RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 6 de junio de 2013

LUNES 3: CUANDO SALIR A CORRER COSTABA UN MUNDO

Ya se me había olvidado que se sentía cuando hacer un solo kilómetro corriendo suponía un esfuerzo considerable y nada placentero. El caso es que el lunes volví a experimentar esas desagradables sensaciones. Tras salir del trabajo, ir al supermercado a hacer una compra mediana y renovarme el permiso de conducir, que tenía caducado hacía casi un año (suerte que reparé en ello), me puse la ropa de correr y me dispuse a realizar la sesión del lunes. El caso es que durante el día me había encontrado fatal, con un terrible dolor de garganta, muy muy cansado, todo el cuerpo me pesaba y me dolían hasta las uñas. Pero no quería saltarme en entreno. Comencé a correr y me dí cuenta de que iba a resultar duro mover el esqueleto si a cada zancada sentía que todo me daba vueltas y que el cuerpo pesaba el triple de lo normal. Así que lo sufrí y si algo bueno tiene hacer esto, es que te hace más fuerte. Finalmente hice un circuito de unos 10.400 metros, que se hicieron eternos y que me supuso prácticamente 1 hora de carrera. Al llegar a casa no podía ni subir las escaleras.

2 comentarios :

  1. Lo que ya hemos comentado, ser capaz de finalizar un entrenamiento cunado las condiciones no son buenas, te fortalece, sobre todo, mentalmente. Espero ya te hayas recuperado.

    Saludos, Emilio.

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  2. Sí Emilio, ¡vaya entreno que pasé!. Pero ya estoy bien de nuevo

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