RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 4 de noviembre de 2017

CRÓNICA DE LA V CUMBRES HURDANAS: CUMPLIENDO Y ROMPIÉNDOME

Los fríos preámbulos de esta enésima aventura montañera de 2017

Pasamos una buena noche, yo dormí prácticamente de un tirón y a eso de las 8 de la mañana ya estábamos desayunando en la habitación parte de lo que habíamos comprado en un supermercado de Caminomorisco la tarde del día anterior. En esta ocasión no me había pasado con las comidas copiosas, por lo que no me sentía tan lleno. A las 9 nos fuimos a Caminomorisco cuando el termómetro del coche marcaba 5 grados, hacía  fresquito, frío diría yo, y tuvimos que guardar cola para recoger el dorsal, pero a las 9 y media ya lo teníamos. Allí nos encontramos con Pako, cuñado de mi buen amigo Miguel Meneses, y todo un crack en esto de la montaña; iba a participar en la prueba aunque también era organizador de la misma. Ahora venía lo difícil: ponerse a calentar con poca ropa cuando la temperatura no acompaña. Ataviados con un cortaviento, y ya puestos nuestros chalecos estuvimos callejeando unos minutos antes de que nos llamaran para el control de salida. La organización había puesto como material obligatorio el cortavientos, algo que yo entendí innecesario, porque pese al frío estaba muy despejado y se veía que iba a subir la temperatura conforme el Sol hiciera acto de presencia, así que me eché la prenda en la parte de atrás del chaleco y esperé paciente a que sonara el pistoletazo, lo mismo que hicieron Merche, Luis Miguel e Israel; eramos cuatro viajeros buscando disfrutar de bonitos paisajes y por extensión de un estupendo trail.

 Sufriendo un pequeño apagón inicial

Salimos y pronto compruebo que la gente no especula y se esfuma como alma que lleva el diablo, y eso que todos sabemos que esto va a ser muy largo. Estamos en Extremadura y aquí se corre mucho y muy bien, son perfectos conocedores de la montaña. 

Las sensaciones no son buenas. Siento que las piernas no van, y las cuestas iniciales no ayudan. La moral se queda aletargada cuando compruebo que Pako y unos cuantos más se alejan de mi vista poco a poco y me siento impotente para evitarlo. El primer kilómetro tiene una pendiente media de casi un 5% lo que explica en parte las malas sensaciones, aún así he marcado 5´16´´. El segundo kilómetro no va a ser más fácil, con terrenos más incómodos y subiendo más que bajando, volvemos a salvar un desnivel similar y la moral cae un poco más en lo hondo, un 5´53´´ da buena muestra de ello, pero al menos los isquios no están dando la lata como sí ocurrió una semana antes en Fuertescusa. Delante llevo a un chaval con el pelo largo, que luego he comprobado que no es tan chaval, concretamente de mi categoría, un viejuno como yo. Tengo la impresión de que puedo llevar su ritmo, pero es más bien un deseo; nada que ver con lo de la semana anterior, cuando tras la idea venía la acción y alcanzaba sin gran dificultad a los que llevaba por delante, como si llevase un as en la manga; hoy no hay ases, voy sin especular y las cuentas no van saliendo, las sensaciones positivas no aparecen. Dejamos los olivos y tomamos una bonita senda, y toca subir y bajar alternativamente; comienzo a sentir esto del trail en las piernas y es como si empezase a entrar en calor. Ya me voy despreocupando del veterano C del pelo largo a quien casi ya ni veo y voy entrando por el aro del disfrute, al paso que voy metiendo a mi ego en el bolsillo de atrás del chaleco, junto al cortavientos (ninguno me sirven para la carrera). La pendiente no ha sido tan agresiva aunque hemos seguido subiendo y he marcado un 5´24´´.

