RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 30 de septiembre de 2014

LUNES 29: CONTINUO CON FARTLEK, Y ESTA VEZ BAJO LA LLUVIA

Ayer lunes recuperé las piernas del pequeño esfuerzo del domingo, así que cuando salí a correr tras la cena decidí que cambiaría el plan y haría más de lo mismo: fartlek, pero en esta ocasión una sesión más corta. Hacía fresquito y chispeaba lo cual invitaba a correr y eso hice, poniéndome ya desde el principio a muy buen ritmo, cercano en ocasiones a 4´15´´. Llegado al camino bajé un poco el pistón, aunque la cadencia no era mala, y lo mantuve en paso tras los Cerros de la Aguzadera. En la cuesta de la vía de servicio de la AIV apreté los dientes y subí fuerte sintiendo que las piernas respondían bien y ya en la falda del Cerro del Ángel justo cuando comenzaba a la bajada, estiré zancada y me dejé llevar sintiendo buenas sensaciones. Hacía unos 10 minutos que había comenzado a llover, no mucho pero si lo suficiente como para refrescarme e incluso empapar la ropa, pero no me importaba, me siento bien corriendo bajo la lluvia. El mejor tramo fue el que hice hacia el Parque Cervantes en el que por momentos aumenté la longitud de zancada y cogí buen ritmo, y como se trataba de fartlek de vez en cuando bajaba el pistón y también de vez en cuando aumentaba mis pulsaciones. Al final hice en torno a 10 kilómetros y medio en 47 minutos. Al enfriarme en casa volví a sentir el castigo en las piernas, tal y como ocurriera el día anterior. Estoy tratando de habituar mi organismo a las nuevas circunstancias.


DOMINGO 28: COMENZAMOS A RODAR CON RITMO

Ahora ya no toca mucho y suave, cambiamos el tercio y tratamos de correr menos e intenso. Esa es la idea sobre la que gira el nuevo y corto plan que me debería llevar con confianza a la Maratón de Valencia. Me siento más diésel que nunca, capaz de correr, correr y correr, pero eso sí, despacito. Esto no quiere decir necesariamente que esté lento, más bien significa que siento que no soy capaz de ir rápido, sobre todo durante mucho tiempo. El sábado me tomé descanso, aunque no debería haberlo hecho, pero de vez en cuando sienta bien una licencia en una semana transitoria como la que traía tras la Madrid-Segovia. Eso sí, el domingo propuse una tirada de 17 kilómetros con la idea de castigar las piernas con un juego constante de cambios de ritmo, estilo fartlek del auténtico, del originario fartlek polaco. Y la cosa funcionó, al menos funcionó a medias, porque noté que me encontraba bien pero  también sentí el peso del castigo en mis piernas, aunque en el fondo era de lo que se trataba. La alternancia de ritmos fue amplia con tramos muy rápidos, otros rápidos sin más, lentos, muy lentos, todo guiándome por sensaciones y pude hacer 1 hora y 25 minutos bien empleados. Cuando llegué a casa sentí todas las molestias que no había sentido tras la Madrid-Segovia, y es que conforme comentaba al principio, mis piernas están preparadas para mucho y suave, pero no para poco e intenso.



lunes, 29 de septiembre de 2014

THE FEELING: A ESCUCHAR EN MI GRAMOLA

Uno de esos grupos ingleses a los que merece seguir la pista:













Ya son algunos años los que lleva esta banda en la escena musical, y con cuatro albúmes de estudio han dejado claras las influencias de los 60 y 70 han dejado en ellos, tales como The Beatles, Supertramp o la ELO. No tendrán la consideración de superbanda pero suenan muy bien. Especialmente recomendable es su primer album Twelve Stops and Home, de 2006, aunque su último álbum Boy Cried Wold de 2013 también es muy completo. Lo tenéis en mi gramola.

Escuchadlo porque creo que no tiene desperdicio para quién le guste este tipo de música. Por cierto, el último track "Blue Picadilly" además de ser una canción preciosa tiene sorpresa al final, pero hay que esperar como tres minutos desde que aquélla termina para escuchar una maravillosa canción oculta al final y que nada tiene que ver con el track mencionado (así terminaba su álbum Twelve Stops and Home de 2006.

domingo, 28 de septiembre de 2014

NUEVOS PLANES: TOCA NO ESTARSE QUIETO. ¿TRES MARATONES EN 45 DÍAS?

Ahora que ha llegado el otoño toca cambiar el chip: guardar en el armario la mochila, las botellas, la manta térmica y otro montón de complementos de trail y de montaña, porque de aquí en adelante y para los meses venideros toca asfalto. El 16 de noviembre tengo cita con la Maratón de Valencia. Quien ha tenido la oportunidad de seguir este blog seguramente sabrá que la única vez que tras una carrera he terminado en un hospital fue allí, en la edición de 2012. El punto kilométrico 39 fue testigo de un terrible colapso muscular en forma de rampas generalizadas en ambas piernas. Al final todo quedó en anécdota porque en un par de horas tras ponerme suero salía por mi propio pie y bastante bien. Tres semanas después disputaba la Maratón de Castellón y esa sí que cuajó, con 03:04, mi segunda mejor marca tras el 02:58 de Roma de 2013. Pero el recuerdo de Valencia siempre ha estado ahí: mi mujer con la cámara de fotos esperando en la meta y la desesperación de no saber dónde estaba, todo el trabajo tirado al garete, aunque luego sí que sirvió para correr bien en Castellón. El caso es que en esta segunda parte del año en la que ando arreglando antiguas averías (ya he logrado resarcirme de la Madrid Segovia del año pasado), toca reparar los recuerdos de Valencia. Soy consciente de que correrla en 4 horas es para mi un entrenamiento de los que hacía para la Madrid-Segovia y también sé que correrla en 3:30 supone bastante esfuerzo y poco premio, por lo que tengo que ir a por el tiempo que creo que puedo hacer en estos momentos, que se debería aproximar a 03:10. Si trato de ir a bajar de las 3 horas es más que probable que vuelva a petardear.

