RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 21 de agosto de 2018

LOS 101 KMS DE RONDA: LA FÁBULA QUE FUE REALIDAD

Este que es mi blog estaba agonizando, como un tamagotchi al que no se le ha dado de comer, pero no hay excusa lo suficientemente grande para justificar tal abandono. Ni la falta de tiempo, ni que este verano esté siendo una especie de "travesía por el desierto" son razones suficientes para haber dejado de escribir.

Sin embargo, lo sucedido casualmente el otro día en un restaurante en Manzanares (ver mi anterior entrada) fue como un faro que ha iluminado el siguiente paso a dar. Por ello, en la búsqueda de la necesaria armonía desempolvo la pluma y regreso a la rutina de mi cuaderno de bitácora.

Que mejor regreso que hacerlo escribiendo sobre lo acontecido en Ronda hace ya tres meses, que bien se lo merece mi mujer, tras su proeza....

Va por ti cariño...

El preámbulo a esta aventura

Ronda fue una fábula, casi una leyenda urbana que algunos enganchados al movimiento nos habían contado; la oyes, la digieres, pero es extraña, como los cuentos que son sólo eso, cuentos irrealizables. Mercedes ya hace tiempo que no es la que fue, ya no piensa en cosas que no se atreve a hacer; se ha acostumbrado a rozar con la punta de sus dedos ese extremo del abismo donde se encuentra la más grata de las locuras...

Bien es cierto que para llegar hasta ahí antes tuvo que verse envuelta en ese bucle infernal que ha llevado a que sus piernas ya no sepan parar, desconexas de la razón, decididas a continuar y continuar...ya van muchos meses, ahí siguen, con su cadencia infinita...

Es viernes por la tarde, hemos aparcado cerca del polideportivo y vamos caminando cogidos de la mano, toca recoger su dorsal, y después a cenar y a descansar, mañana será un día intenso, diferente, no será un día cualquiera.

Un tranquilo madrugar

El descanso llega y me dejo llevar...tras eso amanece en Grazalema, es una fabulosa mañana; no tardo mucho en despejar mi mente y entonces reparo en que estoy lleno de un sentimiento de profunda envidia, ¡ojalá me hubiese inscrito yo también!. Mercedes luce radiante, y viendo como desayuna ese sentimiento invasivo crece. Montamos en el coche y dejamos atrás ese bonito pueblo serrano, nos dirigimos a Ronda...

...La calle es un río que baja lleno de corredores y familiares, embadurnados en motivación y complicidad; la emoción flota en el aire, hasta el extremo de que la respiro y se cuela en mis venas. Quiero imaginar qué se le pasa por la cabeza a mi mujer, y por ello rememoro los minutos anteriores a la salida en mi primera Madrid-Segovia, ¡uff!, de nuevo la envidia.. Le echo las últimas fotos en la entrada del polideportivo y me despido con un beso, deseándole con la mirada todo lo mejor. 



Me dirijo al coche y, tras dar unos pasos, giro la cabeza buscando el sitio exacto donde la dejé, pero su silueta ya se ha mezclado con la multitud, no está..

Tratando de olvidar la emoción que se siente

Alcanzo el parking del acuartelamiento sabiendo que me toca vivir en blanco y negro la emocionante película en color donde mi mujer saldrá de protagonista; mi rol es el de doblador especialista de algunas escenas. Sólo puedo concentrarme para así poder sentir una pequeña dosis de vida mientras recorro porciones del camino que ella pateará después...ese es mi primer propósito en esa bonita mañana...

...Me abrocho bien el chaleco y sin más me pongo a correr. El trazado es cortesía de una generosa alma que lo ha dejado publicado en wikiloc. Será especial, por razones obvias, y además tendré una inusitada compañía, la de los legionarios que en varios puntos esperan el paso de la prueba de MTB...

...Ya voy subiendo hacia la ermita, sin prisa, sin pausa, y me siento bien, me consuela...Bajo por la calzada empinada que lleva al cementerio de Montejaque y en ese las piernas me piden marcha de la buena, tanto es así que me imagino en plena prueba, pero decido no pensarlo mucho, simplemente con moverme cumpliré mi cometido. La carretera se inclina pendiente abajo hacia Benaoján y tengo un anhelo: correr por ahí con Merche en plena noche, grabarle en vídeo mientras avanzamos contentos en la oscuridad...

