RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 16 de enero de 2019

SÁBADO 12: ENTRENO LARGO EN LINARES. LINARES-GARZAS-MANCEBAS-LA CRUZ-LINARES

Hicimos noche el viernes en Linares, y es que Merche iba a correr el sábado por la tarde una carrera nocturna, La Legua de la Bellota, en Baños de la Encina. Ella había terminado la semana con los kilómetros suficientes de cara a la primera semana de descarga de cara a su Maratón de Murcia de finales de enero. El caso es que a eso de las 10 de la mañana, un poco preocupado por el frío arrancaba mi entreno, con sensaciones un poco "heladas" hasta que ya por el camino de Vilches fui entrando en calor. La subida hacia la urbanización que linda con Las Garzas la hice bien, suelto y con fuerza, y mejor fue aún la bajada. Luego tocó mantener el ritmo por el carreterín que lleva a La Isabela y ahí se me hizo duro, sobre todo en los repechos, echando en falta algo de bebida y comida. Llegué al cruce del pantano de La Fernandina, en el kilómetro 13 y tomé el camino, la Senda de la Garza, que me regresaría a Linares. En el camino encontré mejores sensaciones, pero ya en los invernaderos noté que estaba un poco falto de fuerza. La subida al Cerro de la Manceba no fue para tirar cohetes pero lo hice sin incidencias, y luego yendo a La Cruz noté claramente el cansancio. El caso es que ya en el camino de La Virgen me topé con una corredora que me iba a dar caza, me piqué y aumenté el ritmo. Ello supuso dos cosas: despegarme un poco primeramente, pero la consecuencia fue mi hundimiento muscular, llegando a la Ermita de la Virgen de Linarejos bien maduro. Los últimos dos kilómetros los hice bastante suaves, debido a la situación.

27,5 kilómetros que me dictan a las claras que hay aún mucho que remar.


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