RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 27 de julio de 2019

LAS ALPUJARRAS: CONQUISTAR LA TIERRA DE LA QUE TE HABLARON

"He hecho cosas que nunca jamás hubiera imaginado que iba a hacer, y una de ellas es esta que os voy a narrar"...

Prólogo

Estuve en Granada en varias ocasiones, recuerdo siendo un currela sin estudios como soñé con el paraíso universitario de la manzana de Pedro Antonio de Alarcón; también me hablaron de Nigüelas, ese que lucía en una preciosa foto del piso de mis tíos en Móstoles, y el mismo que acabé viviendo en primera persona años después, enamorándome de aquel barranco que enfila hacia el Pico del Caballo. Y como no, Capileira nos acogió en un frío invierno y aún tengo grabados el olor a obrador y a leña recién cortada...

...pero todas esas vivencias no suponen conquista alguna....no son más que el bagaje de un simple turista.

Capítulo 1: locos en la noche

...Salimos de Durcal con prisas, Mercedes me va pasando el suculento bocata de bacon, tomate y queso que servirá de recarga para la aventura que nos espera. Cuando llegamos a Lanjarón y alcanzamos la gasolinera desde donde partiremos apenas se ve movimiento; ya es noche cerrada y en mi fuero interno respiro esa emoción que es inconcebible y desconocida para las gentes cuerdas.

...Van llegando todos, seres premeditadamente anónimos en estas líneas que os escribo, y cuando hacemos recuento caemos en la cuenta que ya no hay excusa para seguir esperando, así que nos echamos una foto para el recuerdo y se da inicio a aquello que está por venir que será mucho y muy muy bueno...



Capítulo 2: desde que encendemos los frontales hasta que nos ponemos las polainas

Ha quedado echado el candado a la inmovilidad y comenzamos a desplazarnos por sitios mágicos. Ya me dijeron que las Alpujarras tienen el poder de ganar, con suma facilidad, los corazones de las gentes que las visitan, así que estoy totalmente dispuesto a darme en ese sacrificio. Vislumbro lo que tengo por delante esa estupenda noche y se me eriza el vello...

Ya en el barranco repleto de finas sendas y agudos cortados compruebo como las luces lejanas de Cañar se van acercando lentamente, así que tirando de paciencia, zancada a zancada, conseguimos que este pueblo nos reciba en el silencio de las gentes que duermen. Cuando llegamos a su plaza hacemos parada técnica en la generosa fuente que corona su plaza. Sólo llevamos 7 kilómetros y resta un mundo, pero no nos preocupa lo que queda, en el camino estarán las emociones.

Los siguientes kilómetros son los que bautizo como "los del agua" la cual nos grita en medio de la noche. El misterioso dique 24 es un agujero oscuro en el que el sonido de las cascadas hacen imaginar la belleza a contemplar a la luz del día. Desde ahí tomamos la acequia, y como se dice, "en sólo un segundo puede cambiarte la vida": en el estrecho camino que deja el negro barranco a nuestra derecha piso mal y resbalo, cayendo al vacío a la vez que Mercedes aulla un ahogado grito; pero no nos engañemos, esta narración tiende a ser más dramática de lo que la realidad supuso...; traer rodar dos metros me agarro a una mata y no llegamos a comprobar cuantas vueltas habría dado hacia abajo. 

...avanzamos y avanzamos hasta que la bruja de Soportújar nos recibe con sus imponentes ojos azules y tras un breve descanso reanudamos la marcha, no sin antes sentir cada vez más el dolor punzante en mi tobillo izquierdo, sin duda un recordatorio de la suerte que he tenido en la caída de la acequia.




La senda se hace estrecha, vamos en fila de a uno, y en ese tramo siento por momentos el peso de la noche, me hallo cansado..., pero pronto toca entretenerse cuando en una parada aprovechamos para ponernos las polainas y las medias de compresión; dice el señor X, el organizador, que vendrán 4 kilómetros llenos de maleza, ¡y yo sin nada con que proteger mis piernas!. Suerte que estoy acostumbrado a las espigas y pinchos manchegos.

Capítulo 3: el encanto reunido en mil partes


En cualquier caso el camino por el precioso barranco se hace duro en un lento avance entre tanta flora, y parece que las luces de Pampaneira nunca van a ser nuestras, pero todo llega y por fin alcanzamos la carretera que nos sitúa en ese precioso pueblo. Aquí la parada es más pausada, recargamos energía, bebemos agua de las estupenda Fuente de San Antonio La Chumpaneira y ganamos en seguridad para lo que nos resta de aventura, que aún es mucho.



La senda que sube a Bubión es preciosa y me he crecido. Me aventuro a abrir la expedición y cuando llego a las primeras casas del pueblo lo que me encuentro es una fuente que está diciéndome a gritos "mete tu cabeza bajo el caño". La noche es perfecta y por momentos siento que no quiero que se termine nunca... 

Pronto dejamos las casas atrás y tras pasar por la Ermita de San Sebastian comenzamos un verdadero gozo de senda que nos hará ascender 300 metros más. De nuevo me he echado adelante, en solitario, y por momentos tengo que esperar al siguiente compañero para elegir el cruce correcto. Cuando corono, espero sentado en una piedra mientras contemplo unas vistas que aún en la oscuridad son espectaculares. Van llegando uno tras otro todos los expedicionarios y tras un breve receso toca continuar....yo querría seguir allí un rato más.