Lo bueno es que me encuentro bastante mejor que el año pasado a estas alturas, cuando tras el fiasco de la MS 2013 traté de coger ritmo corriendo la Media de Alcázar, y tras sufrir bastante hice 01:25, el 10.000 de Socuéllamos con 38´ bajos y la Media de Ciudad Real que fue un auténtico desastre con malas sensaciones y 01:29. Tras esta media corrí la Media de Benidorm yendo a por todas y fuera por mi estado físico o fuera por las zapatillas que estrenaba, las Adidas Adizero Maná, terminé contracturado en los isquios y retirado. Dos semanas después sobrevino una nueva pequeña catástrofe en la Maratón de Málaga donde de nuevo apareció la terrible contractura aunque en esa ocasión no me retiré. Al final todo acabó con microrotura y hasta enero no comencé a levantar cabeza. No estoy en la misma situación: para empezar en 2014 he sabido sufrir en la montaña, terminando las tres pruebas que he corrido (el Trail Sierra de la Mosca de 30 kilómetros, el QDC de 50 kilómetros de la Quijote Legend y la Maratón Nocturna Camins de Cabres, la cual fue tremenda de dura. Entre tanto he corrido alguna media, 01:26 en Bolaños, algún 10.000, como el de Mocejón con 38´largos, Ciudad Real, con 39´bajos, y algún 10.000 y alguna media con mi mujer pero no compitiendo. Ahora he terminado la Madrid-Segovia y me encuentro fuerte, me encuentro muy bien, pero el ritmo es para mi una incógnita porque desconozco si seré capaz de ir rápido. Por ello la semana que viene correré la Media de Alcázar y me he puesto como objetivo una marca discreta de 01:28, para que al menos me sirva de entrenamiento, y el 10.000 de Socuéllamos en el que me gustaría poder hacer 38´. Pero además tengo un par de incógnitas que despejar:
  1. Correr la Maratón de Castilla la Mancha que se disputa en Ciudad Real el 19 de octubre, en cuyo caso no correría el 10.000 de Socuéllamos. Esta maratón no la haría fuerte y sería para conseguir rodaje.
  2. La Maratón de Málaga: en la primera de diciembre. Tengo ganas de sacarme esa espina del pie porque aunque estoy orgulloso de haberla terminado a la pata arrastra el año pasado, me gustaría quedarme con un recuerdo distinto de esta prueba. Estoy sopesando si hacerla y todo dependerá de cómo me encuentre en Alcázar de San Juan el domingo. De encontrarme bien, reservaré en mis entrenos y lo más seguro es que me centre en realizar todas estas competiciones. Si no me encuentro bien o no estoy bien del todo decidiré seguir con la carga de entrenos hasta Valencia, corriendo, eso sí en Socuéllamos.

PRIMERA SEMANA DEL PLAN PARA LA MARATÓN DE VALENCIA

No he querido considerar esta semana como de descanso, sino que he decidido incluirla en el plan para la Maratón de Valencia del 16 de noviembre, ocho semanas por delante en las que el objetivo es aprovecharme del fondo adquirido y sobre todo conseguir algo de chispa, velocidad para que me salga una maratón digna, teniendo en cuenta que no puedo ni pensar en tratar de ir a un ritmo de 3 horas. Según mi evolución así plantearé ritmos. El domingo que viene tengo la Media Maratón de Alcázar de San Juan, pensada para rodar nada más, aunque rápido, a ver si pudiera hacer 1 hora y 28 minutos, lejos de mi mejor marca pero creo que sería un buen comienzo.

En cuanto a esta semana transitoria, paradójicamente, y ya que en mis semanas siempre cuento los sábados, va a suponer un claro RÉCORD de kilómetros semanales ya que la Madrid-Segovia se ha chupado toda la distancia ella sola. Me han salido 125 kilómetros que son estupendos, increíbles para mi.

Ahora comienza otra vez la cuesta arriba. Ayer sábado estuve bastante atareado y a última hora decidí no salir a correr, algo que haré ahora con una tirada media en la que quiero medir sensaciones.


VIERNES 26: CORRIENDO EN MANZANARES

No quería descansar otro día más en esta semana de recuperación, porque como comentaré más adelante, tengo el siguiente reto a la vuelta de la esquina. Así que el viernes me llevé la mochila con la ropa y las zapas para salir a correr en Manzanares, donde trabajo. Me cambié a eso de las 14 horas y salí muy suelto a corretear un poco. La temperatura era ideal, y es que esta época del año es la mejor para hacer running en mi tierra. Al poco tiempo de comenzar empecé a realizar cambios de ritmo para ver qué tal reaccionaba y me sorprendió el hecho de encontrarme muy bien. Sólo hice unos 7 kilómetros, pero fueron a buen ritmo y terminé bastante contento.


MIÉRCOLES 24: VUELVO A CORRER Y CON MERCEDES

Tras un merecido descanso el lunes y el martes, sobre todo para comprobar que no me surgían molestias reseñables (tan sólo algo de agujetas en los gemelos), el miércoles por la noche Merche y yo nos fuimos a correr suave por el Parque Cervantes. Allí nos encontramos con Jose María Camacho y estuvimos dando unas vueltas con él. Me encontraba muy bien, cero molestias y pude hacer cinco kilómetros a buen ritmo mientras charlábamos. Pero llegado a este punto decidimos regresar a casa porque el tibial derecho comenzó a quejarse alarmantemente. El kilómetro y medio hasta llegar a nuestro hogar me preocupó un poco porque la molestia se convirtió en dolor y llegué regular. Sin embargo, tras el descanso del jueves, volví a salir el viernes y ya no me ha vuelto a molestar. Creo que se debió a la presión que ejerció la lengueta de mis NB sobre los tendones de la articulación, pero creo que ha quedado en anécdota. Hicimos 8 kilómetros justos.


