RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 23 de abril de 2023

LA VALDEPEÑAS-LINARES: segundas oportunidades con duro final

Cuando allá por enero me encontré a Paco Rivas en el supermercado, no caí en que estaba abriendo la caja de Pandora desde el momento en el que le contaba lo de mi aventura de diciembre entre Valdepeñas y Linares. En seguida él se ánimo a que probase de nuevo, y con él por compañía. No supe decirle que no, así que, de una manera informal, quedamos emplazados para el reto. 

Un par de semanas después ya le habíamos puesto fecha, mediados de marzo, y como Merche ya se había inscrito por aquellas fechas a los 100 kilómetros de Bosques del Sur, acordamos que ella haría un entreno, acompañándonos desde el Viso del Marqués hasta meta. Y los días pasaron, de forma que, lo que parecía una broma se hizo realidad. No hubo manera de encontrar la logística que permitiera que mi mujer nos esperase en ese punto intermedio, por lo que, finalmente, un amigo de la ciudad jienense que trabaja en mi pueblo nos llevó las bolsas con ropa limpia a casa de mi suegra.

El 18 de marzo, a eso de las seis menos cuarto de la mañana, tomamos salida desde la casa de Paco... No quería pensar que el único que sufriría la aventura sería un servidor, aunque estaba seguro de ello, como así ocurrió.

Hasta Santa Cruz de Mudela todo en orden. Luego, a partir de ahí, cogimos un bonito camino hacia el Viso (era un recorrido distinto al de mi odisea de diciembre). Cuando no llevábamos ni veintisiete kilómetros ya comencé a notar ese agarrotamiento que últimamente me asalta, de forma que me fui quedando atrás, a pesar de que el ritmo se acercaba más a 7 que a 6 el kilómetro. De esta guisa alcanzamos el Viso. Allí desayunamos, y la comida me sentó genial. Pero mis piernas iban tiesas. El tramo hasta la entrada de Despeñaperros se me hizo complicado, no así a ellos, que iban más frescos que una lechuga. Pero en Aldea Magaña me tomé un ibuprofeno, y pronto comencé a notar los efectos. Las piernas se desentumecieron y comencé a correr mucho más suelto. Así, alcanzamos Miranda del Rey en el cacho en el que más disfruté de todo el día. Desde esta aldea hasta el Restaurante Orellana Perdiz, trece kilómetros más allá, corrí con Merche, porque Paco iba por delante y de vez en cuando nos esperaba. Iba contento, porque apenas si andábamos.

En el restaurante me tomé una suculenta sopa, que realmente me apetecía. Ellos medio sandwich, y el otro medio se lo guardaron. La Coca-Cola también ayudó, pese a que ya iba bastante cansado. Lo que vino después fue una pequeña pájara fruto de la digestión y el calor, aunque tres cuartos de hora después se me pasó. A esas alturas, ya en La Fernandina, el cansancio me hacía ir mucho más lento, y mi mujer me esperaba más de lo que a ella le hubiera gustado. En un restaurante de ese pequeño núcleo poblacional, volvimos a hacer una parada técnica, la última antes de alcanzar la meta, en apenas 15 kilómetros. Sin embargo, ya no pude comer nada, sólo Coca-Cola. Así pues, decidimos ir rectos sin pasar por Acebuchar, restando así un par de kilómetros al recorrido. 

Lo que vino después fue el lógico hundimiento. Corriendo menos y andando más, hasta llegar al cruce de la presa, donde cogimos el camino hacia Las Garzas, pero yo ya únicamente podía andar. Pronto me quedé sin gasolina y sin poder tomar nada, de forma que los últimos 7 kilómetros fueron a menos, hasta el punto de que Mercedes prácticamente me tuvo que llevar del brazo.

Si antaño bajaba de tres en maratón, hoy no soy más que una sombra. Aunque eso somos los humanos, animales cambiantes que un día están en un sitio y otro día se encuentran en el opuesto. De nada sirve lamentarse... al menos sigo intentándolo.

