RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 18 de agosto de 2017

DOMINGO 13: 24,4 KILÓMETROS POR LA SIERRA DE IRTA

El domingo por la mañana costó algo más madrugar, de hecho salimos demasiado tarde a correr, casi a las 10 de la mañana, y además el domingo iba a ser bastante más caluroso que los días anteriores. La idea era realizar una larga tirada por la Sierra de Irta, y eso hicimos.

Sin embargo desde el principio me dí cuenta de que no iba a ser el día de Mercedes. Tomamos una senda que nos llevó cercano a la costa, cogimos una carreterín asfaltado cuando el calor ya apretaba y Mercedes comenzó a quejarse un poco. Tras unos 6 kilómetros entramos en una pista de tierra blanca que se adentraba en la Sierra de Irta y comenzaron los toboganes subiendo y bajando, cruzándonos con algunos cicilstas de montaña y a una "loca" con chaleco de hidratación como nosotros. Cada vez si iba poniendo el paisaje más interesante lleno de bosques de pino y otra arboleda de tipo mediterráneo, hasta que llegamos a un merendero donde discurría un río, desafortunadamente seco y cogimos una bonita senda que se adentró profundamente en un barranco siempre ascendiendo. Precioso recorrido el que fuimos realizando, cada vez por sendas más difícilles y frondosas en las que Mercedes llevaba un ritmo algo cansino, y se quejaba de irse pinchando con las matas, pero mereció la pena. En el 12,5 alcanzamos una pista que cogimos en fuerte pendiente, y ahí tuvimos que andar un buen rato, para luego llanear y coger el camino de ida y vuelta que nos llevaría al Castillo de Santa Magdalena de Pulpi. Allí nos echamos un par de fotos y regresamos por el camino donde habíamos venido para luego coger el camino que luego se convertiría en senda hacia la Ermita de San Antoni. En esa parte Merche lo pasó muy mal, incluso se mareó, y tuve que racionar el agua, dándole casi toda la que llevaba a ella. Pero cuando llegamos a la ermita sólo cabía bajar y por pista, y ahí se recuperó. Alcanzamos el camino de vuelta a Peñíscola con mi mujer sufriendo un poco pero con el piloto automático y así llegamos al apartamento realizando una tirada dura y larga para ella, en la que entrenamos un poco la deshidratación y el calor.

24,4 kilómetros muy interesantes







El castillo al fondo

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