RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 6 de octubre de 2018

CRÓNICA DEL TRAIL: PRIMER DESAFIO EXTREM VALDEPEÑAS DE JAÉN

Los preámbulos

El sábado al mediodía poníamos rumbo los 4 a Linares, a casa de mis suegros. Casi todo el sábado lo pasé enganchado al móvil tratando de resolver problemas de la vendimia, por lo que parecía que el estrés laboral no me lo había dejado en la puerta del trabajo a la salida. Ya por la tarde casi anocheciendo me fuí a mover un poco las piernas, más por remordimientos que por otra cosa, e hice unos 5 kilómetros por un viejo circuitín que realizaba cuando esto del running no era nada más que una dedicación puntual de allá para cuando. 

Nos acostábamos pronto porque al día siguiente tocaba madrugón, pero me costaba pegar ojo. El caso es que a eso de las 6 de la mañana tocó estar en pie, y algo me decía que la jornada no iba a salir muy redonda.

Tras realizar todos los preparativos cogimos el coche y nos fuimos a nuestro destino, pasamos por Jaén capital y desde ahí algo más de 30 sinuosos kilómetros. Llegamos al Centro BTT La Pandera, donde tendría lugar la salida y tuvimos suerte de encontrar fácilmente aparcamiento. Recogimos los dorsales y nos pusimos a calentar

Las dudas previas

Pese a tratarse de un entreno de cara a la Doñana Trail, Merche mostraba sus dudas y miedos, muy presentes en los previos de las carreras por montaña. Yo en cambio parecía más seguro de mi mismo, pese a partir de una situación de forma mucho peor que la de mi mujer, que se encuentra casi en el top. Correteamos un poco y pronto nos vimos en línea de salida. Todos juntos, los de la larga, 28 kilómetros, los de la corta 20 kilómetros y senderistas.

El beso previo, que no falta y ¡ya!, vuelta a la competición.

Hasta el final de la primera subida

Las sensaciones iniciales no son malas, son más bien neutras. No tengo molestias pero noto que no voy suelto. Así que me pongo en modo reservón y me dejo llevar. Atravasamos el pueblo hasta llegar a una zona bonita paralela a un río el cual atravesamos en varias ocasiones, se trata de "Las Chorreras". Tras esto salimos a campo abierto y atravesamos un polígono, hemos regresado a la zona de la salida y en seguida cogemos una pista ascendente y las piernas comienzan a notarlo. Atravesamos un bosque bastante chulo, pero no es hasta el kilómetro 6 donde la cosa comienza a ponerse más seria. Hasta ese punto me había mantenido realizando una media en torno a 5´50´´el kilómetro pese a subir casi 300 metros positivos, 29 minutos en los primeros 5 kilómetros

Los siguientes 5 kilómetros son más duros pero también más chulos. Vamos por sendas subiendo y subiendo hasta rozar los 1700 metros de altura, y el +500 se nota, realizando en 47 minutos, a más de 9´de media, una hora y 16 minutos en los primeros 10 kilómetros. Sensaciones como de no ir mal, pero tampoco como para tirar cohetes. Además voy fogeándome con otros corredores de la corta que me hacen forzar de más la máquina.

En cuanto a la logística, bien, sin parar en los avituallamientos, bebiendo sorbitos de isotónica y comiendo un par de turroncillos que me sientan bastante bien. 

Hasta aproximadamente el 11,5 seguimos subiendo, y en esta parte vienen rampas durillas, pero justo en la cresta toca bajar, en una zona técnica donde temo que mi pie derecho, últimamente maltrecho, me dé guerra, sin embargo no es así. Esquivo bien las piedras, voy dando saltos y compruebo que la gente no se me va. Es ahí donde se separa la carrera corta de la larga y por fin me veo con la gente con la que compito directamente.

La soledad y el quiero y no puedo

En esta parte resulta incómodo agachar el lomo para no toparte con las ramas de los pinos, lo cual es un serio inconveniente, pero me siento menos estresado, por momentos disfruto. Eso sí, los dos corredores que había dejado atrás en el último avituallamiento acaban cazándome y pese a no llevar mucho mejor ritmo que yo se me van alejando poco a poco.