En el avituallamiento del kilómetro 87,5 los legionarios aguardan la llegada de los primeros ciclistas de la MTB, y uno de ellos bromea al verme llegar, ¡ya viene el primer marchador, viene antes que los ciclistas!, dice, pero aún quedan bastantes horas para que pase por allí el primer corredor. Bordeo el río y disfruto hasta que comienzo a subir por una senda muy empinada. Las piernas comienzan a pesar y la siguiente hora se me hace dura, y es entonces cuando me asaltanlas dudas...¿podrá Mercedes llegar hasta ahí?, ¿podrá sufrir tanto? a esas alturas llevaría 90 kilómetros y yo llevo unos pocos, no puedo asimilarlo bien, no sería capaz de hacerlo si yo fuese el protagonista.

Continúo por la pista, en un lapso de tiempo que pasa demasiado despacio, quizá sea el calor. Dejo a mi izquierda el recorrido de la prueba, toca seguir de frente, conforme marca la señal de mi móvil. Llego a Ronda, paso por una plaza abarrotada de gentes que agarran alegres sus cervezas y me refresco en una fuente; creo que piensan que estoy loco por no estar con ellos viviendo un perfecto asueto, pero a estas alturas tengo bien claro que mi forma de gozar es distinta a la suya. Bajo por el camino empedrado y atravieso en sentido contrario la "cuesta del cachondeo" notando cómo se quejan los tobillos. Sigo por el camino hacia el acuartelamiento justo cuando veo aparecer al primero de la prueba MTB, y me embarga la emoción, también de nuevo la dichosa...envidia.., luego me cruzo con el segundo, el tercero, y así sucesivamente. Alcanzo el parking del acuartelamiento y compruebo que he hecho casi 30 kilómetros, estoy cansado pero de eso se trataba, de darme un empático castigo. Ahora toca afrontar el segundo propósito, el más importante, dedicarme a ella, que para eso hemos venido.


Persiguiendo su sombra

Voy hacia Arriate con prisa. Conecto la aplicación  y sigo la estela de la imagen del pequeño "ML" (Mercedes Llavero) que avanza por el recorrido. ¡Ya está cerca de este pueblo!. Aparco y no tengo que andar más de 50 metros para ver el flujo constante de marchadores, que avanzan por la calle alegremente; vuelvo a mirar el móvil y el "ML" se solapa con el nombre del pueblo en la pantalla, me impaciento y pienso que ya ha pasado por allí y que no he podido verla por sólo unos minutos...

Doy media vuelta y decido ir a Setenil, que está en el kilómetro 50 y pico, pero la carretera principal está cortada y no hay forma de evitar rodeos, así que tras casi media hora de desesperación, acabo cogiendo una ruta perdida en el mapa hasta que llego a una carretera que me lleva, ahora sí, al siguiente destino por donde pasará Mercedes...
Llego a Setenil a las 15:30. En la aplicación compruebo que Merche avanza y avanza como una posesa, fiel a su loco plan de alcanzar la mitad de la prueba en 6 horas. Los nervios no me dejan, doy vueltas, incluso sobre mi mismo; me acerco a la zona del avituallamiento, me aburro viendo corredores y corredores, yo sólo quiero verla a ella, me siento un poco mal porque no les animo, aunque en el fondo soy cómplice de su esfuerzo; llegan las primeras mujeres y la gente las vitorea como auténticas heroinas que son..., pero Merche aún no llega, es demasiado pronto. Así que, como estoy muerto de hambre, regreso a la zona donde aparqué y en un mesón me como un magnifico bocata de jamón con una coca cola bien fresquita...Ya son las 16:40 y el logo de Merche ya está muy cerca, así que me voy para el puente de nuevo...

...Cuando la veo aparecer calle abajo compruebo que va pletórica, lleva más de 50 kilómetros y por su cara nadie lo apostaría; se me eriza el vello de los brazos mientras correteo en paralelo, le echo un par de fotos, le grabo un vídeo, le pregunto, le digo tantas cosas que a ella no le da tiempo a contestar todo.





