RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 12 de julio de 2019

LA CRÓNICA DEL CROSS DE CÁSTULO: EL FUTURO PASA POR NO OLVIDARNOS DEL PASADO

Linares y Cástulo

Mi padre siempre nos narraba con un brillo especial en sus ojos lo de su proeza en Linares: cuando venció en aquella carrera superando a ciclistas a priori con más cartel que él. Quedo grabado en mi recuerdo lo de su brega para que las ruedas de la bicicleta no se  encajaran en los viejos raíles del tranvía, que por aquel entonces discurría por la Avenida de Linarejos, y evitar así dar con sus huesos en el adoquinado.



Y Linares, en el segundo año de este nuevo milenio, un buen día de febrero pasó de ser el lugar de aquella bonita historia familiar para convertirse definitivamente en mi segunda ciudad... 

Es primavera, un sábado por la tarde, mi recién estrenada "novia sin anillo", Mercedes, me está guiando para así llegar a un sitio del que no había oído hablar antes, un poblado íbero. Paseamos de la mano por los caminos disfrutando de la diversidad de colores del florido campo, mezclado con piedras y a medio escavar, y cuando llegamos al castillo tengo dos sentimientos contrapuestos: admiración por la historia que aquel sitio respira y frustración por el grado de abandono al que está sometido,  se trata de Cástulo, ¡no es un lugar cualquiera!. Ya a nuestro regreso a casa de mi suegros quiero pensar que ella es Himilce y yo soy Anibal, que he venido desde muy lejos para conquistar su corazón y de paso revivir una historia casi olvidada.

El club al que pertenezco: el Club de Montaña Linares

Primero me conquistó mi mujer, luego la montaña y ahora compaginamos todo como podemos: una familia, las sendas, las rocas, y el Club de Montaña de Linares. 

...Es una bonita mañana dominical de mayo, ya en el año actual. Bajo andando por una pronunciada cuesta, comprobando que todas las balizas blancas están en su sitio, ¡lo están!. El punto kilométrico 2 intacto, sigue ahí de pie, ¡todo está dispuesto!.
 
Mi misión será la de servir de punto de referencia para esos valientes que pasaran corriendo y al paso tendré la oportunidad de grabarles en vídeo a través del artilugio que me han dejado.

Mientras espero la llegada de los corredores compruebo con alegría que Cástulo ya no es lo que era. Afortunadamente allí se ha trabajado para no dejar que el magnifico pasado se muriera con motivo de la desmemoria de las gentes y del expolio.



 

 
Me asomo a la llanura por donde vendrá la comitiva y compruebo que se acercan irremisiblemente los primeros, ¡vienen como balas!...


 
Asumiendo mi rol periodístico veo pasar a todos y cada uno de los corredores. Algunos se muestran expertos bajando a buen ritmo por el camino pedregoso, otros sortean la dificultad como pueden, incluso andando, pero desde el primero al último forman parte de este acto que hace que aquel paraje resucite un poco en nuestras vidas.

Ya estoy regresando hacia el punto en el que se encuentra Andrés, el cual está echando unas magníficas fotos con su cámara profesional. Lo veo allí volcado en su tarea y no puedo evitar sentirme orgulloso de pertenecer a un grupo, a un club, en el que el todo es más importante que sus partes.






Enfilo andando hacia meta, me paro a menos de un kilómetro de la llegada, donde más de una docena de figurantes perfectamente ataviados con los ropajes de la época arengan sin parar a cada uno de los esforzados corredores, justo en una zona donde la pendiente hace que se dejen literalmente el alma.




Ya en meta charlo con Mercedes, que ha terminado muy cansada, quizá debido al calor,  también con Paqui, la otra valiente que también se ha dejado la piel. Merche, está crónica tenía otros protagonistas que no eran ni tú ni yo, ¡bastante salimos ya en otras entradas!.


El futuro de los niñ@s

Aún queda una penúltima tarea: tenemos que correr con una docena de niños una prueba de 800 metros. Ellos también tienen derecho a formar parte del espectáculo y al paso poder iniciarse en esto del running.  Apenas levantan un metro desde el suelo pero temo que "en frío" me cueste seguirles.




Dan la salida y descubro que mis temores se hacen realidad, la espalda y los isquios me avisan nada más arrancar; los primeros valientes salen volando y decido asociarme con una niña que es todo pundonor. La cuesta se le resiste un poco, pero con mis ánimos la acomete hasta vencerla. Ya en la bajada se viene arriba y alcanzamos meta justo cuando por detrás acechan la segunda y la tercera clasificada. Ya reposando la observo de reojo y compruebo que me está mirando con cara de admiración. No me cabe duda que esa niña irá escribiendo su futuro justo en los años en los que yo ya esté comenzando a retirarme de todo proyecto.



Víctor y su dedicación

Asistimos a una magnífica representación de una lucha entre un romano y un íbero. Gana el íbero, ¡estaba amañado!, claro está. 



Ahora viene la entrega de trofeos, y puedo comprobar como todo se va desarrollando conforme a lo planificado. La cara de Víctor se relaja por momentos, pasando de la tensión y nervios iniciales a la satisfacción que conlleva saber que todo está saliendo a la perfección. 

Echo unos fotos a Mercedes en el fabuloso tinglado íbero que es el perfecto pódium para la ocasión, ¡ha sido segunda veterana +45!. 





Paquí también exhibe su sonrisa como segunda clasificada en su categoría...



Y luego posan juntas, con la mismísima representación de Himilce...


Y otras valientes corredoras también salen en los créditos, como nuestra amiga Encarni que también se ha batido el cobre con éxito esa mañana 



 
 
Recogemos las carpas, las vallas, y queda por retirar las balizas para otro día, seguro que quedará allí un rato largo de trabajo. No me atrevo a preguntar a Víctor, nuestro presi,  cuántas horas de sueño y dedicación ha conllevado organizar algo así, pero a juzgar por su rostro deduzco que le ha merecido la pena.




El Cross de Cástulo: muchas razones para conocerlo

Si queréis venir a pasar una inolvidable e histórica mañana de running, no debéis olvidar esta cita. Aconsejo que primeramente leáis un poco la historia de Cástulo, donde el mismísimo Ánibal, el de los elefantes, ese que estuvo a las puertas de conquistar Roma, vivió con el amor de su vida, la íbera Himilce. Seguro que si lo hacéis vuestra carrera no os sabrá igual. Los casi 200 protagonistas de la última edición lo pueden corroborar. Al paso podréis disfrutar las Fiestas Íbero Romanas que se celebran a la vez. Mi padre ya no está entre nosotros para poderlo disfrutar, pero a buen seguro que él y su bicicleta me abrieron el camino que ahora transita hacia esta maravillosa vida que me está tocando vivir.






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