DOMINGO 21: REGRESANDO A CASA DESDE SEGOVIA

Desperté y me sorprendí al bajarme de la cama sin apenas molestias. Tras una breve ducha sentí que tenía un gran agujero en mi estómago y que necesitaba desayunar urgentemente. Eso hicimos, en el comerdor del hostal en el que nos alojábamos. Ni que decir que las tostadas y las magdalenas me sentaron muy bien. Tras esto había que hacer tiempo para coger el AVE que salía a las 13:25, y eran poco más de las 09:30, así que nos dedicamos a pasear por Segovia, ciudad que por otra parte ya conocemos. A eso de las 11 decidimos ir andando a la estación y cual fue nuestra sorpresa conforme fuimos preguntando al enterarnos que la estación ADIF de trenes de alta velocidad estaba lejos, ¿pero cuánto?, al principio nos dijeron unos 2,5 kilómetros; anduvimos y anduvimos hasta llegar a la primera rotonda justo por donde la noche antes yo había entrado en la ciudad en la MS; allí volvimos a preguntar y unos ciclistas nos dijeron que fuésemos por el camino de enfrente y que estaba a unos 3 kilómetros ¿tres kilómetros?, pero si habremos ya andado eso?. Finalmente fuimos por una especie de paseo por la carretera, andando y andando, hasta encontrar a un buen señor que nos indicó y nos dijo que estaba a otros 2 o 3 kilómetros. A eso de las 13 horas y tras caminar en total unos 9 kilómetros llegamos a la dichosa estación que se encuentra en una carretera muy a las afueras de la ciudad. El resto fue más fácil: llegada a la Estación de Chamartín, comer rápido, coger el tren y llegar a casa. Aventura terminada. Comoquiera que la caminata de ese domingo puede ser computada como entreno, descanso activo, me anoto esos 8 kilómetros. En cuanto a estado físico, me encontraba muy bien, no me costaba andar. Eso significa que los entrenos del verano me sirvieron para mejorar mi capacidad muscular de recuperación.


sábado, 27 de septiembre de 2014

LA CRÓNICA DE LA V MADRID-SEGOVIA

Desde que abrí los ojos hasta que salimos de Plaza Castilla


No pasé mala noche y ello fue debido a que estaba más tranquilo de lo que en principio me habría imaginado. No cabe duda que la dura semana laboral había hecho mella y llegaba al viernes bastante cansado. A las 06:45 sonaba la alarma del móvil y de un salto me bajaba de la cama. ¡Llegó el ansiado día!. Tras ducharme y vestirme con la ropa para la ocasión bajé a recepción para ir a la cafetería a desayunar pero cual fue mi sorpresa cuando el empleado del hotel me dijo que no abrían hasta las 8, ¡pues vaya! pensé yo, comenzamos mal. La noche anterior me habían dicho que estaría disponible desde las 7 pero a veces las cosas no salen como un planea. El expendedor de la esquina me intercambio dos chocolatinas de marca de segunda fila por un euro y me sentaron muy bien, no hay mal que por bien no venga. Volví a subir para ponerme algo más de abrigo y después salí por Bravo Murillo hacia la cafetería que había a doscientos metros, entre el hotel y Plaza Castilla. En ella ya se palpaba el ambiente ya que había corredores haciendo su "desayuno especial". Un café, un zumo de naranja y una tostada riquísima con mantequilla y mermelada fueron testigos de mi presencia allí y me dejaron buen cuerpo, ni muy lleno ni con sensación de vacío.

Regresé al hotel, ultimé todos los preparativos y me despedí de Mercedes que estaba medio despierta y que se levantó para poderme echar estas fotos..



Cuando llegué a la zona de salida comencé a sentir la emoción: ¡ya estábamos otra vez aquí!, había pasado un año. Dejé la bolsa que la organización me llevaría a Cercedilla (con material necesario y obligatorio tal como la manta térmica, silbato o frontal), y con tal mala suerte en que no caí en quitarme el cortavientos que llevaba puesto el cual debía ir en la misma. Pero con tantas bolsas en el camión por más que les dije que la buscaran para poder meter dicha prenda resultó imposible. En estas que apareció Alberto e Iván y pronto el primero me aconsejó que lo suyo es que lo llevase en la mochila de carrera por si acaso llovía (llevaba razón aunque luego no la necesité). Charlé con ellos pero también con algunos runners conocidos, como Santiago Pérez-Mesonero con quien había compartido entreno oficial Cercedilla-Segovia y que estaba tocado de isquios, con el equipo de Vestas de Daimiel: cinco runners manchegos que a la postre fueron primeros en la clasificación en esa modalidad, también me llamó al móvil mi paisano José Carlos "el Jaro" del Extenuación Valdepeñas, que entre en la multitud no me encontraba y con quién estuve charlando, él en principio se la iba a tomar tranquilamente porque no se sentía con el entrenamiento necesario para comenzar arriesgando, aunque es experto en este tipo de pruebas. Total, que en un pis pas nos vimos en línea de salida y justo cuando quedaban dos minutos pude dar nuevas muestras de lo despistado que soy: me puse a atarme los cordones de las zapas pero uno de ellos quedó con el nudo agarrado y no podía deshacerlo; unos segundos angustiosos porque me veía allí agachado bregando y la gente pasándome por encima, pero finalmente me dio tiempo a arreglar el desaguisado, aunque no reparé en que me lo había atado demasiado fuerte. Además este contratiempo produjo otro despite: no había encendido a tiempo el Garmin y aunque lo hice unos segundos antes de salir, la búsqueda de satélites iba a llevar un buen rato por lo que los primeros minutos fueron sin localizador.

Desde la salida allá en Madrid hasta Tres Cantos. ¡Como vamos a ir, pues bien!

Dieron la salida y yo comencé muy suavito, tal y como estaba previsto. Un montón de corredores avanzaban por todos los lados en este inicio de aventura tan larga y yo sabía que lo importante tenía que ser mi ritmo, ni más lento ni más rápido. Os dejo una foto de estos momentos:


Se puede ver que soy como una prolongación de una de las Torres de Kio. También se nota que soy cliente de Bankia.

A los 14 minutos desde el comienzo pude parar el Garmin e iniciarlo nuevamente, para que comenzase a medir ritmos desde ese instante, y así logré regularizar la situación porque era importante no pasarme yendo más rápido de lo debido.

Atravesamos el barrio de Fuencarral, sorprendido por el hecho de recordar un montón de rincones y esquinas, ¡vaya!, lo recordaba casi todo, y fuimos llegando a las afueras del norte de Madrid sin apenas darme cuenta. Compartí unos minutos con uno de los componentes del equipo de Daimiel y tras esto proseguí a mi ritmo de crucero, más rápido de lo previsto por ir cerrando los kilómetros en una media de 5´50´´, pero no era excesivo el desfase.

Entramos en terreno blando y enseguida me sentí más cómodo, porque mis NB van mejor por tierra y no se me olvidó ir bebiendo mi isotónica neutra ni ir picando alguna barrita y frutos secos. 

De este tramo tengo poco más que contar: compartí algunos kilómetros con un corredor madrileño bastante simpático que se sorprendió cuando le dije que a ese ritmo medio proyectaríamos un puesto entre los 15 primeros, lo cual era imposible porque no mantendríamos esta situación por mucho tiempo. Pero ver gente que nos pasaba tan alegre hacía difícil pensar que mi afirmación era verdad, y es que en estos primeros kilómetros se trata de reservar fuerzas porque la prueba es muy muy larga y es complicado no dejarse llevar por la testosterona.

