y de allí a La Molineta. Os podeís imaginar lo bien que nos sentó una mini sesión de spa tras la sesión. Nos salieron 9,7 kilómetros a 6´10´´ de media.

Ya en casa, Mercedes descubrió que había calzado las Sayonara sin plantillas y pese a todo no había tenido molestias.

DOMINGO 12: BATALLA CONTRA EL CALOR. ADAPTACIÓN PELIGROSA

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"Medimos riesgos utilizando la razón pero el corazón nos deja muchas veces al descubierto y nos vemos tirándonos al vacío y sin paracaidas con que cubrirnos"

No cabe otra que actualizar mi cuaderno de bitácoras, que ha estado en estos días bastante abandonado debido a que ha sido una semana de bastante intensidad laboral. No se trata de ausencia de noticias, todo lo contrario, hay bastantes cosas que contar...

Tras el buen entreno Cercedilla-Segovia del sábado 11, le dije a Mercedes que descansara el domingo como era lógico y necesario. Su cuerpo le había tratado bien en esta ocasión y no tenía secuelas importantes del importante esfuerzo realizado. Yo en cambio me encontraba muy bien, casi como si no hubiera corrido, así que había que meter unos puntos de intensidad en la sesión matutina. Sin embargo no lo hice demasiado bien ya que no madrugué y me ví saliendo a correr a eso de las 11 de la mañana, justo cuando en plena ola eterna de calor lo único que apetece es estar cobijado en casa o en remojo en una piscina. Fui por el Camino de Membrilla a un ritmo en progresión, con buenas sensaciones pero con lógico sofoco debido a las altas temperaturas. Me dirigía a la gasolinera que hay en la Autovía AIV en el kilómetro 191, por lo que tenía que recorrer los 8 kilómetros que median entre casa y el cruce entre el camino citado y el Camino Carretas. Alcancé dicho cruce con un ritmo consolidado cercano a 4´15´´ en lo que estaba resultando todo un reto a mi resistencia física. Por un momento pensé que debía ser contraproducente poner a tu cuerpo a trabajar tan a destajo cuando el termómetro ronda los 33 grados, pero por lado pensé que la distancia hasta la gasolinera no era lo suficientemente grande como para preocuparme, y sé a ciencia cierta que mi grado de adaptación es grande a estas alturas. Llegué a la estación de servicio envuelto en un río de sudor y me dí literalmente una ducha de agua más caliente que fría, pero que consiguió bajarme la temperatura corporal. Había recorrido unos 9 kilómetros 300 metros a muy buen ritmo y ahora tocaba afrontar los 8,5 kilómetros que distaban hasta casa con otra filosofía. Reanudé la carrera algo agarrotado pero pronto comencé a sentirme suelto, y aunque no pretendía ya ir tan rápido como antes, me dí cuenta de que fui enganchando nuevamente una buena cadencia y además la brisa daba de cara con lo que no se hacía tan desagradable el esfuerzo. Por tanto fui consumiendo metro a metro en un ejercicio que consideré de ritmo, proyectándome en una maratón, justo en ese momento en el que te ves en el 34 y te toca pelear los últimos 8, pero te sientes con fuerzas como para no sufrir demasiado. Llegué a casa bastante contento, porque había hecho casi 18 kilómetros, no sabría decir en cuanto tiempo porque no conecté el crono, ni falta que hacía. El entreno había sido lo suficientemente intenso como para que sirviera para al efecto; además, lo hacía justo unas horas después de una larga tirada de 36 kilómetros, con lo que tenía doble valor. Así había conseguido realizar casi 54 kilómetros que suponían un buen comienzo de semana.



lunes, 13 de julio de 2015

SÁBADO 11: 36 KMS CERCEDILLA-SEGOVIA (+850). MERCEDES PUDO CON ELLO

El sábado 11 estaba marcado en nuestro calendario como un día importante para el camino a Helsindi a seguir por Mercedes; unos días atrás la había convencido para acometer juntos el entreno oficial del último tramo de la Madrid-Segovia, 36 kilómetros bastante duros que discurren desde la Estación de Tren de Cercedilla hasta el Acueducto de la bonita ciudad segoviana. Nos reservamos habitación para la noche del viernes al sábado a 50 metros de la estación e hicimos el esfuerzo de colocar a los niños e ir de viaje de noche tras terminar nuestra jornada laboral. Estábamos antes otra de esas aventuras "relámpago". Llegamos bastante cansados al Hostal Aribel Longinos. El caso es que a eso de las 23:45 andaba preparando la mochila con barritas, una muda para cada uno, geles, la bebida isotónica, gominolas y un sinfín de cosas, es decir, que iba a ir bien cargado en esta ocasión.

