RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 29 de diciembre de 2017

DOMINGO 24: TUVIMOS UN 24 DE DICIEMBRE ESPECIAL POR DESPEÑAPERROS

Salimos desde Linares con la única prisa que suponía tener que estar de vuelta a la hora de comer. A las 10 y media habíamos dejado el coche en el Barranco de la Niebla y ya subíamos por el empinado sendero que lleva al Mirador de los Órganos y al Collado de la Aviación. A Merche se le atragantó mucho la subida y le costó llegar a lo alto. En mi caso sentí la molestia/dolor de la lesión y también me encontraba algo pesado. Ya en lo algo la cosa cambió un poco, comenzamos a coger ritmo y fuimos avanzando fluidamente. Alcanzamos el Camino de Aldea Magaña y tomamos el sentido hacia El Castillo de Castro Ferral, que en esta ocasión alcanzábamos por su parte menos dura, es decir, bajando más que subiendo. Continuamos por el cortafuegos revisando en repetidas veces mi móvil, donde llevaba cargada la ruta, para no equivocarme, a pesar de que el sábado de la semana anterior había hecho un recorrido muy similar, pero en sentido contrario. Merche ya iba bien, yo no tanto, sin disfrutar, pero al menos sabía que me sentaría bien la tirada. Bajamos hasta el barranco por donde va el Arroyo del Rey y allí tocó avituallar (un polvorón). Merche llevaba sed pero no se atrevió a beber del arroyo, ni yo tampoco. Ya por el camino que va pegado al barranco, con su sube y baja constante se hizo algo duro y fue allí donde nos encontramos con Francisco Tirado y con Aurelio, no podía ser de otra manera, cuatro locos en Despeñaperros un 24 de diciembre. Charlamos un rato, Mercedes bebió un poco de isotónica y sin más continuamos cada grupo su camino. Alcanzamos la carretera que une Santa Elena con Miranda del Rey e hicimos el pequeño circuito cerrado que ya había hecho unos días atrás, pero en sentido contrario. Tomamos el camino de vuelta dirigiéndonos hacia la zona de la autovía, la del viaducto y fue ahí donde encontramos ambos buenas sensaciones, aunque Mercedes ya iba un poco justa de fuerzas y su pierna también le molestaba. Volvimos a cruzar el arroyo, ya con la infraestructura del viaducto delante nuestra y continuamos por un cortafuegos muy duro con un constante sube y baja que fue sin lugar a dudas lo más complicado, ya con las fuerzas más justas. Pero al final alcanzábamos la casa que está a 1 kilómetro y medio del Barranco de la Niebla, abrimos la puerta de la valla y tomamos la antigua nacional para alcanzar el coche. Merche iba ya muy muy justa y estuvo a punto de parar y quedarse esperando a que apareciera con el coche, y es que estuvimos casi 4 horas sin comer ni beber apenas, demasiado. Pero finalmente continuó y sin más llegamos a nuestro destino.

Buena tirada, buen entreno difícil de olvidar.

He aquí unas fotos











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