RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 29 de agosto de 2017

MIÉRCOLES 16: 9 KILÓMETROS Y MEDIO CON INTERVAL DE 1,5

Mi primer día de vuelta al trabajo me puse un entreno con interval corriendo 1 minuto y medio fuertes y 1 minuto y medio suaves, en el circuito que llamo del aeródromo. No resultó fácil, me hallaba cargado, pero salvé el entreno "intenso" que era de lo que se trataba. Merche a su vez se fue a hacer un circuito de 11 kilómetros.

MARTES 15: CIRCUITO DE LOS CERROS DE LA AGUZADERA CON MERCHE

Ese día estuvo marcado por el regreso de las vacaciones: ¡se terminó la playa!. Salimos por la mañana y llegamos a la hora de comer; hay que tener en cuenta que era festivo pero nosotros no nos perdonamos un entreno por ese hecho, así que cuando el calor dejó de apretar un poco salimos los dos a hacer el Circuito de los Cerros de la Aguzadera. Merche se quejó de encontrarse cansada y no resultó un gran entreno.


viernes, 18 de agosto de 2017

LUNES 14: 11 CALUROSOS KILÓMETROS POR LA COSTA

El lunes le perdoné la vida a Mercedes y la dejé durmiendo. Me fuí demasiado tarde en otro día bastante caluroso y pegagoso por la humedad. Me costó entrar en faena, no me carburaba el motor, pero fui cogiendo poco a poco la onda. Me adentré por un camino paralelo a las calas y luego subí al carreterín asfaltado para luego coger la gran urbanización que en gran medida está sin edificar y que me regresaba al camino de vuelta a Peñíscola. En la segunda parte del recorrido pasé mucho calor pero al menos las piernas ya funcionaban y pude completar un buen entreno de 11 kilómetros.

DOMINGO 13: 24,4 KILÓMETROS POR LA SIERRA DE IRTA

El domingo por la mañana costó algo más madrugar, de hecho salimos demasiado tarde a correr, casi a las 10 de la mañana, y además el domingo iba a ser bastante más caluroso que los días anteriores. La idea era realizar una larga tirada por la Sierra de Irta, y eso hicimos.

Sin embargo desde el principio me dí cuenta de que no iba a ser el día de Mercedes. Tomamos una senda que nos llevó cercano a la costa, cogimos una carreterín asfaltado cuando el calor ya apretaba y Mercedes comenzó a quejarse un poco. Tras unos 6 kilómetros entramos en una pista de tierra blanca que se adentraba en la Sierra de Irta y comenzaron los toboganes subiendo y bajando, cruzándonos con algunos cicilstas de montaña y a una "loca" con chaleco de hidratación como nosotros. Cada vez si iba poniendo el paisaje más interesante lleno de bosques de pino y otra arboleda de tipo mediterráneo, hasta que llegamos a un merendero donde discurría un río, desafortunadamente seco y cogimos una bonita senda que se adentró profundamente en un barranco siempre ascendiendo. Precioso recorrido el que fuimos realizando, cada vez por sendas más difícilles y frondosas en las que Mercedes llevaba un ritmo algo cansino, y se quejaba de irse pinchando con las matas, pero mereció la pena. En el 12,5 alcanzamos una pista que cogimos en fuerte pendiente, y ahí tuvimos que andar un buen rato, para luego llanear y coger el camino de ida y vuelta que nos llevaría al Castillo de Santa Magdalena de Pulpi. Allí nos echamos un par de fotos y regresamos por el camino donde habíamos venido para luego coger el camino que luego se convertiría en senda hacia la Ermita de San Antoni. En esa parte Merche lo pasó muy mal, incluso se mareó, y tuve que racionar el agua, dándole casi toda la que llevaba a ella. Pero cuando llegamos a la ermita sólo cabía bajar y por pista, y ahí se recuperó. Alcanzamos el camino de vuelta a Peñíscola con mi mujer sufriendo un poco pero con el piloto automático y así llegamos al apartamento realizando una tirada dura y larga para ella, en la que entrenamos un poco la deshidratación y el calor.

