RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 6 de mayo de 2015

DOMINGO 3: TRATANDO DE QUE LAS PIERNAS SE SUELTEN UN POCO DESPUÉS DE LA BATALLA

Tras las ajetreadas horas y la apretada agenda de Cáceres con largos viajes de ida y vuelta incluidos, llegamos rendidos a Valdepeñas y prácticamente la tarde y la noche la pasamos descansando. Al día siguiente fuimos a Linares a por los niños y aproveché el hueco antes de comer para irme a "soltar un poco las piernas". En el pueblo de mi mujer hace mucho mucho calor, de hecho salí cuando el termómetro marcaba los 30 grados. Para colmo nada más comenzar tenía una cuesta tremenda y yo casi no podía ni correr de lo agarrotado que estaba, pero poco a poco fui entrando en calor (me refiero a que los músculos fueron activándose porque calor llevaba desde el comienzo) y yendo suave suave pude ir completando un circuito de unos 10 kilómetros que me regresaba por la vía verde. Me hallé bastante cansado y me costaba correr, pero eso es lógico. En cualquier caso pude realizar la sesión sin molestias reseñables y eso es lo más importante.

Eso sí, llegué deshidratado y acalorado...

De esta forma había completado en 36 horas otros 61 kilómetros (aunque 18 de los cuales pertencieran técnicamente a la semana anterior).


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