RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 23 de septiembre de 2018

SÁBADO 22: TIRADA EN DESPEÑAPERROS OYENDO LA BERREA

Estupenda tirada la hecha por Merche y un servidor ayer en Despeñaperros. No madrugamos excesivamente lo que nos llevó a que comenzamos a correr en Miranda del Rey ya pasadas las 9 de la mañana. Sabíamos que iba a hacer calor y sólo llevábamos 2 litros repartidos en cuatro solft flasks, además, en el recorrido no íbamos a encontrar ninguna fuente de agua potable.

El comienzo fue bueno, con ritmo, y enchufé a mi mujer para que así fuera. En el llano nos pusimos con buena cadencia y en las subidas anduvimos lo justo, aprovechando cualquier buen momento para echar a correr. Así subimos el Pico de la Estrella de una forma fabulosa y bajamos bastante bien, yo con alguna molestia en mi pie derecho, algo que me tiene preocupado. Merche con cautela, pero bien con sus Salomon. Tras esto hicimos una parada técnica obligada en el pequeño pantanito que tienen los de Miranda, y nos refrescamos, incluso yo llené uno de mi soft flasks, porque aún quedaban más de 10 kilómetros. Pero el recorrido nos era ahora más propicio y corriendo comenzamos a bajar la media hasta dejarla por debajo de 8´el kilómetro. Cuando llegamos al vado del Arroyo del Rey, a 3 kilómetros y medio del final, me llevé una grata sorpresa cuando comprobé cómo corría el agua, transparente. Allí estuvimos parados unos minutos refrescándonos y yo volví a beber, pese a las recomendaciones de mi mujer. El final fue bien duro, en el tobogán lleno de cuestas de mucha pendiente que lleva a Miranda, pero bien, llegamos medio deshidratados a más de 30 grados de temperatura, por lo que habíamos entrenado el calor y el aspecto psicológico.

26 kilómetros que recordaremos por el continuo sonido de la berrea, y es que los machos de ciervos estaban un poco nerviosos en esta época. Como anécdota, nos encontramos con un ciclista que nos preguntó cómo llegar a Miranda y resultó que vive en Valdepeñas y que nos conocía del gimnasio. ¡El mundo es un pañuelo!.


No hay comentarios :

Publicar un comentario