RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 11 de diciembre de 2018

EL PREÁMBULO A LA ULTRAMARATÓN DE LA VIDA DE SANLÚCAR DE BARRAMEDA

En una situacion más parecida a como se siente un dominguero que va a correr su primer 10 K me ví otra vez a las puertas de un reto que era más de Mercedes que mío. La Doñana me había dejado muy muy tocado, anulando cualquier sentimiento de corredor que aún pudiese quedar en mí tras meses de caída en picado...

...sin embargo, en mi cabeza rondaba el sentimiento de haber hecho bien las cosas en las semanas siguientes al varapalo: había descansado 6 días, dando así un poco de relax a mi aturullada mente, me había castigado con 47 kilómetros "a lo burro" en un entreno planificado para que las piernas penasen, y sobre todo, había entrenado el resto de noviembre a medio gas sin dejar de correr, sin prisa pero sin causa y justo en la última semana antes de Sanlúcar había recuperado ciertas sensaciones que me hacían verme como lo que quiero ser: un corredor que no ceja en el intento.

El viaje me ayudó a desconectar de casi todo. Merche y yo solos en esta bonita población gaditana, en un estupendo apartamento al que no le faltaba detalle alguno, y en realidad me veía allí más como disfrutando de una estancia vacacional que como en un viaje cuyo motivo era la disputa de un ultra.

Ya el sábado por la mañana, paseamos por Bajo Guía hasta el embarcadero donde tendría lugar nuestro partir en barco hasta la salida al día siguiente. Merche se inmortalizó al lado del cartel del Parque Nacional de Doñana, también al lado del monumento del kilómetro cero de la primera vuelta al mundo (que salió de allí en el siglo XVI), y, como no, junto a una de las numerosas pilas de barriles de vino que hacen tan famosa a Sanlúcar. Regresamos hasta la Plaza del Cabildo donde pondrían la salida/meta del 8K de por la noche y donde también sería la meta del ultra del día siguiente. Recogíamos el dorsal e incluso nos daba para discuitir un poquito, ya que me negué a aparecer en foto alguna, debido a mi desmotivación. Tras comer en el apartamento un salmón que me salió exquisito, recibimos a Pilar y a Eusebio, nuestros amigos (él correría el 8K y la BTT del domingo) y nos tomamos un café con pestiños en una estupenda velada vespertina. 

Tras esto yo me quedé viendo a mi Alba y Merche fue al briefing que tenía programado la organización. A las 7:55, ya terminado el partido regresaba mi mujer para cambiarse e ir a disputar el 8K (al competir en ambas pruebas estaba realizando el "desafío", acumulando tiempos y pudiéndose llevar trofeo si entraba entre las tres mujeres de menor crono realizado). 

Y así fue como contrastó la motivación de mi querida esposa con mi conformismo. Ambos estábamos contentos de estar allí, pero a ambos nos movían motivos distintos.


No hay comentarios :

Publicar un comentario