24,4 kilómetros muy interesantes







El castillo al fondo

SÁBADO 12: CORRIENDO A BUEN RITMO EN PEÑÍSCOLA

El sábado por la mañana no me costó que Merche se levantara temprano, a pesar de que estásemos de vacaciones en la playa. A eso de las 9 de la mañana ya estamos corriendo por el paseo marítimo de Peñíscola sentido Benicarló. Cuando llevábamos algo menos de 4 kilómetros, giramos a la izquierda por un camino asfaltado dirección a la Nacional 340. El ritmo había ido incrementándose poco a poco y ya por en aquel momento íbamos a un ritmo apropiado para la preparación de su maratón. Cuando llegamos a la nacional cogimos ésta sentido Peñíscola, es decir, Castellón y un kilómetros y medio después llegamos a un rotonda donde me perdí un poco, pero decidí coger una vía de servicio y la cosa salió bien. El ritmo ya era bueno entonces, en torno a 5´25´´ y por fases por debajo del mismo. Alcanzamos la carretera comarcal que lleva a Peñíscola donde metí una marcha más y comprobé que mi mujer me seguía sin muchos problemas y por fases nos pusimos a 5´ pelados, y así como quien no quiere la cosa llegamos al apartamento donde nos alojábamos, haciendo 14,2 kilómetros en 1 hora y 22 minutos, pero he de decir que la segunda parte fue mucho más rápida que la primera. Salió un buen entreno de calidad para ella.


miércoles, 16 de agosto de 2017

BUEN BALANCE DE LA SEMANA

Puedo hacer un buen balance de esta primera semana en la que un servidor ha hecho lo siguiente:
  1. Sábado 5: tirada de 22,5 kilómetros con mucho calor y a ritmo suave, con Mercedes.
  2. Domingo 6: entreno a buen ritmo de14,3 kilómetros, aunque el comienzo fuera nefasto. El resto fue todo lo contrario, muy bueno. Merche hizo 13 kilómetros a una buena media de 5´40´´.
  3. Lunes 7: subida a los molinos eólicos por la senda realizando un total de 18,5 kilómetros bastante buenos. La parte final hecha a buen ritmo. Mercedes hizo por su parte 9 kilómetros a ritmo.
  4. Martes 8: 12 kilómetros hechos con bastante calor y tratando de ir por debajo de 5´el kilómetro. Las sensaciones quedaron empañadas por la alta temperatura. Por la tarde descalenté con otros 2 kilómetros. Merche hizo 8 kilómetros en el Parque Cervantes
  5. Miércoles 9: interval rápido en un circuito de 9,5 kilómetros, entreno hecho de menos a más.
  6. Jueves 10: descanso.
  7. Viernes 11: trail en Sierra de Irta con Mercedes, 17,4 kilómetros y ruta senderista de 12,5 kilómetros por la noche.

En estas conseguí acumular 109 kilómetros, aunque muchos de los cuales bastante suaves. Mercedes también hizo un buen puñado de kilómetros, un total de 83, en su caso hechos a un ritmo más apropiado para la maratón.

VIERNES 11: TRAIL EN LA SIERRA DE IRTA DE PEÑÍSCOLA

Tocaba terminar la semana haciendo un buen trail. El día anterior había sido un tanto raro: nada más salir de vacaciones con el coche se enciende la luz de la batería, lo llevo al taller y resulta que se ha ido el alternador. Toca dejar el coche en el taller y alquilar vehículo para podernos ir a Peñíscola. Eso hacemos...

Con todos los retrasos llegamos algo tarde a nuestro destino y sin muchas ganas de correr, pero eso sí, pudimos disfrutar de un buen paseo por la playa y por el castillo. 

Sin embargo al día siguiente yo ya tenía programado un buen trail por el Parque Natural de la Sierra de Irta:






















Fabuloso entreno, hecho sin prisas, eso sí, con una primera parte sencilla, por pistas, hasta subir a la Ermita de San Antoni, para luego transitar por sendas muy bonitas y terreno técnico. 17,4 kilómetros hechos en más de 3 horas y media con paradas incluidas, pero un buen entreno en definitiva.

Además, por la noche hicimos una ruta senderista bien larga los cuatro: subimos nuevamente a la Ermita de San Antoni y allí cenamos, para regresar ya de noche, es decir, otros 12 kilómetros y medio, que también computan.


MIÉRCOLES 9: INTERVAL COMO PREÁMBULO A LAS VACACIONES EN LA PLAYA

El miércoles había ido creciendo mi desmotivación conforme fue avanzando el día. No había ido a correr por la mañana por lo que me decidí a salir por la tarde. Merche se iba a tomar descanso después de haber corrido sábado, domingo, lunes y martes en un buen puñado de kilómetros, y en mi caso tenía que seguir con la buen racha. Sin embargo no me encontré a gusto en este entreno que me dejó sensaciones contrapuestas. Hice el entreno del circuito del aeródromo, un poco alargado, es decir, 9,5 kilómetros, con cambios de rimo de unos segundos pero con muy poca recuperación. Llegué bastante cargado al final, pero había completado unos buenos 5 días.


