RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 2 de junio de 2017

¡BIENVENIDO A LA LUZ!

Me siento muy afortunado, no siempre fue así porque he vivido en un pozo oscuro donde no era capaz de ver la luz, y como todo estaba negro no veía a nadie, y por no encontrar ni me encontraba a mi mismo. Es difícil amar lo que te rodea cuando todo tú eres una cárcel y yo me creé mi propia cancela con grandes cadenas con la excusa de que nada me salía a derechas. ¿dónde estuvo mi autoestima todo ese largo tiempo?, no lo sé, ni quiero pensar cuánto sufrirían los de mi alrededor al verme así, cuando me sentía anónimo, cuando no encontraba un eco positivo en mi trabajo y era sólo un número oculto, cuando la cintura me pegaba gritos diciéndome que dejara de correr, cuando veía el fantasma de la decadencia bailarme su danza. Uno es importante es tanto en cuanto se siente parte de algo, y de esta forma hace importante a los demás y se da, y yo me sentía tan insignificante que habré sido como un agujero negro absorbiendo toda la energía que desprendía lo más cercano, energía que necesitaba para sobrevivir, pero no hemos de sobrevivir, hemos de vivir.
Aquellas uvas de la Nochevieja de 2015 supusieron la siembra de mi desesperación: fuera como fuese no supe comérmelas ni quise creer  y luego 2016 fue nefasto, para olvidar, aunque no por culpa de las uvas, y sí por la desesperanza, porque esa energía negativa supongo que tiene tentáculos y llega a todas partes. Sin embargo la última Nochevieja, la de las tierras sorianas, fue distinta, creí y realicé el ritual con toda la parafernalia que el momento requería: una a una, campanada a campanada y deseando, sobre todo deseando. Pues bien, 2017 ha venido cargado de cosas con las que hacía tiempo no convivía y por fin veo la luz. Mi ego podría darse un atracón pero ha pasado tanta hambre antes que aprendí bien la lección.

No quiero que la luz me deslumbre, que vengo de las tinieblas, me conformo con entornar los ojos y acostumbrarme poco a poco a la claridad, y no dejar que me embargue, que si algo bueno tienen la oscuridad es la lección que aprendes de su compañía. Esto no va a durar mucho, así que más vale disfrutarlo y estar preparado para cuando se vuelva a apagar la luz. Será el momento entonces de volver a desear con todas mis fuerzas.

Muchas gracias Mercedes por estar siempre ahí y sobre todo por soportarme






No hay comentarios :

Publicar un comentario