RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 20 de junio de 2017

LUNES 19: ALGO CANSADO EN LA SESIÓN DE INTERVAL CORTO

Ayer estaba cansado y cuando eché a correr sentí que iba a ser una dura sesión. Me fui por la Calle San Francisco hasta la Salida del Peral y tomé por el carril bici hasta llegar al camino que cruza la carretera a la altura del cementerio. En seguida tomé el camino que lleva al aeródromo y giré por el camino que lleva al del Carril del Yeso y de ahí a casa. He de decir que desde el kilómetro 3 iba haciendo cambios de ritmo de en torno a 1 minuto, pero con muy poca recuperacíón y me fui encontrando cada vez más suelto.

Al final resultó un buen entreno de unos 8,5 kilómetros.



SÁBADO Y DOMINGO 17-18: DOBLAJE CON 16 POR LA MAÑANA CIRCUITO PERAL GATERA + CARRERA NOCTURNA EN SIERRA PERAL CON MERCHE

Tuvimos que madrugar para irnos a Miguelturra, donde los organizadores del Ultra Trail de los Castillos habían organizado un evento muy bonito: plantar una encina en el Cerro de San Isidro de dicha localidad para cada uno de los tres clasificados en cada una de las pruebas de 2016 y 2017, así como también el último clasificado/a. Llegamos al cerro que bien conocemos porque se pasa por él en el recorrido de la Media Maratón de Miguelturra, y allí estaban dos de los organizadores, al rato comenzó a llegar gente y nos acercamos al lugar donde teníamos que plantar las encinas. Un bonito gesto que sirve para reforestar y para hacernos un poco menos mortales. 















Tras esto aprovechamos la coyuntura para ir de compras a Ciudad Real, y ya por la tarde, en casa, hacía tal calor que se me quitó la idea de hacer una macrotirada, algo que tenía en la cabeza. A cambio nos fuimos Inés, Merche y yo a tomar unos vinillos, ¡menudo cambio!.

Pero llegó el domingo y ya no era cuestión de perdonarnos más sesiones. Por la mañana hice una tirada de unos 17 kilómetros yendo al Peral, desde ahí al centro de adistramiento canino que hay en la carretera de San Carlos del Valle, bajé a la vega del arroyo, subí y terminé en la Finca La Gatera y de ahí a casa. 

Pero aún había algo más que hacer. Ya por la noche, a Merche le tocaba salir a mover esa rodilla, que llevaba unos días de descanso, así que nos fuimos al Peral, donde aparcamos el coche, e hicimos dos subidas por la senda técnica que lleva a lo alto de los molinos eólicos. Merche se desenvolvió muy bien a pesar de que llevaba su frontal, muy poco potente. Tras la segunda subida, bajamos por la pista hasta la carretera y de ahí por la Carretera de La Solana hasta el Peral, unos 10 kilómetros pero bastantes duros, con casi 500 metros de desnivel positivo. Lo mejor fue el fresquito que hacía y las buenas sensaciones que yo tuve. Mercedes también se encontró mejor de sus problemas en la cintilla.





VIERNES 16: ENTRENO DE 12,5 KILÓMETROS CAMINO HORTEZUELAS

Aprovechando que disfrutaba del festivo del día 15, pero en día no festivo, salí a correr al mediodía. Hacía bastante calor y se me ocurrió hacer el circuito corto del Camino de Huertezuelas. Lo pasé bastante mal al principio aunque sentía que iban las piernas. El regreso fue mejor a pesar de la deshidratación. Doce kilómetros y medio con los que cerraba la semana con unos buenos 87,5 kilómetros quizá con menos entrenos intensos que en la semana anterior, pero aceptables teniendo en cuenta el calor.

Lo mejor es que conseguía acumular un total de 37 sesiones seguidas en 35 días, lejos de mi récord de 67 sesiones; y aunque el sábado 17 descansé no se puede considerar como tal debido al doblaje del domingo, con lo que he decidido seguir estirando el número de sesiones sin descanso



JUEVES 15: 7 KILÓMETROS SUAVES

El jueves estaba bastante desganado, pero había que seguir saliendo, así que me planteé un entreno suavito como el que más. Camino del Peral, rodeé el cementerio, bajé por el paseo y regresé a casa dando el pequeño rodeo que ya había dado a la ida. Me salíó algo menos de 7 kilómetros.

Fue un entreno regenerativo sin más

MIÉRCOLES 14: 9 KILÓMETROS Y MEDIO DE NOCHE OLIENDO A TIERRA MOJADA

Convecía nuevamente a mi mujer en un día en el que había hecho mucho calor, casi 40 grados, así que decidimos salir a correr tras la cena. A eso de las 22:30 cogíamos el Camino del Peral para luego hacer el circuito del aeródromo. Había caído una buena tormenta minutos antes y todo estaba lleno de charcos con un olor estupendo a tierra mojada, lo que hacía que el ambiente estuviera fresquito y se pudiera correr. El regreso fue algo mejor, por el Camino del Bajo Peral aunque yo comencé a notar problemas digestivos. Merche notó carga en la cintilla en varias fases de la sesión y tuvo que parar en una ocasión a estirar.


MARTES 13: CASI DIEZ KILÓMETROS CORRIENDO CON MERCHE AGUZADERA Y ANGEL

Merche estaba bastante tocada por el 10.000, con falta de fuerzas y con la cintilla bastante cargada. Aún así la convencí para saliera a correr un rato. Subimos al Cerro del Ángel por el camino sur y le costó un mundo, teniendo en cuenta que el calor tampoco ayudó. Bajamos por el carreterín y desde ahí por la vía de servicio hacia los cerros de la Aguzadera para completar el circuito. El regreso no fue a mejor, de hecho por el Camino de Membrilla la cintilla le fue pitando. Nos salieron algo más de 9 kilómetros y medio bastante discretos en cuanto a sensaciones. Yo bien, sin molestias.

LUNES 12: ENTRENO SUAVE CON SUBIDA AL ÁNGEL INCLUIDA

Había que bajar un poco el pistón el lunes, y me tomé una sesión bastante corta y suave. Fui al Parque, pasé por Felix Solís yendo por la vía de servicio, hasta la rotonda donde comienza la Avenida de las Tinajas, de ahí al Camino asfaltado para tomar la subida por el camino al Ángel, tras esto bajar por el carreterín y a casa. Todo hecho de forma tranquila, sin forzar.


