Tras un final de invierno y una gran primavera allá en 2013 en los que mejoré mucho mis marcas en 10000, media maratón y maratón vino la realidad más amarga: "tocaba caer", de forma que vinieron las dichosas molestias en mis isquios, los entrenos de mi primer Madrid-Segovia que luego resultó fallida y cuando a finales de otoño de ese mismo año quise volver a correr rápido nada fue igual: rotura de isquios tras la Maratón de Málaga, la cual terminé arrastrándo mi maltrecha pierna, luego vino la lenta recuperación y posterior gran fiasco en la Maratón de Sevilla en febrero de 2014 y fue entonces cuando me dediqué varios meses a la montaña y el ultrafondo (y creo que acerté porque me sirvió para disfrutar y ver este deporte desde otra óptica). Tras grandes experiencias, y sobre todo tras terminar con buenas sensaciones mi Madrid-Segovia en septiembre de 2014, quise lavar malos viejos recuerdos corriendo la Maratón de Valencia, y en cierta medida lo conseguí quizá no con el mejor crono pero sí con una carrera digna y sin gran sufrimiento aunque regresaron de nuevo las molestias en mis isquios, regresando la frustración.
Y justo ahí es donde considero que existe un claro punto de inflexión en esta historia, la historia de un corredor popular más; ese cambio sobrevino por casualidad al leer sobre la Técnica de Carrera Pose que se basa en no talonar, no levantar rodilla, echar el cuerpo hacia adelante y tener una zancada más natural y eficiente en la que sufren menos los isquios y las rodillas (doy fe de ello). A su vez recuperé unas viejas zapatillas a las que no les tenía en buena estima y mire usted por donde resulta que ahora no podría vivir sin ellas a pesar de estar viejas, gastadas, deshechas, y ya no tienen sustitutas porque no se fabrican. Enero, febrero y marzo han sido tres grandes meses de entrenos en los que cada vez me he ido sintiendo mejor, con sesiones intensas, rápidas, y las molestias han desaparecido. Me ha costado mucho hacerme con la nueva forma de correr, la cual es bastante molesta al principio pero cada vez lo hago de forma más natural y sus beneficios para mi han sido increibles, digamos que he vuelto a renacer. De hecho, en algunas entradas antiguas bromeaba con la idea de que en aquella gran primavera había sido como si me hubiesen trasplantado en préstamo unas piernas que no eran mías y que luego malvadamente cuando había disfrutado de su eficacia me las habían quitado y me habíando dejado con mis viejas extremidades. Pues bien, ahora si reconozco en el amplio sentido de la palabra éstas que son mis dos bielas de avance, y es que es como si volvieran a ser como aquellas que incansables me llevaron en Roma a la consecución de mi sueño. En los últimos días las sensaciones están siendo muy muy buenas y tras la Media de Bolaños en la que conseguí quedarme a un minuto de mi mejor marca he recuperado una confianza que creía perdida por completo.
Dicho esto, paso a seguir con esta tarea ardua de "cuaderno de bitácoras" con el que pretendo describir el día a día: ayer lunes, como estoy de vacaciones tuve tiempo de estar haciendo cosillas en mi despacho y esperando a que regresara mi mujer para salir juntos a correr un rato. El fin de semana había sido muy bueno para mi, pero quiero más, quiero hacer una buena semana aprovechando que estoy más holgado en cuanto el ratio tiempo/obligaciones. A ella no le tocaba correr pero había pensado que quizá haciendo lo contrario de lo que dice el manual pueda ir recuperándose de sus molestias (que ya comienzan a preocuparme). Lo contrario no es ni más ni mienos que aumentar la frecuencia de entrenos, aunque estos sean más suaves, y por ello salimos a trotar en un atardecer en el que daba gusto hacerlo con una estupenda temperatura. Cuando llevábamos unos 3 kilómetros y medio ella giró a la izquierda hacia el pueblo para conseguir completar unos cortos 6,5 kilómetros pero que le sirven para lo comentado (parece ser que no le sentaron mal a su pierna derecha). En cuanto a mi, fue entonces, ya solo, cuando comencé a correr rápido y como me sentía muy suelto, la sensación fue de poder, pero de poder también en sentido amplio: poder para poder aumentar el ritmo con la intuición de que no se van a subir las pulsaciones y que de las sensaciones lejos de empeorar van a mejorar, "poder de poder poder" válgame la redundancia. Pasé por los Cerros de la Aguzadera y subí la cuesta de la vía de servicio de la AIV cuando la noche me sorprendía, y lo hice sin forzar como si la pendiente positiva no fuera tal. Una vez llegado al Cerro del Ángel subí dos veces por el carreterín en lo que probablemente sean las dos mejores subidas que he hecho en mi vida en una cuesta de esas características (1 kilómetro con un 10% de desnivel positivo medio); y es que no se elevaron apenas las pulsaciones y las piernas respondieron sin carga, como si estuviese llaneando. Las bajadas fueron rápidas pero no alocadas consciente de que lo que he ganado en estos tres meses no lo puedo perder haciendo el tonto y jugándome una lesión. La vuelta a casa también fue moderada y es que al haber aumentado el kilometraje en estos días también me da miedo que me sobrevengan cargas, molestias o lo que es peor, algún contratiempo que tire por tierra lo conseguido.
En casa pude estirar muy bien y sentirme con una satisfacción difícil de explicar, tanta que hasta pensé que debería inscribirme al 10000 que dentro de un par de semanas hay en Álcazar de San Juan, a pesar de que los 10.000´s y yo estamos algo reñidos y de que no me conviene esa distancia en el camino de mi preparación a Helsinki.
Conclusión: cada vez me gustan más mis piernas y creo que todavía tienen bastante que decir...(estas no son las mías, obviamente)