RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 4 de junio de 2013

LA MELODÍA DE TU DESTINO



Despertó aquel sábado con aquella triste pero bonita canción atrapada en su mente; no recordaba dónde o cuándo la había oído por primera vez, pero se había instalado en su cabeza dispuesta a no abandonarle. Se puso su camiseta preferida y el pantalón que mejor le sentaba, se ató las zapatillas y bajó a desayunar. Encendió el televisor mientras mojaba una triste galleta integral en su aburrido café con leche y dedicó los siguientes minutos a contemplar ajeno la sucesión de imágenes…aquel futbolista millonario había conocido a aquella esbeltísima modelo hambrienta de fama; las historias que le llegaban eran como huéspedes inesperados que tenía que alojar en su solitario mundo.  Hacía tiempo que se sentía como una isla en medio del inmenso mar. No una isla llena de vegetación, ni siquiera grande y con agua, ni con arenas blancas y llena de turistas; más bien un islote pequeño, deshabitado, pedregoso, así como desconocido y en el centro de la nada.



No había mejor forma de perderse en su refugio interior que corriendo. Normalmente, no salía solo, porque le acompañaban sus pensamientos y sus recuerdos; a veces se unían también su tristeza y su deshazón, pero el hecho de trasladar su cuerpo a través de las dimensiones del espacio y el tiempo le permitía recuperar una parte de su alma perdida en ese cosmos tan extraño. Para curar la rabia tenía el remedio perfecto: acelerar el paso; para sentir paz había otro truco: respirar profundo el aire puro hasta que sus pulmones se llenasen de armonía y se mitigase su desasosiego. Con el tiempo, kilómetro a kilómetro,  su esperanza se había ido desgastando al igual que le había ocurrido a la suelas de cada una de las zapatillas que había calzado.



Aquella mañana su abstracción le había llevado a perder el sentido del tiempo, y mientras,  sus piernas no habían dejado de moverse trasladándolo a un mundo físico totalmente virgen para él. Así fue como llegó a aquel camino que le conducía a una zona arbolada. Encontró cobijo entre aquellos hospitalarios árboles y los aromas del pino y del enebro inundaron su respiración. Sin saber donde le conducía la cada vez más estrecha senda continuó su marcha sin importarle cuándo, cómo y por dónde podría regresar a casa.



Sus hijos le piden a menudo que vuelva a contar cómo se conocieron: el destino puso ese bosque en su vida cuando ya se había acostumbrado a navegar a la deriva. Han tenido después oportunidad de compartir muchos bosques, sendas y cerros, pero nada tan mágico como aquel encuentro. ¿Qué cómo conocí a mamá?, ¡pero si ya os lo he contado infinidad de veces!...OK, iba corriendo por la senda de aquella arboleda, y entonces fui alcanzando a una corredora muy guapa, pero la senda era demasiado estrecha para adelantarla y la vegetación no me permitía tomar atajos. Osea, o paraba, y bien sabéis que papá nunca para cuando está corriendo, o me pegaba a ella y la interrumpía en su carrera. Hice lo último, y le tuve que pedir que me dejara pasar, pero no pareció oírme, y entonces reparé en que iba escuchando música, así que le dí un toquecito en la espalda. Mamá se sobresaltó y detuvo su marcha y yo me ví en un aprieto… habría pedido disculpas y seguido mi camino,  pero me di cuenta de que mamá estaba llorando, no por el susto ¡eh!; fue entonces cuando le pregunté si se encontraba bien, y me respondió que sí, que tan sólo lloraba porque había comenzado a sentirse muy feliz en un sitio tan bonito; la canción que iba oyendo había acabado por ablandar del todo su corazón…



…Y ocurrió que de fondo en su reproductor de mp3 se oía una melodía, una melodía muy familiar para mi, que me decía a las claras que el destino en forma de canción había estado enviándome señales desde aquella mañana cuando justamente me había despertado con esas notas resonando en los recovecos de mi existencia.

6 comentarios :

  1. Lo que yo te diga, tu te puedes ganar la vida de escritor.
    Muy buena entrada
    UN SALUDO

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  2. ¡Muchas gracias Kino!. Por lo pronto me conformaría con ganarme la vida como hasta ahora, y que me dure que está la cosa muy malita. Pero me encantaría poder vivir de la escritura. Escribir y correr, esos serían mis hobbies

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  3. Bello relato Javier. Vaya puntadas literarias te marcas.

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  4. Gracias Yolanda. Va por épocas, ahora me vienen las ideas y luego ocurre que la musa se esconde y no hay forma de encontrarla. Para ser sincero creo que yo me adorno demasiado y que tus crónicas, relatos y demás, siendo sencillos, te agarran por el cuello y no te sueltan.

    Enhorabuena por tu experiencia en Formentera

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  5. Buen relato Javier, aunque estoy de acuerdo contigo, te adornas demasiado, el relato tiene aspiraciones de ser profundo, me gusta.

    Saludos, Emilio.

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  6. Sí, Emilio, siempre los comienzo procurando que sean sencillos y directos, y casi siempre termino igual. ¡No lo puedo evitar!

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