RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 28 de junio de 2019

LA CRÓNICA DE LA CXM BOSQUES DEL SUR: ZIHUATANEJO

Zihuatanejo




Red (Morgan Freeman) camina por la playa hacia lo que parece una barca de madera varada, uno ya sabe que está en Zihuatanejo, buscando  a su amigo; cambia el plano, te alegra el alma ver a Andrew (Tim Robins) allí sobre la cubierta de la embarcación; ambos sonríen, se aleja la cámara y el director te muestra la inmensidad del Pacífico, justo en el instante en el que comienzan a salir los créditos finales.

Aquel film me dejó una huella demasiado profunda; de hecho años más tarde, la noche en la que por primera vez hablé con Mercedes (vía chat) se me ocurrió que nos fuéramos a una sala privada con ese nombre que tenía grabado. Pasaban los minutos y yo estaba allí solo unos  minutos que se me hicieron eternos, estaba a punto de perder de vista a esa chica tan maja, regresé al chat público y ví su nick "magenta", ¡allí estaba! "Mercedes, ¿dónde estabas?, me tenías desesperado pensando que te habías ido", "estaba donde me dijiste, en Zihuanatejo", ¡no mujer, es Zihuatanejo!; acababa de entrar en su vida y ella hacía lo propio en la mía...

...y ya  en 2011 nació este blog; lo bauticé de nuevo incluyendo esa importante palabra. Lo habremos pronunciado cientos de veces, pero todavía, de vez en cuando a ella se le escapa un "Zihuanatejo".  

Cazorla

Mayo ya se enfila hacia su final, la miro y siento que se está comiendo las uñas, en sentido figurado; trato de quitarle hierro al asunto: "estaré contigo asumiendo el rol de aguador"...la espalda me está fastidiando y están siendo días duros para mi, así que lo que mejor puedo hacer es serle útil
Pongo el intermitente y aparcamos, ya al entrar en el restaurante siento buenas vibraciones, hemos acertado. En un rincón encantador charlamos mientras saboreamos una rica ensalada, berenjena con miel serrana y un pedazo de flamenquín no muy apropiado si unas pocas horas después hay que batirse el cobre en la montaña. El brownie hace el resto y se nos llenan los buches; así es como Cazorla comienza a conquistarnos desde el minuto uno y lo hace a través de nuestros estómagos.

...y es que Zihuatanejo tiene pocas cosas en común con Cazorla: éste es serrano y andaluz, sin vistas al mar, áquel está abierto al inmenso Pacífico, pero siento que ahora están hermanados en mi corazón, como lugares especiales en mi pequeño universo.

Las Ruinas de Santa María

Mi Toyota casi se queda encajado en una esquina estrecha y respiro aliviado tras haber sudado la gota gorda para no rozar su vieja chapa; tras aparcar en una zona habilitada,  bajamos a las Ruinas de Santa María; lo que vemos no nos deja indiferentes: una bonita plaza abarrotada de gente que está tomando cañas y aperitivos; al fondo las imponentes ruinas de una iglesia coronan lo alto del recinto dejando detrás un fondo increíble, ¡la verde sierra!; a los lados el agua corre por la piedra, en un perfecto remate sacado de la mejor postal. El retrato se completa con la llegada de algunos corredores de la maratón y de la ultra, que son animados por la gente, se les ve desechos pero eufóricos tras estar culminando su gran aventura. En un mesón en la esquina está Miguel Ángel, de nuestro Club de Montaña Linares...

Miguel Ángel


Su rostro es un mapa lleno de caminos que confluyen en su alegría, es como si la montaña le hubiera reconquistado ese día. Lo hallo dentro de ese dulce túnel donde uno pone su cuerpo al límite y siente que perpetuando el movimiento dará un poco más de sentido a su vida. Charlamos sobre esfuerzos e ilusiones y no puedo evitar sentir una gran envidia.







Raúl

Regresamos al coche y nos cambiamos mientras suena Smooth Sailing (Viento en popa). Al son de la canción se van recargando mis pilas, la adrenalina fluye y me hace olvidar por un momento algo que es obvio: que llevo demasiados días de rodaje por este mundo como para seguir alimentando locuras de este calibre.

