RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 30 de noviembre de 2015

DOMINGO 29: EL CIRCUITO DE LA VEGA PARA REMATAR EL FIN DE SEMANA

Ayer domingo había que cerrar un fin de semana por el que sentirse, al menos, satisfecho; por ello tras la sesión intensa del sábado por la mañana que fue acompañada con la sesión de regeneración nocturna, tocaba salir a comprobar cómo se habían quedado mis piernas y también para ver la evolución de la que afortunadamente es esta lesión que cada vez va remitiendo más. Pronto comprobé que de lo primero regular: el hecho de rodar a unos ritmos que hacía tiempo que no tenía en mi repertorio me supuso cierta carga y cansancio, por lo que pronto comprobé que las piernas aún recordaban el tute del día anterior. En cuanto a lo segundo, pude respirar tranquilo porque iba a ser una sesión más en la que el pubis se iba a quejar poco. Tomé el circuito que yo llamo de la vega: Carril del Yeso y vuelta por el Camino del Peral, en un inicio que fue muy lento, algo necesario para poder calentar, aunque luego fui cogiendo ritmillo. Los primeros 6 kilómetros en 32´20´´ por lo que sin ir rápido se podía decir que tampoco es que estuviese regenerando. Como comencé a sentirme cómodo metí una marcha más y regresé a un ritmo que por momentos bajaba de 5´el kilómetro. En la fase final noté fatiga en mis piernas y agarrotamiento en mi pubis, aunque agradecí tremendamente hacer el último kilómetro sobre el asfalto. 13.070 metros para 1 hora y 18 minutos, a una media total de 5´12´´.

Cerraba de esta manera un fin de semana de 35,5 kilómetros con el objetivo de conseguir una buena semana tanto en intensidad/calidad como en acumulado de kilómetros. No he de olvidar que el domingo tocará correr una maratón con Mercedes, y aunque el ritmo sea suave para mi, una maratón es una maratón.


domingo, 29 de noviembre de 2015

LA SINFONÍA LLENA DE ALTIBAJOS QUE SUENA EN MI HISTORIA CORRIENDO

Hoy por la mañana le saque brillo a este blog, dándole un uso que para mi es donde estriba uno de sus tesoros: tiré de hemeroteca para rememorar los días pasados.

He de correr mi primera maratón. Después ya dará igual lo que haya ocurrido

No está para mi de más resumir lo que aconteció: en junio de 2012 había corrido mi primera maratón en Estocolmo, una dura batalla de frío, viento y lluvia que creo que la superé bien pese a la inseguridad que llevaba en la línea de salida; me inauguré como maratoniano con un 03:21 y supe lo quién es el tio del mazo allá en el 37, pero por lo demás fue una experiencia inolvidable. 

¿Y si miro de reojo a las 3 horas?. ¡Pues toma, por mirar de soslayo!
Salí tan reforzado de ella que nada más terminarla me inscribí a la Maratón de Valencia, para noviembre de ese año. Entre junio y octubre los progresos fueron evidentes, aunque también tuve altibajos: bajé mi registro en media maratón de 1 hora 27 a 1 hora 25 (Media Maratón de Alcázar), en junio había bajado por primera vez de los 40 minutos en un 10.000, haciendo 39:32 en la dura prueba de Piedrabuena, y tras un plan exhaustivo, quizá el mejor planificado y el que con más dedicación ejecuté, me planté en la tierra de las naranjas con un buen tono y dispuesto a rebajar considerablamente mi marca escandinava. Pero pequé de dos cosas: de avaricioso y de inexperto en maratones, por partes iguales. En un día de temperaturas algo altas y mucha humedad me fui a la aventura yendo cerca del globo de las 3 horas. Era una auténtica aventura la que estaba emprendiendo tratando de bajar mi marca en 21 minutos y tan sólo en 5 meses de mi primera maratón. Realmente se dio uno de los escenarios más negros de los que podían darse: en el 39 parado, tocado y hundido, con colapso muscular, ambulancia, electrolitos y tres horas y pico después con el alta en la mano (ver entrada en mi blog "No bajé de las tres horas en la maratón ni en el hospital". Los días posteriores a esa catastrófica experiencia fueron de reflexión: ¿podía correr maratones?, ¿qué me había pasado?. Mi mujer estaba atemorizada y hasta me llegó a aconsejar que no volviera a intentar la distancia de Filipides. En esta guisa, muscularmente muy cargado tiré por la calle de en medio y seguí entrenando como si nada hubiera pasado, me vinieron serios problemas de cintilla iliotibial y no me digáis por qué razón decidí correr el 10.000 de Daimiel. 

Y de sorpresa, así como sin querer ocurrió algo muy importante
Cuando uno se mata entrenando sin saber hacia donde va, esperas que de vez en cuando obtengas una auténtica satisfacción. Me planté en la línea de salida sin ideas prefijadas. Casi era como un castigo por haberme retirado en Valencia, por haber acabado en el hospital; sentía rabia. Y esa rabia bajó hasta mis piernas, y el colapso de Valencia parece que me hizo más fuerte. La cintilla no me dolió y a cambio me sentí volar, corriendo como no recordaba haber corrido, suelto, ligero, volando y todo sin costarme. Ese día bajé mi marca en 10.000 en 2 minutos y 20 segundos, machacando la conseguida tan sólo 5 meses y medio antes. Todo esaba sucediendo demasiado rápido.

¿Y si voy a Castellón y pruebo otra vez en la maratón?

Tras Daimiel me animaron a que me inscribiese a la Maratón de Castellón, que tendría lugar el fin de semana siguiente, y tan sólo tres semanas después de la ecatombe valenciana. Me inscribí, con el beneplácito de Mercedes justo 15 minutos antes de que se cerrase la plataforma de pago y la conversación previa a dicha inscripción es quizá la que determinó lo acontecido en los meses y años siguientes, tanto para mi como para Mercedes. Nos tirábamos a la piscina y nos arriesgábamos rezando para que no me volviera a ocurrir lo de la capital del Turia. Esa maratón fue mágica, no sólo la carrera, también el viaje relámpago, la emoción, el miedo, poner en el tablón de deseos que quería un 3:04.. Las sensaciones corriendo fueron indescriptibles en la maratón más irregular que he corrido en mi vida y que probablemente correré: salí reservón, fui a más, me acerqué al globo de las 3 horas, luego lo dejé escapar y entre el 26 y el 37 corrí a ritmos que proyectaban bajar de las 3 horas. Pero el cansancio me llegó justo al final y me costó terminarla, eso sí, lo hice en 3:04, justo lo predicho, y la alegría era difícil de describir

La primavera mágica de 2013

Desde lo de Valencia, con el trauma que sufrí allí, es como si mi cuerpo se hubiera hecho más fuerte. Enero fue duro preparándome la Maratón de Roma y febrero me trajo alegrías en sendas medias maratones en las que bajé mi marca por partida doble: Maratón de Torremolinos 1 hora 23:55 y Media Maratón de Valdepeñas 01:21:46. Todo iba viento en popa, y me dejé llevar sin forzar más hasta el día de la maratón romana. A decir verdad no esperaba rendir tanto como en Castellón, no esperaba nada, tenía mucho miedo al suelo de adoquinado, pero fue darse la salida y comencé a disfrutar. Salió lo que se conoce como la carrera perfecta, de la que no cambiaría nada; llegué con fuerza y con el sueño haciéndose realidad 2 horas 58 minutos. Aprovechando la coyuntura corría un 10.000 en Minaya dos semanas después y con mucho viento y el estómago deshecho conseguía mi mejor marca en esa distancia 36:32. ¿qué más podía pedir?