 Ya en el avituallamiento entra en una cabina portátil para hacer pis y tras esto atraviesa la puerta del recinto para fichar; por lo que me ha comentado el único problema que tiene es que siente varias ampollas en los pies, pero me dice: ¡no me preocupan!..

No pasan más de 3 minutos cuando la veo salir por la otra puerta, lleva un sandwich de jamón york en la mano, y come y corre como si nada, ¡vaya estómago que tiene!, se para brevemente y le echo la crema verde en sus ya algo doloridos músculos, le doy un sentido beso y se me va...se aleja. 

¡Ha cumplido su propósito, está en las 6 horas que ella predijo!.


La soledad tiene remedio

Ya me siento más tranquilo, la he visto, y ¡va tan bien!. Tengo tiempo de sobra para ir a un punto de paso anterior a Setenil y así ver pasar a mi amigo Manolo Valverde, que según su "MV" tiene que estar a punto de cruzar. El caso es que de nuevo espero y no logro verle; cansado regreso al coche, voy por la carretera siguiendo el curso de la carrera, pero por más que lo intento no consigo encontrármelo así que desisto y pongo rumbo al acuartelamiento.

Mi segunda vez en el cuartel, pero en esta ocasión anda abarrotado de espectadores que siguen a esos héroes que se dejan la piel bajo el sol. Aparco en la zona de la entrada, muy cerca de donde lo hice por la mañana, y no sé qué pasa en esta ocasión pero el tiempo se achica, se encoje y casi sin darme cuenta compruebo que Mercedes está ya bien cerca. Y es entonces cuando urdo mi plan, ya sé lo que tengo que hacer, y por el mero hecho de pensarlo me emociono: nervioso voy llenando los compartimentos del chaleco con todo lo que ella necesita: pómada, pañuelos, geles, barritas, turroncillos, una muda, lleno los dos soft flask, me pongo otra camiseta y me ato bien el chaleco, cierro el coche y no quiero ni pensar cómo haré lo de buscar el vehículo a la vuelta, a sabiendas de que no podré verla llegar a meta ya que el acuartelamiento se queda a un lado a 5 kilómetros de Ronda.

Y echo a correr..

Si la magia es lo que ansiamos, cuando la obtenemos logramos uno de esos instantes plenos. Eso debimos conseguir Mercedes y un servidor en aquel sábado que comenzaba a llenarse de sombras...

...Sea como fuere estoy inmerso en un propósito, ni siquiera es un reto, porque no me ha dado tiempo a forjarlo...y sin darme cuenta he dejado de ser un doblador de escenas, para pasar a ser un auténtico reportero en la zona de conflicto.

..Hay que echar a correr de nuevo pero en esta ocasión la adrenalina fluye y las piernas se activan fácilmente resultando eso de correr un acto sumamente sencillo, tanto es así que apenas siento la carga de lo de la mañana cuando comienzo a dar las primeras zancadas; avanzo por el recorrido en sentido contrario a los corredores, y así sin anestesia me topo con Merche que baja a buen ritmo por el camino...va charlando con otro marchador y cuando me ve se le ilumina la cara. Primer obstáculo pasado, ¡se alegra al comprobar que le voy a acompañar!. En poco más de un minuto le explico el plan: llevo todo lo necesario en el chaleco y no tiene que parar apenas en el acuartelamiento. Yo la esperaré en el túnel que hay kilómetro y medio después de la salida del cuartel, así que me desvío y doy una vuelta planificada en dirección hacia ese punto de encuentro. Llevo las piernas preparadas para correr una maratón, avanzo muy rápido, a 4´ pelados, llevado por la pasión, así que en un pis pas llego al lugar y la espero. Pasan unos cinco minutos y me impaciento un poco pero todo cambia cuando veo aparecer su silueta, con su singular forma de correr, por el camino asfaltado...

...Y aquí comienza nuestra aventura en común, los emotivos últimos 30 kilómetros de Ronda.

