RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 28 de julio de 2020

SEMANA 2 HACIA FILABRES DESDE EL 18 AL 24 DE JULIO

Enfilado no antes que esmerado para conseguir mis objetivos, comenzó la nueva semana en las víspera de un nuevo viaje, en esta ocasión a Priego de Córdoba. Pero antes de partir hacia esa bonita localidad cordobesa madrugué el sábado para hacer 17 kilómetros que me costaron más de la cuenta. Una vez en Córdoba Merche y un servidor planificamos una tirada a La Tiñosa, con la esperanza de que mi mujer se encontrase mejor de la rodilla. La tirada estuvo bien, pero quedó marcada por sus problemas en la articulación y por el calor, aunque esos 21 kilómetros no nos los quita ya nadie. Aún quedaba rematar los días laborables con mis salidas matutinas: el lunes madrugué, en algo que ha sido la pauta general estos días, y logré hacer un entreno suave de tan sólo 8,5 kilómetros en la zona del Ángel, con subida por el carreterín incluida. El martes, de nuevo a las 06:30 en pie y sin apenas ganas, pero logré rascar 10 kilómetros en la zona de la circunvalación. El entreno de calidad tuvo lugar el miércoles, cuando me encontré con un crack, Rafa Doña y charlando charlando nos pusimos a 4:30, demasiada velocidad para mi, otros 10 kilómetros, estos muy bien empleados. El jueves estaba dolorido y aún así logré sacar otros 10, al igual que los que he completado hoy, éstos últimos con mejores sensaciones. 81 kilómetros y visos de cambio. A ver la semana que entra, que parece que comienza fuerte.


SEMANA 1 HACIA FILABRES: DEL 11 AL 17 DE JULIO

Tras conseguir, no sin esfuerzo, 81 kilómetros en la semana anterior, esta, que empieza a contar como la primera en la preparación hacia el reto de Filabres, he conseguido unos honrosos 75. Comenzó el sábado con una tirada en Biar, Alicante; Merche estaba lesionada así que madrugué y salí del hotel para hacer un precioso recorrido de 23,5 kilómetros, entre bosques, aunque no muy duro en cuanto a altimetría. Noté aún la falta de forma. Al día siguiente, ya en Valdepeñas, Merche y un servidor hicimos unos rápidos y descafeinados 5,5 kilómetros, que sirvieron más que para nada, para que Mercedes moviera su maltrecha rodilla (está convaleciente de una caída). El lunes regresábamos por fín al gimnasio, que los reabrían y allí hacía una sesión de unos 4 kilómetros de bici, que se unían a los 11 kilómetros que había hecho matutinamente, un buen doblaje, sin duda. El martes me tocaba salir por la tarde y pasar algo de calor, haciendo un circuito de 9 kilómetros y el miércoles, volvíamos a salir, por la tarde los dos para hacer 6 kilómetros y una sesión de gimnasio, aunque no pudimos completar esto último debido a que como nuevo protocolo no se podía entrar en el mismo sin toalla. El jueves y el viernes hacía sendas salidas matutinas que acumulaban otros 19 kilómetros de forma que conseguía salvar por los pelos una semana con 72 kilómetros y con una decisión firme: generar de una vez por todas el deseado punto de inflexión.


miércoles, 15 de julio de 2020

ESTA SEMANA SIGO EN LA POMADA

Tras alcanzar 81 kilómetros en la semana pasada, ha costado continuar con el plan de abordo. El fin de semana pasado viajábamos a Biar, al lado de Onil, y el sábado pude realizar una salida inolvidable, de casi 24 kilómetros y unos +900. Sé que no estoy en forma pero pude disfrutarla, pese a la caída que me pegué, sin consecuencias, afortunadamente; pero los tendones, los tobillos, me siguen molestando demasiado. El domingo íbamos a realizar una ruta senderista Merche, Inés y un servidor, pero al final se torcieron los planes por el empecinamiento de la niña, así que Merche que está prácticamente en el dique seco, se quedó sin su válvula de escape. Aún así ya a la tarde y en Valdepeñas salimos a correr un poco, con malas sensaciones por mi parte y por la suya. Fue desde el lunes cuando sentí que algo debía cambiar, que algo estaba cambiando...buen entreno por la mañana bien temprano, sin ritmo, eso sí, pero luego un doblaje en el gimnasio y de nuevo el martes madrugando, me han hecho sentir que me estoy esforzando, paso previo y necesario a la obtención de cualquier premio. Si me cuido y sigo perseverando podré conseguirlo y es que me he propuesto soñar con Filabres, que me espera el 4 de octubre.


YA TENGO MEDIO SIGLO PERO SIGO PERSIGUIENDO EL FLOW

Si hace justo 10 años me puse el mono de trabajo dispuesto a ponerme en forma y no dejar de correr hasta nueva orden, hoy puedo decir que ese empeño no cayó en saco roto, porque ahí sigo, sin dejar de dar zancadas, pasando por muchas fases, no todas buenas, pero haciendo de este hábito una forma de vida que me ha cambiado, y no sólo a mi, también a Mercedes...

Ayer, paralelamente al aniversario de la década como corredor, hacía medio siglo que vine a este extraño mundo, y ahora más que nunca estoy muy orgulloso de mi pequeña parte de neandertal, pero no lo estoy tanto por el cromagnon dominante que llevo dentro. Sin embargo, es la ambición, esa cualidad que tanto caracteriza a nuestra especie, la que me hace continuar, tratando de mejorar, de seguir haciendo cosas. 