MARTES 8: DOBLAJE QUE ME EMPERRONÓ

Recién comenzadas las vacaciones se siente uno bien saliendo a correr por la mañana. Ese martes salí a correr nuevamente por la mañana, pero no tan temprano como el día antes. Me hice el circuito del Camino de Hortezuelas, de unos 12 kilómetros con un calor considerable y no al ritmo que me hubiera gustado, pero de esta forma daba continuación al buen comienzo de semana. El caso es que por la tarde Merche fue al parque a correr e Inés y yo fuimos a acompañarla. Ella hizo 8 kilómetros que le costaron un poco, se sentía floja, y yo no pude evitarlo y dí un par de vueltas muy suaves al recinto, que me dejaron más perro que si no lo hubiera hecho.

Por eso lo del doblaje, aunque fue un poco ficticio.


martes, 8 de agosto de 2017

LA SONRISA MÁS AMPLIA. DEDICADO A MI PADRE

Lo etéreo de la felicidad


Esa línea negra que amenaza cuando echa su vista hacia adelante le obliga a estar atento, pero es el único sitio por donde ir: la zona del rail del tranvía de la Avenida de Linarejos; la llanta delantera de su bicicleta zigzaguea bailando con el hueco de la estructura metálica con el único propósito de evitar terminar por los suelos. No siente miedo y sí una emoción difícil de describir: a cada giro que dar pierde velocidad y luego pelea por recuperar la cadencia mientras en el ambiente crecen los decibelios por los aplausos y gritos del público que se agolpa en las aceras. Las piernas de Juan José pesan como losas y aún así el dolor queda en un segundo plano, sigue avanzando como si no le costara hacerlo...

Es extraño, no parece real, se dice así mismo ¡venga, un giro más y ya está! le asalta el ansia por finiquitar y en un acto reflejo mira hacia atrás buscando a sus perseguidores, deja de controlar el rail y roza el borde del "nada" , cruza ese instante resignado a su suerte, sin embago la fortuna le acompaña  y no cae de su bicicleta, pasa del escalofrío al  sentimiento de alivio; y llega por última vez al final de la avenida, frena, acelera, levanta la mirada y ve acercarse a gran velocidad esa pancarta deseada hasta cruzar la meta. 

No parece real, un día raro y extraordinario a partes iguales, el más extraño y especial de su vida. El peso del trofeo le duerme los brazos: allí se halla subido en lo alto de ese improvisado podium forrado de tela que cubre un montón de cajas de madera que otrora portaron garrafas del buen vino de Valdepeñas; puede ser una vivencia, una energía, o sólo una imagen que representa la felicidad más egoista y absoluta, esa que todo ser debería tener derecho a experimentar, aunque sólo fuese durante un efímero instante en algún momento de su existencia.

...Regresa al presente, está asomado a la ventana divisando aquella misma avenida: en la calzada sólo hay asfalto grisáceo, ya no hay railes; lo recuerda como si no hubiera sucedido: sin foto posando, sin trofeo el cual donó  a su club, ¿dónde acabó guardada aquella pancarta de tela blanca o las viejas cajas de vino..., sólo existen en un recobeco de su memoria, al igual que los testigos vivos o muertos de aquella carrera de la Feria de Linares de 1952, que a duras penas podrían recordar hoy lo allí acontecido 50 años antes en aquella soleada mañana de domingo...Podría haber sido un dulce sueño, nada más...

...  Suelta el visillo se gira y regresa a la celebración que le ha llevado hasta allí, de nuevo a aquella ciudad.., en el salón los comensales rien, conversan en alto. Mira a su izquierda y se guarda esa estampa: la mano de su hijo agarra la de su reciente esposa, años después se siente de nuevo subido en aquel podium, un cosquilleo..., el tiempo se para y vuelve a ser feliz en Linares.