Compartiendo mucho más que una aventura

La tarde comienza a hacerse profunda de forma que poco a poco se desvanece la luz y nos ahí nos hallamos los dos en la que podría ser la noche más especial. Los kilómetros son ya una mochila a las espaldas de mi mujer, que se queja de su maltrecho empeíne, y es que lleva ya dados demasiados pasos, pero aún así su semblante no es el de alguien que esté sufriendo, más bien al contrario. Y en esta guisa es como comenzamos a subir a la ermita, vamos con un equipo de cuatro corredores andaluces, difícil aburrirse con ellos. Piropean y elogian a mi mujer cuando les decimos que es su primera Ronda. Movidos por una inusitada e irreverente ambición dejamos atrás al grupo y cazamos algún que otro corredor y corredora, aunque en la última parte de la ascensión las dudas asaltan a Mercedes. Es normal, su cuerpo quiere rebelarse ante tal desvarío pero entre mis ánimos y su coraje pronto se pasa ese pequeño mal trago y alcanzamos lo alto. La bajada al cementerio de Montejaque se le hace un pelín dolorosa, debido a que las articulaciones  ya van machacadas y las piedras no son el mejor medicamento, aún así se le vuelve a ver entera. En el avituallamiento un legionario me ofrece bebida pero yo le indico que sólo soy un reportero sin cámara, y mientras tanto Merche me hace una señal y sale pitando sin perder tiempo porque hay tres chicas en el puesto de bebidas y quiere que sean historia, así que salimos hacia el pueblo, pero justo cuando alcanzamos las primeras calles nos desvían por una cuesta que se pone como una pared y es para pensárselo, tocará subir y subir. Corriendo y andando, andando y corriendo, nos alcanza la noche y todo comienza a hacerse único en la penumbra...

Alcanzamos una pista ancha, ya algo más llevadera en cuanto a la pendiente se refiere y allí un chico está vomitando mientras otro le sujeta y le consuela. No puedo evitar preguntar, aunque bien sé qué le pasa, un mal que conozco de sobra. Los siguientes dos kilómetros los hacemos entre pistas y olivos, alcanzando más gente hasta que llegamos a un macizo y toca bajar. La bajada vuelve a ser mala botica para los tobillos de Merche, incluso para los míos que tampoco se han estado quietos en todo el día, pero nos sentimos cada vez más pletóricos conforme los metros avanzan. En las callejuelas de Montejaque volvemos al bullicio, la gente anima y estoy seguro que en ese preciso instante Merche está pensando que no hallaría un sitio mejor donde encontrarse que allí. Tras una breve parada en el avituallamiento tocará vivir uno de esos instantes para el recuerdo...

El vídeo que soñé

Bajamos por calles estrechas hasta que nos vemos descendiendo por unas escalinatas que llevan a la carretera, la misma carretera en la que por la mañana tuve un deseo. ¡Ahora toca cumplirlo!....

Ya es de noche, y pica hacia abajo, las piernas van solas por el asfalto y Merche se pone a menos de 6´, que sí, es cierto, no es volar, pero si es correr rápido cuando ya lleva 85 kilómetros en sus piernas. Saco el móvil y le grabo, veo hecho realidad mi anhelo y soy feliz.



 Tras el vídeo seguimos como posesos a buen ritmo, cruzamos Benaoján de punta a punta, adelantando nuevamente a algunos corredores, hasta que desviamos por un camino oscuro que no había recorrido por la mañana. Avanzamos con fuerza otro kilómetro hasta que toca desviar a la izquierda y entramos en el avituallamiento en el que bromeó el legionario horas antes. Merche va como una moto y apenas paramos; nos adentramos en el camino que va paralelo al río y llamamos a Jorge y a mis suegros, todo un chute de motivación para ella, y al desviar a la derecha nos vemos por una senda bien empinada, la senda de mis dudas matinales.

La siguiente media hora es dura, pero bien sobrellevada. Mis temores sobre las capacidades de Mercedes eran sólo eso, miedos, y la realidad es más rotunda. Subimos, bajamos, nos adelantan, adelantamos, hasta que toca bajar por la pista en una zona de mucha pendiente y los cuadriceps de ella se quejan amargamente, también los míos. Volvemos a subir hasta alcanzar el avituallamiento que yo estimaba que estaba en el 95, pero a Mercedes le cambia la cara cuando ve "kilómetro 91,5" en el cartelito y me dice, ¡quedan 10 kilómetros!. Duda un poco pero yo estoy a su lado, le animo y no perdemos apenas tiempo, mejor no pararse mucho.

