RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

lunes, 9 de abril de 2018

SÁBADO 17: YENDO A CUENCA. LA PRIMERA MARATÓN DE MONTAÑA DE MERCHE

El sábado 17 de marzo, justo antes de comer poníamos rumbo a Cuenca los cuatro. Los niños accedían de buena gana a acompañarnos, en un viaje de esos que quizá pronto ya no se repita, debido a la edad de Jorge. Comimos muy bien en un restaurante antes de llegar a Villarrobledo y en un pis pas nos vimos contemplando las montañas nevadas alrededor de la capital que tiene el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, y es que había nevado a lo largo de la mañana. Merche y yo pensamos que nos tocaría patear la nieve y el hielo a la mañana siguiente como de hecho ocurrió.

Fichamos en el hotel Petro Torres, y cogimos un taxi, ya que había dejado muy bien aparcado el coche en una zona muy cercana al alojamiento y me daba pereza moverlo. Ya en el centro comercial nos encontramos con el bueno de Iván y su mujer Mar, a los que habíamos conocido en el Trail Puerta del Infierno de Fuertescusa en el otoño pasado (ella como voluntaria y él como organizador y compi de carrera de un servidor). Gente fabulosa, motivo suficiente para estar en este mundo de la montaña. Estuvimos charlando un buen rato con ellos, con té y café incluido, aunque su participación estaba en el aire debido a un lesión en sus isquios. Tras estar un rato escuchando la charla técnica que dio la organización nos fuimos andando al hotel, unos 2 kilómetros y medios para soltar un poco las piernas, y justo llegamos para cenar, y la verdad es que lo hicimos bien, porque nos fuimos a un gastro bar donde ponían buenos platos y tapas, y degustamos productos típicos conquenses. Para mi mujer no triunfaron los zarajos, que a mi no me disgustaron. Pero el resto hizo las delicias de la familia

Y tras la cena tocó irse a dormir que había madrugón por delante. Yo estaba demasiado dubitativo, mi mujer preocupada por pasar las horas de corte y poder terminar la prueba, algo de lo cual no dudaba..
Costó dormir, pero finalmente caí en un profundo sueño, de esos que se agradecen.









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