100 metros es un largo reto

Se termina la larga subida, está alcanzando el avituallamiento del Alto de la Fuenfría; no piensa parar, no hay motivo para el descanso, pero no puede evitar verse en ese mismo sitio de la Madrid-Segovia dos años antes:  

...las sienes le martillean con la periodicidad que marca cada pulsación, la cabeza da vueltas como esa sensación que nos pilla en fuera de juego la primera vez que nos emborrachamos, los brazos molestan tanto que no sabe donde apoyarlos, todo él es un peso muerto que sólo pide reposo; qué hacer con esas naúseas, la necesidad de expulsar todo lo que su organismo ha tratado de digerir sin éxito.Allí sentado sobre esa silla incómoda, su voluntad trata de convencerle de que se quede allíí, que abandone la prueba, que se abandone. Claudio está echando fotos, ese año ha decidido no correr, repara en su presencia, se acerca y le dice: "Javier, si no te levantas y echas a andar te puedes dar por muerto". Y eso hace Javier, sigue sus instrucciones, le tiene demasiada  admiración como para no obedecerle. Se levanta tambaleante y alguien de la organización le pregunta si es capaz de seguir, él asiente y ese alguién le mira dubitativo; está en un tris de llamar al de la ambulancia que está a unos metros, pero en el último momento le deja ir. Claudio le arenga con los dos pulgares en alto y comienza a andar cuesta abajo, trota un poco, se para, se agacha y expulsa hasta la primera papilla. Claudio se le acerca y le pregunta, se siente mucho mejor, y comienza a correr de nuevo, despacito pero corre, toca pensar en su destino, Segovia... 

...Bajo hacia mi destino, Segovia, experimentando el dolor y la impotencia empeñándome en llegar a meta cueste lo que cueste aunque lo prudente sea estarse quieto. Tengo mucho tiempo y lo empleo en reflexionar, pienso en mi padre y en sus paseos; apenas puede con sus 100 metros y yo apenas puedo con mis 100 kilómetros, somos decadentes en distinto grado, pero ambos seguimos adelante hacia la meta, aunque haya que parar de vez en cuando. Me quedan más de dos horas de viaje en esta Madrid Segovia de la que estoy aprendiendo que no importa la distancia, que lo que importa es el movimiento; la obcecación por proseguir tu camino hace que la acción se convierta en resistencia y la resistencia se torne en lucha hasta que llegue el final.

Las viejas piedras romanas me hablan de lo que somos

...Javier ha pasado de largo sin parar en la tienda de campaña, ha mirado de soslayo aquella silla blanca, temeroso, como si quisiera evitar viejas sensaciones.  Alguién de la organización ha dicho algo así como "mira como va, pareciera que no lleve 83 kilómetros". Llega a la zona pedregosa y técnica de la bajada empinada, escoltada con cientos de pinos majestuosos, no se cansa de cruzar aquel paisaje, y además ese día está especialmente atento, pendiente de las confidencias que los árboles le vayan a susurrar; flota, siente la vida, está volando con su padre; el esfuerzo de ese día  es uno más de la lista de los esfuerzos pasados y el movimiento atraviesa la variable tiempo escapando a otra dimensión,..., está con su padre, sueñan con aquella carrera ciclista de Linares, esa historia tan extraordinaria y emocionante; otro pensamiento...su padre bajo el marco de la puerta de casa, domingo, viene cansado, tiene más de 60 y  regresa tras dejarse el alma haciendo un porrón de kilómetros en su restaurada bicicleta, Tere le recrimina, no puede entender qué se siente cuando la extenuación castiga  tu cuerpo y tu alma se siente tan libre..., otra visión...está es más cercana...su padre andando lentamente calle abajo y Javier con él oyendo sus jadeos, una pugna por 50 metros de ida, una larga parada para tomar resuello, y los 50 metros finales que supondrán que Juan José sienta que sigue en este mundo aún. 

Su mente cruza un nuevo arco: un andador, un temblor de piernas, ahogos..., pero también hay ganas de vivir, esfuerzo por continuar; se adentra en ese sitio oscuro y cálido a la vez: ve su final rodeado de todos los suyos, ...su mirada llena de paz y a Javier le brotan las lágrimas, aumenta el ritmo de su zancadas, las piernas arden al compás del recuerdo y sin darse cuenta llega a "La Cruz" y un voluntario le dice que va 6º; le ha oido pero no le ha escuchado, va corriendo con su padre, con su padre en su cabeza, con su padre en sus piernas, con su padre en el corazón, compartiendo ambos el movimiento. La sensación dolorosa le lleva a vaciarse hasta que en un proceso de expiación alcanza el Acueducto en aquél sábado por la tarde, jaleado entre vítores y aplausos de la gente que se agolpa en las aceras, no hay avenida ni rail, pero es un día extraño y extraordinariom como aquel de hace 65 años. Ya sentado el peso de aquellos 102 kilómetros cae sobre su cuerpo con tanta rotundidad que tiene que desconectar y liberarse de su cuerpo,...el agua tibia de la ducha del hotel le deja adormecido y se echa en la cama hasta que le llega un sueño profundo en forma de visión: su padre mira desde la ventana hacia la avenida, en la sala hay tanto jaleo  que cuesta oirse, suelta el visillo y les mira,  esboza una sonrisa, al principio leve pero cada vez más ostensible, la sonrisa más amplia que jamás le vio; no dice nada, pero con eso lo dice todo...

