RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 29 de febrero de 2020

PRIMERA DE LA TRILOGIA DE LAS OLVIDADAS: LA CXM TAJO NEGRO: RAMA DE OLIVO

Cuando el hombre primitivo comenzó a erguirse descubrió, para su desdicha, que estaría obligado de por vida a planificar sus tareas...pero de vez en cuando se nos olvida esa carga que viene heredada de nuestros ancestros. Con esta tardía reseña pretendo activar la primera de la trilogía de crónicas olvidadas del otoño del pasado año. Pero eso sí, seré breve....


Orgullo

Merche no cabe en sí  y no puedo evitar sentir placer viéndola tan nerviosa; sus ojos sólo saben reflejar ilusión, son los ojos de una hija adoptiva de La Mancha que va a representar por primera vez al Jaén que la vió crecer, y será haciendo lo que más le gusta, correr en la montaña, ¡y qué montañas!





Y se echaron estas fotos, la última unos minutos antes de salir. No sé qué se siente en esta tesitura así que sólo puedo tratar de hallar empatía con estas reseñas.


Matando la envidia


Aprovecho la fabulosa mañana dispuesto a realizar el complicado recorrido de la carrera, pero en sentido contrario. Estamos todos avisados de la extrema dureza del mismo, 34 kilometrazos con 3000 metros positivos por terreno arduo complicado pero yo no quiero atender advertencia alguna.

Por otra parte la envidia me corroe y yo trato de asesinarla corriendo así que un par de minutos antes de que los verdaderos protagonistas se pongan en marcha comienzo a dar las primeras zancadas, y disfruto tanto que no a no más de veinte minutos de salir me doy cuenta de que me he perdido, y lo peor es que la senda me acaba llevando nuevamente a Ojén. Resignado y con seis kilómetros en la saca inició el recorrido en el sentido de la carrera a la caza improbable del pelotón, y ocurren cuatro cosas, por este orden:
  1. Alcanzo a los escobas y a algunos corredores.
  2. Me machaco en un entreno cien por cien técnico.
  3. Pillo una tremenda pájara, en gran medida motivada por el calor.
  4. Suspendo el entreno cuando sólo llevo 24 kilómetros.







Eco y Diego

Ya recuperado tras meter los líquidos necesarios en mi cuerpo me pongo el traje de reportero y el destino me lleva a conocer a Diego; bueno, para ser preciso en realidad ya nos habíamos... Eco y Diego corrieron el Ultra de la Vida en aquel diciembre maravilloso y a punto estuvimos de compartir kilómetros con ellos en esa carrera ya que llegamos un par de minutos después de ellos...eso sí, facebook nos permitió seguir sus andanzas. 

Eco llega al último avituallamiento de la carrera y pese a la tremenda batalla que lleva en sus piernas luce eufórica. Desde el refugio de Juanar Diego y el que suscribe marchamos en coche a contrareloj mientras ella hace lo propio, pero a pie,  transitando  las escabrosas sendas que llevan a Ojén, pero eso sí, lo hace en línea recta, sin dar rodeos. Acabamos teniendo suerte porque  casi por un pelo no la vemos llegar.

La espera
 
Los minutos pasan lentamente y los tengo que matar charlando con los chicos de la selección, pero  como siempre se cumple esa máxima de que todo todo llega, las chicas nos acaban alegrando la jornada, ¡las guerreras!...

Primero lo hace Inma, acompañada de José Luis, y unos pocos minutos después llega mi Mercedes...








Y tras mi mujer hacen lo propio Maria José, Raquel y por último Paqui, todas auténticas heroínas porque lo que hicieron esa mañana domingo no era cualquier cosa. A Ana y a Mari Ángeles las cortaron.





El orgullo de la rama de olivo


Y el puesto que ocuparon terminó siendo lo de menos, porque en el fondo no corremos por medallas ni cajones, lo hacemos por obtener emociones, y de eso hubo mucho esa mañana.