Y la ambición trajo el declive

Es como si hubiera olvidado lo que había sufrido para llegar hasta donde había llegado. Zapatillas más ligeras, ambiciones y ensoñaciones, pero no iba a durar tanto el sueño. En mayo me ví en la antesala de la lesión que tanto me iba a degradar los meses siguientes: los isquios de la pierna derecha estaban a punto de reventar. Aún así corrí la Media Maratón de Almagro jugándome la rotura y consiguiendo una muy buena marca allí 01:22. Era cómo si durase el disfrute, de forma que incluso lesionado rendía. Pero todo eso me pasó factura, los isquios comenzaron a quejarse, además las ultras llamaron a mi puerta, y eso me descentró. a finales de noviembre me rompía en la Media Maratón de Benidorm, pero decidía correr la Maratón de Málaga con un gran riesgo. En Málaga me rompía definitivamente los isquios pero decidía terminarla corriendo casi 30 kilómetros a la pata coja. Por llegar a tiempo a Sevilla forzaba una recuperación para poder estar a punto en febrero, y como no llegaba bien a esa cita pero aún así tenía demasiado presente mi éxito en Roma ocurría lo que tenía que ocurrir: ecatombe casi tan grande como la de Valencia, pero en esta ocasión conseguía terminarla aunque muy muy tocado en 03:30 minutos. 

Tras Sevilla me di cuenta de quién era

Sevilla supuso un antes y un después como lo había supuesto Valencia. Y es que de los fracasos es de lo que más se aprende. De nuevo, como en aquella ocasión tuve que decidir si volvía a correr alguna maratón más. Pero el mortal que ha sido encantado por esa distancia dificilmente la abandona. En ese 2014 hay pocas cosas que reseñar, marcas alejadas de mis mejores registros y eso sí, una magnifica Madrid-Segovia que no olvidaré jamás. Aunque noviembre me iba a deparar un gran reto: regresar a Valencia a terminar aquello que había dejado a medias. Sin mucha convicción, algo de miedo, y una preparación que para nada me permitiría acercarme a las 3 horas corrí nuevamente en tan preciosa ciudad, y en esta ocasión la experiencia no terminó tan mal. Susto incluido en los isquios nuevamente, pero todo quedó en eso, en un susto, y pese a ir a buen ritmo gran parte de la carrera, finalmente sucumbí y sin ser un calvario no conseguí una buena marca: 03:12. Pero me había desquitado.

Y llegó 2015: el año de la indefinición

Tenía esperanzas de que 2015 fuese un año bueno, y la verdad es que desde enero a abril me lo curré bastante. Había cogido bastante buen estado de forma, tanto que en la Media Maratón de Bolaños conseguí un buen registro 01:22 largas. Ese año fue también el de la consolidación de mi mujer en esto del running, con lo cual tuve de decidir si echarle un cable o ir por libre e hice lo primero, lo que tenía que hacer. En agosto teníamos la primera maratón de mi mujer, Helsinki, y yo estuve allí, desde el principio hasta el final con ella, codo con codo. Ha sido el año de sus molestias y lesiones, el año en el que desde junio la pubalgia me ha venido a visitar; el año de la Madrid-Segovia como reto para bajar de las 11 horas, y en el que mordí el polvo pero la conseguí terminar. Y en estos últimos meses está siendo el de la preparación de la segunda maratón de mi mujer en Málaga. Yo habría querido correrla yo solo, como quería hacerlo en Helsinki, pero no me arrepiento de haber disfrutado con ella allí, aunque como no me veo a ritmos altos, he sido cobarde y me vuelve a seducir la idea de disfrutar con su reto. Así ha pasado este año con una media maratón disputada, un trail de 18 kilómetros a tope, y una ultra a tope, el resto de competiciones han sido con ella, a medio gas.

Pero esto debería poder cambiar

Y aquí me encuentro tratando de salir de mi conformismo y tratando de ganarle la partida a esta lesión puñetera de larga duración. Lo que venga en 2016 está por ver, pero no me gustaría que dentro de un año estuviera escribiendo que 2016 fue pizca más o menos lo que fue 2015.


SÁBADO 28: ¿ES EL PRIMER DÍA DE UNA NUEVA ETAPA?

Tratándome de mentalizar que tengo que superar dos enemigos: mi pubis y mis miedos. Para combatir ambos el sábado por la mañana hice algo que no me gusta hacer: sacar a pasear mi garmin para medir ritmos. Tenía en mente realizar una doble sesión en la que por la mañana tuviera el entreno exigente tratando de marcar ritmos altos, y por la tarde llevase a cabo una sesión regenerativa. No madrugué porque mola más correr con el solecito, y a eso de las 13 horas salí con bastante miedo e incertidumbre a hacer casi 16 kilómetros durillos. El comienzo fue como viene siendo habitual lento y molesto, porque no hay forma de dejar atrás el agarrotamiento y las molestias, que son más plausibles al comienzo y al final de las sesiones. Cuando miré el ritmo marcado en el primer kilómetro casi no me lo podía creer: ¡5´42´´ para hacer 1000 metros sufridos!. Así que apreté los dientes y me propuse mover más rápido las piernas; que os voy a contar, mas desagradable aún. Justo cuando comenzaba a coger un poco de ritmo me crucé con un buen amigo que volvía corriendo a casa: Leandro Pintado y tras contarnos las penas durante unos segundos reanudé la marcha dándole de nuevo al botón del aparatito. El segundo kilómetro fue más esperanzador y conseguí marcar un 4´45´´, justo el ritmo máximo al que aspiraba ese día en mi cabeza. Se hizo durillo con el viento en contra subir por el Camino del Peral y luego por el camino que me llevaría al paraje que hay entre el Peral y las Aguas, pero pese a no ir nada bien el Garmin me fue marcando cronos más o menos dignos (el tercer kilómetro en 5´00´´, cuarto y quinto en 4´48´´ y 4´45´´ respectivamente




Pero llegando al Peral ocurrieron dos cosas: que el viento dejó de darme de frente y que conseguí grabarme en mi cabeza la cadencia. Por otra parte mi cintura iba como en la mejor de sus versiones últimamente: dormida e incapaz de aportarme fuerza para estirar la zancada; peor hubiera sido sentir pinchazos y dolores que bajan a los aductores, como en otras ocasiones. 