Parajes así son para fundirse con ellos y no pensar en la competición

Continuamos por la senda y ahora toca bajar más que subir, el 4º en 4´37´´ al tiempo que empiezo a sentir que la cosa no va tan mal. El siguiente medio kilómetro transcurre por una pista en ligera subida y ahí trato de mantener el ritmo, pero nos desvían por una senda ya en clara clave de montaña y toca echarse las manos a los cuadriceps, con una pendiente que oscila entre el 10 y el 25%, pronto nos adentramos en un precioso bosque y es ahí donde dejo de estar solo ya que alcanzo a dos corredores que van haciendo dueto, llamémosles "los del tándem",  y aunque no lo sé en ese momento, con ellos iré haciendo la goma prácticamente hasta el final de esta aventurilla. El sexto y el séptimo kilómetro son de puro trail. ¡Quien me iba a decir a mi que iba a disfrutar tanto andando en ascensiones así cuando no hace mucho trataba de sacar rendimiento corriendo sobre el asfalto arrimando mi nariz al GPS!. Mis dos nuevos compañeros no se despegan, ni yo me marcho a la aventura; vamos dejando el bosque y ahora subimos por una senda ancha que se alarga hacia el cielo, hasta donde alcanza nuestra vista, se puede ver todo lo que tenemos que subir, pero a mi no me importa, ¡ya estoy disfrutando!, masticando poco a poco mi primer turroncillo, cogiendo fuerzas. Alcanzamos a un corredor alto que va de verde, llamésmosle "el espigado de verde", otro con el que haré la goma hasta prácticamente el final. Bueno, pues bien, es el momento de cambiar un poco el ritmo e irme yo solo, y en medio kilómetro de ascensión les saco unos cómodos 150 metros, coronando en una zona boscosa donde ahora toca llanear para luego bajar.

Bajando para encontrarme

Se ha terminado la subida y no puedo negar que la he disfrutado. El ritmo medio ha caído,  pero no podía ser de otra manera, esto es la montaña. Encaro una pista donde cojo cadencia y por momentos agarro ritmos por debajo de 4´, pero veo la baliza a la izquierda que indica que toca tirarse para abajo entre los árboles de un bosque frondoso. Los siguientes minutos son casi inolvidables, tratando de seguir las cintas por una zigzageante senda que se difumina debido a una capa de 10 centímetros de agujas de pino. Uno va corriendo como sobre un colchón, derrapando a cada giro y atento para no perderse, y por lo que pude comprobar, no lo suficientemente despierto, ya que me quedo clavado al lado de una cinta tratando de averiguar donde está la siguiente; bajo unos metros por donde intuyo que va el recorrido, pero no, por ahí no es, regreso y finalmente encuentro el camino, justo para comprobar que "el espigado de verde" me ha echado adelante, y quien sabe, quizá también "los del tándem". Realmente me siento un poco contrariado por ser tan despistado, pero tampoco lo pienso demasiado, de nada sirve hacerlo, así que cojo nuevamente ritmo y a seguir con lo mío. El terreno "entretenido", la fuerte pendiente negativa que no ayuda a volar y el efecto despite, llevan a que el 10º caiga en 7´36´´. El 11º es también llenito de obstáculos pero no menos bonito que el del bosque, por sendas llenas de encanto y helechos y sale en 6´55´´ y lo que viene después es nuevamente terreno más cómodo para estirar zancada y correr un poco.

Corriendo con compañía, ya tocará reflexionar en otro momento

Acelero y las piernas responden, al cambiar la orientación de la carrera siento como el Sol empieza a calentar y me alegro de haber salido de la umbría para que se me descongelen un poco los brazos; durante todo el tiempo he seguido mis protocolos y no he dejado de beber sorbos de isotónica, que al fin y al cabo son mi gasolina, gasolina para un motor que tiende a carburar mal si no hace bien las cosas. Y así como casi sin quererlo vuelvo a alcanzar a "el espigado de verde", que compruebo que lleva menos ritmo y el 12º sale a 5´06´´, sin embargo en una de las ocasiones que miro hacia atrás me doy cuenta de que tengo nueva compañía: es un corredor que no he visto antes, llamésmole "el de blanco que no es un ángel", viene claramente de menos a más. Me alcanza pero no se va, se queda. Intercambiamos alguna que otra palabra, pero no charlamos mucho. El ritmo es bueno pese a que la senda presenta alguna que otra dificultad técnica, el 13º se resuelve en 5´09´´ y casi llegando al 14º entramos en una aldeita, llamada Cerezal. Ahí "el de blanco que no es un ángel" y yo nos despistamos y nos perdemos, cuando nos queremos encontrar vemos como "el espigado de verde" nos ha dado caza, ha cobrado su presa y nos indica educadamente por dónde hemos de ir, cortesía de las bien marcadas flechas en el suelo que no vimos.  El nuevo despite (otros 45 segundos) y las cuestas que vienen a continuación hacen que mis piernas se desconecten un poco y que mi cabeza haga también lo propio. El "espigado de verde" y "el de blanco que no es un ángel" van delante mía, a no más de 3 metros, pero los siento lejos, no por espigado uno y ángel el otro, sino porque tengo dudas. Además noto que la zapatilla derecha va demasiado suelta, así que viene uno de esos momentos en los que hay que decidir si aguantar la situación o girarla, y hago esto último. Le digo a "el de blanco que no es un ángel" que me voy a atar la zapatilla, me paro, me agacho y ya se me han marchado; trato de desabrocharme el cordón lo cual es faena complicada porque tengo las manos heladas...