Han pasado dos horas, se despirta y cae en la cuenta, se incorpora rápidamente  y regresa dolorido a meta, su mujer está al llegar, ella también corre hoy.; la  megafonía anuncia que llega otra mujer, primera de la categoría veteranas, el Sol está cayendo en Segovia y la estampa es como si detuviera el tiempo, tonos anaranjados que se mezclan con el color crema de la piedra milenariam, y Mercedes girando la calle hacia el arco de meta, es perfecto, nada volverá a ser tan perfecto. Los dos marchan molidos cogidos de la mano hacia el hotel, no tienen planes, llenos de vida, vida sin planes; Javier piensa que si mira hacia atrás, hacia el Acueducto, verá a su padre en uno de sus arcos sonriéndoles con su mirada más amplia; es sólo un deseo, una tontería, no vuelve su cabeza pero sabe que él está allí con su bicicleta, no se lo imagina con su andador .

Todos los caminos llevan a Linares

Nunca hablé mucho con mi hijo, realmente no supimos qué decirnos, quizá no tuvimos la oportunidad, o puede que no tuviera el valor suficiente de abrir mi corazón. Ahora ya es tarde, mis oidos no oyen apenas, y él no entiende lo que le digo, pero a pesar de todo me siento bien viéndole como me cuida, está más cerca que nunca, veo que saca la pluma de la insulina y sé lo que va a hacer: me va a decir con gestos que me pinche en la tripa, siempre lo hace... mis hijas siempre me pinchan, son mejores enfermeras que él, pero en cualquier caso me gusta cuando él me hace ese gesto instándome a que consume el pinchazo yo mismo. Le obedezco, no dudo de que ha preparado la dosis correcta, así que agarro el aparatito, aprieto el botón y giro la ruedecita. La insulina entra de forma indolora y entonces pienso en otros tiempos en los que comunicarse era más fácil porque mis oidos aún funcionaban, porque se me entendía lo que decía.., ahí mismo podríamos haber hablado de mil anécdotas vividas, le podría haber preguntado por sus carreras, por los detalles y el caso es que siempre tuve curiosidad,  sin embargo hoy sólo podemos mirarnos y hacernos gestos, y pese a todo sentirnos más unidos que nunca.

Tengo la mente ágil, es lo único que me funciona así que puedo viajar: estamos comiendo, él todavía vive con nosotros, aunque está en proceso de independizarse, nos está diciendo que ha conocido a una chica por internet  y que la va a traer a casa ese mismo fin de semana. Veo el brillo de sus ojos y sé que está enamorado, pero la sorpresa llega cuando nos dice que ella es de Linares..., y me acuerdo de aquellos railes, del trofeo, de aquella felicidad. Ahora quiero verme años antes hablando Tere él todavía no ha nacido, mis hijas sí, discutimos sobre una oferta de trabajo que puede cambiarlo todo, pero hay que trasladar a toda la familia a Linares, mi mujer pone mala cara, inconvenientes y siento que mis alas se acortan hasta no poder volar, no puedo hacerle eso, no podemos escapar de aquello que conocemos, de su zona de comfort ...ella no lo llevaría bien.

...De vuelta a la realidad mi hijo me hace señas que entiendo a la primera, me pregunta  si quiero ir a dormir, miro a mi mujer y me pone peros a través de su mirada, no quiere quedarse sola en salón sin más compañía que el televisor, pero me hallo tan tan cansado que hoy no puedo complacerla, así que asiento con la cabeza y hago el esfuerzo de incorporarme, el esfuerzo del movimiento, sé que tocará recorrer unos escasos 7 metros que me separan mi cama, con la única ayuda de ese andador y contando con mis cada vez más escasas fuerzas. Cuando logro reposar en el lecho él se despide y yo pienso en Linares y en la casualidad.