LA CRÓNICA DEL 10.000 DE LA INDEPENDENCIA: MERCHE "SUDA LA GOTA GORDA"

Estaba siendo un sábado intenso con mis obligaciones familiares propias del fin de semana, con la accidentada salida matutina, con pérdida de llaves incluida, afortunadamente con final feliz, con la visita de un gran amigo como Eusebio y su mujer, y como colofón teníamos la cita con el 10.000 de la Independencia, que tras varios años sin celebrarse regresaba al calendario.

Para Merche era un evento importante porque pretendía mejorar su marca de 51´25´´ que estableció en la Carrera del Porvenir en Alcázar de San Juan hacía dos años, pero estaba claro que iba a ser una carrera muy dura debido al calor. Recogimos el dorsal a las 19:45, nos echamos una foto todos los del Club Extenuación y tras charlar con unos y con otros nos pusimos a calentar. Malas sensaciones para mi mujer, y en mi caso daba igual, puesto que tan sólo iba a hacer de liebre.

A las 20:30 horas se daba el pistoletazo de salida, y salíamos los 213 locos dispuestos a asarse en el asfalto con una temperatura de más de 36 grados a la sombra. Salimos un poco retrasados por lo que los primeros metros son de aceleración y en ellos adelantamos a un montón de gente. Veo a mi mujer bastante suelta, como luego corroborará el GPS, marcando los primeros kilómetros por debajo de 5´el kilómetro, algo a lo que ella no está acostumbrada. Tenemos que subir por la Avenida de las Tinajas desde el Molino y llegar hasta el Monumento a los 200 años del episodio ocurrido en 1808, cuando los valdepeñeros y vecinos de otras poblaciones cercanas impidieron y retrasaron el paso de las tropas francesas que se dirigían al Sur. El circuito es un tobogán constante con repechos seguidos de bajaditas, pero un rompepiernas al fin y al cabo. Regresamos hacia el Molino y pronto compruebo que Merche va agotada, no va redonda, ya nos comienza a pasar gente y el ritmo decae bastante, sobre todo cuando tenemos que ir hacia el monumento de Juana Galana en San Marcos, porque toca lidiar con un repechín. En la zona de la Calle Seis de Junio hace más calor pero es cuesta abajo hasta el siguiente hito, La Puerta del Vino, pero Mercedes va definitivamente mal, sufriendo, tratando de marcar el kilómetro lo más cercano a 5´. Voy comprobando como poco a poco se van desvaneciendo las posibilidades de bajar de 50´y seguidamente las de bajar de 51´porque preveo que lo de mi mujer va a ir a peor, y efectivamente, la vuelta por Seis de Junio se hace complicada, pero en el paso nuevamente por el arco de salida le viene bien que nos refresquen con la manguera y coger una esponja. La travesía por el desierto que supone ir de nuevo hasta el monumento de los 200 años, "el matroteto" como yo le llamo es larga y sufrida para ella y la vuelta se hace muy larga. Pasamos por meta sin ritmo, marcando algún kilómetro cercano a 5´25´´ pero ella está acostumbrada a sufrir así que en Seis de Junio se recupera un poco y echa el resto, aunque sabe que la vuelta le va a costar. A todo esto hemos ido comprobando como más de una veintena de corredores nos han ido sobrepasando durante todos esos minutos, y apenas hemos adelantado a unos pocos que van peor. En el último kilómetro ella hace lo que puede para llegar a meta bastante tocada con una marca que visto en frío es bastante buena teniendo en cuenta las condiciones: 51´ 35´´, a unos segundo de su mejor marca. A buen seguro de que habiendo hecho frío hubiera bajado considerablemente ese registro.

Nos espera sandía, agua y mucha charla con unos y con otros, y tras agotar todas estas posibilidades nos fuimos a casa con la sensación de haber hecho los deberes. Vista la clasificación no está mal terminar por encima de la mitad de la tabla la 102º, quinta de su categoría y sabiendo que de haber tenido un año más hubiese subido al cajón como tercera, pero eso no es lo importante, lo más reseñable es que pasamos una buena tarde con nuestra gente y en nuestro pueblo. Hemos recuperado una competición que es un orgulloso para la localidad, y se ha hecho desde el buen hacer, ni un pero a la organización, todo estuvo muy bien planificado y ejecutado, y encima ha sido por una buena causa solidaria, la de AFAD.

He aquí unas fotos:










lunes, 19 de junio de 2017

DOMINGO 12: 14 KILÓMETROS A RITMO CONSTANTE

Aquel domingo me tomé con gusto lo de salir a correr por la mañana, pese a que hacía bastante calor. Me dirigí por el Camino del Peral hacia dicho paraje pero pronto tomé un camino hacia La Finca la Gatera, en la Carretera de San Carlos del Valle. Llevaba buen ritmo, iba suelto, y ello pese al tute del día anterior, en el que quieras a no había hecho 26 kilómetros en dos sesiones seguidas, la segunda a un buen ritmo de 5´09´´. Llegue a la cuesta de La Gatera y me dirigí por el camino que pronto sale la pista que baja hacia la vega del Arroyo del Peral. Desde ahí tomé la cuesta hacia el Albergue Juvenil El Cañaveral y de ahí a Las Aguas y vuelta por el Peral, donde tras refrescarme tiré hacia casa.

Llegué bastante fuerte aunque con bastante calor y podía decir que había empleado bien el fin de semana acumulando 41 kilómetros 

SÁBADO 10: DOBLAJE 16 KMS+ 11 KMS. LA JORNADA MATUTINA: ¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES MATARILE RILE..?