Ese momento del trail en el que uno siente que está en un "marrón".

Es el momento de ¿y qué hago aquí?. He tardado lo que ha parecido un siglo en hacerme la nueva lazada. Se me han ido otros montón de segundos, y reanudo la marcha sintiéndome flojo y totalmente desenchufado, "umplugged" y para más inri veo que "los del  tándem" aparecen por la senda. ¡Y yo que quería despreocuparme y disfrutar del entorno!, ¡no tengo remedio!. Trato de volver a enrolarme en la competición, pero voy nervioso y lleno de dudas. No veo a mis excompañeros por delante, pero siento la presencia de mis perseguidores por detrás, y eso no ayuda. Ahora la senda se desvía y toca subir un tramo duro, el 15º pese a todos los inconvenientes narrados sale en 7´05´´ y el siguiente kilómetro discurre por un barranco precioso con unas vistas dignas de enmarcar tras echarles una buena foto, casi siempre andando y a ratos trotando el avance es ahora más cansino y justo en el 16º cruzamos por un puente precioso saltando el Arroyo del Gollete, y la organizacion nos propone (o impone, depende de como se mire) subir por una senda que se inclina hacia arriba a más del 30%. Es ahí cuando veo que la distancia con "los del tándem" no es mayor de 70 metros. Así que Javier, "manos en los cuadriceps y a la faena"; con el segundo turroncillo mascándose lentamente afronto el nuevo reto recuperando poco a poco el optimismo perdido.

 Las sensaciones y el entorno y nuevo contratiempo

La subida me vuelve a sentar muy bien, tanto es así que poco a poco pongo tierra de por medio con mis dos contrincantes; el 17º sale en 13´37´´ aunque no es para menos teniendo en cuenta la dificultad atravesada, y como viene siendo habitual en los últimos trails, es subiendo cuando me reencuentro con la competición. Pronto comenzamos a llanear y a bajar, pero por terreno complicado repleto de pizarras, que si no lo he dicho antes lo digo ahora: es la piedra más vista y más característica de la zona, una compañera constante en nuestras pisadas durante gran parte del recorrido. La breve bajada no es la más rápida que he hecho desde que corro por montaña pero al menos siento que las piernas aún me acompañan.  El 18º ya es historia, y ha salido por debajo de 8´ pero no ha sido un tramo fácil, y en estas que llego a la segunda aldea, Fragosa se llama, el 19º en 6´ 41´´ y ni rastro de que nadie me siga, aunque sé que eso puede cambiar fácilmente, de hecho ya os adelanto que van a suceder más contratiempos.... Me desvían en un avituallamiento por un barranco precioso y todo lo que bajo tendré que inmediata e irremisiblemente subirlo a continuación. Subiendo y subiendo voy siguiendo las cintas pero se ve que no lo hago todo lo bien que debiera porque no sé cómo, pero me veo bajando al río sin ninguna baliza que otear. ¿Cómo me ha podido ocurrir de nuevo?. Regreso sobre mis pasos y debido al terreno escarpado en esta ocasión pierdo casi 3 minutos extras. Pero ya no me cabreo mucho, lo asumo como un defecto en mi ADN y continúo. Ahora me veo bajando y quiero meter más ritmo, pero sé que está a punto de comenzar la dura subida, el ascenso más complicado de todo el trail y me visualizo en la oficina del trabajo diciéndole a Luis Miguel, "ojo, hay que reservarse para la gran subida del 20º".