...Hace un frío inusitado en Linares pese a estar en noviembre, y pese a todo hoy salimos a dar una vuelta, ¡que nos apetece!. Jorge ha quedado con una amiga que ha conocido a través de las redes sociales  y que curiosamente, y como no podía ser de otra forma, es de Linares, la historia se repite; suerte que Inés es demasiado peque aún para pensar en amoríos. Me abrocho hasta el último botón de mi abrigo negro y tras aparcar paseamos un rato: hoy toca ir al cine, pero antes callejeamos para ir a una cafetería que han abierto recientemente. Nada más entrar al local me siento como en casa, con un toque de años cincuenta y repleto de recuerdos colgados en todas las paredes repartidos entre mil viejos enseres. Nos vamos al rincón más apartado de todo el recinto y allí charlamos, nada trascendental, entrenos, sensaciones y de la inminente Maratón de Valencia, a unos días ..., por unos segundos la mirada se va a la pared de enfrente, fotos de la Paza de Toros, el Paseo de Linarejos, la Calle Julio Burell, aquella ciudad que antaño fue próspera y bulliciosa, ...de repente una foto llama mi atención y cuando me fijo en ella un escalofrío recorre mi cuerpo. En un improvisado y rudimentario podium se ven tres figuras, en seguida reconozco la que posa en lo más alto, se pelea por mantener a media altura un trofeo que claramente apenas puede sostener y pese a todo su sonrisa le delata, es feliz.



Este relato está basado en hechos reales. Como se aprecia en la foto el trofeo no era muy pesado, y no había podium improvisado, seguramente el rail no era tan peligroso, pero mi padre ganó aquella carrera, al igual que ganó la otra carrera, la más dura, la de la vida.

Dedicado a tí Papá.




LUNES 7: 18,4 KILÓMETROS CON SUBIDA POR SENDA A LOS MOLINOS EÓLICOS

El lunes por la mañana bien temprano me sentía pesado, lleno de líquidos, y es que había cometido algún exceso en el fin de semana anterior y eso unido a la ingesta de tanta agua debido al calor suponía sentirme lleno. Como estaba en periodo vacacional, y así será hasta mi regreso al trabajo el día 21, decidí realizar un entreno largo, así que cogí el Camino del Peral y a ritmo constante avancé hacia la sierra del mismo nombre, pero desviando por el camino que en oblicuo lleva al cruce del Peral y las Aguas. Subí a la parte alta ya al pie de la sierra y notaba que las piernas iban bastante bien, continuación de las buenas sensaciones del día anterior. Y lo mejor fue la subida por senda hasta lo alto, para salvar los más de 200 metros que hay de desnivel positivo en unos 800 metros. En lo alto me senté a contemplar las vistas y también a recuperar un poco y tras esto bajé al principio de forma un poco torpe pero en seguida retomando mis limitadas habilidades técnicas de bajada en la montaña. Tomé el camino hacia Las Aguas, pasé por dicho paraje sin parar a beber y subí la cuesta para coger el cruce por el que había venido a la ida. El regreso fue bueno, suelto y sintiéndome fuerte, tanto es así que metí ritmo y los últimos kilómetros fueron casi un calco a los del día anterior.

Sin darme casi cuenta había hecho 18,5 kilómetros que suponen un buen entreno tras el fin de semana. estas son las sesiones que me dan un plus a la hora de coger el punto de forma que necesito.

Por su parte Mercedes salió con todo el calor del mundo a correr por la tarde e hizo 9 kilómetros a buen ritmo.


DOMINGO 6: BUEN ENTRENO 14,3 KMS

El domingo bien temprano seguía con el buen hábito de madrugar y me disponía a meter un poco de ritmo después del largo pero suave entreno del sábado. Desayuné demasiado y en seguida me dí cuenta que había metido la pata, ya que cuando me ví corriendo, además de sentirme cansado y pesado también me sentía indigesto, tanto es así que a pesar de llevar un trote "cochinero" no me sentía con fuerzas de continuar y tuve que parar en dos ocasiones, la última a la altura del cementerio. El caso es que a partir de esa segunda parada, me recuperé prácticamente del todo y sentí que me iban las piernas. Subí por la Finca la Gatera estupendamente y bajé hacia el valle del Arroyo del Peral bastante fuerte. Había cogido un buen ritmo crucero que no quería abandonar. Subí sin problema alguno al Albergue Juvenil El Cañaveral y bajé a las Aguas muy suelto, tanto es así que sentía que me estaba saliendo uno de esos entrenos que se quedan grabados. La cuesta que sube al camino de vuelta a casa, pese a ser considerable, no me cortó el buen ritmo y me ví bajando a casa como si fuera compitiendo, tanto es así que casi no me enteré que estaba finalizando el entreno de lo que estaba disfrutando. Ya en las inmediaciones del final me crucé con Mercedes quien iniciaba su entreno. Yo terminaba realizando unos 14 kilómetros y medio bastante buenos y ella, pese que le había dicho que no forzara e hiciera un entreno regenerativo, finalmente hizo unos 13 kilómetros a una media de 5´37´´ pero que le costaron bastante. Luego le eché la bulla por haber forzado tras el considerable tute del día anterior.


