RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 17 de noviembre de 2017

SÁBADO 11: INICIANDO UNA DE ESAS SEMANAS QUE SE IRÁ DE PERDIDA AL RÍO

Poca agua lleva el río, entre la sequía y la desmotivación el cauce baja muy escaso. Lo que queda de 2017 va a estar dedicado a Mercedes, y la única sorpresa que podría quedar sería la de convencerla para hacer juntos a finales de año la Valdepeñas-Linares de 104 kilómetros que tanta ilusión me hace, que no es una carrera, es un reto personal que me planteé hace ya más de dos años pero que por unas cosas u otras no he podido llevar a cabo...

En esta guisa tan sólo resta la finalización del plan para la Maratón de Valencia, evento muy importante para mi mujer y que en el momento de escribir esta entrada está a poco más de 40 horas. Merche se halla nerviosa, sabedora de que tiene el ritmo en sus piernas, llegando sin lesiones y en un buen estado de forma, quizá en el top de los top de su historial. Ahora yo tengo que hacer mi deberes y llevarla a hacer una buena marca, hacer lo que pueda por ella y rematar lo que sin duda podría ser su estupendo e increible 2017, con un montón de trofeos de montaña, ganando el Ultra de Los Castillos, batiendo sus marcas en maratón, media maratón y con la única espinita de no lograr su mejor marca en 10.000; quién sabe quizá esté a tiempo en Daimiel en unas semanas.

Pero estas líneas también han de servir para explicar qué hicimos aquel sábado 9 de noviembre. Nos lo tomamos como el último entreno exigente; en un principio con un circuito trazado de unos 19 kilómetros, por la zona sur del pueblo, pero como no me llevé GPS ni móvil con la ruta cargada sucedió lo que podía ocurrir, que a la primera de cambio me despisté y extravié el recorrido, por lo que finalmente salieron 16 kilómetros. El ritmo fue bueno y ví bien a Mercedes, que incluso tuvo que andar por terreno de labranza cuando le propuse no seguir por el camino por donde íbamos corriendo y atravesamos campo a través, y pese a todo nos salió una media de 5´42´´ y casi sin darnos cuenta. 

Pero no lo vamos a negar, en lo que a mi respecta hago gala del título de esta entrada: estas semanas, este otoño, se irá de perdido al río, otra maratón con un cartucho desperdiciado. Sólo me queda consolarme con la idea de que si me preparo en estas semanas podría llegar en buena condición a la Maratón de Sevilla, pero no me atrevo a inscribirme para no volver a cometer el error de ponerme a prepararla y en mitad de la preparación ver cómo surge algún inconveniente en forma de lesión o molestia que me hace ver que no estoy para enfrentarme a esa carrera. ¿Será que le he cogido miedo a esta distancia?, probablemente será. Mi padre puede esperar, lo que no sé es cuanto tiempo, no por él, que ya no está en este plano existencial, lo digo por mi, que se me pasa el arroz y no soy capaz de dedicarle mi sufrimiento como homenaje postumo en la distancia de Filipides.


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