Y subiendo subiendo de nuevo la sonrisa hasta hallar de nuevo a viejos compañeros

La subida pinta dura, ya estoy avisado. En esta ocasión es de esas de zig zag, así que dejo la marca de mis dedos en sendos cuadricep y comienzo a mascar el tercer y último turroncillo. Voy a ritmo y mi cuerpo reacciona con un subidón difícil de explicar después de tantas circunstancias vividas. Es el momento de tragarme dos cápsulas de sal para tratar de evitar el deterioro muscular proveniente de la falta de minerales, sobre todo considerando mi especial querencia por tener calambres. Tras engullir las dos capsulitas (menudo invento por parte de ese tío de Alcoi), siento que mi moral se multiplica por dos cuando oigo murmullos por encima de mi: son de nuevo  "los del tándem" que parece ser que me adelantaron al extraviarme y ahora los estoy cazando. En 11´31´´ se perpetúa el 21º y el 22º en 13´35´´ y aunque pinten como malos guarismos no lo son tanto, porque lo que estamos subiendo no es "moco de pavo". Alcanzo al primero del dúo y nos saludamos nuevamente, le digo "me perdí y fuí derecho al río a lavarme", se ríe; alcanzo al segundo y se quedan atrás sin necesidad de que tenga que hacer cambio de ritmo alguno. Pero más me sorprendo cuando 200 metros más adelante pillo a "el espigado de verde", que anda un poco fundido, ya que le veo agachado haciendo un pequeño descanso. Le ofrezco sales, pero me dice que no le hace falta que sólo necesita tomar resuello. El siguiente kilómetro, el que lleva al 23º, es magnifico, y me lo paso bien, porque siento que la máquina va engranada, me sale un poco por debajo de 13´. Llegamos a lo que creo que es la cima, alcanzando un cortafuegos en ligera subida. Me pongo a corretear y no me cuesta. Veo el avituallamiento a 300 metros pero pronto reparo en algo que me deja boquiabierto: ante mí el cortafuegos continúa en el horizonte y lo hace en FUERTE pendiente; entonces es cuando recuerdo una foto de la edición anterior en la que se ve a la gente subiendo casi a cuatro patas por un cortafuegos; ¡aquí estamos y es porque hemos llegado!. Ignoro el avituallamiento, por algo llevo peso, y me tomo con ánimo la gran pared que me desafía, no más de 400 metros lineales pero en los que hay que salvar 150 metros de altura, es decir, al 30% de media , pero con unos 150 metros últimos que rozan el 50%; esto tiene pinta de que va a ser muy duro. A 150 metros veo a un corredor, ¡sí, es "el de blanco que no es un ángel"!, pese a todo lo vivido vuelvo a pensar que la cosa está funcionando muy bien.

La gran pared, y retomar la carrera. Justo para que lleguen los pensamientos

Nunca algo tan duro en montaña se me hizo tan liviano, quizá sea una exageración pero a pesar de llevar tantos kilómetros el castigo no fue tal; "el de blanco que no era un ángel" apenas me saca 60 metros cuando alcanzo lo alto, que sin embargo no es "lo más alto" ya que ahora continuamos por otro cortafuegos que también es en subida, aunque se puede correr y andar. La distancia  ahora se ha acortado un poco; sé que lo puedo pillar pero pienso que mejor me reservo, me contengo. Es entonces cuando veo su silueta desaparecer a la derecha de mi imagen, compruebo que se ha tirado hacia abajo y unos segundos después me toca hacerlo a mi. La bajada no es lo más agradable que te puede pasar tras tanto tiempo subiendo, bastante incómoda por tener casi un 30% de desnivel y doy gracias de no llevar las piernas muy cargadas. Aún así no logro cazar a mi contrincante que mantiene la distancia en el kilómetro técnico por donde nos lleva ese tramo. Alcanzamos una pista que tiende hacia abajo y veo como se me va yendo poco a poco con más ritmo que yo, a pesar de que sé que no lo estoy haciendo mal, de hecho pronto me pongo por debajo de 5´el kilómetro y coqueteo con el 4´pelado y mondado. En nada me saca una distancia de casi 200 metros y lo doy totalmente por perdido y en estas que el 26º sale en 4´46´´. Es ahí donde tengo ligeras dudas sobre si voy falto de fuerzas, ya sin más turroncillos que echarme a la boca. Sí que llevo isotónica suficiente para terminar, y voy de sorbo en sorbo. Pasamos por una especie de bancales de piedra preciosos y ya no puedo ni otear a "el de blanco que no es ángel" y no es por mi falta en la vista. Corriendo por la pista voy pensado que podrían pasarse los siguientes años de mi vida disfrutando de la montaña sin pisotear nunca más asfalto alguno, como si me hubiese hechizado la naturaleza y me hubiera intoxicado definitivamente la ciudad, y también repentinamente pienso en mi padre, que no hace mucho que se me ha ido, y me lo imagino haciendo lo que yo, corriendo por la montaña, creo que vino al mundo 45 años antes de cuando debía haber venido, porque de haber sido contemporáneo a mi me huelo que lo hubiéramos visto subiendo y bajando por los montes de Dios, teniendo en cuenta lo que le gustaba el campo; se tuvo que conformar con su vieja bicicleta y sus largas rutas por carretera.

