RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 23 de enero de 2016

MIÉRCOLES 20: CUESTAS. ¿ME SERVIRÁN?

El miércoles sentía como habían caído algunos enteros en mi índice de confianza, el cual había alcanzado el máximo en 5 meses tras la buena tirada (sin molestias por fin) del sábado anterior. Sin embargo, los días siguientes habían supuesto el tener que asumir algo que ya sabía pero que no quería admitir: me queda aún un largo camino que recorrer con esta lesión. Decidí el miércoles ir a hacer cuestas al Cerro del Ángel, pero por la parte de mayor pendiente: un camino que sube unos 250 metros y que alcanza una pendiente del 25%. La ida fue sin incidencias reseñables, pero también sin chispa. Al menos al comenzar a subir no sentí grandes molestias en mi cintura. Llegué al inicio del camino y sin más me puse a ascender bien atento de ir de puntera (sin que mis talones tocaran la tierra). Costó, y la bajada fue algo dolorosa por el tema que tanto me preocupa, sin embargo las siguientes tres series fueron a mejor, picaron las piernas..., es cierto que sentí alguna molestia, pero mejor...Regresé dando un gran rodeo por el camino que pasa por detrás de los Cerros de la Aguzadera y ya en el Camino de Membrilla apreté un poco y las sensaciones no fueron malas del todo. Esa fue la parte de la sesión en la que imprimí un poco de intensidad. Once kilómetros que al fin y al cabo estuvieron bien empleados. Merche por su parte decidió descansar, eso sí, de forma activa, ya que fue a hacer pilates.

En defintiva: a esas alturas de la semana todo seguía en la misma onda: tratando de superar este mal y sintiéndome que estoy en la larga, pero larga de verdad, última fase.


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