El kilómetro sexto conseguí un 4´39´´ y eso me hizo sentir mejor, tanto que yendo a las Aguas y pese a los repechos conseguí volver a bajar de 4´40´´ en los tres siguientes. Ni subiendo al Albergue Juvenil fastidié la media. En el kilómetro 10 tenía una dura prueba porque tenía 400 metros con mucha pendiente y logré hacerlo bien marcando un 4´42´´. La cintura estaba un poco agarrotada y las piernas me pesaban fruto de la falta de costumbre, pero la altimetría iba a ser a partir de ese momento muy favorable para mi, había pasado lo duro. Noté esto último y la última parte de este entreno fue muy esperanzador para mi: con varios kilómetros por debajo de 4´30´´ (el 11 y el 13) y con un ritmo homogéneo hasta el final que me permitió dejar la media en 4´43´´, con un tiempo de 1 hora 14 minutos 58 segundos en 15870 metros. El pubis no empeoró, eso sí, en uno de los estornudos que solté en casa ví las estrellas. Las piernas las tenía bastante cansadas y es que aunque parezca un entreno algo mediocre para mi no lo fue: con la falta de costumbre, en un circuito por caminos pedregosos en los que había que salvar 98 metros de desnivel positivo y con mi lesión, para mi fue un claro paso adelante.

Ya por la noche salí a descalentar un poquitín y las sensaciones no fueron malas. Esta lesión de la que a veces no quiero hablar pero que quiero creer que está dando sus últimos coletazos, me dejó corretear sin molestias, para realizar otros 6,5 kilómetros extras que sirvieron para soltar mis viejas piernas.

 



BALANCE DE ESTA SEMANA. NO HA SIDO UNA SEMANA MÁS

Toca reflexionar sobre lo que ha supuesto esta semana para Mercedes y para mi. Si hablamos de ella podríamos hablar de catastrófica y preocupante ya que después de un plan bastante majo y ya en pleno tapering tiene un problema serio a tan sólo 7 días de la maratón: se le ha instalado en su rodilla derecha un problema de cintilla que no le deja correr. El dolor le sube hasta la zona del glúteo. Por ello en estos días no ha hecho apenas nada: tras la buena media maratón de Miguelturra del domingo, salió a correr 8 kilómetros suaves el lunes, y tras esa sesión no había sentido nada raro; estábamos contentos porque con poquito más la penúltima semana quedaría resuelta; sin embargo el martes pasado le vino de repente el problema, sin esperarlo, y todo mientras íbamos haciendo 10 kilómetros a ritmo moderado. El viernes, tras descansar miércoles y jueves, trató de correr un poco y lo pasó muy mal haciendo 4 accidentados kilómetros. La semana la terminaba con 44 kilómetros que indican que no ha estado parada, pero lo malo es que en estos días no sabemos qué hacer para sortear el problema: o bien no corre nada y se dedica a estirar o bien corretea, estira y hace ejercicios (lo primero le restará confianza pero aumentará la probabilidad de que la cosa no vaya a mayores y lo segundo puede hacer que coja confianza y que mejore o todo lo contrario). El caso es que como buena maratoniana, que es en lo que se ha convertido, no duda ni un ápice de que estará en línea de salida el próximo domingo, y casi que tampoco duda de que la terminará, como dice ella: "aunque sea arrastrándome".

En cuanto a mi, tampoco ha sido una semana cualquiera. La defino como la semana en la que me he dado cuenta de que no puedo seguir tranquilo en este statu quo, tengo que rebelarme y no temer por sentir el dolor. Fruto de esto he tratado de meter más intensidad y aunque no hecho una gran cantidad de kilómetros: 70,5, al menos han habido tres sesiones en las que he tratado de escapar de esta situación que trato de dejar atrás.

JUEVES 26: HACIENDO GRADAS, JUSTO LO QUE NO DEBERÍA HACER

Mi decisión en esta semana en la que Mercedes se ha lesionado, (o al menos sí que tiene tales molestias que lo más aconsejable es que apenas corra) era continuar cogiendo ritmo como ya lo intenté en la anterior. Asi que el jueves decidí hacer algo para lo que aún no estoy preparado debido a mi lesión de larga duración: hacer gradas. Todo lo que leas en internet en relación a la pubalgia te llevará a la misma conclusión: nada de ejercicios explosivos, nada de multisaltos y nada de sentadillas, al menos hasta que no hayas superado la lesión. Esto que tengo en el pubis lleva conmigo ya desde julio, aunque si afino en el recuerdo ya me había avisado desde unos meses antes (recuerdo el dolor en la zona derecha tras terminar mi buena Media Maratón de Bolaños). En esta semana "rebelde" había que intentar eso de las gradas que en otros tiempos me trajo tantos beneficios, así que fuimos al Parque Cervantes y allí dí cuatro vueltas haciendo parada en la zona de gradas, donde hice en cuatro ocasiones mi pequeño circuito. A cada multisalto sentía un ligero dolor, pero lo podía soportar, y decidí seguir arriesgando. Lo mejor es que en la carrera, en la parte de cambio de ritmo que hacía tras las gradas, me sentía cómodo. Tras terminar mi tarea regresé dando un rodeo por la vía de servicio de la AIV y todo para que me salieran unos 9 kilómetros. Este ratoncillo mordido otro barrote; en realidad solo dejo pequeñas muescas en el hierro, pero ¡por algo se empieza!

sábado, 28 de noviembre de 2015

MIÉRCOLES 25: UN MARATONIANO QUE TRATA DE ESCAPAR DE ESA JAULA




Las jaulas muchas veces las fabricamos nosotros mismos sin darnos cuenta y luego pasa lo que pasa, que no sabemos salir de ellas. ¡Pobres ratoncillos domésticos que estamos hechos!. A veces costumbristas, a veces cobardes, otras acomodados y otras despitados, y mientras tanto se nos está yendo la vida....

Mi jaula no mide mucho; no es lo suficientemente ancha como para hacerme sentir libre, pero tampoco es lo suficientemente estrecha para sentirme preso de ella. Eso hace que provoque en mi una doble y contrapuesta sensación: falta de libertad y a su vez comodidad. ¿Para que voy a tratar de morder los barrotes si apenas me molestan?; y mientras que no lo pienso sigo allí. Ya se me ha olvidado cuando fruto de mi inconformismo supe lo que era volar...

El miércoles decidí darle un mordisquito a uno de los fríos hierros que me rodean, y así sentir que hago algo más que seguir allí agazapado. La verdad es que cuesta, porque luchar contra ese estado de calma supone romper la misma, pasa a sentir el dolor y sobre todo notar el frío que nos devuelve ese esfuerzo necesario para comenzar a cambiar las cosas.

