RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

domingo, 2 de diciembre de 2012

CRÓNICA DE LOS 10 KMS DEL MEMORIAL GALO BERMEJO DE DAIMIEL



















Tras un sábado caracterizado por una profunda preocupación debido a mis molestias de rodilla de estos últimos días, caí en la cama cansado y dormí como un lirón. Sonó el despertador a eso de las 09:00 horas y desayuné ligero. Luego subí a los dormitorios para comprobar que ni mi mujer ni mis hijos tenían ánimo de levantarse. Les pregunté varias veces pero estaban enroscados en sus mantas. Ya a las 09:45 acabé convenciendo a mi mujer para que se levantara y tras conseguir movilizar a la tropa pusimos rumbo a Daimiel a eso de las 10:25, con la hora pegada en el trasero. Llegamos a tiempo para recoger el chip, la bolsa y demás y a eso de las 11:10 y con toda la prisa del mundo, me coloqué el chip y el dorsal y me puse un chubasquero para calentar. En el calentamiento no tuve noticias de mi rodilla, ¡y yo que me alegré un montón!. Me encontraba suelto y ligero y tenía unas ganas locas de correr. En seguida sonó el disparo y desfasé esta vez cuatro segundos entre el mismo y mi paso por la alfombra; suerte que estaba cerca de la primera fila.

Desde el comienzo me sentí cómodo y sabía que iba fuerte. El primer kilómetro lo pasé en 3´51´´, más rápido de lo proyectado, ya que quería ir los primeros 4 kilómetros a 4´ justos, pero me sentía tan bien y tan poco revolucionado de pulsaciones que no retuve. Desde el comienzo me asocié con un runner del Pozo Norte, con Pedro, y buscábamos el mismo objetivo, así que pensé que me vendría bien la compañía. El segundo kilómetro fue un paso más rápido aún, lo cual era lógico porque el primer kilómetro había tenido un par de repechos considerables; concretamente, el segundo fue a 3´43´´, tiempo inédito para mi en carrera, ya que en mi nueva etapa de runner nunca había ido por debajo de 3´50´´ en ningún kilómetro ni de un 10.000 ni de una media, ni que decir de una maratón. Yo seguía igual de bien. En el tercero Pedro se quedó y me sentía muy cómodo así que mantuve el ritmo y me fui a 3´44´´, a todo esto adelantando a un montón de gente. En el cuatro kilómetros, también llanito volví a hacer 3´43´´ y fue entonces cuando pensé que si no me molestaba la rodilla podría hacer una buena marca, y de la rodilla no tenía noticias. La primera vuelta, en el punto kilométrico 4,65, tenía proyectado pasar en 18´30´´ aproximadamente, y sin embargo pasé en 17´18´´ lo cual era una locura para mi. El quinto kilómetro, quizá por la animación que había de gente, bajé a 3´40´´, y entre el quinto y el sexto no notaba los repechos porque hice otro 3´45´´. Entonces pillé a otro runner de mi club, al menos el club con el que tocaba correr esta carrera, el Pozo Norte de Puertollano; era Óscar, que rueda y va mejor que yo a todas luces, pero sin embargo lo había pillado y me encontraba con fuerzas. Le animé a tirar pero no estaba siendo su mejor carrera, así que decidí continuar por mi cuenta. Me cantaron el puesto 84, y ¡no me lo podía creer!, 84 de más de 1000 runners, un puesto inédito para mi. El séptimo fue el kilómetro más rápido, yo iba genial de piernas y marqué un 3´37´´, aunque revolucioné un poco en pulsaciones, pero nada que me impidiera continuar el ritmo loco que estaba llevando. Ya sabía que estaba hecho, porque estaba muy entero y no me dolía la rodilla. El octavo marqué otro 3´38´´, ¡increible!, viendo el Garmin ahora me parece un sueño; adelanté a una tropa de runners, al menos 20; el noveno tenía un pequeño repecho que noté pero el ritmo no decayó apenas, 3´42´´ y al ver el punto kilpmétrico me dio un subidón y me adelanté a otro grupo de 4 o cinco corredores, y uno de ellos dijo, "a este en meta lo adelantamos..". Giré a la izquierda y el estadio estaba a 200 metros, estaba hecho y me encontraba fuerte. Entré en el estadio y comencé a adelantar más gente, pero justo cuando me quedaban 100 metros me adelantaron 3 del grupo al que había adelantado y que me la estaba guardando. Daba igual, yo estaba pletórico, y más al ver el tiempo al llegar ¡37´15´´!, con diferencia la mejor carrera de mi vida, pero con diferencia. Por un momento no sabía si saltar de alegría, ponerme a hacer sprints, o no sé que yo. Las piernas no me dolían y pensé que quizá podría haber ido más rápido si no hubiera sido por el miedo a que la rodilla me doliera más, pero quizá esto no es más que un brote de soberbia. Cincuenta metros por delante entró Gemma Arenas, todo un referente en el atletismo popular de Ciudad Real, y que recientemente ha hecho 2 horas 46 minutos en maratón, y no me lo podía creer; nunca había llegado tan cerca de Gemma.

Al terminar no tenía sed, ni hambre, ni nada, tan sólo quería estirar bien para que no me apareciera la molestia tan temida, pero ni eso, no ha aparecido. Me he acercado a donde estaban mi mujer y mis niños y seguro que me han visto eufórico. He charlado con todo runner al que conocía y luego he ido descalentando al coche para ponerme algo encima y las lágrimas han aparecido en mi cara. Está claro que los últimos cuatro duros meses al final, de alguna forma, han dado su fruto, no en la Maratón de Valencia, pero sí en este inesperado 10.000. También estaba emocionado porque físicamente me he encontrado como jamás me había encontrado.

Ahora, tengo que saber administrar esto, y que la soberbia no me ciegue. Mejorar, progresar, es cada vez más difícil, y más con mi edad. Me he quedado 14 de mi categoría y 64 de la general, rodando a una media de 3´44´´ según tiempo oficial, y de 3´42´´ según mi Garmin, ya que me han salido 10.080 metros según el aparatito.

Gracias a todos los que me leéis. Puedo deciros que a veces el trabajo te devuelve alegrías, como la de hoy.

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