Finalmente, 98 kilómetros y medio y reto totalmente conseguido, pese al bajón de autoestima que me vino después.



















viernes, 21 de abril de 2023

LO QUE LLEVAMOS DE 2023

Pese al esfuerzo titánico de la Valdepeñas-Linares, mi organismo no fue a más, todo lo contrario. La Navidad tampoco ayudó, así pues, me vi en enero planificando un nuevo curso sin muchas ganas. Lo mejor es que no hemos dejado de correr, lo peor, es que lo he hecho por inercia, y con la moral por los suelos, en lo que vienen siendo unos primeros meses de año muy aciagos. Esto ha acontecido:

TRAIL MONTES COMUNALES ADAMUZ

Merche tenía un mal recuerdo de aquella carrera, en la que en 2018 se cayó llegando a meta y le tuvieron que dar puntos en la rodilla, por tanto, regresábamos para tratar de que nos quedase un regusto distinto. Mucho frío aquella mañana de domingo, hasta -5 grados llegó a marcar el coche, quizá por ello, no tenía muchas ganas de batirme el cobre, por lo que a última hora decidí correr con mi mujer. Al final ella respondió bien, disfrutando, casi más que yo. Terminamos los 27 kilómetros en algunos minutos más que en aquel 2018, pero ella es cinco años más vieja, y eso se nota. En cualquier caso, completó el pódium de las máster, categoría que estrenaba, y a fe que hubo competencia, más que en la categoría inferior



TRAIL SERIES EN JIMERA

A mediados de febrero nos íbamos a una zona de Málaga espectacular, a correr tres pruebas en un fin de semana, algo más de sesenta kilómetros. Mi mente estaba en otro sitio, por lo que no disfruté demasiado, a pesar de los bonitos paisajes y el ambiente. El sábado, 25 kilómetros que me sentaron muy regular, por la tarde una subida de 3 kilómetros con +600, y la subsiguiente bajada, en la cual me costó arrancar, pero fui a más, aunque la hice con Mercedes. El domingo, la prueba más dura, 32 kilómetros, ya con las piernas cargadas, en las que disfruté hasta que me quedé sin fuerzas. Los últimos 10 kilómetros, entre la Estación de Benaoján y Jimera... para olvidar. Tanto en la prueba de 25  como en la de 32, Mercedes se quedó a tan sólo unos minutos de pillarme. Y como no podía ser de otra forma, subió al cajón. Lo hizo como segunda de su categoría:¡un meritazo!


EXTREM FILABRES

Era la tercera vez que nos acercábamos a Serón a correr esa prueba. En la primera ocasión Merche fue cortada, en la segunda no mejoró su tiempo, así pues, tenía ganas de reivindicarse. Una mañana estupenda para correr, aunque con calor de más, y mis piernas que no van, noto que estoy mucho peor, ni que decir cuando desde Las Menas se me hace eterno. Resultado: 4 horas 51 minutos, treinta y cinco minutos más que en 2020, cuando subí como tercer máster. ¡Esto es lo que hay!, el 11 de 11 másters. En cuanto a Merche, 5 horas 26, mejorando en 6 minutos su tiempo de las otras dos ediciones. 

 


COPA TRAIL BOGARRA

Comenzaba la copa, y lo hacíamos por parejas. Sensaciones regulares, a pesar de estar en abril y venir de hacer tantas pruebas, así como mi reto de la Valdepeñas-Linares por segunda vez (del cual hablaré en otra entrada). ¿Qué decir? Da igual lo que haga, ya no voy. Al menos hice de escudero: 5 horas 9 minutos y nos quedamos segundos, pero Merche arrastró la lesión en los isquios, fruto de los 100 kilómetros de mi reto. En cualquier caso, obtuvo doble premio, porque también subió como segunda de su categoría.




65 KILÓMETROS DEL DESAFÍO DEL CALAR

Y el colofón a estos magníficas semanas para mi (lo digo con algo de sorna), fue la durísima prueba de 65 kilómetros con +3200 positivos con salida en Ríopar. Había que subir al Gallinero, al calar, al Padroncillo por la cara más dura y hacer la Almenarilla y la Almenara. Merche y un servidor íbamos como parejas, y pronto sufrimos el recorrido, de noche, en el primer bucle. Cuando pasamos por Ríopar en el 17, ya veníamos de ir haciendo la goma con la segunda pareja de la clasificación, así pues, teníamos ese acicate. En el siguiente tramo metimos una marcha más y subimos bastante bien al calar, a pesar de que los de la carrera de 45 comenzaron a adelantarnos, lo cual fue un engorro. Al llegar al aparcamiento del chorro, yo ya iba tieso, ¡para variar!, aunque resolví el problema con un paracetamol. El siguiente tramo fue mejor, pero muy largo, ya con calor, hasta que llegamos en el 31 al Campamento San Juan. Para entonces, seguíamos encontrándonos con la pareja de la que antes hablé. La subida al Padroncillo fue espectacular, y para mi sorpresa, me sentí con fuerzas, pero la bajada se hizo difícil, sobre todo cuando Mercedes se torció el tobillo y, ´mas allá del terrible dolor, decidió seguir. La cosa no fue a más y alcanzamos Riópar Viejo. Recuerdo que en el avituallamiento pensé que terminaríamos la prueba y le daríamos cumplido homenaje a Pepe Llavero, mi suegro, no en vano, la última vez que habló Mercedes con su padre fue para comunicarle el año anterior que habíamos cubierto con éxito los 45 kilómetros del Desafío de 2022. Además,teníamos delante a la pareja e madrileños... ¿quién iba a imaginarse lo que luego ocurrió?