Había que mover esas piernas que tanto me cuesta mover ultimamente, había que notar las molestias que tanto me fastidian, pero sobre todo había que volver a probar. Para ello que mejor que grabar en mi cabeza un pensamiento "nada se va a romper, nada va empeorar más, sólo puede mejorar, pero para que lo haga hay que hacer esto". Así fue como al igual que como ocurrió el lunes me tocó ponerme en ritmos que otrora hubieran sido ridículos pero que en los días que corren suponen acercarme al sufrimiento. Corrí por la vía de servicio de la AIV costándome más de la cuenta esa cuesta, válgame la redundancia, luego en la bajada aunque traté de apretar mucho mi intento se quedó en un aumento discreto de cadencia que me trajo consigo esos pequeños dolorcillos púbicos que esa noche fresca de otoño había decidido soportar con buena actitud cristiana, a pesar de ser demasiado agnóstico. Crucé el Camino de Membrilla y el rodar me regaló algo de "mejores sensaciones", pero corren malos tiempos y habrá que revolverse mucho en esta pequeña cárcel para que finalmente se abra la cancela. Continué por los caminos de Dios, de ese Dios al que hace tiempo que le dí la espalda y que él sabe corresponderme con la más absoluta indiferencia, y conseguí  alcanzar aquel camino que pasa por detrás del aerodromo y me lleva derecho a casa, directo a aquel sitio que una vez alcanzado me hará sentir mucho mejor. Y como siempre, pasaron los minutos y había conseguido atravesar mi puerta para poder sentir la calidez de mi hogar. Tras los muy necesarios pero últimamente tan olvidados estiramientos me senté para reflexionar sobre qué nota merecía este examen: pensé que debería ponerme un sobresaliente, aunque quizá sin ser muy merecedor de no catear a tenor del ritmo llevado: 55 minutos para 11,1 kilómetros, o lo que es lo mismo, a duras penas con un ritmo medio por debajo de 5´, pero me ¡qué demonios!, me evaluo con la mejor nota que haya, que si no no va a haber forma de romper estos malditos barrotes.


jueves, 26 de noviembre de 2015

MARTES 24: ENTRENO CATASTRÓFICO PARA MERCHE

Y yo que pensaba que este tapering iba a ir sobre ruedas. Pues resulta que no. Tras la buena media maratón que Merche había hecho el domingo, había corrido 8 kilómetros suaves el lunes y no había tenido apenas molestias ni había sentido mucha carga. Por ello decidí realizar el martes un entrenamiento no muy largo pero sí intenso: consistía en ir por el carreterín que lleva a la Carretera de Daimiel, y regresar por la misma hasta casa. Ya comenzó mal el entreno cuando nos dimos cuenta tras 400 metros recorridos que Merche no se había puesto el frontal, así que tuvimos que dar media vuelta y regresar a casa. Las piernas de mi mujer no iban mucho, no la notaba bien, y las molestias no le dejaban correr bien, pero lo peor vino cuando aproximadamente en el 4 comenzó a molestarle la rodilla, en la zona de la cintilla, y la molestia le subió a lo largo de la banda hasta la zona del glúteo. Le costó bastante llegar, aunque mantuvo más o menos el ritmo y este esperemos que pequeño inconveniente nos ha hecho replantearnos lo que queda de tapering, de forma que lo mejor será que apenas haga nada hasta la maratón.

Al final casi 11 kilómetros entre pitos y flautas, pero de esos que suman mal.

LUNES 23: TIRADAS LARGAS LOS LUNES. ¡NOS HEMOS VUELTO LOCOS O QUÉ!
















Los lunes son para estar deprimido: comienza la semana y con ella tenemos por delante 5 duros y estresantes días laborables, con sus 5 duros y puñeteros entrenos invernales, sin olvidar otras obligaciones familiares. Por ello lo que nunca hago un lunes es meterme un tute de entreno. Sin embargo el otro día me lo había cogido de vacaciones y en esta época del año hay un huequecito diario en el que suele apetecer correr: para mi es entre las 16 y las 18 horas, sin lugar a dudas. Eso hice, vestirme para la ocasión y saler a correr con el solecito, y ya que me ponía me iba a poner bien: 17,5 kilómetros por caminos y por la vía de servicio de la AIV. Me puse el pañuelo y el frontal porque estimaba que se me haría de noche como así ocurrió. Por desgracia no corren tiempos para disfrutar de verdad, tan sólo y a lo sumo puedo obtener el privilegio de no sufrir mucho, o de no sentir apenas molestias pero sí comprobar que estoy lejos de mi mejor forma. Eso me ocurrió en esta sesión: notaba que iba, que corría sin dolor, sin apenas molestia alguna, pero que me costaba ir ligero; de hecho, yendo por el Camino de Membrilla al llegar al cruce en el kilómetro 7 me contrarié al comprobar que llevaba 37 minutos, es decir a a un ritmo decepcionante de 5´17´´. Pero bueno, se ve que no puedo pedir mucho más que eso: hacer kilómetros ganándole la batalla a esta lesión e ir mejorando poco a poco. Llegué a la Gasolinera Shell en el kilómetro 9 y no me relajé mucho. El hecho de pasar al asfalto dio un poco de vida a mi ritmo. Quedaban 8,5 kilómetros algo duros por la vía de servicio de la AIV y la verdad es que no lo pasé mal y aunque logré mejorar el ritmo (desde el 7 al final salió una media de 4´45´´), la media total no me deja muy satisfecho, ya que tarde 1 hora y 27 minutos para 17,5 kilómetros a una media de 4´58´´.

Lo importante es que ya no es suplicio correr a ritmos mediantamente decentes.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA MEDIA MARATÓN RURAL DE MIGUELTURRA 2015. TODO EMPEZÓ COMO UN ENTRENO...

El domingo teníamos cita con una nueva media maratón, en esta ocasión la Media Maratón Rural de Miguelturra. Tercera ocasión en la que iba a correr esta prueba (la primera vez en 2011 donde batí por aquel entonces mi marca en dicha distancia, y la segunda vez el año pasado con Mercedes). En esta ocasión se trataba de "rodarla" de cara la Maratón de Málaga, el reto de Mercedes. Así que sin excesivos nervios y en una mañana bastante fresquita se dio la salida; nosotros partimos desde posiciones bastante retrasadas, porque no teníamos prisa. Sin embargo fue comenzar a correr y empezamos a comprobar que iba a ser difícil rodar a ritmos objetivos para la maratón de Mercedes (5´50´´), porque las piernas le pedían guerra. Fuimos picando los primeros kilómetros, muy calmados, por debajo de 5´30´´; a Mercedes no se le oía respirar y eso significaba que iba muy cómoda, hecho que también reflejaba su cara de disfrute. Avanzamos por el largo camino de tierra que nos alejaba a de la población, en un recorrido que bien recordábamos del año anterior, pero nada tenía que ver con lo ocurrido en 2014, en el que cada repecho y cada irregularidad del camino se le atragantó a mi mujer; sin embargo en esta ocasión todo rodaba más plácido y también más rápido. Y así, como hormiguitas, fuimos cazando a gente y más gente, y los kilómetros fueron cayendo, sin sentir ella que se tratase de una competición, quizá porque le había metido en la cabeza que se trataba de un entrenamiento, aunque a juzgar por los ritmos tampoco es que se estuviese dejando mucho en el tintero. Llegamos al 14 y en ese punto fue el único momento donde no se encontró bien, sufrió un pequeño bajón, pero nada importante porque en el 16 y pico comenzaba la ascensión a la ermita sin apenas sufrir y superó la prueba con nota, diría yo, picando ese duro kilómetro en 6´00´´. La bajada la hizo vertiginosa, 5´01´´ en ese kilómetro y ya no perdió la cadencia en un ritmo vivo que se movió casi siempre por debajo de 5´20´´. Llegamos a meta en un muy buen crono teniendo en cuenta la gran dureza de la carrera: 1 hora 55´50´´ tiempo del chip, 1 hora 56´15´´ tiempo carrera, la tercera mejor marca de Mercedes en una media, pero teniendo claro que si hubiera sido en asfalto y llana, incluso sin ir al 100% hubiera bajado de 1 hora 53´. He de tener en cuenta que el año pasado sufrió el doble para hacer 2 horas 3´ y que tres meses después hacía 10 minutos menos en la MM de Valdepeñas.

