RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 6 de diciembre de 2018

LO HECHO EL RESTO DE NOVIEMBRE

He estado sin rumbo fijo, entrenando casi por entrenar, a pesar de que este próximo domingo tenemos nuevamente una ultra, que por razones obvias me tiene preocupado. La semana posterior a Doñana no hice nada hasta que el sábado siguiente me metí una pedazo de tirada de 47 kilómetros y esa semana pude conseguir 80 kilómetros en cinco sesiones (la larga, gimnasio el domingo, dos días de interval y un entreno suave). La semana siguiente empezó con un entreno que no me acabó de sentar muy bien, 25 kilómetros por Finca Castellanos, Gasolinera Shell y vuelta por la vía de servicio, hechos con Merche donde se constato que no tengo ritmo ninguno. Al día siguiente de nuevo salíamos Merche y yo para hacer unos 10 kilómetros que me dejaron mejor sabor de boca. Del resto de semana apenas me acuerdo: una sesión de gimnasio y otros dos sesiones para que me salieran 70 kilómetros. La semana entre el 24 y el 30 fue la peor, la más desmotivante, haciendo apenas 60 kilómetros, ya que el sábado lo pasamos entero viendo a Jorge en una competición de Taekwondo y el domingo hice una tirada de unos 12, que se vieron acompañadas por otras tres sesiones similares.

Y así pasé este nefasto mes de noviembre en el que no ocurrió nada positivo, casi no pasó nada reseñable, salvo el desastre de la Doñana, claro, y la tirada larga que me sirvió para curar un poco el mal. Días de impás en los que no sé a donde voy ni lo que quiero, pero con el problema de tener otros 50 kilómetros que correr el próximo domingo.


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