Esta foto es de mi llegada a Tres Cantos donde me esperaba mi primo Juan


Llegaba a dicho control en 1 hora y 30 minutos, un par de minutos por delante de mis previsiones, aunque perdí casi cuatro estando parado mientras me sellaron, hice pis, y Juan me echó alguna que otra foto. Las sensaciones no eran malas, pero las NB me estaban jugando una mala pasada ya que las dos lenguetas, en particular la de la zapatilla que me había atado en la salida, me molestaban mucho y sentía el cordón presionando los tendones, así que también aproveché para aflojarme ambos.

Desde Tres Cantos a Colmenar Viejo: no estás solo porque allí te están esperando

Partí ilusionado hacia Colmenar, y lo hice solo, mi compañero de viaje había desaparecido. No me costó coger ritmo en la zona del carril bici y pronto entramos de nuevo en los caminos, hacia la zona del Río Manzanares. La media había caído con el descanso, lógicamente, pero iba según lo previsto razón por la que no preocuparme. Atravesamos la zona del río y alcancé el kilómetro 20 en algo más de 2 horas. Las sensaciones no acababan de ser muy buenas, pero sabía por mis entrenos de este verano que eso no significa nada cuando hablarmos de un esfuerzo tan continuado. El estómago me iba bien y continuaba bebiendo y comiendo periódicamente (para mi la clave de una ultramaratón).

Llegaron las primeras cuestas serias unos kilómetros antes de Colmenar pero no paré, seguí corriendo y haciendo la goma con algunos corredores y adelantando a otros. En la cuesta del cementerio sobrepasé una tropa de runners que iba andando y en mi mente estaba la idea de andar lo justo, y si podía ser no caminar.

Alcancé el asfalto y las inmediaciones del pueblo y sin enterarme llegué a la Ermita, a 300 metros del control, donde me estaban esperando Mercedes, Mari Nieves y Juan, ¡no estaba solo en todo esto! . Llevaba 2 horas y 35 minutos de aventura y allí tocaba reponer isotónica, dejar envoltorios, coger nuevas barritas, refrescarme y echame unas fotos. Empleé los 10 minutos que tenía previstos, por lo que todo iba saliendo según el guión.














Tras esto, fui al Polideportivo donde estaba el control, crucé la alfombra, me sellaron y ni entré en el recinto, me di media vuelta y a correr hacia Manzanares el Real ¡que no había tiempo que perder!.


Desde Colmenar Viejo a Manzanares el Real: las primeras dudas.

La salida del pueblo se hizo algo pesada, tal y como la recordaba del año pasado cuando fui con Juan Mudarra. En esta ocasión casi todo el recorrido estaba siendo en solitario y eso siempre provoca que la cosa sea menos amena. Las piernas notaban los kilómetros pero no iban mal, así que tenía que seguir concentrado en el ritmo. Salí finalmente al camino que me llevaría al Puente Romano, ahora esperaba una zona algo técnica donde en 2013 habíamos corrido demasiado rápido y no quería cometer el mismo error. Mantuve el ritmo, incluso cayó un poco, por lo que algún que otro runner me adelantó, pero esto es muy largo y no había que desesperarse. Alcancé el Puente Romano en 3 horas y 28 minutos y le seguía ganando 3 minutos a mi previsión. Allí estaba mi primo Juan, animando como siempre, y también Juan Mudarra al que saludé y tras fichar me dijo que tuviera cuidado y reservara fuerzas desde ahí a la Barranca que el calor comenzaba a apretar y era un tramo crucial, ¡sabio consejo!. Creo que perdí demasiado tiempo parado, 6 minutos, aunque mereció la pena


Mi primo Juan y yo, foto hecha por Juan Mudarra

Costó arrancar, justo como el año pasado, y aunque me asocié un par de kilómetros con otro corredor, pronto me quedé solo y proseguí hacia Manzanares el Real. Al igual que en 2013 este tramo se hizo raro, con sus repechos y con poco que contar. Ahí perdí ritmo y el crono comenzó a moverse en 6´30´´, aunque la mayor parte del tiempo íbamos subiendo y no echaba nunca a andar. Conforme me fui aproximando al pantano las sensaciones lejos de crecer cayeron, no iba sufriendo pero tampoco iba a gusto. Sin embargo, conforme avisté Manzanares el Real creció mi motivación, máxime cuando me alcanzó una pareja: un hombre de mediana edad que iba acompañado de una chica que no competía. Por cierto, la organización estaba atendiendo en mitad del camino a un runner que estaba muy tocado con la vista nublada y otros males (creo que para ese ya había terminado la MS). Llegué junto a mis dos nuevos acompañantes a la recta de asfalto que aproximaba al siguiente control y al igual que año pasado se me hizo algo larga. En el avituallamiento estaban de nuevo Mari Nieves, Merche y Juan, y traté de que mi cara reflejara más optimismo del que realmente sentía en mis adentros. Llevaba 4 horas y 25 minutos y algo más de una maratón recorrida. Iba tres minutos más lento de lo previsto, pero eso no era lo que más preocupaba. Merche me llenó dos botellas, que luego pesaron un montón, me cambio barritas y de nuevo le di envoltorios. Hasta me dio unas toallitas porque le dije que tenía ganas de alcanzar uno de esos "momentos Allbrand". Estas son algunas fotos de ese control:





Pese a las no del todo buenas sensaciones en este punto, salí motivado hacia Matalpino, no había tiempo que perder.