Concluyendo, muy buenas sensaciones de cara a la Maratón y sin molestias, algo que se ha truncado hace unas horas cuando en el entrenamiento de ayer ha comenzado a sentir un fuerte dolor de cintilla que le sube a lo largo de la pierna; suerte que los deberes están ya hechos y se puede permitir el lujo de descansar a tan sólo 10 días de su reto en Málaga.




¡Enhorabuena Merche!


martes, 24 de noviembre de 2015

VIERNES 20: TIRADA DE UNOS 12,6 KILOMETROS EN SOLITARIO. POR FIN HICE 92 KMS EN UNA SEMANA

El viernes volví a dar descanso a mi mujer. Había cumplido claramente en su primera semana de tapering (bajada de pistón de cara a la Maratón de Málaga del 6 de diciembre), completando 62 kilómetros bien repartidos en 5 sesiones y con algún entreno bastante intenso. En mi caso decidí hacer algo que ya hacía tiempo que no realizaba: correr todos los días de la semana, así que aprovechando que me había tomado la tarde libre me calcé las zapatillas y me fui cuando el atardecer comenzaba a pedir permiso a la noche. El circuito elegido era ese de12,60 que se inicia en el Camino de Membrilla y que toma caminos hasta regresar por vía de servicio de la AIV. Me sentía algo pesado pero fue entrar en calor y la cosa mejoró. De las molestias no fui mal, pero quizá echaba en falta algo de chispa. De hecho, sin forzar mucho la máquina, cuando llegué a casa y miré el crono comprobé que me había salido algo lento de más, ya que completé la sesión en 1 hora y 3 minutos para realizar una distancia muy similar a la del miércoles, cuando cuajé 1 hora exacta (con interval, eso sí).

Con esta sesión conseguía realizar 6 sesiones seguidas y un total de: 16,3+16,2+13+11,15+12,7+9,9+12,7 = 92 kilómetros. ¡Satisfecho!

JUEVES 19: CORRIENDO RÁPIDO POR LA AGUZADERA EN 56 MINUTOS

El jueves tocaba correr con Mercedes. La verdad es que estaba bastante contento por cómo se estaba desarrollando la semana y me había marcado por objetivo realizar una cantidad de kilómetros decente, con alguna sesión intensa. En cuanto a mi mujer, la cosa estaba bastante más clara: no forzar para realizar unos 60 kilómetros. Salimos por la noche, como no, yendo primero al Parque Cervantes, pero no entramos en el recinto, subimos por la vía de servicio de la AIV y Mercedes sintió grandes molestias en su soleo, tanto que tuvimos que parar para estirar un poco. Por suerte a los pocos minutos se le fue yendo. Pasamos por la falda del Cerro del Ángel hacia el camino que yo llamo de la Aguzadera, porque así se llama el paraje. Aunque no parecía que fuésemos muy rápido el hecho es que íbamos claramente por debajo de 6 minutos el kilómetro. Regresamos por el Camino de Membrilla donde bajamos metiendo bastante caña y completamos casi 10 kilómetros (9900 metros), en algo más de 56 minutos. Eso es señal de que Mercedes ha cogido la forma porque sin darse cuenta y con molestias había picado un buen tiempo una noche más.


MIÉRCOLES 18: TRATANDO DE VOLVER A LA NORMALIDAD CON ENTRENOS DUROS. INTERVAL 12,5

El miércoles era mi día. Había dado un merecido descanso a Mercedes y a mi me tocaba entrenar a mis ritmos. Con el sentimiento de que mi pubalgia sigue ahí, pero con menos molestias, y con la necesidad de volverme a sentir corredor, programé un entreno típico de interval de zancadas, como yo le llamo: no importa ni la medición del crono ni la medición de la distancia, se trata de contar zancadas, ¿qué como lo hago?, cuenta una unidad cada cuatro pisadas de forma que el ritmo intenso suponen 100 unidades (400 pisadas) y el suave 50 unidades (200 pisadas). Calenté yendo por la Carretera de San Carlos y luego subiendo por el camino que lleva al Peral y en el kilómetro 5 aproximadamente comencé con los cambios. Como viene siendo común denominador en este otoño no tuve buenas sensaciones en casi ningún momento, pero al menos las molestias no fueron grandes (ni el tendón de aquiles ni la pubalgia me dieron ningún sobresalto). No logré bajar de una hora pero los 12,70 kilometros realizados me llevaron a una media de 4´43´´, que visto lo visto no está mal. Tengo que seguir trabajando.

MARTES 17: TIRADA MUY RÁPIDA 11,2 EN 1 HORA JUSTA. MI MUJER ESTÁ A PUNTO PARA MÁLAGA

La idea para esta primera semana de tapering era bajar el kilometraje en torno a un 15%, pero eso sí, tratando de meter ritmo. Tras el entreno rápido del domingo, el del interval breve pero intenso del lunes, tocaba realizar un pequeño test para ver como se desenvolvía Mercedes en el circuito de 11,15 kilómetros que va por el Carril del Yeso y regresa por el Camino de Membrilla. Desde el comienzo, de noche y con frío, la llevé a ritmo vivo, y poco a poco fui aumentando hasta ponernos claramente por debajo de 5´30´´ el kilómetro. Mercedes respondió muy bien, incluso cuando en el regreso tocó subir. Sería mentir decir que en la última parte de la subida no lo pasó mal, pero es que iba bastante exigida. La bajada por el asfalto hasta casa también fue muy rápida, para sus ritmos y conseguimos bajar por unos segundos de la hora y un minuto, lo que nos dió una media por debajo de 5´30´´.

 

LUNES 16: DOBLAJE SEGUIDO: PRIMERO YO SOLO Y LUEGO UN POCO DE INTERVAL EN EL PARQUE

Superadas ya las tiradas largas y con el fin de avivar un poco el ritmo de Mercedes, venía realizando entrenos en el parque consistentes básicamente en intervals con distancias entre 450-600 metros a ritmo alto con recuperaciones al trote bastante breves. 