Pero el tramo que venía después era duro, tras tantos kilómetros y con el calor. sin darme cuenta me fui deshidratando, de forma que entre el 42 y el 45 me terminé de secar. Repentinamente, me indispuse y comprobé que ya no podía seguir. Merche quería que no abandonase, pero pronto se dio cuenta del problema... cuando me vio vomitar la Coca-Cola que había bebido un rato antes. Así soy yo, y así es ella. Mi mujer continúa subiendo los tres kilómetros más complicados de todo el recorrido, mientras yo bajo en busca de la ambulancia. De ahí a la enfermería de Ríopar, pero afortunadamente sin vías, ni nada que se le parezca. El resto de la aventura lo pasé sentado en la plaza charlando con nuestro buen amigo Antonio, del PAM, mientras esperábamos a Merche. Tres horas y medio le llevó cubrir los últimos trece kilómetros, realizando en la cresta un kilómetro en cuarenta y dos minutos, pero ahí estaba otra vez. Siempre cumple.

Finalmente, pese a mi retirada, tenía a derecho a trofeo como máster, siendo la única en su categoría en terminar la prueba. 12 horas 32 minutos.

Unas horas después, ya en Valdepeñas, tendríamos que ir a urgencias a que le vieran el tobillo, el cual tendría que recuperar en, al menos, dos semanas.

 




 Y estas han sido las quijotescas historias de un viejo en declive y su portentosa mujer. No sé cuánto cartuchos me quedan, pero sí sé que los que aún conservo están mojados.



 







LA VALDEPEÑAS-LINARES Reflexiones en el camino

 Aprovechando el puente de diciembre, dejé a Merche y a Ziggy en Linares, regresé en tren y el sábado a las cuatro de la madrugada salía de Valdepeñas dispuesto a llegar como fuese a Linares. Los primeros kilómetros hasta Santa Cruz de Mudela fueron bastante amables. Desde ahí se puso a llover, y la logística me pasó alguna que otra mala pasada camino de Bazán. En esa aldeita me tomé un par de bollitos cuando aún no había amanecido, sin embargo, en los minutos siguientes me tocó pasar mi primera crisis, porque en una zona de barro sentí que no avanzaba. Desde ahí hasta el Viso del Marqués fui deshaciendo poco a poco el azucarillo, de menos a más, hasta que llegué a la plaza de ese curioso pueblo y desayuné. La tostada de jamón y tomate me sentó estupendamente, no en vano acometí el paso de Despeñaperros con otro talante, disfrutando. Además, comencé a notar las muestras de apoyo de Mercedes y  los del Safa Linares, que me seguían en vivo. 

Así atravesé Despeñaperros, en una aventura emocionante, hasta que llegué a Miranda del Rey, en el 65. Allí me quité ropa, porque hacía calor y comenzó una nueva carrera, ya más agarrotado, con menos ritmo, tanto, que pasada la Aliseda se me hizo un mundo, hasta llegar al Orellana Perdiz, donde traté de comer algo, pero apenas si me entró. Eso sí, la Coca-Cola me dio fuerzas. Pasada Navas de Tolosa, llevaba la parte de atrás de la rodilla totalmente contracturada, y supe que ya tocaría andar todo lo que quedaba... así fue pasando la tarde, hasta que anocheció a algo menos de 10 kilómetros de Linares...

De nuevo otra carrera, con frío, cansado y agarrotado, me tuve que poner la térmica y el chubasquero, hasta que a menos de siete kilómetros para llegar, reparé en que no llevaba el móvil, se me había caído. No quería ir hacia atrás, pero necesitaba recuperarlo, porque, entre otras cosas, llevaba la tarjeta de crédito y el DNI, así pues decidí pedir ayuda en la urbanización de al lado de Las Garzas... conseguí llamar a Merche y Miguel Ángel y mi mujer aparecieron treinta minutos después. Los siguientes minutos los pasamos buscando el móvil, y costó, de forma que, cuando lo encontramos, ya estaba totalmente incapacitado para continuar, así que ahí se terminó la aventura, tras 97 kilómetros de brega.