Desde Manzanares el Real a Matalpino: alguna pequeña crisis pero todo bien

Este tramo fue sin lugar a dudas el peor de toda mi aventura. De nuevo solo, aunque alcancé a unos cuantos corredores. A un par de kilómetros del pueblo me encontré con Santiago Pérez-Mesonero que se había retirado, sin lugar a dudas debido a su lesión, y eso no ayudó porque no era más que sumar negativismo al saco. Además, en el 44 aproximadamente sentí flojera de piernas y por un momento un conacto de mareo, así que saqué una barrita y comencé a comer. En unos minutos comencé a sentirme bien y respiré aliviado. Un poco después, las molestias en el bajo vientre, que iba cargado, me decía que necesitaba deponer, pero no iba a ser fácil. En gran medida el ir con esos inconvientes provocaba que no cogiera ritmo, pero afortunadamente encontré la paz cuando en un rincón que se encontraba en un cruce de caminos, paré y tras un par de minutos bregando conseguí "descargar un poco". También hice pis totalmente clarito, lo cual era buen síntoma. Arranqué con mejor disposición y en seguida comencé a sentirme más optimista. Llegué a una fuente de agua fría y muy rica que recordaba del año anterior, justo en el punto en el que en 2013 dejé a Juan Mudarra e inicié mi fatal aventura yo solo; pero en esta ocasión lo que hice fue vaciar una de mis botellas con isotónica y llenarla con agua, que me apetecía más. Allí coincidí con una pareja: la chica decían que iba cuarta y desde aquí al final coincidiríamos en varias ocasiones.

Aunque no lo he comentado hasta ahora cada poco me iba tomando dos cápsulas de sales y también de vez en cuando alguna cápsula de aminoácidos; lo primero para evitar calambres y lo segundo para ayudar a mis piernas a que no sufrieran mucho. Sin duda mi buen amigo Paco Rivas me ha enseñado cosas muy positivas y sin él no habría logrado mi meta.

Así que sin darme cuenta alcancé Matalpino y la cara me había cambiado, ya iba bastante mejor. Llevaba 5 horas y 34 minutos de aventura y me ayudó mucho ver a mi primo Juan allí, como el año pasado. Me refresqué un poco tras fichar, y no comí nada de lo propuesto por la organización, tan sólo un vasito de Coca-Cola para despertarme. Estas fotos ilustran el momento:





Matalpino-La Barranca: para mi comienza la verdadera aventura

Desde aquí comenzaba lo emocionante porque se acercaba el punto en el que el año pasado comenzaron los calambres. A la salida del pueblo le dí dos cápsulas de sales a un corredor acalambrado que unos días atrás había hecho la Transalpina, ¡había que estar loco!. Cuando dejé las cuestas atrás comencé a sentirme muy bien, muy entero; además tiempo era algo más inestable y la temperatura más fresquita, y ya se sabe que a mi el frío me va bien. Llegué a la zona técnica que discurría paralela a la carretera y toda sombra de duda quedó disipada: comiendo, bebiendo, las piernas bien y el estómago no mal del todo, así que había que subir a La Barranca sin andar. Llegué a la zona del río donde en 2013 llegué con calambres en los gemelos y donde un buen samaritano corredor me había proporcionado una pastilla de Potasio, allí en aquel entonces yo había tratado de bajar a refrescarme, sin éxito, pero en esta ocasión y casi para rememorar aquello, bajé y lo hice, me empapé bien el pañuelo, la cara y las piernas, y comencé a subir los dos kilómetros y medio hasta el siguiente control. Alcancé a un sufrido runner que pesé a no ir bien se pegó a mi y consiguió no andar. Sin darme cuenta llegué al control sin apenas costarme alcanzarlo, donde dicen que es probablemente el tramo más duro de toda la carrera; unos minutos antes había llamado a Merche para decirle que estaba subiendo y que me encontraba bien, justo allá en el punto donde en 2013 le había llamado para darle noticias bien distintas: "Merche, los calambres no me dejan ni andar". En el control y tras fichar, de nuevo algo de Coca-Cola y la necesidad de tener otro momento All-Brand. LLevaba 6 horas y 41 minutos y ya desfasaba 25 minutos negativamente mis previsiones, pero me encontraba bien que era lo importante. Perdí 9 minutos en este control, 6 más de lo previsto, debido a que intenté nuevamente descargar mi tripa, y no lo conseguí por más que lo intenté.

La Barranca-Cercedilla: toca llegar donde me esperan

Desde aquí todas las comparaciones con el año anterior fueron todo lo contrario a odiosas. El año anterior había estado casi 1 hora y medio parado allá en lo alto, hecho polvo, y en esta ocasión todo estaba en su sitio. Cogí la carretera de Navacerrada con total optimismo. Por no un pero he de decir que mi avance carecía de ritmo, aunque seguía sin echar a andar. Raro era el kilómetro que no marcaba por encima de 6´50´´. A esas altura ya sabía que no sería capaz de bajar de las 12 horas aunque estaba seguro de que completaría todo el recorrido, que era el verdadero objetivo.

Este tramo se me hizo algo más largo de lo esperado pero sin tener en ningún momento malas sensaciones. Como anécdota, tuve que esperar al corredor que me seguía porque llegado a una bifurcación en la que no veía señalización no sabía hacia donde tirar, y aclarado este punto, con él me fui. Llegamos a buen ritmo a Cercedilla (lo que hace la compañía) y en la cuesta hasta el polideportivo él se puso a andar y yo seguí corriendo como durante toda la prueba. Alcancé el control a las 7 horas y 36 minutos, con 37 minutos de desfase. He aquí unas fotos.











Como veis ni me entraba la paella ni estaba exquisita, así que apenas comí. Me cambié de camiseta, me refresqué y lleno de optimismo salí pitando. Tan sólo estuve 15 minutos allí, justo lo previsto. Merche le dio algunas cápsulas al corredor que había corrido la Transalpina, y que increiblemente había llegado a Cercedilla pese a los calambres (me consta que terminó la prueba); ese tío era más duro que los garbanzos de Terrinches (como decimos en mi pueblo).

Imposible no comparar la situación que estaba viviendo con la del año anterior, cuando me quedé totalmente acalambrado allí y nadie me ofreció una mala cápsula de sales. Cercedilla fue el punto donde terminó mi aventura el año pasado, pero eso era historia, y para eso estábamos allí, para reescribir la historia. Por allí apareció con un tremendo plato de paella Jose Carlos, alias el Jaro, lo cual me dejó totalmente sorprendido. Tenía un semblante que mostraba disfrute, demostrando que es un crack