En lo que a mi respecta me había marcado como objetivo doble realizar más kilómetros y hacerlos más intensamente, pero si corría mucho con mi mujer esto segundo no se cumpliría, además ella tenía que hacer poca distancia esta semana. Fue por ello que aproveché para llevar a cabo un extraño doblaje: me fui sólo a realizar un minicircuito de 6 kilómetros hecho a ritmo exigente, y la verdad es que lo pasé mal. Llegué en unos 26 minutos a casa y Merche me estaba esperando para ir al parque. Yo me encontraba bastante cargado pero en seguida, a ritmos más lentos las sensaciones mejoraron. Fuimos al parque a realizar un breve entreno consistente en un calentamiento de unos 15 minutos (lo que nos dio para ir al Parque Cervantes y dar una vuelta al recinto), más tres vueltas con 450 metros fuertes. A Mercedes se la ve ya bien corriendo a 4´40´´, algo impensable hace unos meses. De ahí fuimos a casa a buen ritmo y cuajamos un entreno de 7 kilómetros, pero eso sí, en pleno tapering.

Como incidencia comentar que Mercedes tuvo problemas en el sóleo nuevamente hasta que hubo calentado bien. Esto es fruto de la carga de kilometros, sin lugar a dudas. Yo pude acumular 13 kilómetros en esa doble sesión seguida que en el fondo me hizo mucho bien.


lunes, 23 de noviembre de 2015

¿Y SI LO VUELVO A INTENTAR?

Si te caes vuelve a levantarte, si tras esto vuelves a darte de bruces contra el suelo haz de tripas corazón y lo vuelves a intentar; si no has tenido suficiente y vuelves a morder el polvo, no lo dudes ni un instante, incorporate y sigue peleando. Así te garantizas que en tu batalla sigues estando vivo.

Ya no me acuerdo de aquellas sensaciones en los entrenos cuando estaba en plena forma. Quiero recordar que era una sensación similar a la de flotar, moviendo las piernas sin casi esfuerzo, haciendo kilómetros, sintiéndome ligero y disfrutando, siempre disfrutando. Las piernas me pedían guerra día tras día y me sentía dueño de mi mismo. De eso hace más de dos años y medio y ha quedado atrás, desgraciadamente muy atrás...

Para llegar a aquel estado tuve que darme algún golpe que otro, tuve que luchar contra los elementos y casi sin esperarlo allí me encontré, donde jamás esperaba que me encontraría. Pero aquello se terminó, y han venido grandes bajones, importantes decepciones, ya nada ha vuelto a ser como fue..., y sin embargo sigo intentándolo con la esperanza de que todo aquello regrese. Juego con la ventaja, o quizá con la desventaja, de que ya sé que se siente, y ahora no hay sólo esperanza, ahora también hay añoranza.

Tres ultras y cuatro maratones después Roma ha quedado demasiado lejos en mi memoria, como si hubiera sido otro el que estuvo allí. Afortunadamente no todo ha sido malo: he corrido muchos, pero que muchos kilómetros, he aprendido a tener paciencia y a desgastar las zapatillas..., muchos pares de zapatillas. La montaña me ha saludado y he contado las horas mientras corría, muchas horas sin parar. Pero...., añoro esa sensación de ir a 3´50´´ y sentir que floto, no costarme....

En diciembre correré por segunda vez la Maratón de Málaga, en esta ocasión lo haré con Mercedes, mi gran activo y mi gran ilusión en esta nueva etapa que vivo como corredor. Hace dos años me tocó entender mi declive en dichas tierras andaluzas, en aquella extraña e inolvidable maratón que decidí terminar por terminarla, pese al gran dolor, y de la que tanto aprendí. Cuando hayamos cruzado la meta, que es lo que espero, Mercedes habrá cumplido un año magnifico con dos maratones, cinco medias, algún podium en montaña y sobre todo grandes marcas, progresos y sensaciones; se me ha convertido en una fondista incansable. Será entonces el momento de volver a reflexionar y tratar de marcar nuevos objetivos para mi y no escudarme en los de ella para eludir desafios propios. Espero que 2016 sea un buen año, porque 2015 habrá sido el año de Mercedes, desde luego no el mío.

Bueno, tras la semana pasada en la que completé 94 kilómetros, y algunos de ellos a ritmos míos, necesito hincar el codo en la tierra e incorporarme, que ya dura demasiado la última caída. Si en tres meses consigo ponerme a tono y olvidar las lesiones podría verme flotando nuevamente en una maratón: ¡menudo sueño!




DOMINGO 15: TIRADA POR CIRCUITO NUEVO ALGO MÁS 16 KILÓMETROS

Parecía que nos habíamos quedado con ganas de una tirada algo más larga el día anterior, así que decidí que el domingo podríamos alargar la sesión y hacer una de distancia similar a la del sábado, otros 16 kilómetros y pico. Dibujé un circuito cercano a casa, pero tratando de ser original y transitar por caminos nuevos, y parece ser que lo conseguí, ya que por lo menos el 40% del recorrido discurrió por sitios nuevos. Desde el comienzo comprobamos como las piernas le iban a ir bien a Mercedes así que decidí meter caña y tratar de realizar un entreno exigente. Fuimos por el Camino de Don Bernardo, subimos por un camino nuevo que nos llevó a las escombreras del Camino de las Casas de Santa María; subimos por lo que parece ser que se llama "La cuesta de la mujer", y a "mi mujer" le costó, pero respondió. Aparecimos por la zona de la Finca La Gatera y tiramos a la derecha por la pista que lleva a las canteras para luego coger un camino a la izquierda que baja vertiginosamente hacia una vega donde discurre el arroyo del Peral, ahora seco. Pero en lugar de girar a la derecha lo hicimos a la izquierda para ir hasta el Albergue El Cañaveral; de ahí bajamos hasta las Aguas y de ahí hasta El Peral y de vuelta a casa dando algún rodeo. Merche aguantó el ritmo como una jabata y demostró que ya está para afrontar la Maratón de Málaga. Pese a no ser un circuito blandito y discurrir por caminos hicimos los 16,20 kilómetros a una media de 5´50´´.