Los doblajes me dejan deshecho, y más si en ese día hay otras obligaciones que llevar a cabo. El sábado por la mañana, pero no muy temprano, sino un rato antes del mediodía, me fui al Peral con el coche para subir por una bonita senda el Cerro del Peral salvando sus 200 metros positivos, y no hacerlo una vez, sino dos veces seguidas. La idea era regresar después por la pista de atrás, luego la carretera y pis pas, unos 10 kilómetros. Salí con todo el caloruzo y pronto sentí el mismo en las primeras cuestas. Me costó la primera ascensión la cual hice corriendo y andando a partes iguales. La bajada no fue mala y en el pie de la Sierra paré a atarme las zapas. La segunda subida fue mejor que la primera y mejor aún fue la bajada por la pista y el ritmo que cogí en el llano. Llegué fuerte al coche pero cuando fui a buscar el mando a distancia me dí cuenta de que no lo llevaba. Lo había llevado agarrado en la mano durante la sesión y no era capaz de recordar cómo podía ser posible que se me hubiese caído. Llamé a Merche desde un bar pero ella no podía hacer nada, para colmo teníamos visita, ya que venía a comer mi amigo Eusebio y también tenía que llevar la comida a mis padres, es decir, caótico. Decidí buscar la llave desandando el camino con un Sol de justicia y yendo por la carretera recordé el episodio del atado de zapatillas, así que cambié de planes, cogí el Camino Carretas y terminé subiendo el cerro buscando la senda, porque recordaba que había sido en la falda de la misma donde me había sentado, y efectivamente, en una de las piedras que me costó encontrar las hallé. Regresé al coche con toda la prisa del mundo y una deshidratación considerable. Había que añadir a los 10 primeros kilómetros lo muy alocados 6 que me había llevado la búsqueda; la verdad es que me sirvió el incidente para sumar.


VIERNES 9: 8,6 KILÓMETROS EN MANZANARES CON LA FRESCA

Los viernes no suelen ser muy propicios para entrenar. Me gusta emplearlos para salir a tomar unos vinos con mi mujer; pero es cierto que estaba enlazando un montón de sesiones sin descanso, por lo que ese viernes decidí salir a correr al mediodía, en mi descanso laboral en Manzanares. Hacía un calor de justicia, en torno a 34 grados a eso de las 14 horas, aún así desde las primeras zancadas no me sentí muy mal, fui encontrando sensaciones en las piernas pese a la dificultad para correr con esas temperaturas. A partir de la mitad de la sesión, también propiciado por una brisa que me ayudaba a llevarlo mejor, metí una marcha más y encontré mejores sensaciones. Al final algo menos de 9 kilómetros cerrando otra semana muy buena, en esta ocasión de 84 kilómetros y sin molestia alguna

JUEVES 8: MERCHE CIERRA LA SEMANA CON MOLESTIAS

Aquel jueves Merche y yo hicimos un circuitín corto y suave cercano a casa, de unos 8,5 kilómetros. Merche acusó la carga en la cintilla un poco más que el día anterior pero seguro que le vino bien esta sesión, con la que ella cerraba la semana con unos 55 kilómetros en cuatro sesiones, una de ellas competitiva, como la del domingo.

Estábamos inscritos al 10.000 de la Independencia, de Valdepeñas, el sábado siguiente, y nos habíamos propuesto que ella bajara su marca, por lo que 

Yo todavía tenía pendiente la sesión del día siguiente, la del viernes, y es que me había propuesto seguir sin darle descanso al cuerpo


MARTES 6: Y REGRESAN LOS CAMBIOS DE RITMO. 11,5 KILÓMETROS

El martes me hallaba ya muy muy recuperado, tanto es así que propuse una sesión con cambios de ritmo cortos. Elegí el circuito de 11,5 kilómetros que comienza por el Camino de Membrilla y regresa por el Carril del Yeso, y la verdad es que me sentó bastante bien pese al calor. Contento por este estado de forma que he alcanzado, lástima que sea en las postrimerías del verano, y que por ello costará mantenerlo.


MIÉRCOLES 7: 10 KILÓMETROS CON CAMBIOS DE RITMO JUNTO A MERCHE

El miércoles Merche se incorporaba nuevamente a la disciplina de los entrenos, tras un merecido descanso de dos días. Nos fuimos por el Camino de Don Bernardo y en seguida tiramos por el camino que sube en oblicuo al a escombrera que lleva al Camino de las Casas de Santa María. Hacía calor y cuesta arriba, por lo que no cogimos buen ritmo hasta que alcanzamos la escombrera y cambiamos el sentido de la marcha. A partir de ahí fui realizando cambios de ritmo que poco a poco fueron minando las fuerzas de mi mujer, cansada, sin lugar a dudas, del esfuerzo del domingo. Pasamos por el cementerio y terminamos nuestro circuito por el Camino del Peral realizando algo más de 10 kilómetros bien empleados.


LUNES 5: NO DOY DESCANSO A MI CUERPO. LA RUEDA NO DEBE DEJAR DE GIRAR AÚN

El lunes me hallaba bastante cargado del esfuerzo realizado en Aldenueva de la Vera, pero no tan mal como no permitir que la rueda dejase de girar. Así que me monté un circuito en las inmediaciones de casa, en la zona norte, por los caminos de Membrilla, Carril del Yeso, zona del aeródromo, falda del Cerro del Ángel y regreso por la Avenida de las Tinajas.

La carga no me trasladaba una sensación desagradable y por momento el cuerpo me invitó a acelerar, algo que no hice por precación.

9 kilómetros que sumaron en una jornada que no llego a ser tampoco regenerativa.


SÁBADO 3: ALDEANUEVA DE LA VERA SUS CEREZAS, ROBLES Y HELECHOS

Ya os he narrado lo que aconteció en la carrera Pencona aquel domingo 4 de junio, pero de manera algo desordenada en el tiempo, ahora toca publicar lo que supuso nuestro viaje "en familia" a tierras extremeñas, justo el día antes...

Fue muy emocionante poder coger el coche los cuatro e irnos sin prisas, con todo el fin de semana para nosotros, hasta tierras cacereñas. En esos dos días no habría que pensar en obligaciones de ningún tipo, tan sólo en disfrutar y, eso sí, en disputar un duro trail. El viaje fue sin incidencias y llegamos a Losar de la Vera, localizado en un precioso valle a los pies de altas sierras colindantes a Sierra de Gredos. Nos dio el tiempo justo para fichar y meternos el comedor del hostal donde pudimos comer, y bastante bien, por cierto.