Cercedilla-Fuenfría: desde aquí todo es nuevo para mi, por tanto un premio

Pese a salir a eso de las 16:00 de Cercedilla y no estar obligado a llevar ni frontal, ni manta térmica, ni silbato ni flautas (saliendo antes de las 17 horas ese material no era obligatorio), Merche me echó todo aquello en la mochila, así que iba con exceso de equipaje. Sabía que todo lo que corriera desde ese momento sería para mi terreno virgen, récord de kilómetros y desde luego AVENTURA CON MAYÚSCULAS. Atravesé Cercedilla yendo detrás de dos runners que a la postre acabaron quedando unos minutos tras mía en meta. Las tremendas rampas del principio del 10% no me amedrentaron y decidí no andar, pero pronto descubrí que había quien andando avanzaba tanto como yo corriendo; en cualquier caso a mi lo de andar no se me da bien, así que fui fiel a mi estilo. Subiendo y subiendo a ritmo lento, eso sí: a 7´30´´, a 8´, alguno a más. El corredor que había subido conmigo La Barranca seguía en ruta y aguantando, lo alcancé (apenas debió parar en Cercedilla) y le dí sales, iba regular, pero era un sufridor. También hice la goma con la chica y el chico que me había cruzado en la fuente entre Manzanares el Real y Matalpino y con algunos más. Llegué al control de la Calzada Romana casi en el 72, y apenas paré, iba ya muy desfasado respecto al planning, unos 50 minutos, pero estaba muy contento y por momentos no me importaba el tiempo final que hiciera. En algún tramo duro anduve unos pocos segundos, pero por lo general casi todo lo hice corriendo. Antes de llegar al descansillo que hay a 4 kilómetros del alto, intenté deponer nuevamente y tras 5 minutos duros de lucha lo conseguí. En ese lapso de tiempo me habían adelantado 8 o 9 corredores, pero tras salir nuevamente con la tripa OK los fui cazando uno a uno. Llegué al alto de la Fuenfría en 10 horas y 5 minutos y desde ahí  me quedaban algo más de media maratón. El desfase era ya de una hora sobre mis previsiones y pese a sentir que ya no competía no perdí mucho tiempo allí: de nuevo algo de Coca-Cola, y a bajar tocaba.

Fuenfría-Segovia: disfrute se queda corto para describir lo que sentí

Los 22 kilómetros que separan ambos puntos son probablemente los 22 kilómetros más mágicos que he corrido jamás. Difícil volver a repetir las sensaciones que pasaron por mi en esas dos horas. Lo primero que hice fue llamar a Merche para decirle que todo estaba controlado y que bajaba bien sin dolores. Seguramente fue en este momento en el que se me debió caer el envoltorio dichoso que luego comentaré, pero eso da igual ahora, centrémonos en mi bajada: no iba a a gran ritmo, porque yendo solo no conseguía coger la cadencia adecuada, pero al menos disfrutaba. El Garmin se me había muerto tras 10 horas y 17 minutos y me sentí aliviado, ya no tenía que vigilar nada, tan sólo disfrutar. La zona de los toboganes no se hizo penosa, aunque sí larga, pero en el buen sentido. Iba llaneando a un ritmo que calculo en torno a 6 minutos el kilómetro y el aire puro de la sierra limpiaba mis pulmones. No concebía ningún lugar en el mundo en el que estar en ese momento. En ese tramo, alcance corredores y también me alcanzaron otros, pero llegados a estas alturas de la prueba el puesto a ocupar ya daba igual, tan sólo había que tener bien afinados los sentidos para captar todo bien y rezar para que la memoria te dejase en la retina durante muchos años tan increíbles sensaciones. Jamás antes había corrido tanta distancia y eso también hacía mágica la situación. Llegué al avituallamiento del 89 y no paré mucho, no tenía sentido hacerlo porque me encontraba bien y sólo quería seguir corriendo. Quedaban poco menos de 13 kilómetros y era cuestión de terminarlos. Le dí sales a la chica que al parecer ser iba sexta, y no cuarta como habíamos creído kilómetros atrás y ella y su marido/novio/compañero salieron delante mía corriendo a buen ritmo y yo no pude seguirles. Los siguientes dos kilómetros fueron bastante técnicos y algún que otro runner me pasó, pero ni las piedras ni los giros hacían que dejase de disfrutar. Llegaba al kilómetro 90 cuando sentí una mano que me tocaba por detrás, ¡era el Jaro!, ¡qué bestia, qué forma de bajar!. Le dije que le veía muy entero y que tirase, pero él me dijo que iba a echar una foto en el punto kilómetrico y que después me pillaba. Juro por lo más sagrado que yo hubiera querido terminar con él esta aventura y también que no me hubiera importado que él llegase por delante, pero yo soy un tipo nervioso y esa propuesta de juego de "pille-pille" me hizo ponerme las pilas; creo que debí pensar que si corría más rápido me pillaría más tarde y así podríamos llegar a la vez. Para colmo un runner que a la postre llegaría delante mía por unos segundos, me adelantó como alma que lleva el diablo y yo traté de seguirle. Todos estos acontecimientos activaron mis piernas y me puse claramente por debajo de 5 minutos el kilómetro en la zona de llano que quedaba hasta llegar a Segovia. Estaba anocheciendo pero aún se veía y mis gafas de sol no ayudaban, pero ya no podía parar a quitármelas. Recuerdo ausencia absoluta de molestias, de dolor, las piernas fluían como si acabara de comenzar una maratón y pese a escaparse el corredor antes mencionado, sabía que el ritmo de crucero que había cogido me llevaría hasta la meta. Comencé a coger corredores y más corredores, poniéndome por debajo de 4´20´´ en alguna ocasión, estoy seguro aunque iba sin medición. Sobrepasé a la chica que iba sexta, y no se a cuantos más y pasé sin parar por el último avituallamiento en el cual no había que fichar. Quedaban 8 kilómetros justos y pregunté la hora, alguién me dijo en la lejanía ¡las 20:32!m y las luces de Segovia cada vez más cerca, yo en una nube, así que decidí dar el último empujón. Me saqué el botecito de energía 5 horas y me lo tragué entero (me refiero al líquido claro), lo volví a meter en el bolsillo junto con las gafas, todo esto sin dejar de mover las piernas todo lo rápido que podía. Tras mía los dos corredores que me encontré a la salida de Cercedilla iban a una velocidad similar a la mía y sus focos querían alcanzarme. Yo estaba exultante, sobreexcitado y no sentía nada más que la sensación de ir volando. 