SÁBADO 14: ALGO MÁS DE 16 BONITOS KILÓMETROS EN LAS VIRTUDES

El sábado comenzó para Mercedes con esa sensación de tener los deberes hechos que tanto me gusta cuando se aproxima otra maratón. Para ella es prácticamente un sentimiento nuevo, porque está a punto de acometer su segundo gran reto, pero sé que siente lo mismo que sentía yo: lo duro ya está pasado ahora toca entrenar sin tanta presión y esperar a que llegue el día D. Hemos cogido por costumbre correr el sábado por la tarde, en lugar de hacerlo por la mañana; está clara la razón: el solecito calienta pero no lo suficiente como para sudar y da gusto aprovechar así las tardes en esta época del año. Como nos había gustado tanto la aventura de la gran tirada Bazán-Virtudes, repetimos escenario así que dibujé un circuito de unos 19 kilómetros. La salida tendrí lugar en el Restaurante "El Puente", En la foto se puede ver cómo hacen publicidad de la famosa Plaza de Toros Cuadrada de Las Virtudes. En el aparcamiento de dicho local dejamos el coche a eso de las 15:50, aún con la comida deambulando por nuestros sistemas digestivos. Tenía que ir hacia Las Virtudes, pero en esta ocasión por un camino que subía, en algunos tramos con bastante pendiente. De hecho, los primeros kilómetros fueron bastante duros para mi mujer porque le molestaba la zona del sóleo, sin duda por la sobrecarga de kilómetros de la semana anterior.



En el kilómetro 3,5 llegábamos a la intersección donde cruza la bonita pista denominada "Ruta de Carlos V", y continuamos de frente, siguiendo la ruta marcada por mi GPS. Nos adentramos en una senda muy bonita, repleta de monte bajo y picando hacia arriba tanto que Merche comenzó a pasarlo peor que mal, porque sus molestias no le dejaban correr, así que comenzó a andar y a correr a ratos. Tuvimos que llegar al 5 para que la pendiente nos permitiera coger nuevamente ritmo, hasta que llegamos a la zona del incendio que arrasó una considerable extensión de arboleda el pasado mes de agosto. El paisaje se torno a dantesco, una verdadera pena. Seguimos la senda hasta que conseguimos salir del área afectada, siguiendo siempre la ruta, y fuimos por una especie de cañada muy técnica. A esas alturas Merche ya iba disfrutando, porque sus molestias habían remitido. Llegamos al camino donde el sábado pasado me había dado cuenta de que me había dejado las gafas de sol en la fuente de Las Virtudes, a unos 600 metros de la misma y en seguida subimos por el carreterín que lleva desde este precioso paraje a la Carretera de Castellar de Santiago. A unos 500 metros cogimos el camino que salía a la izquierda, y pronto me dí cuenta de que entrábamos en fincas privadas, pero la puerta estaba abierta así que cruzamos sin más. La casualidad hizo que medio kilómetro más adelante pasásemos por una casa donde había gente sentada afuera. Pronto descubrimos que se trataba de unos vecinos conocidos. Nos dijeron que de casualidad nos habíamos encontrado la puerta abierta, pero que si seguiamos por esa ruta hallaríamos las vallas cerradas, y más en época de caza. Decidimos seguir con la idea de darnos la vuelta cuando encontrásemos cerrado el paso. El camino era precioso, casi virgen, sin agricultura visible, siguiendo nuestra ruta, y fueron pasando los metros y los minutos sin que nos encontrásemos valla alguna que nos impidiera el paso. En el 10 pasamos por una puerta que indicaba que se trataba de un coto privado, pero la misma estaba también abierta, así que parecía que habíamos tenido suerte. Avanzamos disfrutando el paisaje, con pendiente negativa en muchos kilómetros y a buen ritmo, hasta que llegamos a un cruce donde me despisté y no tiré para donde tenía que tirar: a Las Virtudes, donde tenía previsto que nos refrescásemos. Seguimos adelante y caí en la cuenta de que el recorrido de 19 kilómetros se nos iba a quedar en unos 16 y pico, pero no importaba, la tirada estaba saliendo bastante bien. El resto fue sin incidencias: continuamos por el camino hasta el cruce donde volvíamos a estar en la ruta del GPS y de ahí a la carretera, un último kilómetros y llegábamos al coche. Algo más de 16 kilómetros y medio hechos en 1 hora y 52 minutos. No había sido un gran ritmo pero sí una tirada muy muy bonita.



RESUMEN DE LA SEMANA DEL 7 AL 13 DE NOVIEMBRE. SE TERMINÓ LO MALO

Resultado de imagen de todo OK

Era la última semana dura del plan, la más dura para ser más exactos y los dos primeros días habían comenzando muy bien: la tirada con MAYÚSCULAS del plan en nuestra aventura por Bazán y Las Virtudes, casi 27 kilómetros, que habíamos completado con una buena sesión regenerativa al día siguiente domingo, con otros 10 y pico kilómetros. Pero no quedó ahí la cosa:
  1. Lunes: consciente de la importancia de afinar y meter un poco de intensidad, nos fuimos al parque tras haber realizado un amplio calentamiento a un ritmo más que decente de 5´40´´ y allí hicimos 3 series de 450 metros bastante rápidas, pero en interval, sin recuperación. De ahí nos fuimos descalentando pero sin abandonar el buen ritmo. Salieron otros 9 kilómetros
  2. Martes: tocó realizar DURAS cuestas en el Cerro del Ángel, y todo tras un calentamiento largo. Llegamos al caminillo de alta pendiente, en torno a un 25% y allí hice sufrir a mi mujer bastante. La verdad es que no lo pasó muy bien. En el regreso el esfuerzo subiendo se tradujo en soltura en el correr.
  3. Miércoles: Mercedes hizo pilates y cinta, 5 kilómetros y medio,  mientras que yo hice una sesión en solitario de unos 13 kilómetros con buenas sensaciones en general.
  4. Jueves: resultó un muy buen entreno en intensidad para mi mujer, ya que fuimos al parque y allí tras un breve calentamiento hicimos interval de 600 metros, hasta 5 series. El regreso lo hicimos dando un pequeño rodeo para completar unos bien empleados 10,5 kilómetros.
  5. Viernes: tocó descanso, el único de la semana. 
Con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho. Finiquitábamos lo duro del plan y comenzaba el tapering previsto de 3 semanas. Mercede había completado un total de: 26,7+10,3+10+9,5+5,5+10,5 = 72 kilómetros, récord de acumulación de kilómetros semanal.

Yo por mi parte sacaba un balance positivo de esta semana ya que había conseguido acumular 80 kilometrillos con una mejor considerable en mis dos lesioncillas: la pubalgia de larga duración y la tendinitis quel aquiles que vengo arrastrando hace un mes ya.


jueves, 19 de noviembre de 2015

DOMINGO 8: TIRADILLA NOCTURNA VOLVIENDO POR EL CEMENTERIO

El gran entreno del sábado había dejado las piernas algo cargadas a Mercedes, que veía como su rodilla mala se quejaba, aunque en voz baja. El domingo había que regenerar y eso hicimos. Salimos a una mala hora, no aprovechando el solecito que nos había hecho durante toda la jornada, así que a eso de las 20 horas cogimos el Camino que se conoce como el Carril del Yeso (paralelo al Camino de Membrilla) y subimos hasta tras pasar el aeródromo, coger dirección a la Carretera de La Solana, la cual atravesamos, para regresar por el Camino del Peral. Como no me salían los 10 kilómetros que buscaba, al llegar al carril bici, justo antes para ser más exactos, cogimos un camino que nos llevaba a la Carretera de San Carlos del Valle y desde ahí a casa. El entreno transcurrió sin incidencias, sin grandes molestias ni para Merche ni para mi, pero aun ritmo tranquilo. Se trataba de sumar algo más de 10 kilómetros y eso hicimos. De esta forma el fin de semana se saldaba con un buen kilometraje: 37 kilómetros, la carga máxima de todo el plan.