Tras ello nos echamos algunas fotos en algunos de los setos con todo tipo de formas (animales, personas, cosas, etc) que hacen famoso este municipio y después de posar nos  acercamos a Aldeanueva de la Vera para recoger el dorsal y posar para la ocasión, y se nos ocurrió hacer parte del recorrido del trail a disputar al día siguiente en plan senderista, lo cual a Inés no le pareció muy bien, pero hay que desperezarla cuanto antes. Pronto comprobamos la belleza del entorno que nos íbamos a encontrar en la carrera. No pudimos evitar coger unas cerezas en plan avituallamiento senderista, y es que los frutos, en plena época de recogida, sobresalían de las vallas y apenas había que estirar un poco los brazos desde el camino para cortarlos. Llegamos a un precioso bosque de robles, tratando de animar a Inés que nos costaba un mundo que avanzara, y allí nos echamos algunas magnificas fotos entre helechos,  y en el kilómetro 3 nos dimos media vuelta y deshicimos el camino andado. Un paseo para recordar, desde luego y que me vais a permitir que lo compute como kilometraje de la semana.

Tras esto regresamos a Losar de la Vera y una vez en el pueblo buscamos una de sus famosas piscinas naturales, algo que no nos costó mucho encontrar. Precioso entorno el que hallamos, con abundante y cristalina agua, donde Jorge e Inés disfrutaron como enanos, y Merche y yo no fuimos más allá de introducir los pies en el rio.

Para cenar nos fuimos a un barecillo en el que, como no, estaban echando la Final de la Champions, todo inundado de gente atenta al evento. Cenamos tapas muy ricas y regresamos al hostal para "empiltrarnos" que al día siguiente había que madrugar. Se podía decir que habíamos pasado un magnífico sábado pero que el domingo nos esperaba con el evento que nos estaba esperando. 

Algunas fotos














 Fuente con nueve caños justo donde comienza la ruta de Carlos V. Pasábamos por ahí a la salida y a la llegada.


















Inés rodeada de helechos en nuestra ruta senderista
























Losar de la Vera y sus setos perfectos


























Losar de la Vera y nosotros posando tras un monumento a las cabras montesas




Conejillo tipo seto























Merche muy guapa en Aldenueva de la Vera























Entre cerezos en nuestra ruta senderista























Precioso bosque aunque mi hijo parece dormirse
 























Un cacho de pista por donde subimos en los primeros kilómetros del recorrido de la Pencona
























Ojalá hubiera de eso en Valdepeñas




 

viernes, 16 de junio de 2017

LA CRÓNICA DEL CAMPEONATO EXTREMEÑO DE MONTAÑA: CARRERA PENCONA 2017

El día "D" era en Aldeanueva de la Vera y no en Cardiff

Conciliar el sueño y excitación no casan bien, es algo que hemos aprendido "a fuego" los que corremos cuando contamos ovejitas la noche antes del día esperado. Sin embargo no hubo que luchar mucho contra el insomnio, quizá por estar cansados del viaje o tal vez por nuestra ruta senderista vespertina, probablemente por ambos hechos. Los fervientes seguidores madridistas de Losar de la Vera no consiguieron que el sueño retrasara su llegada, porque en verdad que la "jarana celebracional" se quedó sólo en conato de fiesta, con cuatro bocinados y cinco voces. Me rendí a la suavidad de las sábanas, la noche fresca y el colchón agradecido para poder estar a las 05:50 en pie quitándome las legañas y con la alcachofa de la ducha en la mano tratando de averiguar dónde puñetas había dejado el champú. Hubo desayuno ligero en la cafetería del hostal, y no tuve problemas para recuperar mi botella de litro y medio de isotónica del Lidl de dentro del refrigerador de a lado de la barra, donde horas antes la había introducido con el beneplácito del dueño. Llené mis dos soft flask con esta bebida experimental (decir que lo he probado ya casi todo con el fin de encontrar la pócima que no haga mal a mi maltrecho sistema digestivo) y recé para que en esta ocasión funcionara el invento. Mientras Mercedes despertaba a Jorge y a Inés yo aproveché para liarme de cháchara con Óscar, un runner de Badajoz que se hospedaba en aquel hostal, y estuvimos intercambiando batallitas sin darnos cuenta de que las manijas del reloj azanzaban hasta casi dejarnos en "fuera de fuego", es decir, que tuvimos que salir de allí con el tiempo "en los talones" y a pesar de todo aún pudimos estirar un poco los minutos para sacar dinero en un Liberbank en Jarandilla de la Vera y que de esta forma los crios tuvieran algo de cash para darse un capricho comprando cosas que normalmente tienen prohibidas (esa era la forma de devolverles el sacrificio de estar toda la mañana esperándonos durante la competición)

La montaña, el alcohol y la locura

Llegamos a Aldeanueva con una media hora de margen y aparcamos con facilidad en una zona de garitos, a no más de 150 metros de la salida, que eso sí, estaba todavía poblada por los "habitantes de la noche"  que aún no se habían dado cuenta que ya había amanecido. A juzgar por las cosas que hacian y decían me los podía imaginar "durmiendo la mona" al tiempo que nosotros estuviésemos coronando esa mañana el alto de la Panera, y es que  mientras unos cuantos locos pretendíamos exprimir esa fabulosa mañana de domingo montaña arriba montaña abajo, otros darían la jornada dominical prácticamente por finiquitada en forma de "condena resacosa". Viéndoles no sentía envidia concienciado como estoy de que las sendas y los barrancos nos han atrapado y ya no hay vuelta atrás.

Dispuestos a devorar todos los kilómetros que caben en una nueva ilusión

Merche nerviosa como siempre que se enfrenta a la naturaleza, yo alterado como nunca y tratando de pelearme con una especie de nudo en la garganta que me hace sentir dudas a  cada pensamiento que asalta mi cabeza. En mi mente advertencias y consejos resuenan, todos relativos a la dureza de la temida Pencona, y en mis ojos no veo nada más que montañer@s con demasiada buena pinta, y pese a que ya no soy novato en estas lides, siento la inseguridad propia de un asfaltero pensando que me hallo entre expertos en piornos y trialeras pedregosas. No ayuda mucho ver los carteles que anuncian que se trata del Campeonato Extremeño de Montaña, y me siento más "popular" que nunca, de los que salen a correr un rato los domingos por la mañana. Pero lo cortés no quita lo valiente, el miedo no mata la ilusión, así que también me siento joven y entusiasmado: somos de La Mancha profunda donde las vides, el Sol y la llanura lo inundan todo anulando la posibilidad de hallar la sombra de un árbol o un pedrisco en alguna improbable cumbre; que sepáis que hemos venido a tierra de conquistadores para alcanzar experiencias de esas de "no olvidar".


