RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 8 de enero de 2019

ENTRENO EN DESPEÑAPERROS CON MIGUEL ANGEL DE LINARES

El sábado pasado, vísperas del día de Reyes, Miguel Ángel y un servidor, nos haciamos un regalo anticipado en fechas tan dadas para ello: una tirada de 24,5 kilómetros en Despeñaperros., con un frío inicial que cortaba la cara y helaba los dedos, ninguna de las extremedades se salvaban.

Tras nuestra reciente inscripción en el Club de Montaña de Linares, Merche y yo nos hemos metido en el grupo del whatsapp cuya temática es la montaña y los trails, como no podía ser de otra manera, así que aprovechando esa rendija, puse un mensaje en el mismo invitando a los miembros del club a que me acompañasen en dicho entreno. Linares y Valdepeñas son dos extremos en los que el Parque Nacional de Despeñaperros cae en medio, separando las provincias de Ciudad Real y de Jaén, y por ende, las comunidades de Castilla la Mancha y de Andalucía. El caso es que como resultado de mi rogativa,  Miguel Ángel, un avezado corredor de montaña que ha disputado todas las pruebas del circuito de trail de Jaén del año pasado, se unió a la fiesta.

En esta tesitura me ví a eso de las 08:45 yendo a Miranda del Rey, frontándome de vez en cuando los ojos al no creerme la temperatura que llegaba a marcar el termómetro externo de mi coche, -7º. Llegué puntual a la cita justo para comprobar que Miguel Ángel ya había aparcado su vehículo en frente de la fuente. Tras autopresentarnos formalmente (no nos conocíamos en persona), nos dispusimos a los últimos preparativos y nos costó Dios y ayuda cerrar el círculo de la logística y arrancar el entreno; él no había podido recargar su botella en la fuente ya que la tubería estaba congelada, suerte que una vecina asomó con sus perros y gentilmente le dio agua.

Una vez realizado el acto de valor tuvimos que pasar unos diez primeros minutos bien duros, con un agudo dolor en las uñas de mis manos, donde sentía como si llevase clavadas finas  agujas...Miguel Ángel no lo llevaba mucho mejor, con sus pies totalmente congelados complicándole lo de lo correr...

...Y aunque el inicio no fue el que hubiésemos esperado, cierto es que poco a poco fuimos entrando en la antesala del disfrute ayudados por el recorrido de sendas inexploradas que había añadido a la ruta de wikiloc, un curioso zigzagueo entre jaras y carrascos adentrados entre los tres cortafuegos paralelos de esa zona; esto unido al Sol que comenzó a calentarnos gentilmente y por supuesto la interesante charla que llevábamos, dio como resultante un auténtico "gozo matutino" mientras hacíamos lo que más nos gusta, correr por la montaña.

Tras las sendas cogimos la pista que baja hacia el cruce de las Nogueras, para luego girar a la derecha y acometer el cortafuego que pasa por la parte de atrás de dicha finca de cuidado de animales. Llegados al cruce antes mencionado tomamos el camino que sube hacia el Pico de la Estrella, casi siempre corriendo y sin duda espoleado por el buen estado de forma de mi compañero. El único inconveniente que me acompañaba era la dichosa molestia de mi pierna izquierda. Llegados al cortafuegos que nos llevaba a lo alto, avanzamos a buen ritmo, intercalando carrera y caminando en las zonas más empinadas, y en un pis pas, casi sin enterarnos, llegamos a la zona final de la ascensión, donde tocaba girar y tirarnos hacia abajo vertiginosamente; no fue una bajada muy arriesgada en cualquier caso, pero no estuvo exenta de emoción. 

Llegados a la calzada romana, tomamos la pista que lleva a Aldea Magaña y tras pasar por el pequeño pantano que surte a Miranda del Rey (tentado estuve en bajar para enseñárselo a Miguel Angel) tomamos la pista de la derecha que lleva al Castillo de Castro Ferral. En esa parte, de ligera subida, pasé ratos de cierta exigencia, debido a la rigidez de mi pierna, pero cuando cogimos la pista que baja hacia la Mina María Pía, el músculo se soltó, ayudado sin duda por el ritmo que cogimos en los 5 kilómetros de constante bajada. Alcanzadas las ruinas de la mina tomamos campo a través para bajar al Arroyo del Rey, para luego remontar entre la maleza y subir un tramo empinadillo para alcanzar el tobogán que es el camino que lleva a Miranda. Lo hicimos sin mayores incidencias, hasta llegar a la carretera, discurrir por el camino paralelo y alcanzar nuestro destino.

Algo menos de 3 horas y media, contando paradillas técnicas, casi +1000 de desnivel positivo y 24,5 kilómetros. Buen entreno, en el que al final pasamos una magnífica jornada matutina que me dejó hasta con ganas de más, ¡quien nos lo íba a decir al principio, con el frío que hacía!.

He aquí unas fotillos.










Y este entreno se agrega a los 95 kilómetros que venía de sumar en la semana anterior, sin descansar ningún día; eso y lo que ha venido después (ya llevo a día martes 66 kilómetros) me lleva a ser optimista en mi objetivo de agarrar el tan ansiado pico de forma.

Mi agradecimiento a Miguel Ángel por su compañía, un tío estupendo. Estoy seguro que es la primera de una larga ristra de tiradas por la montaña juntos.

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