Ya vestido para la ocasión viene a mi mente un recuerdo de dos años atrás: Raúl y un servidor haciendo tándem en el Ultra de los Castillos; casi puedo sentir de nuevo la indisposición de mi estómago, el mareo, veo la imagen de Raúl alejándose y a la par mis sueños ultras se desvanecen. Ese recuerdo viene a propósito de su abandono en el ultra unas horas antes, me lo puedo imaginar tratando de digerir lo ocurrido; y es que las piernas pueden estar empoderadas para hacer cosas increibles, preparadas para no dejar de moverse horas y horas, pero la cabeza es la que dirige la orquesta y si está en otro sitio distinto que tu cuerpo el reto no será más que una mentira que te están contando. Pero si un tío como yo se levanta una y otra vez tras mil caídas, a buen seguro que un crack como él pronto regresará a su senda. Sólo hay que tener presente que cuando uno navega y navega siempre acaba llegando esa corriente que te desliza, sólo hay que tener paciencia. 

























Paqui

Ya estamos listos para la acción, me agarro bien la cincha de mi chaleco, dispuesto a "aguar" como Dios manda a mi señora; bajamos a la zona de meta y nos echamos unas fotos con la gente de Linares: Paqui, Encarni y sus maridos. Paqui correrá la corta; la observo sin que ella se cerciore y pienso que acaba de llegar a este mundo; no hemos sabido advertirle de que esto de la montaña es una droga más adictiva que el asfalto y me temo que con ella se está abriendo otra caja de pandora. En sus ojos se dibuja la expectación, está aprendiendo a amar las crestas y es cuestión de tiempo, yo ya sé el resultado, ¡tendremos montañera!.




Apolonio

En mi mundo también hay superhéroes, gente aparentemente normal que oculta sus superpoderes, casi nadie repara en ellos y a veces son invisibles. De hecho en el Club de Montaña de Linares tenemos uno; mirándole a la cara no adivinarías que tiene nietos y has de buscar hacia adentro para darte cuenta que lo que hace tiene un valor especial. Este montañero compite luchando contra la tozuda naturaleza que acostumbra a hacernos cada día más viejos. Pero cuando vuelve a cruzar el arco de meta le resta años a su calendario, es uno de sus poderes más desconocidos. 




Olor a tierra mojada

Correteamos con escaleras de piedra incluidas antes de entrar en el corralito. Pasamos un magnífico rato de cháchara con Aurelio y  Paco, ¡nos encanta hacerlo!; les informo de que esa tarde no haré la goma con ellos, toca acompañar a mi mujer y de repente, mientras esperamos la salida, sucede algo: el calor da una tregua, comienzan a caer unas gotas que refrescan el ambiente y por un instante es como si el tiempo se parase, allí en un entorno tan especial y con un cometido tan emocionante; se me graba a fuego ese olor a tierra mojada y tras esa ralentización el tiempo se acelera, todo comienza a fluir con rapidez, la cuenta atrás del speaker se agota y nos vemos de repente corriendo a buen ritmo, ¿hemos salido demasiado delante?, ya es demasiado tarde para arrepentirse.

Oxígeno

El primer objetivo es coronar el Gilillo; llevará consigo un considerable esfuerzo, pero no le hacemos ascos, es a lo que hemos venido. Sin embargo pronto noto que Mercedes va conmigo pero sólo me acompaña su cuerpo. El oxígeno no quiere entrar en sus pulmones y esa pelea le ausenta. Hay días en los que con cruzar a la otra orilla y lograr que no te lleve la corriente ya hay bastante que celebrar, este sábado será uno de esos días.

Se nos van dos chicas, hacemos la goma con otro par, y me impaciento, me equivoco, echo más leña al fuego presionando a Mercedes, justo cuando ella más necesita mi apoyo. Pero llega un momento en el que decido relajarme y tratar de ayudarla en su particular Tourmalet...