El Trail Sierra de la Mosca es a nosotros lo que "la primera cita" a unos enamorados

El pis llama a mi puerta, más que por exceso de hidratación por puros nervios, así que tras una especie de calentamiento muy muy light Merche y yo nos acercamos a la Casa Consistorial donde busco los servicios y en el proceso me encuentro con David Higueras, de Cáceres capital; ¡que alegría verte!...Os preguntaréis quién es este muchacho...para mi mujer y para mi es uno de los nexos de unión con nuestro amor por el trail...

...Corría el 2014 cuando con apenas unos pocos kilómetros de montaña bajo nuestras suelas nos desplazamos a disputar el denominado "Trail Sierra de la Mosca"; y aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid regresar a uno de los destinos que más nos gustan dentro de esa provincia de "10" que ejerce de imán en nuestras voluntades. En la charla técnica previa el bueno de David, organizador, está dicendo una serie de "extraños latinajos" que nos dejan perplejos: "trocha", "trialera", ¿qué demonios son esas cosas?, tan sólo nos sentimos algo más tranquilos cuando comenta que se trata de una prueba de "dificultad técnica baja", pero nosotros somos de asfalto 100%, capaces de tropezarnos con el bordillo lateral de una avenida sin bordillos. He de decir que el final de aquella historia fue imprevisiblemente muy feliz: nos trataron de lujo, Merche obtuvo su primer podium y al año siguiente repeteríamos con el mismo resultado final, mucha felicidad y..... regreso al presente....¿por dónde iba?, ah sí,  estoy en Aldeanueva charlando con David, un poco más de calentamiento y pis pas, llega la hora.

Cuando la adrenalina eriza tu espíritu

Merche y yo no hemos podido evitar contar el número de chicas que se aglutinan en la salida. Es pura deformación profesional, porque se ha habituado a subir al podium en cada prueba de montaña que disputa, ya sea en La Mancha, en la Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía o Extremadura, digamos que está "muy mal acostumbrada" aunque también es muy valiente por ponerse bajo el arco hinchable siendo una mamá ya madurita con trabajo estable y dos niños criaditos que no quieren quedarse aún huérfanos. Eso sí, ya va sabiendo escuchar a la montaña, ya se comunica con ella, y lo de amarla..., lo de amarla, eso fue desde la primera vez; ha llovido tanto que incluso ha aprendido a comerse uno tras otro los muchos kilómetros que componen un ultra y todo sin que le sienten mal,  y así en menos de 9 meses ya se ha zampado dos. Pero hoy es distinto, hoy el entorno le asusta especialmente, con la estampa de alguna crack que impone con su hechura; ¡venga Mercedes!, no nos engañemos, hemos venido a aprender y recibir disfrute puro 100% en vena. 
Toca el "corralito" y minutos después ya estamos todos fichados y enfilamos en grupo hacia la salida para iniciar una nueva empresa. Siento como fluye la emoción y mi alma juvenil de veinti y pocos se asienta en mi cuerpo ya viejuno cercano a los cincuenta; pero antes de comenzar hago una petición: que por favor las piernas me respondan como lo hicieron en Casares o en Cabezarrubios del Puerto, sé que estoy en mi mejor momento desde que comencé a correr, incluso mejor que cuando viví mi sub 3h en Roma en 2013, y ahora sólo espero saborearlo con "buen gusto", que lo bueno nunca es eterno, más bien dura poco.

Por tierra de contrastes casi un sueño

Se da la cuenta atrás y zas, los de delante salen como "almas que se lleva el Diablo". Mis piernas simplemente van, sin grandes sensaciones, pero no me siento pesado, con eso ya contaba. Recuerdo los tres primeros kilómetros porque unas horas antes los hemos recorrido en plan senderista con los niños, y quiero abrir bien los ojos porque no es para perderse nada. Las primeras cuestas a la salida del pueblo pican pero se puede resistir. Dejo atrás a Mari Luz Jarrín, ¡menuda corredora! y me asocio con dos runners, los cuales también han estado hospedados donde nosotros. Van charlando y yo pegado justo detrás, algo no muy elegante en montaña, pero no se molestan por ello. Contemplo la preciosa senda, veo los cerezos, tras ellos van esos viejos robles y los verdes helechos, es emocionante oir el agua correr a los lados, casi perfecto, tanto que por un momento me olvido de que estoy compitiendo. Mantengo la estela de esta pareja hasta el kilómetro cuatro y a partir de ahí pienso que toca ser valiente y meto una marcha más, me largo de allí a la buenaventura. Desde ese momento mis sentidos dejan de disfrutar tanto del entorno, lo cual es una pena, pero a cambio los utilizo más en concentrarme en la carrera. Cada rato que pasa siento que estoy mejor, y pienso en la fórmula que me grabé a fuego en la Mineros Trail y que tan bien resultó: "contención, tranquilidad, constancia y todo sin pausa".

La eterna pero estupenda subida a la Panera

Aunque casi siempre vamos subiendo llega un momento en el que el paisaje cambia y soy consciente de que ha comenzado lo duro. Manos en los cuadriceps toca tener paciencia y subir en fila de a uno. Temo que las piernas se me mueran como ya me ha ocurrido en algún que otro trail, y es que ascendiendo soy una incógnita; pero pienso en positivo y me agarro a las buenas sensaciones que vengo experimentando en los últimos dos meses y que me han hecho olvidarme del pozo del que he salido. Y así es como cada metro es como un compás en una canción, que suena agradable y que no esperas que termine; adelanto puestos y veo como la distancia crece en la pantalla de mi nuevo GPS, al que me he propuesto ignorar todo lo que pueda; Y de forma casi como sin querer llegamos al kilómetro 10, a lo más alto, con la sensación de que la canción ha terminado sin avisar y no me importaba seguir escuchándola . Me cantan que voy el 36 y realmente no me preocupa el lugar que ocupo, hoy el paisaje que me rodea es infinitamente más grande que mi ego.