Tras cazar a otros 8 o 10 corredores, pasé por debajo del túnel de la circunvalación a poco más de 3 kilómetros de meta y los dos corredores detrás seguían soplándome la oreja, pero en el pequeño repecho de la vuelta les perdí, supongo que porque se desorientaron y no encontraron el camino que coger, máxime al no poder guiarse por mi luz (ya que no llevaba ninguna puesta). Entré en Segovia a todo lo que daban mis piernas, y encima cuesta abajo y los dos kilómetros que me separaban de mi sueño se esfumeron casi sin darme cuenta, pudiendo decirse que casi me molestó que durase tan poco esta parte. El último repecho a 400 metros de meta no fue ni repecho "ni ná", y ya no digamos los últimos doscientos metros cuesta abajo vitoreado por un montón de gente. He aquí una foto en la curva a 20 metros de la meta:



La euforia en meta fue tremenda. Me colocaron la medalla, le dí un abrazo a Merche, fue todo como un sueño tras haber parado el crono en 12 horas 38 minutos a mi llegada al Acueducto a eso de las 21:08 horas (parar el crono es un decir porque no lo llevaba). No logré mi pequeño objetivo de bajar de 12 horas pero a esas alturas eso ya daba igual, además, los últimos 12 kilómetros que disfruté no los habría cambiado por el hecho de conseguir ese reto. 







José Carlos llegó en 12 horas 43 minutos y eso que se perdió un poco al final; ¡menudo carrerón!. Al fin y al cabo yo me había preparado concienzudamente la prueba y él apenas, porque le vino todo precipitado, pero la calidad es la calidad, y la demostró. He aquí un ejemplo de buena persona y gran corredor.


El bajón posterior: pero fue después de parar.

Me encontraba estupendamente de piernas, sin molestias pero conforme me fui enfriando comencé a sentir el cansancio. Fuimos al hotel que estaba a 300 metros de la meta y Merche me puso un baño de agua caliente. Ya en la bañera  comencé a sentir pequeños tirones, aunque no calambres. Fue creciendo el malestar y comencé a tiritar, hipotermia. Así que me metí en la cama con unas tiritonas de narices aunque en media hora me fui recuperando. Merche fue al McDonalds a por la cena, la cual engullí sin muchas ganas porque el estómago no estaba del todo bien, pero sin duda la energía recibida por esa comida basura me hizo mucho bien. De ahí pasé a cerrar los ojos y a dormir. Al día siguiente todo estaba en su sitio, sin apenas molestias. TODO UN SUEÑO CUMPLIDO.

Descalificacíon

El lunes por la noche tras salir la clasificación, me busqué, pero allí no estaba. Al día siguiente me enteré que me habían descalificado por haber arrojado un envoltorio. Quedó claro de cara a todo el mundo que no lo había arrojado, sino que se me había caído,  pero el hecho de haber marcado toda mi comida con mi número de dorsal llevó a que la organización tuviera que descalificarme, y de esta forma no consta que haya corrido  esta prueba, aunque yo sé que lo hice, nadie me puede convencer de lo contrario

Enhorabuenas

Enhorabuena a José Carlos, demostrando muchas cosas, todas buenas y positivas, eres un crack y esta tiene que ser la primera de muchas pruebas que compartamos. También, como no, a un auténtico fuera de seire, Javier González-Urquijo, con quién tuve el placer de toparme (con él y con Zaira), allá en Xátiva, y que entonces me ayudaron a completar aquella dura maratón de montaña con su charla. Dijiste Javier que en la Madrid-Segovia saldrías a jugártela y vaya si te la jugaste, TERCERO CLASIFICADO con 09:15. Puede que tan sólo me saques un minuto como mejor marca en maratón, pero yo estoy a años luz de ti en todos los sentidos, además, esto para ti no ha hecho más que comenzar, ahora es cuando viene lo bueno. Ahh, también a Zaira que la corrió y consiguió su objetivo de bajar de 15 horas, ¡menuda gesta para ser la primera vez!. También quiero felicitar a Santiago Pérez-Mesonero por tener el valor de intentarlo y sufrir, al año siguiente seguro que lo consigues, también a Claudio Luna, un crack que ya sabe que es estar allí en lo más alto, pero que sobre todo es un tío estupendo: batiste tu marca con 09:40 y quedaste primero en tu categoría, pero sobre todo das un ejemplo en cada carrera que haces y para nosotros siempre es un éxito. También a Carlos Micra, otro tío increíble; hay mucho escrito sobre él así que no me voy a extender, pero saber ganar, perder y sobre todo sabe luchar. Felicitar a Alberto y a Iván, el primero buen amigo mío y la razón por la que hago ultrafondo: ves, este año ha ido mejor y has disfrutado, haciendo tres horas menos, aunque el año pasado tuviste bemoles para terminarla, e Iván querría decirle que es lo que tienen esos entrenos oficiales a los que te engañan para que vayas creyendo que se trata de un paseo por el campo y resulta que se trata de correr, ahora ya estás enganchado a esto y sin haber corrido ni una maratón ya tienes un GTP terminado y ahora una MS, y eso en un año que tan sólo llevas corriendo. Por último a esos manchegos del Vestas, entre ellos Óscar Peral, pedazo de primer puesto en equipos de 5, sois unos cracks.

Agradecimientos 

Agradecimiento a los voluntarios, para ellos un 10, al público y gente con la que me crucé a lo largo de todo el día (senderistas, seteros, gente que deambulaba por los pueblos, gente de picnic), todos animaron, absolutamente todos, ¡increíble!. De entre la gente del público agradezco los ánimos de dos paisanos, Sebas y Fernando que estuvieron ahí toda la prueba. Agradecimiento a la organización por sacar adelante otra vez prueba tan complicada y haciéndolo en esta ocasión con la dificultad añadida de pasar por el recién nombrado Parque Nacional de Guarrama, zona de especial protección que tenemos que cuidar entre todos y que conlleva muchas obligaciones para los corredores y para toda la organización de la prueba. Además, un 10 a Anna la directora por saberme explicar los motivos de mi descalificación y por ser comprensiva, sé que en otro contexto habrían levantado la mano.

Especial agradecimiento a todos y cada uno de los que me seguís y habéis estado ahí, antes, durante y después, no querría dejarme a nadie porque ya vais siendo muchos, pero por nombrar a algunos: Emilio, Kino, Nacho de Aupa Nacho, Javier Uniko, Yolanda la pinguina, Miguel de corre corriendo, Isaac, Carlos Utrilla, Agustín, Manuel Pardo, Manolo Valverde, Enrique Cidfuentes, Julián, Jose Carlos, Jose María Camacho, Juan Crespo, Ana y Javier, Laura, Marisol Gijón (que es como mi madre en esto del running) y los del Pozo Norte (Marcos, Rafa, el Gallo, Lola, Juan, Olga, Oscar, etc), mi prima Begoña y Jesús, el presi del Extenuación y el resto de conocidos de dicho club, en fin, un largo grupo (encantado de que sea largo), seguro que me dejo mucha gente.