 ...en el 4 y pico nos caza el marido de Rosa, una amiga de Puertollano; le preguntamos por su mujer y nos dice que va lesionada y que está haciendo la burra forzando así. Un rato después alcanzamos a nuestro amigo Jesús, Jesús de Úbeda, vamos unos minutos los tres juntos, hasta que echamos adelante, estoy un tris de decirle que estoy muy orgulloso de él, de como libra esas peleas y todo a pesar de su diabetes, pero no me atrevo, no me salen las palabras.



Heroínas

La senda comienza a zigzaguear, las vistas son increibles, y Mercedes se viene arriba; comenzamos a remontar puestos a la vez que sus pulmones comienzan a trabajar un poco para ella, aunque el viento no termine de rolar a su favor, y así casi sin darnos cuenta coronamos el Gilillo.

En el avituallamiento ella para a tomar resuello justo cuando una chica de pelo corto nos pasa. La seguimos en la bajada, por sendas casi como planificadas para el disfrute y logramos, a duras penas, no perderla de vista. Sin embargo es una tercera dama la que nos pasa a los tres como una exhalación. 

Estas mujeres de la montaña son heroinas, y es que nos educaron equivocadamente, por suerte mi generación pronto se dio cuenta de que ellas no eran el sexo débil, más al contrario, somos nosotros los enclenques.

Pintan de nuevo bastos; la cuerda con la que tiro de mi mujer no le ayuda a aplacar su sufrimiento, más bien lo agrava, pero su autoexigencia es tan potente como mi empecinamiento. Entramos en una zona de toboganes y no sé cómo conseguimos dejar atrás a la chica del pelo corto, que sube bastante peor que ella. Sin embargo unos minutos después veo por el retrovisor a Rosa, me retraso un poco y le pregunto, me dice que va muy muy cargada y que lo está pasando mal; tras esto acelero y vuelvo a pillar a Merche.

Toca bajar por una zona algo más pedregosa y nos alcanza la pelicorto, Rosario se llama, es veterana aunque no lo aparente. Ya en una zona con sendas repletas de árboles Mercedes se deja llevar y relaja su cadencia, es lo que necesita; y Rosario aprovecha la ocasión para desaparecer de nuestra vista.

Por fin alcanzamos un gran valle donde unas cabras salvajes están pastando ajenas a tanto loco de colores; hemos llegado al kilómetro 17 y hemos tomado una fácil senda que nos dejará a las puertas del Castillo de la Iruela. Nos alcanzan dos corredores (un chaval joven y un máster), cogemos la carretera pero en seguida toca subir por unas terribles escaleras de piedra, las piernas se quejan, incluso las mías que van más enteras; tras el último escalón se abre ante nosotros un bonito auditorio y cuando miro a la derecha veo la sombra imponente del castillo, un fastidio no poder parar a echar una foto. Tras esto callejeamos los cuatro en una franca bajada que las piernas agradecen, hasta llegar a un avituallamiento donde de nuevo Merche descansa unos segundos para repostar. 

Mercedes

La breve parada ha sentado muy bien a mi mujer, y justo cuando comienza una larga subida, compruebo que hemos metido una marcha. Pasamos a algunos corredores de la ultra, no sin antes darles la enhorabuena. Se les ve hundidos pero sus rostros no pueden ocultar la alegría. Hemos dejado atrás al chico joven y al máster, y en una carreterita ancha y zizagueante de fuerte pendiente volvemos a acelerar hasta cazar a otros cuatro compañeros. Esta parte es dura pero ella ha resucitado apartando de su mente el sufrimiento y ya ni se acuerda del oxígeno que tanto le costó inhalar. Al final echamos en falta un poco más de ascensión porque unos metros antes de coronar puedo ver la silueta de una chica, no es Rosario, es la que nos había pasado kilómetros atrás como alma que llevaba al diablo.