¡Bajadas técnicas!, nunca fueron lo mío aunque son "entretenidas"

Lo que viene ahora es lo más aventurero de todo este relato. Toca bajar desde lo alto de un macizo tremendamente bello por la variedad de plantas bajas y diversidad de tonos verdes, pero eso sí, cuesta avanzar al ritmo que uno se propone. Pronto siento que me pasan por la izquierda, por la derecha, otro nuevamente por la izquierda, y así cuento al menos 4 o 5 corredores y yo me asocio con una chica, justamente la que tenía esa pinta que tanto había asustado a Merche. Charlamos un rato, le hablo de Gemma Arenas, me dice que ha competido con o contra ella, depende de cómo se mire, también me comenta que "baja como un pato", y pienso que ambos estamos en el mismo club; unos minutos después me voy hacia adelante y dejo de saber de ella, al menos por un tiempo. Y lo que acontece es la parte "patética" de mi estilo de correr por montaña. La cosa se pone fea en eso que llaman piornos, no hay donde pisar, y o bien te doblas el tobillo con una planta, o te lo haces con una piedra, también puedes hundir el pie en barro o lo menos es que te empapas en agua hasta el calcetín, todo en riesgos de apuesta a partes iguales; en una de esas tropiezo y caigo con biz cómica sobre las plantas arañándome un poco el mentón, pero me levanto como un resorte, no vaya a ser que me vean en ese lamentable y humorístico estado. Me adelantan otros cuantos, maldigo, suelto algún taco, me ato la zapatilla izquierda que se ha desatado de tanta brega, pero para mis adentros sigo disfrutando.

La lechuza que busca su habitat natural

Llegamos al cuarto avituallamiento donde según me contó después mi mujer se veían unas cascadas de agua preciosas, debían estar ahí pero yo me hallaba tan abstraido que ni me entero de su presencia. Paro, pero no a beber, sino de nuevo a atarme ambas zapatillas que se desatan por ir los cordones chorreando; y reanudo la marcha para ir comprobando como afortunadamente soy como una lechuza que va encontrado el terreno donde se halla más cómoda: la senda se hace llana y se convierte en pista y en bajada, meto marchas y "a correr", gano algunos puestos, y voy con un grupo de otros tres corredores; por momentos me pongo a 3´30´´, aunque siento que no hay que abusar; estoy seguro que parezco un poseso, como alguién muy habriento que no ha comido en tres días; aún así, pese al ritmo que llevamos sentimos que algo nos sobrepasa por nuestra derecha es Andrea Gil, la chica de buena pinta que nos adelanta cuan caballo de carreras adelantando mulas, no me importa, ella juega en otra liga. 

Veo a unos metros el siguiente avituallamiento, en el kilómetro 17 y no voy a parar, aplicando lo de "sin pausa" de mi nuevo lema; no siento visos de deblidad ni de malestar digestivo y ello a pesar (o gracias a que) voy bebiendo constantemente mi "bebida mágica del Lidl" que agradezco que me vaya sentando tan bien. Tras la sombra del puestecillo con voluntarios empieza la segunda subida, menos exigente que la primera pero también de consideración y la casualidad me lleva a que en ese mismo instante Andrea arranque desde el avituallamiento, los otros tres compañeros se quedan refrescándose y yo me pongo tras ella; pronto compruebo que a Andrea va trotando e incluso correr; aun cuando la pendiente es a veces de consideración, entre el 10 y el 15%, y cuando la cosa se pone más empinada andamos pero muy rápido, pero lo mejor es que vamos charlando lo cual hace todo mucho más agradable. A esas alturas de la partida yo estoy exultante porque me siento fuerte y estoy disfrutando; continuo con la buena logística aprovechando para tomarme otra pastilla de sal y comerme un segundo turroncillo de esos que compra mi mujer en Decathlon, y doy gracias a que todo esté  cayendo ese día en gracia a mi delicado estómago; casi necesito frotarme los ojos viéndome correr ligero, comiendo y bebiendo de forma constante y con ganas, en una trilogía armónica que no se suele dar casi nunca; adelantamos a unos cuantos corredores y las piernas siguen aguantando hasta que llegado el momento, ya casi en lo alto del Collado de las Yeguas decido que es hora de dejarle marchar, ¡ha estado bien mientras ha durado! y toca aplicar lo de la "tranquilidad" de mi máxima no vaya a ser que me quede tieso más adelante. 

Así se las ponían a Carlos V

Sí, lo sé, el dicho es "así se las ponían a Felipe II", su hijo, pero es que me viene como anillo al dedo el juego de palabras (parece ser que el bueno de Felipe lo tenía "muy fácil" a la hora de contar con damas en su lecho). El papá Carlos se retiró a pasar sus últimos días al Monasterio de Yuste, a unos pocos kilómetros de allí y precisamente estábamos regresando a Aldeanueva por su ruta. Desde el avituallamiento del 20, toca bajar: ¡Javier!, te encuentras bien así que lo tienes "a huevo" para hacer una buena bajada y rematar bien esta faena que "así se las ponían a Carlos V". Y eso hago, aunque no lo suficientemente rápido porque me adelanta un runner que anteriormente habíamos cazado Andrea y un servidor y veo que se me larga sin mucho esfuerzo por su parte, pero no me importa, no me voy a estresar. Bajamos hasta la zona del arroyo, cruzamos el puente, ¡vaya sitio más bonito! y todo el rato voy esquivando piedras en un descenso vertiginoso de esos que hacen las delicias de los que saben de esto, que no es mi caso, en cualquier caso lo intento hacer dignamente, y no me importa lo más mínimo parar unos segundos a echar un "chorrillo", olvidándome en esta ocasión de eso de "sin pausa", pero es que se me hacía desagradable retenerlo tanto; reanudo la marcha más contento, batiéndome el cobre pero sin marchacarme por ello. Pasan los kilómetros y el terreno no acaba de ser fácil nunca, siempre hay algún obstáculo que te obliga a ir atento y frenar tu marcha, alcanzo a un chico y a una chica, es justo donde se juntan la carrera mini y la larga y sé que son de la otra competición, concretamente ella va primera en la clasificación y los voy viendo delante mía a unos pocos metros; llegado el momento me digo ¡qué demonios! ¡tanta contención no puede ser buena!, meto una marcha más y les pillo, arengo a la chavala y le animo diciéndole que yo le llevo a meta, ella lo intenta durante un par de minutos pero no puede seguirme, lo que hace que me sienta rejuvenecer...ahora soy un alma de 16 en un cuerpo de treinta y tantos...

