RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 29 de diciembre de 2017

SÁBADO 23: LO QUE SE SIENTE AL NO HABER INICIADO EL RETO

Ya hace tres años que se me vino a la cabeza la idea de realizar un reto muy especial para mi: salir una madrugada de Valdepeñas y completar a través de caminos los 105 kilómetros que separan mi pueblo del de mi mujer, Linares. Tras haber medido 3 recorridos distintos, parecía que el reto ya tenía fecha, la madrugada del 23. Este año el calendario era propicio, porque íbamos a pasar la Nochebuena con mis suegros y venía bien porque estimaba mi llegada antes de cayese la noche del sábado. Podría descansar, celebrar la natividad y regresar el lunes 25 en tren los cuatro. El recorrido que finalmente elegí era el de Santa Cruz de Mudela, Las Virtudes, Aldeaquemada, Vilches, Linares, e incluso Mercedes se había animado a realizar la mitad del recorrido conmigo, desde Aldeaquemada, donde me hubiera estado esperando con mi suegro. Pero hay que ser valiente para llevar a cabo estos desafíos y yo no lo he sido. A última hora mis molestias en los isquios, que se habían convertido en algo más que molestias, y el hecho de verme de madrugada pasando frío y con dolores me hizo desistir...

Así que el sábado por la mañana salí a correr con sensaciones extrañas, sin dejar de pensar dónde me encontraría en ese preciso instante, qué sensaciones tendría, etc. Una sensación de fracaso, de ver pasar un tren que ya no volverá a pasar. En cualquier caso pude constatar con los 18 kilómetros nada ambiciosos que hice que no estoy para mucho; pronto comencé a notar el dolor en el semimembranoso aunque traté de abstraerme y no sentirlo, y fuí corriendo con ese run run constante y desagradable. Como me lo tomé con tranquilidad me llevó 1 hora y 57 minutos realizar 18 kilómetros, lo que da una idea del ritmo.

Ante mí unas largas vacaciones, nuevos proyectos laborales encima de la cabeza y la sensación de que algo se me termina, algo se está muriendo de mi y que tengo que hacer nacer una luz de distinto color.


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