SÁBADO 5: 22,40 KILÓMETROS QUE HICIERON SUFRIR A MERCHE

Costó madrugar el sábado, y es que a Mercedes no hay quien la levante a la primera si hablamos de las 7 de la mañana. El caso es que a las 08:30 ya estabámos dando las primeras zancadas, yo provisto con el chaleco y un litro de líquido entre isotónica y agua, así como tres turroncillos. La idea era realizar una tirada cercana a 25 kilómetros sin grandes pretensiones de ritmo y en definitiva sin prisa. Cogimos el Camino de Don Bernardo yendo suavito y poco a poco fui apretando para que fuera saliendo una media cercana a los 6 minutos el kilómetro. Llegamos a lo alto, a los pinos del kilómetro 6 en 36´ muy largos, casi 37´con lo cual íbamos acercándonos a la media deseada. El siguiente tramo fue más rápido pero el calor comenzaba a apretar, y pese a ir bebiendo cada rato comencé a ver que Merche no iba bien. Así fue como en el kilómetro 8, cuando llevábamos unos 47 minutos paró y me dijo que necesitaba descansar, que sentía mucha carga en los cuadriceps. Paré el crono, le dí de beber y un par de minutos después reanudamos la marcha, pero ya veía venir lo que iba a pasar. Llegamos al cruce de caminos del kilómetro 10, tras la bajada que hay en otra plantación de pinos justo al ritmo que yo quería, pero mi mujer iba con el piloto rojo, se le veía en la cara. Tomamos el camino de la derecha que sube hacia la Carretera de Infantes y en la primera cuesta grande se me puso a andar. Fue un rato complicado, con tanto calor y Mercedes me pedía que acortáramos la sesión, porque se sentía cansada y con molestias estomacales. A trancas y barrancas seguimos avanzando ya sin andar y llegamos al cruce con el Camino de Ruidera, a sabiendas que podíamos acortar yendo por él (el pueblo estaba a 8 kilómetros y medio), pero como se deja a hacer la engañé y continuamos, cruzamos la Carretera de Infantes y seguimos por el mismo camino hasta llegar a otro camino que nos regresaba al pueblo, y que nunca había transitado. Yo iba animando a mi mujer pese a que necesitaba algo más que ánimos y se hizo bastante duro avanzar, pese a que no abandonó el ritmo en ningún momento ya. Tras una cuesta pronunciada divisamos el pueblo y eso le ánimo, hicimos la última parada técnica con parada de crono, justo en una finca con sombra a menos de un kilómetro de la gasolinera que hay en la Carretera de Infantes, y avanzamos hasta la misma pero el calor ya no perdonaba así que volvímos a parar en la misma para refrescarnos bien. Los últimos tres kilómetros fueron a ritmo constante hasta llegar a casa. Habíamos consumido todo el líquido, y llegábamos bastante deshidratados tras 22,5 kilómetros que a buen seguro que le sirvieron bien a mi mujer. Hecho en 2 hora y 10 minutos, eso sí, con dos o tres paradillas.




JUEVES 3: SERIES EN EL CERRO DEL ANGEL Y MINI TRAIL

Otra vez tocó correr con el caloruzo, pero con los cambios en el horario laboral de mi mujer, quien ya podrá salir de su trabajo a las 18:30 la cosa pinta mejor, aunque sobre todo de cara a este otoño e invierno. Nos pusimos en "modo trail", ella se calzó sus Saucony Peregrine y yo mis Sportiva Bushido (que me están saliendo geniales), y nos fuimos al camino sur del Cerro del Angel. En mitad del mismo con una temperatura que rondaría los 38 grados, nos pusimos a hacer series de 150 metros, bajando al trote, y nos salieron un total de 6, las primeras más duras quizá por el hecho de la adaptación. La sexta la alargamos hasta el carreterín de arriba y bajamos por el mismo suavemente para coger la vía de servicio sentido Madrid y luego coger el camino que bordea por el norte el cerro, para entrar en terreno "trail" y bajamos super bien por terreno de labranza y de siembra (ví a Merche ágil en este tramo). Regresamos por el Camino de Membrilla donde tuvimos la oportunidad de meter algunas marchas y terminar los últimos tres kilómetros a buen ritmo. 

Hicimos unos 10,5 kilómetros en un buen entreno, aunque muy caluroso, eso sí, y con esto se terminaba esta semana, la de los primeros días de este mes de agosto, ya que al día siguiente descansábamos ambos. Merche cerraba con algo más de 61 kilómetros, que resultan más que suficientes, y yo con unos 74 que se me antojan un poco cortos.