Comenzamos a bajar y por primera vez en toda la tarde veo en su semblante algo parecido a disfrute. Por la carreterita adelantamos a otros dos corredores y cuando llegamos a una carretera principal estamos a punto de perdernos, pero gracias a la providencia nos damos cuenta de que hay que seguir de frente, por una senda que se adentra en lo oscuro. El marido de Encarni está en uno de los giros entre los árboles y nos canta que Mercedes va 8ª de la general, ¡octava!, ese chute de adrenalina hace que acelere sus movimientos cuan posesa que escapa de un psiquiátrico, y con ello acaba dejándose lo poco que le quedaba de piernas.






Adelantamos hasta a 4 ultras más, y nos resulta imposible no arengarles, nos congraciarnos con ellos. Por fin entramos en las callejuelas de Cazorla, justo cuando ya nada ni nadie puede pararla. 

Cuando alcanzamos la plazuela una especie de escalofrío me recorre desde los pies hasta el último pelo de mi cabeza; subimos los escalones de acceso a las ruinas y conquistamos meta envueltos en una manta hecha de fina y dulce alegría, 2 horas 59 minutos y nos damos un sentido abrazo:  "objetivo cumplido, te había dicho que podíamos bajar de 3 horas y lo has conseguido pese al suplicio que has pasado". Y sí, amigos, este capítulo se llama Mercedes, no podía ser de otra forma.





Sintiéndome como en Zihuatanejo

El bajón le llega de forma esperada a Mercedes y necesita estar media hora sentada en un rincón. Ni las dos cervezas con limón fresquitas, que tanto le gustan, le hacen reaccionar. Mientras tanto charlo con mis amigos: Paco lo ha vuelto a pasar muy mal con su asma, pero no se ha retirado, pese a llegar a escupir sangre, ¡ADN de loco montañero!; Aurelio ha disfrutado como un niño chico acabando con un estupendo crono de 2:24. 



Al rato llega Rosa totalmente muerta muscularmente hablando. Me dice que se ha pasado con el duro calendario de competiciones que se ha autoimpuesto. Estoy un rato con Ángeles esperando ver llegar a Jesús, hasta que su buff aparece en el horizonte, lo vuelve a lograr.
 
Merche por fin se incorpora, nos echamos una magnífica foto mientras resuena una y otra vez en mi cabeza "Smooth Sailing", ¡esto de la canción no puede ser una casualidad!, no lo es: nos cantan que Merche ha sido tercera veterana femenina, octava de la general, y lo ha logrado corriendo con casi 50 mujeres que venían a Cazorla de un montón de lugares algunos bien alejados de Jaén. A veces el viento en popa, ese que resuena en mis oidos, se aprecia más dulce tras una larga y dura tormenta.



Y así es como caemos en una especie de plácido sueño mientras permanecemos despiertos. Merche se atreve a romper el hielo y entablamos una estupenda conversación con Jesús y Lola. Cuatro pruebas han sido demasiadas para no haber hecho corrillo antes con ellos. Lola es la cuarta heroina de la que hablo en esta entrada, y supongo que Jesús, si piensa como yo, tendrá claro que las mujeres de esta historia están hechas de otra pasta.




La crack de Noelia Camacho, que había ganado la ultra aquella tarde, no puede evitar expandir su sonrisa, la lleva de serie; ser una campeona  no le impide preguntarle a mi mujer qué tal le ha ido a pesar de que apenas la conoce.

Todavía da la noche un poco más de sí para ver llegar al último corredor de la ultra entre antorchas y vítores, escoltado por mi amiga Cati, de Úbeda. Aprovecho la ocasión para que, por fin, mi mujer y ella se conozcan en persona.

Y así fue como Merche calibró el peso del trofeo que tenía entre sus manos y viéndola allí arriba volví a sentirme tremendamente orgulloso, aunque tuviera que frotarme de vez en cuando los ojos para comprobar que es real. Zihuatanejo y esa sala de chat donde nos conocimos, el Zihuatanejo de la pelí, el de este blog, todos son lo mismo, un sueño que de nuevo vuelve a cumplirse. Y es que esta vida que llevamos, como le ocurre al inmenso Pacífico, es como si no tuviera memoria, como si se estuviese edificando a base de aventuras, sin dejar tiempo para mirar atrás, pero eso sí, siempre están estas entradas para poder echar, de vez en cuando, un vistazo al pasado. 




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