Ahora toca bajar y bajar por pistas y sendas hacia Capilerilla. Las fuerzas acompañan pero preferiría subir y subir. Las casas de dicha aldea son testigos mudos de nuestro breve encuentro y en un santiamén llegamos a Piltres. En la fuente de la plaza toca parar, quizá ese sea mi peor momento, el cansancio me apura, pero sé que pronto amanecerá...ya reanudada la marcha unos jabalíes se desorientan al ver unos humanos bien locos y se tiran por el barranco, no les seguimos, por supuesto, y la senda nos baja al Tajo de Cortes, remontamos y rozamos Atalbeítar hasta que sin casi darnos cuenta cruzamos Ferreirola; hacemos alto en la Fuente de la Gaseosa y nos amigamos con la frondosa vegetación en el curso del Río Trevélez justo en el instante en el que las primeras luces del día nos dan la bienvenida. 


Capítulo 4: la mañana nos sonríe

El ánimo nos cambia al instante, todo se alinea a nuestro favor: ya vemos los impresionantes paisajes, el camino es propicio y sabemos que nos queda todo lo mejor del recorrido.



En Busquistar reponemos agua en la enésima fuente y la pista nos mete en el precioso Barranco de ese mítico y reconocido río. 





Las piernas pesan pero el alma va inspirada así que cuando llegamos al magnifico puente de piedra y madera hacemos un receso que hace nuestra delicia.



Lo que viene después me pone las pilas, una subida por una senda imponente, con toro acechador incluido, me vengo arriba y aprieto, junto con una compañera montañera llevamos a cabo una especie de disfrute compartido. Cuando llegamos a lo alto nos acercamos a un arroyuelo cuyas aguas atraviesan la piedra.





En el cruce de carreteras el Mulhacén muestra su lado más benévolo y mientras esperamos al resto cojo fuerzas, aunque mi tobillo maltrecho me sigue aguando un poco la fiesta. Un ibupreno es la solución para no sufrir más de la cuenta.



La bajada por la calzada romana es preciosa y a la par dolorosa para mi, pero Castaras acaba llegando, y tras desorientarnos un poco por primera vez en todo el recorrido, nos toca remontar por la carretera hasta llegar al punto que nuestros estómagos estaban esperando: Nieles. 

Capítulo 5: desayuno de gloria


No recuerdo mejor desayuno que aquel: allí sentados en esa terraza dominando unas increíbles vistas, con un perfecto café y un montado de lomo que me deja tan satisfecho que siento algo lo más parecido a la felicidad.
Retomamos la marcha por una carreterita llena de moreras, charlando con dos viejos amigos cuyos nombres omito, por el carácter anónimo de esta entrada; bajamos al barranco y llegamos a La Rambla de Nieles, un arroyo y su curso, una acequia y llegamos a Lobras por una pista. En ese momento estoy enteramente recompuesto y pensando que podría seguir corriendo todo el día. 

En las sendas siguientes suelto una continua verborrea con unos y con otros hablando de nuestro duro proyecto del Ultra de Sierra Nevada; las advertencias que oigo por sus bocas finalmente han resultado hoy ser como un mal presagio para mi, no así para Mercedes, ¡pero eso es de otra entrada!. 

El río Cadiar se nos cruza en el camino, lo remontamos un poco hasta que llegamos a nuestro destino, la Alquería de Morayma, 50 kilómetros realizados en 11 gozosas y pausadas horas que llenaron esta bella empresa.

Capítulo 6: la alegría de los guerreros felices

El baño en las frías aguas de la piscina no corrobora más que un estupendo cúmulo de grandes sensaciones. 




Las cervezas y coca-colas bien fresquitas saben especiales en esas circunstancias y el Sol se ha empeñado en redondear el premio calentando nuestros sentidos en una especie de ritual que termina para alguno de nosotros en una breve siesta antes de la comida.
 

Los entrantes y sobre todo el arroz con conejo nos deja boquiaquiertos. La charla que ponemos en común es de esas de gentes que sin apenas conocerse tienen un montón de cosas que compartir, se rezuma empatía, y eso ocurre cuando el grado de enajenación es similar.



Cerramos con un buen postre hasta que nos recoge el autobús que nos regresa a Lanjarón, no sin antes darnos el organizador, señor X, la medalla de finisher, un grabado dibujado por él que nos permitirá visualizar en una pared por muchos años aquella jornada tan inolvidable.



Epílogo

Cuando llego al coche y nos despedimos de todos y cada uno de nuestros amigos sé que lo que hemos hecho durante esas horas no se borrará jamás de nuestra memoria, al menos si el Alzheimer no dice lo contrario.

 Al arrancar rumbo a Granada sonrío satisfecho: he conquistado con mis cinco sentidos aquellas tierras, ya no me siento un turista; sin embargo acto seguido pienso que en realidad no soy más que un ser decadente y limitado en el tiempo, las Alpujarras seguirán respirando vida cuando yo ya no esté, de hecho cuando tenga que partir, no me llevaré a la nada más que un hermético pero preciado recuerdo recluido en mi disoluta alma.

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