En el 15 he hecho un tercer parcial de 38 minutos, a 7´37´´, que no está nada mal ya que se ha tratado del cacho más técnico tanto en subida como en bajada, y ahora cogemos una pista de esas que odio, con toboganes en medio del calor. Van a ser 2 kilómetros y medio eternos, en los que en las rampas me cuesta correr y el cuerpo me invita a andar, algo que hago en ocasiones. En esta tesitura, dos corredores que hacen tándem y van de negro me alcanzan, y me invitan a seguirles pero no puedo continuar su ritmo. Me siento bastante mal por ello. Pero a partir del 17,5 de nuevo comienza el llano y bajadas por pista que me llevan a coger nuevamente ritmo. Llego al kilómetro 20 donde está el avituallamiento y termina la bajada y justo veo que los dos corredores de negro cogen la senda ascendente tras un refrigerio. Estos 5 kilómetros han salido en 37´30´´ minutos pelados, pero han sido los peores en cuanto a sensaciones.

El tramo final
Me siento mejor tanto moral como físicamente y comenzamos los tres la subida de casi kilómetro y medio que nos llevará a sumar otro +150 pero con rampas bastante duras. Aunque me cuesta seguirles la estela no se me acaban de ir, y esas alturas ya me he tomado la tercera pastilla de sales porque noto la deshidratación, de hecho, los gemelos me dan de vez en cuando algún calambrazo que no sé si vienen provocados por el esfuerzo o por la falta de sales. Tras la subida vienen el llano y tras este la bajada, siempre por pista. He alcanzado de nuevo a la pareja y compruebo que uno de ellos va sufriendo, lo cual me hace ponerme guerrero. Les adelanto y me propongo llegar a Valdepeñas de Jaén a ritmo crucero. Siento que las piernas arden un poco, siento que muscularmente voy justo, pero aún así no bajo el ritmo. Miro atrás y no veo a la pareja, lo que me hace crecer. Y así llego al 25 donde se gira y se baja con bastante pendiente hacia el pueblo, que se ve bien cerca ya. He hecho los 5 kilómetros que van del 20 al 25 en 31 minutos y siento que está todos los deberes terminados, ahora tan sólo hay que rematar la faena, así que aguanto la tensión en mis piernas y sufro bajando todo lo fuerte que puedo, llevando mal el tramo de cemento de más de un kilómetro que nos han puesto. Miro para atrás y veo a la pareja que está a no más de 200 metros y vienen a por mi, me vuelvo a agobiar, hasta que en el 27 me pillan, no sólo ellos, sino otra pareja con la que van compitiendo y un quinto corredor. Ante mi una rampa de 200 metros que se me hace eterna y trato de correr, pero se me van. Ya bajando, en la zona del polideportivo, el corredor que competía en solitario está parado acalambrado y le paso lo que me insufla un poco de moral y acometo los últimos 500 metros con toda la fuerza que me queda. Finalmente 3 horas y 13 minutos para casi 28 kilómetros.

Lo peor y lo mejor

Tras parar siento que las cosas van a empeorar. No quiero sentarme, tengo sed, bebo, no paro de moverme pero poco a poco siento que me estoy viniendo abajo. Muscularmente estoy muy justo y comienzan a darme calambres, pese a haberme tomado 4 pastillas de sales. Mientras espero a Merche bebo agua, me bebo una Coca Cola bien fría, no como, porque no me apetece nada y sufro un montón para cambiarme las zapas, porque se me montan los gemelos, los tibiales y también los abductores, ¡un desastre!.

En esta tesitura llega Merche, en 3 horas 53 minutos y no la he visto, no le he podido echar una foto. Está sonriente y ha disfrutado un montón, ¡segunda de la general!

Los minutos siguientes no van a mejor, sigo indispuesto hasta que llegado el momento lío una buena vomitona. Merche llama al de la ambulancia que en mi coche me toma la tensión, todo bien. Tras desalojar me encuentro mucho mucho mejor, nos tomamos otra coca cola y siento que las piernas se recuperan. Miro en la clasificación para comprobar que he sido el 19 de la general, 9º veterano, pero es que compito en la de 40-49, y con año y medio más hubiera sido segundo. Esperamos a que sea la entrega de trofeos, vuelvo a ver a mi mujer en un podium, fotos y para Linares.

Un entreno que fue más que un entreno y que rozó el trauma. Ahora tocará afrontar el Trail de Onil como segunda prueba preparatoria, pero mucho tienen que cambiar las cosas de cara a la Doña Trail.







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