RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 17 de octubre de 2019

CUADERNO DE BITÁCORA: CAMINO PRIMITIVO: ETAPA 1 OVIEDO-SALAS

No es una mañana más...

...Amanecemos el 11 de agosto en modo sonrisa con las orejas bien despiertas ante lo mucho que han de percibir. Preparamos meticulosamente nuestros chalecos y dejamos dispuesta la bolsa de viaje, nunca mejor dicho lo de "de viaje" ya que le esperarán seis trasiegos  patrocinados por Correos y Telégrafos.

Cuando bajamos a desayunar siento que por fin está sucediendo, es el punto de partida de nuestro largo viaje, pero esto no parece importarle mucho al chaval de recepción, que se muestra impaciente por terminar su jornada nocturna. Unos minutos después le vemos sufrir, profesionalmente hablando, mientras se pelea con la máquina en su afán de hacernos unos cafés, pero justo en el peor momento aparece su jefe y soluciona el entuerto...

...cortado bien cargado para el que suscribe, con mucha leche para ella, un par de zumos de naranja, su tostada y por último mi pieza de bollería, de esas que no recomiendan; esos son los componentes de nuestro desayuno, primer eslabón de esa larga cadena de proteinas, grasas e hidratos que estará por digerirse en las próximas jornadas. Así fue como a ritmo de una nerviosa conversación, que versaba sobre las locuras de dos corredores en el inicio de su camino, consumimos la ingesta de todas esas calorías. 

Oviedo luce mágico

El hombre del hotel no escatima en celofán y sella perfectamente a la bolsa el folio plasticado que servirá de referencia a Correos en cada uno de los destinos de nuestra aventura. Cruzamos los dedos para que nuestra ropa, complementos energéticos y demás enseres no terminen en Bilbao, por ejemplo.




Y en esta guisa dan las 8, momento en el que la impaciencia se une a nuestra hiperactividad y eso hace que uno no sepa donde sentar el trasero, así que terminamos saliendo a la calle a inmortalizar el instante para así dejar marcado definitivamente el comienzo de este incierto y emocionante devenir.






¡Ya, ya estamos en ruta!, son las primeras zancadas de una larguísima cuenta que no merece la pena llevar: a metro por pisada saldrían 315.000 apoyos, mejor dejar esa caja de pandora bien cerrada y no pensar ahora en lo mucho que nos toca hacer, ¡simplemente hagámoslo!.

Las calles de Oviedo se ven extrañamente desiertas, como si hubiesen quedado puestas a nuestra disposición en una especie de ofrenda mágica, y en esta tesitura nuestros cuerpos se mueven ligeros guiados por la adrenalina. Cuando los últimos edificios de la capital comienzan a hacerse pequeños a nuestra espalda tomo verdaderamente conciencia de que acabamos de arrancar un motor que será difícil parar, ¡no deberá detenerse hasta llegar a Santiago!.



La esencia del camino

Todo brilla intensamente a nuestro alrededor y no podemos dejar de fijarnos en los estímulos que nos rodean: la vegetación, las pequeñas aldeas, las ermitas, y los peregrinos, ¡ay los peregrinos!. Adelantamos a un grupo nutrido de felices caminantes; de entre ellos llegamos a contar hasta cinco compañeros de los que unas horas antes hacían cola para recibir cama en el albergue ovetense. Pronto aprendemos a entonar un afectuoso  "buen camino", y casi siempre nos responden con la misma fórmula envuelta de buenos deseos.

...San Lazaro de Paniceres, Villamorsén,..., núcleos de casas aderezados de un verde intenso; estamos inmersos en un paisaje campestre impropio de las afueras de una gran ciudad, sin cemento, adosados, centros comerciales ni otras contaminaciones. Y llega nuestra primera y breve parada en la Ermita del Carmen de Llampaxuga, donde realizamos nuestro primer sellado oficial,  ¡el estreno de nuestras credenciales!.




Sendas preciosas se intercalan con tramos de carretera, a veces giramos nuestros pasos hacia caminos que no desmerecen en sus vistas y en esa guisa no cabe el aburrimiento... Ponteo, Loriana, Gallegos, ayudan a hacernos la ruta más amable.