Y desde allí a Aldeanueva sólo experimenté cosas muy buenas

Los últimos kilómetros son plácidos y en solitario; me dan para reflexionar y también para sonreir, noto la mueca alegre instalada en mi cara. Pienso que así debería haber sido en Casares cuando tenía podium asegurado y Nico y yo nos perdimos; me acuerdo de la Mineros Trail cuando también iba sólo y con la intuición de estar a punto de alcanzar el primer cajón de mi vida, como así fue, y me siento bien, aún a sabiendas de que esa mañana no saldré en la foto de las celebraciones pero estoy disfrutando, que es para lo que hemos venido. Cerca ya del pueblo adelanto a uno de la larga que el pobre se cae de maduro y me pongo en su pellejo algo que no me cuesta mucho porque ya he vivido su situación en otras ocasiones. El ritmo ya no va a decaer, por debajo de 5 casi siempre pese a que no hay terreno llano donde pisar hasta que por fin alcanzo el asfalto y conquisto el pueblo; un repecho me hace dudar un poco pero pronto me hallo bajando ya en las inmediaciones de meta y tras un par de giros enfilo hacia el final de esta pedazo de aventura, más feliz que una perdiz y para colmo se unen a la fiesta Jorge e Inés que están sorprendidos por mi puesto en la clasificación y sobre todo por la cara de satisfacción que llevo. Paro el crono en 3 horas 40 minutos y no sé que ve en mi el speaker que decide entrevistarme. Menos mal que me encuentro muy bien, en otra tesitura de esas que suelo gastar me hubiera echado al suelo a descansar y no hubiera sido capaz de atenderle...le cuento lo genial que se ha dado, lo bonito que ha sido todo y las virtudes de la organización, tres verdades como puños. Tras esto me bebo medio manantial del que sale por uno de los caños de esa perfecta fuente, me lavo y cambio y a esperar a Merche, la fiesta aún se puede torcer.

Los ojos como platos y esperando que no haya desgracias

Toca esperar y en ese momento lo que más deseo es que Mercedes no se haya caído, no se haya doblado la rodilla, no se haya dejado los dientes en una de esas grandes piedras de la calzada de nuestro queridísimo emperador, y en mi espera van y cuelgan la clasificación. Me miro y no me creo que estoy donde estoy, justo como me ocurrió hace 23 años en los resultados del examen de Econometría, en una menguada lista de 10 afortunados y yo acercándome para comprobar lo inesperado, ¡que yo estoy ahí!, pues algo parecido, el 33º y cuarto de mi categoría, me siento tan bien que casi no me importa haberme quedado a las puertas del segundo podium de mi vida. Andrea me ha sacado tres minutos y ha sido primera mujer; llegan Laura Jarrín, llega mi amigo David, llega un montón de gente, pero aún toca esperar, y toca rezar, ¡que no le haya pasado nada!.

Jorge y yo nos desesperamos y subimos a buscarla con la esperanza de verla aparecer cuando ya han pasado casi 5 horas desde que el reloj se pusiera en marcha. Estoy tan nervioso que decido regresar a meta y justo llegando a la misma miro hacia atrás y veo girar la esquina a mi hijo y a mi mujer, que va con correr fluido, ¡en esta ocasión tampoco se ha matado!. Brava como siempre trae tambien buen semblante y se ve que ha vuelto a disfrutar, parando el crono en 5 horas y siete minutos en una carrera tan técnica y de tanto nivel, y encima  no es ni mucho menos la última todavía seguirán llegando corredores, y alguna que otra mujer.

El asueto de última hora

A Merche le dan unos masajes para relajarle la cintilla que la tiene igual que una piedra de esas de Carlos V, mientras mi hijo y yo hacemos cola para recibir unos estupendos platos de "migas veranas" y mientras le masajean le acerco sus migas que toma de buen gusto. Charlamos con unos y con otros; doy dos besos a Andrea, ¡menuda campeona!, volvermos a intercambiar impresiones con David, charlo con Juan Pedro y Óscar, de Badajoz, éste último es el corredor con el que había estado cotorreando aquella mañana durante el desayuno, que lo ha pasado fatal con el estómago, y yo no sé cómo aconsejarle porque no puede dar consejos aquel que sufre el mal una y otra vez y no sabe cómo remediarlo.

Me siento muy muy afortunado por todo lo acontecido, difícilmente me puede salir una carrera por montaña mejor que esa en la que a pesar de haberme reservado también lo he acabado dando todo, donde la bebida me ha sentado genial, llegando con fuerza como ya no recordaba, y por supuesto, la historia se ha completado con Merche y su valiente carrera, y como no, con algo que ya comienza a ser repetitivo, su estampa subida en el podium como segunda veterana.

Siempre digo que lo mejor es lo que viene después de un esfuerzo así, el conversar con la gente con la que te sientes identificado, el calor de la organización que se desvive por mimarnos, el rememorar los sitios preciosos que hemos tenido la oportunidad de recorrer, saborear la comida y apagar la tremenda sed, ¡menos mal que no era de la partida de los "habitantes de la noche"!, soy de la partida de los ¡habitantes de la montaña! al menos hasta que regrese a mi llanura favorita.

Mil gracias cacereños

Siempre que vamos a Cáceres regresamos encantados y en esta ocasión es como si todo se hubiera dispuesto para que nuestra vuelta fuera acompañada de una sonrisa de oreja a oreja, en el sorteo en el que Inés es la que saca las bolas le acaba tocando a Merche un buen chorizo ibérico y una botella de vino blanco de Rueda, pero aún hay más, casi a continuación sale mi número y creo que, si no recuerdo mal, es la primera vez en 47 años de existencia que me toca algo, en esta ocasión otro chorizo y una cesta con al menos dos kilos de cerezas. Con agasajos así a ver quién se resiste a no cruzar nuevamente la frontera virtual de Extremadura.