Empezábamos con buen pie esta que era la última semana dura antes del comienzo del tapering.

martes, 17 de noviembre de 2015

SÁBADO 7: QUIZÁ EL MEJOR ENTRENO JAMÁS HECHO POR MERCHE

En esto de preparar una maratón no sólo cuenta cómo hayas entrenado, también hay que trabajarse la confianza y la autoestima. Nos faltaba esa tirada larga que permitiera a mi mujer coger confianza de cara a su segunda maratón. Recuerdo que en julio, tres semanas antes de Helsinki, la convencí para que hiciera conmigo el entreno oficial de la Madrid-Segovia, que discurría entre Cercedilla y Segovia, un total de 36 kilómetros muy duros que aguantó como una jabata subiendo a la Fuenfría sin andar. Tras esto se disiparon las dudas y quedó despejado el cielo: Merche podría aguantar la Maratón de Helsinki, y así fue....

Pues bien, para Málaga necesitábamos algo similar, quizá no tan largo ni tan duro, pero la situación requería un entreno de esos que siempre pudiésemos recordar y con el que ella cogiera kilómetros y confianza a partes iguales. El viernes por la noche me esmeré en mi ordenador buscando un circuito que cubriese nuestras expectativas pero no lo hallé. El sábado por la mañana me puse de nuevo manos a la obra, sabiendo que no saldríamos a correr hasta después de comer para así aprovechar el solecito de noviembre. Lo encontré de casualidad: ¡vaya dulce casualidad!, pero lo tuve que crear, no me aproveché del trabajo de otro runner o biker. La idea era ir a Bazán, un pequeñita aldea de colonos a unos 10 kilómetros de Santa Cruz de Mudela, dejar alli el coche e ir por caminos y algún tramos de carretera secundaria a Las Virtudes, un paraje muy bonito por el cual nunca habíamos corrido. Desde ahí regresaríamos por otros caminos a Bazán, volviendo a atravesar la AIV. Casi 27 kilómetros tenían la culpa. El caso es que tras la comida cumplimos el guión y llegamos a Bazán a eso de las 15:55, con la comida aún digiriéndose. Mal había comenzado el tema porque nos habíamos dejado el frontal en casa y no me salían las cuentas: o corriamos bien rápido o se nos haría de noche regresando, ¡vaya tela!; pero aceptamos el reto así que le dí a "inicio de recorrido" a mi Garmin (tenía grabada la ruta que previamente había creado en la wikiloc). Comenzamos a correr por el carreterín semiasfaltato, una recta sin una curva que nos llevaba hacia la AIV, y pronto comprobamos dos cosas: que hacía calor de más y que afortunadamente a Merche le iban las piernas. A un ritmo cercano a 6´, la mayoría por encima unos segundos, fuimos consumiendo minutos y kilómetros, casi siempre picando hacia arriba
















El paraje sin ser muy bonito, al menos era distinto, sin vides, y eso siempre ayuda a cambiar el chip y que todo se haga más ameno. Llegamos no sin cierto calor a la zona donde teníamos que atravesar la autovía, en donde se haya el Hotel las Canteras y el Restaurante "El Puente"

 

Y de ahí cogimos la carretera que nos llevaría a Las Virtudes, que se veía en lo alto de una verde ladera. Estos fueron los kilómetros más duros, sin duda, porque había que subir unos 100 metros yendo por dicha vía asfaltada, y el calor no ayudaba, pero a Mercedes le iban las piernas e íbamos clavando buenos ritmos sin que decayesen las fuerzas. Alcanzamos las virtudes y una magnifica fuente de agua muy fría allá por el kilómetro 13, la cual podéis ver en la imagen, sin trampa ni cartón, ¡agua fría y rica de sierra en plena Mancha!


Allí nos refrescamos brevemente y partimos para seguir nuestra ruta por el carreterín que subía, aunque pronto cogímos un camino muy bonito hacia la derecha, lleno de vegetación de monte bajo: la ruta de Carlos V, preciosa de verdad, y curioso no poder encontrar fotos en la red. Pero pronto me dí cuenta de que me había dejado las gafas de sol en la fuente, asi que paramos, me quité la mochila y regresé corriendo hasta la misma, sintiendo que las piernas me iban, lo cual me hizo sentir bien (un sentimiento bueno entre tanto malo después de tantos meses amargos no viene mal). Llegué a la fuente justo cuando una madre y su hijo se iban de la misma, y alcancé justo para preguntarles por mis gafas: no hubo problema las llevaba ella en la mano y me las dio gustamente. Regresé a buen ritmo pese a la pendiente y allí estaba mi mujer esperando. Habíamos perdido unos minutos preciosos lo que me llevaba a temer que se nos haría de noche antes de llegar a Bazán. Nos pusimos a correr y a disfrutar, pero a disfrutar de verdad. Yo sin molestias de ningún tipo, ella igual, no le molestaba nada. Las cuestas costaban pero gustaban y el paisaje era para grabarlo. Cayeron los kilómetros por esta zona, el 14, 15, 16, y a partir de ahí a bajar y a disfrutar, se habían terminado las cuestas. En el 20 se terminaba el camino y cogíamos la vía que nos llevaba a cruzar el puente por encima de la autovía. Íbamos picando kilómetros a 5´35´´, 5´40´´ y las piernas estaban a tono, así que ¿qué más podíamos pedir un sábado por la tarde?. Cogimos el camino que nos llevaría a Bazán con mucha fuerza y muchas ganas, y la luz comenzó a desaparecer pero pronto alcanzaríamos el carreterín que nos llevaría a Bazán y que conocíamos del inicio de nuestra ruta. Cogimos éste casi en el 22, y de ahí la larga recta casi siempre bajando, donde Merche echó el resto y no permitió que el ritmo decayese. Conseguimos llegar a Bazán con la línea rojiza del horizonte difuminada por la profunda oscuridad. Apenas acertábamos a ver los baches del carreterín, pero éramos felices, ¡ya era hora!. Llegamos al coche 2 horas y 39 minutos después de iniciar nuestro camino (sin contar los minutos que Mercedes estuvo parada mientras yo iba a por mis gafas). Nos refrescamos en una fuente que había en la placita, esta misma que se ve en la foto:


Mercedes había corrido como una campeona a un ritmo medio de 5´59´´ con una desnivel positivo acumulado de 210 metros, haciendo los últimos 12 kilómetros a una media por debajo de 5´40´´. Estábamos muy contentos y sobre todo ella había recuperado la confianza necesaria para su reto de Málaga. En lo que a mi respecta, había hecho unos 28 kilómetros en los que mi pubalgia apenas me había comentado nada y el tendón había aguantado bastante bien tanto machaqueo.