Especial mención a Paco Rivas, del cual siempre aprendo y que sin él hubiera sido imposible conseguirlo. ¡Gracias por tus consejos!

Agradecimiento a los corredores y foreros que en facebook me habéis dado ánimos con el tema de la descalificación, ha sido muy reconfortante.

Agradecimiento especial a mi primo Juan por dedicar casi medio día a mi persona, también como no a Mari Nieves por permitir con su generosidad que Merche pudiera seguirme (creo que Mari Nieves acabó pasándoselo bien), a mis suegros que se quedaron con los críos en Valdepeñas y facilitaron la logística, a mi familia: mi hermana Mari Carmen y Mari Nieves, siempre fieles seguidoras, y también a mis progenitores, mis padres, aunque mi madre por desgracia no recuerde donde estuve porque se le olvida. A Jorge e Inés, mis niños, también lo hago por vosotros para que sintáis orgullosos de mi, sé que este sentimiento en Jorge es profundo, y muy muy muy especialmente a mi Dulcinea, mi Merche. Esto ha sido por y para vosotros, por ti también abuela que siempre me acuerdo de ti allá donde estés....

¡¡¡¡GRACIAS!!!!








miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA MADRID-SEGOVIA 2014: MÁS QUE UNA CRÓNICA, UN CUENTO QUE CONTAR

Una buena mañana de septiembre de un sábado de antaño un montón de locas damas e irracionales caballeros partieron acompañados de un aura de ilusión desde Plaza Castilla, ya sabes, allá donde posan aquellas dos torres inclinadas. Su destino se encontraba en la lejanía, donde los romanos nos dejaron aquella obra eterna, a más de 101 kilómetros o casi 25 leguas castellanas. Como medios para conseguirlo sus piernas y su determinación. Has de saber que eran tiempos en los que mujeres y hombres necesitaban esperanza, buscaban agarrarse al perno de la ventana que les abriera la vista a un universo más justo y libre y así huir de los gigantes molinos que hacían sombra en ese mundo..  1200 almas dispares en edad, sexo y condición, pero todas con un preciado ideal: sentirse vivos en una proeza que jamás pudieran olvidar ni ellos ni sus seres más queridos.

Sin destacar entre la multitud había un soñador que venía de las altas llanuras de La Mancha, donde se hacen esos caldos con grado a base de mosto de uva con los que dicen que se pagó la vieja Puerta de Alcalá. No lo distinguirías ni por su semblante ni por su nobleza, quizá algo más escuálido del canon, pero de emoción generosa. Aquel Quijote del extinto siglo XXI tenía en mente una quimera: atravesar los Caminos de Santiago y las antiguas vías pecuarias para alcanzar la señorial tierra donde el Alcázar y el Acueducto te esperan desde siempre. Para nuestro protagonista la aventura no era nueva ya que 12 lunas antes ya había emprendido el mismo viaje, pero quedose entonces sin completar su destino justo a medio camino; por tanto esta ocasión era más crucial y señalada. 

Así fue como alcanzó Tres Cantos donde un primo llamado Juan le inmortalizo en uno de esos antiguos artilugios llamado vídeo y también plasmó su cara en la vieja tecnología de la cámara digital. Tras esta primera acometida y no sin esfuerzo llegó a las tierras altas de Colmenar Viejo donde su incondicional Dulcinea y una dama amiga les esperaban con viandas de la época en forma de hidratos lentos/rápidos y barritas energéticas, productos que aquellos extraños personajes solían consumir. De allí partió hacia el puente romano donde de nuevo Juan, a partir de ahora llamémosle Sancho, le animó a alcanzar su sueño por lo que prosiguió ya con el calor del mediodía hasta conquistar el castillo de Manzanares el Real. Fue ese momento en el que sus pensamientos se torcieron, pero no sintiose sólo en su empeño con esas tres almas colaborando en su plan, así que con tan sólo sentir allí su presencia disipó cualquier atisbo de flojera y siguió por los caminos hacia Matalpino llegando a su preciosa plaza con su fiel Sancho en ella y tras casi 5 horas y media de ruta apretó su mochila que bien podría haber sido su armadura y ató bien los cordones de sus zapatillas de ultrarunning, modelo del siglo pasado, eso sí. El Sol no le amedrentó, ni tampoco el cansancio en sus piernas y aunque el avance fue cada vez más penoso logro ascender a La Barranca sin perder su sonrisa, porque desde ahí quedaba ya poco hasta Cercedilla donde de nuevo vería a su dulce amor....

Y Cercedilla arribó tras más de 7 horas de viaje. Allí hallábase ella orgullosa por lo que él no pudo por menos que darle dos besos y no despistarse dejándose engañar por los placeres que allí daban en forma de paella, buenas bebidas e incluso el mejor de los descansos, así que no sin esfuerzo tuvo que partir hacia sus últimas conquistas, primero la Fuenfría, allá en lo alto, cima que se le resistió pero sabedor de que su destino encontrase cerca todo se hizo más fácil; bajó ya en el atardecer entrando en tierras castellanas y dejando atrás tierras madrileñas, y pudo hablar con su querida a través de un viejo artilugio llamado móvil para decirle que hacia ella iba él presto a su encuentro en la Plaza del Acueducto. Ya estaba cayendo la oscuridad cuando avistó por primera vez a lo lejos tan increíble villa, justo en el momento en el que un conocido caballero le alcanzose, no para guerrear sino compartiendo gesta. Nuestro Quijote quedó contento por compartir camino con conocido compañero pero el destino no quiso que terminaran juntos la aventura porque las piernas otrora cansadas estaban ahora eufóricas de avanzar en las sombras de la inminente noche. Y así fue como avanzó y avanzó alcanzando otros caballeros y damas, cada vez más ilusionado por ver a su amor recibirle, y su bella catedral cada vez más cerca cada vez más grande, hasta que entró en la ciudad y galopó sin caballo entre sus nobles edificios hasta sentir los vítores de los presentes en aquella mágica meta. El fin de este cuento es en forma de abrazo con su Dulcinea 12 horas y media después del inicio de aquella bonita batalla en tan bello y eterno escenario... Así fue como tu bisabuelo conquistó Segovia.

Madrid-Segovia