...y en todo ese tiempo vamos siguiendo las señales, a veces metálicas, otras veces son simplemente flechas pintadas de amarillo, pero las más notorias son los hitos de piedra, con los que aún sueño dos meses después. Es justamente una de esas pétreas tallas la que nos saca de la carretera para obligarnos a tomar un sendón; descubro que estoy llevando la contra a la ruta marcada en mi smartphone y le digo a Mercedes "se ve que los ciclistas de la wikiloc continuaron por la vía asfaltada, pero intuyo que este rodeo será mejor para nosotros". La excursión que hacemos no desmerece en absoluto,  transitando por una sendita donde el agua, que no deja de resonar a nuestro alrededor; adorna nuestra felicidad; en todo ese tiempo avanzamos paralelos al río Nora mientras salvamos una considerable pendiente que nos hace disfrutar de ese mini paseo montañero.





Haciendo méritos para comer en Grado


Escamplero y su albergue nos ve pasar un rato después de haber fichado en la Ermita de la Virgen de Fátima  Las piernas aún se mantienen intactas y la ilusión anda totalmente compuesta.





Nos recibe la Valsera y tras esto nos adentramos en una zona donde los bosques nos enguñen entre caminitos  paralelos al Río Andallón. Las fotos hablan por sí mismas...








...y después de ese goce toca discurrir cerca del curso del Nalón en unos parajes fabulosos que nos enfilan hacia un valle. Cuando nos encontramos en el punto más bajo, nos topamos, para nuestra sorpresa, con una máquina de vending, un engendro automatizado impostado entre tanta naturaleza exhuberante. Consumamos nuestro pequeño gran descanso con un par de Aquarius, unas gominolas y hundiendo nuestras cabezas en el agua fresquita de una fuente de piedra...

...pienso que no hay mejor lugar en el mundo que ese donde me hallo ni mejor compañía que esa que me complementa...









El tiempo quiere transcurrir rápido en esa soleada mañana de lunes y nosotros desearíamos parar los minutos, aunque éstos nos acaban siendo robados irremediablemente. Nuestro silencio se rompe cuando chapurreo en inglés a un peregrino de rasgos asiáticos una petición de foto; el buen hombre accede, pero eso sí, nos deja su dedo estampado en la imagen, colándose de polizón en este diario de abordo.





Grado, a mitad de camino de nuestra ruta, nos recibe en fiestas, con su mercadillo y su bullicio. Es temprano para comer, aunque también puede ser que aún no hayamos hecho méritos suficientes para reponer energías. El caso es que andamos tan nerviosos por continuar nuestro camino que nos despedimos de la señora del albergue municipal cuando ésta nos ha estampado sendos sellos en nuestras cartillas; es así como atravesamos de cabo a rabo dicha localidad poniendo pies en polvorosa dirección a nuestro destino.






Intuyendo Salas 

Tenemos que salvar trescientos positivos hacia el cielo y lo hacemos justo cuando el calor  aprieta, pero no nos importa demasiado porque las fuerzas acompañan y la montaña nos atrae como un imán. Tirando de paciencia y manos en los cuadriceps alcanzamos la zona del Santuario de la Virgen del Fresno donde nos refrescamos en una fuente adosada a la pared de una posada. En el siguiente cruce de caminos charlamos con un simpático señor que se interesa por nuestra empresa; tras una amable conversación concluye con su recomendación de que tomemos por el "atajo a hospitales" (ruta alternativa de la segunda etapa). Le digo: "por supuesto que iremos por allí, no nos lo perderíamos por nada en el mundo".

La prominente bajada que viene después, tras 30 kilómetros de machaqueo de articulaciones, provoca que el pie de Mercedes repentinamente se queje. En ese momento lo vemos como un problema sin importancia, aunque acabaremos descubriendo que ese será un mal que le acompañará el resto de los días del camino, de hecho a día de hoy aún no lo ha superado.