Continuamos por lo que ahora es una senda, con mis arengas constantes tratando de que corra lo máximo y ande lo mínimo, pero por otra parte, también pienso que está corriendo una barbaridad, es una máquina del movimiento, que nunca desiste, al menos no hasta ahora. Y así de esta forma, los metros van cayendo; en un camino arbolado se aparta del camino para hacer pis, se agacha y la oigo maldecir, no puede desabrocharse el cordón de la falda, así que ¿para qué hacer aguas menores?, se incorpora al recorrido y continúa...

No sé si es por el hecho de llevar la vejiga llena, o por caer en el pensamiento pesimista de que le queden más de 7 kilómetros, el caso es que la veo cansada, le ha cambiado la cara,  así que toca de nueva arrojarle una batería de ánimos y elogios, le ofrezco un turroncillo pero no tiene ya muchas ganas; a pesar de todo no se le ve débil, sólo necesita un subidón, el que está por llegar. 

Ahora nos vemos en una dura cuesta, vamos con otros dos corredores, y el hecho de echarse la mano en los cuadriceps para ayudarse parece encoraginarla, y es que el gen de la montaña está ahí por algo; alcanzamos el avituallamiento de lo alto con nuevos bríos y salimos sin perder tiempo, nos dicen que quedan unos 5 kilómetros, y justo al dar la vuelta a una muralla natural de la montaña divisamos el cortado y en frente las luces de Ronda, ¡ahí está el subidón que necesitaba Mercedes!. Le cambia la cara, cambiamos el ritmo, corremos y corremos, en los toboganes constantes que nos llevan a ver cada vez más cerca la "cuesta del cachondeo", y es así como iniciamos la dura pendiente con fuerza, andando y también correteando si se tercia. Es entonces cuando le grabo el tercer vídeo, allí, con los globos iluminados de una famosa entidad financiera patrocinadora del evento. 



La cuesta se resiste, pero es como todo lo que ya hemos vivido, cuestión de paciencia. Ya en la parte final nos saluda Fran, un viejo conocido del blog, que nos adelanta, va bien, y no podemos seguirle, pero eso no tiene importancia ya, últimas rampas antes de llegar a las calles del pueblo, y cuando las alcanzamos aún seguimos subiendo. Merche se impacienta y yo le animo, con un frase que es totalmente cierta ¡ya está hecho cariño!...

Y lo consigue.


Se convence de que no queda más de un kilómetro y medio y nos vemos corriendo rápido. Ya no vamos a parar, las piernas cogen el tono y los ánimos de la gente que abarrota las aceras hacen el resto. Se nos encoje el corazón al alcanzar el parque, y sin darnos cuenta giramos y allí está el arco de meta. Yo no soy un participante, pero os aseguro que es uno de los momentos más emocionantes de mi vida. A unos metros del arco trato de grabarla en su llegada pero no me da tiempo. Da igual, esa imagen ya ha quedado bien grabada en nuestros discos duros, no lo borrará ni el Alzheimer. Merche alcanza su objetivo 13 horas y 44 minutos, tal y como predijo, ¡consiguió bajar de las 14 horas!, en la edición de Ronda con el recorrido más duro desde sus inicios. Nos abrazamos, hasta que me doy cuenta de que la estoy sosteniendo, está verdaderamente exhausta, aunque la emoción no le deja borrar la sonrisa que tiene en la cara.



Y así es como nos convertimos en dos tablas que apenas pueden andar, eso sí, conseguimos disfrutar la abundante y rica comida que ha dispuesto la organización. Tras esto las piernas están tiesas como la mojama y aún tenemos que llegar hasta el coche, que está a casi 7 kilómetros y no tenemos dinero; pero los días, si han de ser perfectos, lo serán de manera completa, por tanto encontramos a un simpático taxista que nos lleva al acuartelamiento aún a sabiendas de que no tenemos dinero para pagarle. Por el camino caigo en que le puedo hacer una transferencia a través del móvil y procedo. Cuando caemos en la cama en Grazalema no somos conscientes de lo que Mercedes ha hecho. Aún no lo somos tres meses después. Y como últimamente pienso: la vida tiene sus propios impedimientos e inconvenientes, pero  también tiene esos dulces y locos obstáculos que nos procuramos para sentir que vivir es la más maravillosa dificultad que afrontar.

¡Gracias a todos por ser un acicate más para seguir escribiendo!









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