Sin duda que se me quedó un sabor agridulce, con la idea de que habría que intentarlo más adelante, como así ocurrió...







jueves, 20 de abril de 2023

HA PASADO CASI UN AÑO, PERO SEGUIMOS CORRIENDO. ¿QUÉ ACONTECIÓ HASTA DICIEMBRE DE 2022?

 ¡Hay que ver cuan olvidado tengo el blog! No obstante, Merche y un servidor hemos seguido moviéndonos.

Dejé de escribir cuando estábamos en plena preparación de la Trail Weekend de Santiago-Pontones, justo tras haber colgado la crónica de la Maratón de Montaña de Valdelinares, aquel pódium inesperado. Mucho ha llovido desde entonces, obviamente, en sentido figurado, por lo que es llover llover, poca cosa. 

Ni que decir que las cosas no han mejorado, pero al menos seguimos haciendo burradas. 

¡Vayamos al lío!...

TRAIL WEEKEND SANTIAGO PONTONES. 56 KILÓMETROS

El 10 de septiembre tomábamos parte de la prueba LTSS de Santiago-Pontones, 56 kilómetros duros y complicados, sobre todo, por el calor, no en vano, ya venía de retirarme en la edición anterior. En esta no podía fallar, más allá de que la voluntad vaya por un lado y el cuerpo por otro...

 No llegaba en un buen estado de forma, pero ¿cuándo fue la última vez que lo tuve? Siendo fieles al ejercicio de masoquismo que nos caracteriza, nos pusimos en línea de meta Merche y el que escribe. Estrenaba bastones y zapas... los nuevos elementos muy bien, las piernas y el físico no tanto. Una dura batalla en la que no iba cuando se trataba de correr, aunque subiese relativamente bien desde La Toba. En esta ocasión llegué a Miller más entero que en la anterior edición, y acometí el tramo hacia Marchena con mucho miedo, ya que fue ahí donde me había muerto la última vez. Sin embargo, habían cambiado el recorrido, y eso me ayudó, por el hecho de no tener que recordar, de forma que llegué al punto fatídico donde antaño arrojase la toalla, aunque lo hice con un talante bien distinto. En Marchena me refresqué, cogí mi bastones y acometí los últimos 17 kilómetros... Todo fue bien hasta que comencé a deshidratarme, ¡cómo no! no es algo nuevo... va conmigo. Allá por el 48, justo en el calar antes del último avituallamiento, de repente sentí que no podía avanzar, mareado y sin ninguna posibilidad. Anduve como un zombie hasta el avituallamiento, sabiéndome retirado... Pero entonces ocurrió algo inesperado...

Ya sentado en el vehículo, esperando a que llegase el conductor y me llevase a mete, de repente comencé a sentirme mejor... así pues, me tomé un par de vasos de Coca-Cola y arranqué sin pensarlo, tras haber estado parado unos 20 minutos . Ni que decir que los últimos 7 kilómetros fueron un premio para mi. Lloré al llegar... el tiempo es lo de menos, 10 horas y 4 minutos, ¡ahí es nada! Merche llegó treinta y seis minutos más tarde, también muy emocionada. ¡Lo habíamos conseguido!. 

Y como creía que era la cuarta de su categoría, como así era, nos fuimos de vuelta a casa, sin caer en la cuenta de que todas las de su categoría subieron como absolutas. Ya en Valdepeñas nos enteramos de que había sido primera, finalmente. Le recogieron el trofeo.



 

PATERNA DEL MADERA

Unas semanas más tarde, tocaba finiquitar la Copa Trail de Albacete en Paterna del Madera. Como quiera que habíamos corrido la segunda prueba como parejas, decidimos hacer lo propio, y terminó siendo de lo mejorcito del año... mucha brega yendo los últimos, la séptima pareja, pero... poco a poco, remontando conseguimos lo imposible, porque a 500 metros de meta pillábamos a los terceros y subíamos aun inesperado cajón... ¡inolvidable!

Ya a finales de año, Merche recogería su trofeo en la Gala de la Copa en Albacete. Terminó siendo tercera Veterana C.



 ECO TRAIL DE MADEIRA

Por último, en octubre, aprovechando unas vacaciones en Madeira, corrimos el Ecotrail de Madeira, una maratón de montaña bastante dura. Lo hicimos juntos, y lo mejor fueron los paisajes, no así las sensaciones y la humedad. Llegué muy tocado al final, pero llegamos, que no es poco.


 

Con eso cerramos la temporada, justo a las puertas de un reto que llevaba mucho tiempo queriendo hacer: la Valdepeñas-Linares