Llegamos a Cornellana y cruzamos el imponente Narcea para tomar por un camino lleno de manzanos, no nos resistimos a robar un par de frutos que nos resultan algo ácidos pero pasan el control de calidad como producto nutritivo y de la tierra. Tras alcanzar el espectacular Monasterio de San Salvador iniciamos una subida que nos deja las piernas medio muertas, sin embargo nos cambia la cara cuando alcanzamos otra zona boscosa de esas que tanto nos gustan.









...y ya, mientras atravesamos unas solitarias canteras a tan sólo siete kilómetros del final, nos surgen las primeras "dudas del camino"; dicen que hay que sentir malos momentos para que la aventura sea plena y, el cansancio y del dolor del pie son motivos suficientes para caer en esa trampa. Aún así no lo pensamos demasiado y continuamos nuestra brega sabedores de que habrá momentos de todos los colores....

...hasta que nos recibe la fábrica de Danone, ¡estamos llegando a Salas 48 kilómetros después!; nos saluda la tormenta y la lluvía fresca; entre trueno y trueno percibo la preocupación de Mercedes así que trato de arengarla: "Merche, ya hemos superado el primer escollo, ¡eso no nos lo quita nadie!"; 

..Hemos llevado un ritmo constante y como premio nos hemos ganado el disponer de toda una tarde para descansar.




En aquella placita de Salas

Fichamos en el Albergue La Campa; lo primero que comprobamos con una alegría inmensa es que nuestra bolsa está allí, Correos cumplió la primera de sus seis promesas. En aquella preciosa placita hay movimiento de peregrinos por doquier, que charlan, comen, toman cañas. Una pareja nos pregunta si estamos haciendo el camino corriendo, Lucía y Guillermo, que así se llaman, están haciendo lo propio pero en etapas más cortas. Lucía será protagonista en la siguiente etapa y para ella va dedicada esta entrada, nuestra nueva "amiga del camino".

Cuando por fin conseguimos mesa para comer, nos agasajan con una sopa para dos, fabada para ella y caldo de berzas con patatas para un servidor. La lengua en salsa y el cerdo no desmerecen cayendo todo todo en nuestros estómagos vacíos. Hemos saboreado todo como si fuera la última vez que tuviéramos la oportunidad de echarnos algo a la boca.
 




Tras una bien merecida ducha en el baño comunitario del albergue damos un paseo por tan bonito pueblo. La cojera de ella supone una pequeña crisis, pero decidimos no darle demasiadas vueltas a la cabeza y esperar a que la buena mañana del martes nos traiga sensaciones renovadas. Cierto es que un rato después, mientras tomamos un café y un helado, nos regresa la sonrisa. Esta será la tónica de todo nuestro camino: los pequeños detalles harán que nos vengamos arriba pero cualquier mini impedimiento provocará fácilmente negros nubarrones.




Y el presente se convirtió en pasado: la generosa comida-cena y el postre posterior nos había dejado rebolondos, así que el resto de la tarde la pasamos en la habitación gestionando la logística, tratando de recuperar el pie de Mercedes con pomada y hielo y estudiando lo que se nos venía encima con el duro recorrido del día siguiente. Era tiempo de digerir la comida pero sobretodo era el momento de asimilar lo ocurrido en aquel maravilloso lunes. Antes de apagar las luces le dije a mi mujer: "mañana a las 6 arriba, que tendremos harina de otro costal que portar a nuestras espaldas"; intuía que si superábamos la segunda etapa tendríamos el camino medio enfilado.

Y así fue como tras hacerse la oscuridad a nuestro alrededor pensé que estábamos embarcados en un apasionante viaje que nos sobrepasaba por completo. El miedo asomó, pero la ilusión contrarestó el vértigo; en cualquier caso el cansancio acabó imponiéndose  ya que caí en un largo y reparador sueño....efectivamente el martes nos traería un nuevo color junto con la mejor de nuestras sonrisas.









1 comentario :

  1. Hola buenas, cada cuánto tiempo vais a ir subiendo nuevas entradas sobre las 5 restantes etapas de vuestro camino? Me intera muchísimo ya que llevo pensado en julio 2020 realizar el camino primitivo corriendo en aproximadamente el mismo número de días que vosotros!! Gracias

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