Pues bien, tras esta inolvidable primavera, y el adjetivo va con segundas, se me muestra un verano de esos de picar en la mina, porque intento por enésima vez alcanzar algo que tan sólo he conseguido en tres o cuatro ocasiones en estos diez años, el pico de forma que me haga sentir bien corriendo, que provoque que me muevo sin fricciones. Me he propuesto conseguirlo, pero la primera vez que lo alcancé fue como fruto al gran esfuerzo de preparación de mis primeras maratones, y su cúlmen llegó en la Maratón de Roma, bajando de las 3 horas, yo que soy tan malo, ¡ay que tiempos aquellos!. La segunda vez fue en la primavera de 2015, y sólo duró mes y medio, pero ahí quedó ese buen registro de la Media Maratón de Bolaños. La tercera fue la que recuerdo con más añoranza,  hace tres años, también en primavera como casi siempre, y vino casi por casualidad hasta que el verano se la llevó como si fuera puro viento, pero esos tres meses fueron de auténtico disfrute en mi sitio preferido, la montaña; nunca olvidaré la Mineros Trail o la Pencona de 2017. La tercera fue más breve y menos intensa, en mayo de 2018, y se fue bien rápido, dejándome con la miel en los labios. 

Y si hablamos de los buenos tiempos, ¡qué decir de los malos!, que han sido más largos y sobre todo muy oscuros: como aquel año completo que medió entre julio de 2015 y julio de 2016 en el que la pubalgia me partió en dos y que aún así no dejé de correr pese al dolor y la frustración, o el batacazo del otoño y el invierno entre 2013 y 2014 con la rotura de isquios, y las constantes pequeñas lesiones que vinieron después. Qué decir también de la lesión de piramidal que me ha tenido atrapado en el limbo desde finales de 2018 hasta el otoño del año pasado, y durante todo ese tiempo seguí Don R que R, obsesionado por no parar...

Pues sí, lo vuelvo a intentar, con premeditación y alevosía, voy a buscar ese flow, o como se llame, que me haga sacar la sonrisa y que provoca que las comidas me sienten tan bien aunque mi aspecto parezca, paradójicamente, menos saludable, porque con la forma llega una irremediable bajada de peso que a casi nadie gusta.

Ya tengo medio siglo, pero parece que no he aprendido mucho en estos diez años, bueno, sí, he aprendido algo esencial: en la montaña es donde soy feliz y el asfalto es muy frío y aburrido, así que a soñar que es lo que toca.


jueves, 9 de julio de 2020

PARECE QUE NO HE APRENDIDO MUCHO. DE NUEVO DE PLANES

Y el verano avanza y nos lleva a no sabe muy bien dónde. Pero ahí estamos, con un nuevo trabajo que ahora absorbe incluso más tiempo que el anterior y con ganas de poner los cimientos de un nuevo renacer. Si este virus no lo impide, a primeros de octubre regresará Filabres, justamente el trail que tenía en mi cabeza el día en el que corrí la última carrera de montaña, el día que me lesioné, y que fue suspendido y en última instancia aplazado

Muchas cosas han pasado desde primeros de marzo, pero lo que no ha cambiado ha sido las ganas de ponernos a tono, algo que por momentos se está convirtiendo en tarea ardua y difícil. Parece que el tendón izquierdo de mi pie me va dejando seguir, pero no acabo de coger la forma, y si hablamos de Mercedes, estamos seriamente preocupados porque los problemas que le surgieron en su pie han ido a peor; hemos descubierto que se trata de tendinitis del tibial posterior, y ni las plantillas le permiten mejorar, pasándolo peor en terrenos complicados de montaña. Por ahora la he convecido de que no cancele su inscripción en Filabres, con la intención de que coja ritmo en llano, poco a poco, y no pise la montaña hasta septiembre, pero mucho tendrá que remar

Y sí, ahí estamos, de nuevo con planes y planificaciones. Hace mucho tiempo que no cuelgo en este blog las semanas de entrenamiento y creo que ha llegado la hora de retomar esa costumbre. Por lo pronto, esta semana ha sido complicada pero prolija, y ya llevo acumulados 81 kilómetros en seis días seguidos, a falta de lo que haga mañana.

Pero no está resultando fácil, no logro hilar las mejoras, y saltar de 70 kilómetros semanales está siendo prácticamente imposible. Al menos no lo he dejado, ni tan siquiera cuando no podíamos salir de casa, ¡vaya tiempos aquellos!.

Estos últimos meses me ha dado para regresar a Despeñaperros, hasta en tres ocasiones. También he descubierto un circuito de casi 20 kilómetros en San Carlos del Valle, que he realizado cuatro veces, y las tiradas han ido incremetándose en dificultad y en distancia gradualmente, hasta que la semana pasada hice unos muy sufridos 30 kilómetros sin mucha altimetría pero con mucho calor, que no me sentaron muy bien. La clave está en continuar aumentando la carga y quitarme los tres kiletes que me están lastrando e impidiendo dar ese pequeño salto que necesito.

Mantendré la esperanza porque tengo algo menos de tres meses para regresar a Serón, en un trail de 34 kilómetros bastante duro, y si no llego en condiciones lo pasaré mal.