Me costó pegar ojo, y no fue porque la cama no fuera cómoda, ni porque hiciera calor, quizá fuese porque estaba demasiado agotado, pero por fin llegó la hora de levantarse y tras una ducha rápida, y un desayuno a medio camino entre la categoría de ligero y pesado, salimos a la calle dispuestos a comernos el entreno, con la motivación que supone el ir a correr una cantidad de kilómetros que supusiera récord absoluto de kilómetros para Mercedes, y prácticamente una sesión tan dura como lo es una maratón. También estaba la incertidumbre de qué hacer en el caso de que le diese algún problema en su cadera, en su tibial, o en cualquiera de esas zonas de su cuerpo donde ha tenido dolores en las últimas semanas;  imaginaros la papeleta estando a mitad de camino entre Cercedilla y Segovia en una pista por la que no pasan coches. Pero esto de correr es de valientes, y no de corbades, así que se trataba de superar este listón y ganar un subidón de confianza para que acometiese con otra predisposición su primera maratón.

Una foto del hostal (recomendable)

 

En la estación nos encontramos con unos 25 corredores, muchos de los cuales ya conocía, como el bueno de Claudio Luna, 9:40, y primero de su categoría en la edición de la Madrid-Segovia del año anterior, con quién tuve el honor de compartir este mismo entrenamiento el año pasado, ¡y vaya entrenamiento que resultó!.No dispongo de fotos de la organización, aún, pero sí de algunos que echamos con el móvil de Mercedes:

He aquí en Cercedilla antes de la salida:





Comenzó la aventura y pusimos los Garmin en marcha. Las primeras cuestas son terribles así que hay que comenzar con tiento, por lo que el ritmo inicial se movía claramente por encima de los 7´30´´ el kilómetro, y peor que iba a ser. Pese a la pendiente Mercedes iba bien, fresquita y contenta. Por cierto, la temperatura por esas tierras y a esas horas es estupenda si la comparamos con la que hemos estado soportando en Valdepeñas en estas dos últimas semanas y eso se nota favorablemente, ¡de algo tendría que servir todo ese batallón de entrenos terribles que hemos venido realizando durante esta ola de calor.

El caso es que tras los duros primeros 4 kilómetros en los que Merche no dejó de correr en ningún momento, nos asociamos con Pedro, un corredor que está inscrito por primera vez en la Madrid-Segovia y fuimos de charleta subiendo la pendiente tendida, disfrutando no sólo del increible paisaje, sino también de la compañía. Pedro llevaba a sus espaldas 10 maratones y alguna prueba de ultrafondo como los 100 kilómetros de Colmenar y para él este entreno era fundamental para conocer parte del recorrido de su nuevo reto. Y enta guisa el tiempo fue pasando entre sorbo y sorbo de isotónica, y entre gominola y gominola. En el 6 nos pilló Rubén, otro experimentado corredor que va a afrontar este año su cuarta Madrid-Segovia y la conversación pasó a ser ahora doblemente interesante. En el mirador de las dehesas Pedro paró a "plantar un pino" y aprovechando el llano y la bajada cogimos ritmo Rubén, mi mujer y yo, con la idea de que ya nos pillaría Pedro. Mercedes iba muy bien y eso me tranquilizaba porque veía que podría coronar el alto de la Fuenfría sin dejar de correr, es decir, sin andar, algo que tiene bastante mérito sobre todo para ella que las cuestas no se le dan muy bien.

Abajo una foto de Merche en el kilómetro 5 aproximadamente, con una pendiente del 5% más o menos.


Aquí en el 6 en una foto que nos echó Pedro... 




Y está nos la echó Rubén en el mirador, en el 7,5 




El tramo de casi un kilómetro sin cuestas descargó bastante las piernas y ya comenzamos la ascensión nuevamente, pero ahora con ánimos renovados, teniendo por delante unos 5 kilómetros; la cosa pintaba incluso mejor. Íbamos mejorando la media poco a poco y yo que soy buen conocedor del recorrido sabía que tras coronar el alto lo que vendría después sería  mucho mejor, y más rápido, exceptuando los últimos kilómetros en llano por la exposición al calor. En el 11 aproximadamente paramos en una fuente a recargar las botellas y de ese momento es esta foto, donde se ve a Rubén con mi mujer:



