RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 1 de marzo de 2020

TERCERA DE LA TRILOGÍA DE LAS OLVIDADAS: LA CRESTA DEL DIABLO, Y EN EQUIPO

Octubre gris oscuro, casi negro, luego llegó noviembre y la cosas cambiaron; lo hicieron justo en el momento que menos esperaba.


Defendiendo colores

Toca ir a Torredelcampo y hay que dar el do de pecho porque defenderemos al Club de Montaña Linares en el provincial de clubes. La prueba es dura, treinta y tantos muy montañeros kilómetros, y me pillan en un momento en el que no estoy para esos sacrificios; pero no lo pienso demasiado. Junto a mis compis de equipo, Manolo, Miguel Angel y mi querida mujer, nos echamos la foto antes de la salida. En ese momento soy todo un mar de dudas




Tratando de hallar algo

El comienzo es difícil, como me esperaba. Merche se ha quedado atrás y comparto algunos minutos con Manolo, mientras que Miguel Angel ha puesto pies en polvorosa, no en vano él será nuestra punta de lanza esa mañana.

Un rato después me veo solo, parece que he cogido algo de ritmo, pero no me he de engañar es un espejismo. Las zapas nuevas no acaban de adaptarse a mi o yo no me adapto a ellas, el caso es que no es ese mi único mal, este octubre es para olvidar.

En la larga subida a la cresta

En otra época mejor habría disfrutado esa larga y preciosa subida, no es el caso. Primero el cortafuegos y luego la estrecha y colorida senda ponen a prueba mis malas sensaciones. Eso sí, cuando llego a la parte pedregosa me quedo estupefacto por tanta majestuosidad y belleza; simplemente mereció tomar la salida para ver esas preciosas vistas.








En la larga bajada que me lleva a mis carencias

Bajo todo lo mejor que puedo por una zona que debería haber sido para disfrutar y en el tobogán que viene después pierdo todo indicio de cadencia. En el avituallamiento me peleo un poco con el sistema de atado de las Asics (que hoy en día me va perfecto pero por aquel entonces todo eran problemas), y a subir de nuevo


 


Ya en lo alto hay una zona de cresteo técnico donde maldigo todo lo maldecible, no piso bien, en firme, y me cuesta un mundo; qué decir de las piernas, ¡mis piernas!, ¿dónde se han metido?

El resto hasta el final es un largo y pesado trayecto hacia meta, que afortunadamente puedo acometer no sin sufrir lo que tengo que sufrir

Y los resultados

Cuando llego me siento contento por haber podido cumplir sabiendo que lo he dado todo; he llegado diez minutos después que Miguel Angel, poco se me antoja visto lo visto. No he de esperar mucho para ver llegar a Manolo y un ratito después llega Merche, y tras compartir impresiones no nos cabe la menor duda de que los cuatro hemos puesto toda la carne en el asador.

Fuimos terceros y Merche me va a matar por poner esto: sólo competían tres equipos; en fin, la sinceridad debería ser siempre un valor seguro. Pero no se puede sentir más orgullo que el que sentí por correr con tan fabuloso equipo: mi mujer y dos buenos amigos.


 Y Merche logró subir al cajón nuevamente.






Para finalmente rematar la faena con chorizos y buena compañía






Después vinieron el Trail Puerta del Infierno, el de las garras en mis cuadriceps del que quedó cumplida cuenta en la entrada que publiqué en su momento, y sobretodo vinieron esa especial Doñana Trail y la no menos especial Ultra Costa de Almería con sus dos largas y melosas entradas, pero La Cresta y sus organizadores, el Club de Linares y sobretodo mi equipo se merecían esta publicación, la tercera y última de esa trilogía de crónicas breves y que estaban olvidadas.






No hay comentarios :

Publicar un comentario