RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 31 de enero de 2018

SÁBADO 27: DE ESAS TIRADAS QUE SE HACEN QUIERAS O NO QUIERAS

El sábado iba a estar marcado por nuestro viaje a Sevilla, donde al día siguiente Merche correría la EDP Media Maratón. Por la tarde tendríamos que ir a recoger el dorsal, así que no podíamos llegar muy tarde a la capital hispalense. Aún así la mañana del sábado dio para mucho: me levanté a las 8 y subí al despacho para marcar un circuito, y hasta última hora no tuve claro si hacer el mismo o buscar una alternativa. Al final cambié de planes e improvisé. Salí hacia la circunvalación, cogí el camino Alamillos que lleva a la Finca Lourdes con la idea de desviarme en el 6 y medio, pero al final no hice tal cosa, sino que continué corriendo por el mismo hasta llegar a la citada finca, kilómetro 11, siguiendo las balizas de color amarillo. Hacía frío y la verdad es que "la cuesta grande", como así se conoce a la cuesta que hay en el kilómetro 2 y medio del camino, me dejó algo fundido, pero pronto me recuperé, hasta tal punto de que cuando llegué al cruce de caminos continué hacia la finca mencionada, todo motivado para hacer una ruta más lejana.

Sin embargo, he de decir que las sensaciones no acabaron nunca de ser buenas, ni iba suelto, ni iba cómodo ni a gran ritmo, pero al menos las fuerzas no me abandonaron en ningún momento. Tras pasar por la finca, giré a la izquierda y continué el itinerario amarillo volviendo a coger un camino a la izquierda que me regresaría de nuevo al pueblo. La segunda parte fue bastante más dura debido al viento en contra y las uñas de las manos me fueron dando la lata, pese a llevar guantes bien gruesos.

Pero al final terminé contento con el resultado, porque cuando alcancé el pueblo, de nuevo en asfalto, comprobé que no iba cargado y que podía hacer muchos más kilómetros al mismo ritmo, pese a no haber bebido ni comido nada.

Me salieron casi 22,5 kilómetros en un tiempo un poco vergonzante, 2 horas y 3 minutos, pero no deben ser los cronos los que rijan mis motivaciones en estos meses. Me conformaría con disfrutar y no tener molestias. Espero que la montaña haga el resto y me vuelva a poner a tono.

Cuando llegué a casa tuve el tiempo justo para ducharme cambiarme, hacer una maleta rápida y salir Inés, Merche y yo destino a Linares, donde dejaríamos a la niña, para luego tomar rumbo a Sevilla. A las 14:30 estábamos comiendo en un restaurante de la autovía a poco más de 20 kilómetros de Córdoba, y a las 17 horas llegábamos a la casa de nuestros buenos amigos Pilar y Eusebio, justo para comprobar que Pilar estaba escaloyada y descubrir que Eusebio no nos había dicho nada al respecto para así no desvaratar nuestros planes. Tras esto fuimos al Estadio de la Cartuja a recoger el dorsal, regresamos para cenar y descansar para la batalla que iba a librar mi mujer.


No hay comentarios :

Publicar un comentario