Mil enhorabuenas a la organización con todo milimétricamente bien organizado, muy amables y dándonos calor, perfectos avituallamientos, una bolsa muy completa, en fin, un lujo esta carrera, 1000% recomendable.

Me llevo a mi corazón toda esta vivencia como algo que me gustaría que el Alzeheimer o la muerte nunca borrara

Ahí dejo unas fotos desordenadas en el tiempo...




















Un servidor llegando al avituallamiento de lo alto de la Panera






















Me miran el dorsal en el corralito y me obligan, con buen criterio, a ponérmelo delante.




















El bueno de David llegando, ¡¡menudo crack!!


















David con mejor cara a la salida
























Un posado al final de nuestra llegada. Estamos contentos















La gran llegada de Merche




















Merche y sus dotes montañeras en la Panera

















Satisfacción y concentración de mi mujer en una zona muy complicada, precisamente por donde me caí


















Mi llegada

















Tengo cara como de desafío


















Mi salida, voy pensando, por favor, que respondan las piernas

















En uno de los momentos más complicados para mí


















Merche nuevamente en otro podium
























Llegando al puente, voy muy contento

























Merche sale para un anuncio de una carrera




















Los fieras a la salida


















Estupenda y entregada la organización. Foto de voluntarios en el avituallamiento 2

























Foto antes de la salida, con cara de acojonadillos



























El plato de migas vacío me delata en esta pose con Óscar y Juan Pedro de Badajoz. Haciendo amigos

















Agasajados




sábado, 10 de junio de 2017

VIERNES 2: CORRIENDO CON DECISIONES IMPORTANTES EN EL COCO

Ese día era bien importante para mi porque tendría una comida de tipo laboral que sería decisiva para mi familia, y es que 2017 estaba viniendo cargado de cosas, lleno de emociones, casi todas buenas para rellenar un poco mi autoestima.

En cuanto al tema que nos ocupa, el del running, ese día bien podría haber hecho un descanso, pero me había ido bien corriendo a diario y tan sólo permitiéndome realizar descansos activos con entrenos suavitos, así que aprovechando que para mi era festivo (nos habían cambiado el festivo de Castilla la Mancha del miércoles por ese día), me calcé las zapas a eso de las 11:30 y me fui a hacer un circuitín de unos 8 kilómetros, que me dejó bien en lo que a moral se refiere pero no en cuanto a sensaciones (me hallaba algo cansado).

Todavía había que cumplir con una obligación familiar, que me toca los fin de semana, pero que debido a nuestro viaje del día siguiente a Cáceres, había sido cambiado a jueves y viernes, así que con el horario un poco apretado me fui a casa de mis padres y de vuelta a mi reunión empresarial.

Y así transcurrió ese extraño viernes, con la cabeza llena de cosas y con incertidumbres en marcha. A día de hoy prácticamente tengo claro qué voy a hacer con ese tema de trabajo que tanto afecta a mi familia. Digamos que mi estabilidad, la vida tal y como hoy la concibo no tiene precio, y menos tras haber vivido dos años tan nefastos. Eso sí, muy contento con otra semana llena de kilómetros y de buenas sensaciones con un total de 90 kilómetros que son la antesala a un fin de semana muy emocionante en el que toda la familia íbamos a viajar a Aldeanueva de la Vera para disputar la X Carrera Pencona, de 28 kilómetros, que iba a ser Campeonato de Extremadura de Trail, y que es considerado el trail más duro de toda esa región.

Mercedes cerraba con unos números algo discretos pero sí aceptables:52 kilómetros tras las sesiones del domingo, martes, miércoles y jueves.

viernes, 2 de junio de 2017

¡BIENVENIDO A LA LUZ!

Me siento muy afortunado, no siempre fue así porque he vivido en un pozo oscuro donde no era capaz de ver la luz, y como todo estaba negro no veía a nadie, y por no encontrar ni me encontraba a mi mismo. Es difícil amar lo que te rodea cuando todo tú eres una cárcel y yo me creé mi propia cancela con grandes cadenas con la excusa de que nada me salía a derechas. ¿dónde estuvo mi autoestima todo ese largo tiempo?, no lo sé, ni quiero pensar cuánto sufrirían los de mi alrededor al verme así, cuando me sentía anónimo, cuando no encontraba un eco positivo en mi trabajo y era sólo un número oculto, cuando la cintura me pegaba gritos diciéndome que dejara de correr, cuando veía el fantasma de la decadencia bailarme su danza. Uno es importante es tanto en cuanto se siente parte de algo, y de esta forma hace importante a los demás y se da, y yo me sentía tan insignificante que habré sido como un agujero negro absorbiendo toda la energía que desprendía lo más cercano, energía que necesitaba para sobrevivir, pero no hemos de sobrevivir, hemos de vivir.
Aquellas uvas de la Nochevieja de 2015 supusieron la siembra de mi desesperación: fuera como fuese no supe comérmelas ni quise creer  y luego 2016 fue nefasto, para olvidar, aunque no por culpa de las uvas, y sí por la desesperanza, porque esa energía negativa supongo que tiene tentáculos y llega a todas partes. Sin embargo la última Nochevieja, la de las tierras sorianas, fue distinta, creí y realicé el ritual con toda la parafernalia que el momento requería: una a una, campanada a campanada y deseando, sobre todo deseando. Pues bien, 2017 ha venido cargado de cosas con las que hacía tiempo no convivía y por fin veo la luz. Mi ego podría darse un atracón pero ha pasado tanta hambre antes que aprendí bien la lección.

No quiero que la luz me deslumbre, que vengo de las tinieblas, me conformo con entornar los ojos y acostumbrarme poco a poco a la claridad, y no dejar que me embargue, que si algo bueno tienen la oscuridad es la lección que aprendes de su compañía. Esto no va a durar mucho, así que más vale disfrutarlo y estar preparado para cuando se vuelva a apagar la luz. Será el momento entonces de volver a desear con todas mis fuerzas.

Muchas gracias Mercedes por estar siempre ahí y sobre todo por soportarme