Justo cuando íbamos a reanudar la marcha apareció Pedro y nos reagrupamos. Desde el 11,5 al 13,5 fueron kilómetros y momentos de duda para Merche porque le comenzó a molestar un poco el tibial, aunque yo la veía muy bien de fuerzas. Pero llegamos al Alto de la Fuenfría y mi mujer agradeció la bajada, a pesar del terreno bastante irregular y traicionero que tocaba pisar en los tres kilómeros siguientes. Hasta ese momento nos habíamos cruzado con multitud de ciclistas, habíamos adelantado a algún senderista y corredor que estaba haciendo el mismo entreno que nosotros y también habíamos ido haciendo la goma con dos chicas y un chico que estaban haciendo bien en serio el entreno pero que ya eran experimentados participantes en la Madrid Segovia. En la bajada nos adelantaron y les seguimos la estela hasta llegar a la siguiente fuente en el kilómetro 20 aproximadamente. Allí volvimos a recambiar el agua de las botellas, agua que salía cristalina y bien fria lo cual agradecíamos. La media de ritmo había bajado un montón y poco a poco nos íbamos acercando a los 7´el kilómetro (y eso sin detener nunca el Garmin en las paradas técnicas); se habían ido sucediendo kilómetro rondando los 6´pelados, pero claro, había que compensar los ritmos lentos que habíamos sufrido tras subir 800 metros de altimetría en 13,5 kilómetros. Al reanudar la marcha sabíamos que nos quedaban unos 4 kilómetros hasta la Cruz de la Gallega, por donde siempre ha pasado la Madrid-Segovia, salvo en la edición pasada, en la que se nos derivó por la izquierda. Mercedes seguía yendo perfectamente, recuperando fuerzas con sus barritas y su compota de frutas y alcanzamos sin problemas el cruce de caminos donde se coge el sendero técnico donde está el citado punto, ya a unos 10 kilómetros de Segovia. Alli nos volvieron a alcanzar las dos chicas y el chico y avanzamos durante unos minutos los 7. Pronto vimos en el horizonte la ciudad de nuestro destino y eso animó mucho más a Merche, aunque lo mejor de todo era que aunque hacía calor, la brisa daba de frente y este hecho refrigeraba bastante nuestros motores. Cogimos buen ritmo de crucero, bajando en alguna ocasión incluso de 6´y llegamos a la última fuente del recorrido, ya a unos 7 kilómetros de Segovia. Allí paramos poco, pero yo me quedé llenando la botella y les dije que tirasen que ya les pillaría, y eso hice, aunque me tuve que poner por debajo de 5´el kilómetro para hacerlo en el menor tiempo posible. Tras adelantar a algún grupo que otro, transitamos por la zona más dura, la zona más expuesta al calor, ¡y calor hacía!, unos 29 grados. Mercedes iba estupenda y ya no me cabía duda de que lo iba a aguantar perfectamente. Pero Rubén se resintió del esfuerzo de una semana antes en el Trail de Canencia y bajó el ritmo, quedándonos Pedro, Merche y yo. A su vez, el trío de las dos chicas y el chico nos alcanzaron y echaron adelante. La cosa estaba ya hecha y no nos costó mucho alcanzar el casco urbano; hacía unos kilómetros que mi mujer había batido su récord absoluto de kilometraje, al sobrepasar los 31 kilómetros, y por ello iba pletórica sabiéndose fuerte para correr más y más kilómetros. Alcanzamos Segovia justo cuando hacíamos el kilómetro 34 en mi Garmin y desde ahí todo fue coser y cantar. Yo llené una botella de agua en una gasolinera y de nuevo tuve que apretar para pillar a Pedro y a Mercedes, y de ahí hasta el Acueducto: dimos alcance a las dos chicas, las pasamos, también al chico  y llegamos a nuestro destino muy contentos por la aventura realizada: 4 horas y 16 minutos de reloj corrido para 35950 metros, 36 kilómetros para los amigos, a un ritmo de 7´pelados. Pero si descontamos los casi 20 minutos en las paradas en cuatro fuentes, en los ratos breves de las fotos, etc, nos sale una media en movimiento de 6´45´´, que está muy bien teniendo en cuenta los casi 900 metros que tuvimos que subir.

Mercedes se ha convencido de que si todo se da bien puede terminar la maratón allá en Helsinki, porque no le faltaron fuerzas, más al contrario. Además tampoco le faltó ritmo.

En la llegada pudimos echar unas fotos. En la primera Pedro, un servidor y Mercedes




Y aquí me tenéis tras este buen entrenamiento para lo que va a ser mi Madrid-Segovia en septiembre. Llegué muy bien muscularmente y también de fuerzas, aunque hay que tener en cuenta que el ritmo fue lento para mis posibilidades.



Tras esto nos reunimos varios corredores, entre ellos Rubén, que llegó un rato después, Pedro, Marcelo (otro ultrafondista que venía de correr Peñalara hacía dos semanas y que llegó 50 metros antes que nosotros en el entreno), y otra chica y otro chico cuyos nombres no trascendieron pero que también tienen esta MS 2005 como su primera experiencia de ultrafondo y están muy ilusionados. El tiempo se nos pasó volando con buena charla; para terminar nuestro tiempo en Segovia nos fuimos todos andando a la estación de tren y partimos hacia Cercedilla. A la llegada nos echamos una foto todos juntos y espero que Claudio Luna nos la pueda mandar para poderla publicar.

El resto ya fue más relajado y más íntimo: mi mujer y yo comimos unos buenos judiones de Ávila en el local donde siempre he repostado en los tres entrenos oficiales seguidos que he hecho, y que aprovecho para recomendar: Mesón Restaurante Helio, justo en frente de dónde nos habíamos alojado. Después regresamos a casa no sin antes hacer un alto en el Decathlon de Leganés, donde nos aprovisionamos de algunos caprichitos necesarios para sobrellevar tanta dedicación a este bendito vicio.

Contada toda esta aventura ahora toca decía que Merche está bastante bien del esfuerzo y aunque descansó ayer, lo más probable es que entrene hoy lunes. ¡Salió casi perfecto!