MIÉRCOLES 2: INTERVAL ESCOMBRERAS CON MUCHO CALOR

Aquel miércoles tenía en mente realizar un entreno medio con interval. Se hace complicado alargar las sesiones en los días laborables. Por eso creo que no fue una coincidencia que el punto de inflexión a la hora de coger el buen punto de forma en esta primavera fue las duras y largas sesiones que durante una semana pude realizar en las vacaciones de 8 días que tuve en Semana Santa. 

El caso es que sin encontrarme mal, ya no soy el mismo de mayo o junio, pero por suerte es verano y de poco me serviría tener el pico de estado de forma ahora. Así que estoy en esas de no descuidarme en agosto para pegar el apretón en septiembre y octubre, cuando el calor nos deje un poco, y ver si puedo llegar a Valencia en buenas condiciones y disputar por fin una digna maratón yo solo, no de liebre.

Salí por la tarde después del trabajo y eso significa mucho calor. Alargué el circuito de las escombreras que hay en la zona de la Carretera de La Solana realizando un interval corto de 1 minuto y medio a ritmo moderado y unos segundos de recuperación y me salieron en torno a unos 11 kilómetros en los que volví a cumplir, nada más.

Mercedes fue a la piscina cubierta a nadar y a hacer unos buenos 40 minutos de elíptica.



miércoles, 2 de agosto de 2017

MARTES 1: BUEN INTERVAL PARA MERCEDES

Mi mujer venía quejándose de unas molestias considerables en la parte de atrás de su tobillo. Por un momento pensé que se trataba de tendinitis del Aquiles, pero no, por la descripción del dolor y por la ausencia de dolor al presionarle dicho tendón deduje que se trataba de una molestia menor en la articulación. En cualquier caso, el martes se calzó las Saucony que suele usar sólo cuando se trata de montaña o caminos pedregosos y yo hice lo propio con las Sportiva. Salimos dando un pequeño rodeo al Camino del Peral y subimos hasta cruzar la Carretera de La Solana, para pasar por las escombreras que hay en la zona y regresar por el Carril del Yeso. El interval contratado consistía en 3 minutos fuertes y 2 lo más suaves posibles. Le costó a Merche llevar a cabo el entreno, sobre todo en mitad del mismo, cuando se le subieron en demasía sus pulsaciones, pero la última parte la llevó mejor. Buen ritmo el que salió al final con 11 kilómetros recorridos en 1 hora justa, y eso que los primeros 7 minutos fueron de un calentamiento muy suave y que los intervalos lentos eran muy muy suaves. No sintió molestias apenas en su tobillo.


LUNES 31: SE DESPIDE JULIO Y COMIENZA EL DURO PLAN A VALENCIA

Esta semana es la primera del plan que nos ha de llevar en buena disposición a Mercedes y a un servidor al a Maratón de Valencia. Por lo pronto el fin de semana había sido fructífero con una tirada larga buena para ella pero de poco ritmo para mi, y con una sesión más acorde a mis ritmos la del domingo que me dejó sensaciones claras en las piernas: "necesita progresar".

El lunes había que volver a salir y aprovechando que mi mujer se lo iba a tomar de descanso salí por la tarde, de nuevo con temperaturas complicadas para eso de mover las piernas, ¡pero es lo que toca!, en realidad es lo que viene tocando ya desde hace siete años (parece mentira). 

Sin embargo, de nuevo el estrés laboral, y es que mi trabajo no termina cuando regreso a Valdepeñas de Manzanares, sino que aún tengo un desordenado despacho que atender, me llevó a salir sin motivación alguna, más pensando en terminar que comenzar el entreno, y eso es mala señal. Aún así comencé pronto a realizar cambios de ritmo intensos cada 200 zancadas alternados con breves descansos, y lo que trataba con ello era desperezar mis piernas y minimizar la recuperación para comprobar cuan pronto eran mis piernas testigos del llenado de ácido láctico. Sin embargo el recorrido fue tan corto, 7,5 kilómetros, que apenas me dio tiempo a darme cuenta, aunque sí que notase carga importante en mis extremedidades. Por desgracia, la conclusión que vengo sacando en estas sesiones es que ya no tengo el mismo tono físico que tenía en mayo o en junio, y es que con los acontecimientos habidos he perdido "el ritmo". Espero que con los días de vacaciones que voy a tener pueda realizar un par de semanas de buen kilometraje que me permitan orientarme bien a septiembre, el cual será un mes clave.