Las sorpresas de casi última hora

Si por un momento me imaginé que el resto de la carrera ya no iba a depararme más sorpresas estaba equivocado; tras los bancales la bajada se torna nuevamente técnica y con mayor pendiente, y me siento bien, sin problemas. De repente me llegan unas ganas bien grandes de "echar un chorrillo" así que me levanto un poco el braguero del pantalón y corro de tal manera que micciono y avanzo sin mancharme, todo un alarde técnico, y es entonce cuando vuelvo a ver "a ese que va de blanco y no es un ángel" que está a unos metros delante mía parado, el me está mirando probablemente se está riendo viendo lo que estoy haciendo desalojando líquidos, pero aunque me voy acercando compruebo que no reanuda la marcha, algo le ocurre. Cuando paso a su lado le pregunto si está bien y si necesita sales; me contesta que va acalambrado y que es en las bajadas cuando más sufre, además se acaba de tomar unas capsulitas (seguro que son las del tío de Alcoi también). Le deseo suerte y sigo adelante. De nuevo un subidón, he conseguido adelantar a los cuatro corredores con los que he jugado al gato y al ratón durante toda la carrera. El 27º es parado en 6´pelados y es el momento de afrontar una senda corrible y bien bonita, lo que redondea mi optimismo; tan sólo pienso que lo peor que me puede pasar ya es volverme a perder, ¡que iluso!. El 28º y el 29º en 5´32´´ y en 5´38´´ y pienso que si al medir el track salieron algo menos de 31 kilómetros ya debe estar a punto de verse el pueblo, y unos segundos después aparece ante mis ojos, pero se halla demasiado alejado para mis cálculos, a unos 3 o 4 kilómetros, ¡algo no me cuadra!, y entonces comprendo que la organización había vendido el trail con sus 33 kilómetros completitos.

Y el castigo viene al final

Alcanzo un cortafuegos en franca bajada y suceden varias cosas de repente. La primera es una incomodidad creciente en el talón de mi pie izquierdo, como si fuera una gran china que me va a haciendo algo más que la puñeta. La segunda es la presencia de perseguidores a mi espalda; efectivamente miro hacia atrás y veo gente que viene a por mi. En menos que canta un gallo la incomodidad se convierte en dolor, y dolor se va volviendo más y más agudo, como si me estuviera desgarrando una herida. Desvío por otro cortafuegos que está a más del 35% para abajo y es ahí cuando las punzadas a cada pisada son casi insoportables. Me adelantan "los del tándem" y les grito "ánimo campeones" y no puedo recordar si me adelantaron otros dos "Juan Nadie", porque no lo recuerdo con exactitud, aunque me temo que sí, de esos no tengo constancia, de hecho no les pongo ni mote. Toca ir preocupado por el incipiente problema del pie justo cuando alcanzo un avituallamiento en un punto entre el 29 y el 30 y allí se paran "los del tándem" a beber (luego me enteré que uno de ellos se quedó bastante acalambrado); yo no paro, no quiero enfrentarme cara a cara a mi pie, y lo que quiero es llegar cuanto antes. Un voluntario grita "sólo quedan 3 kilómetros y pico" y siento por momentos que no voy a completar ni los tres kilómetros ni el pico

Sigo bajando por una pista pedregosa pero con menos pendiente, y eso mi pie lo agradece, aunque no deja se ser doloroso. Miro hacia atrás y no veo a la pareja, es extraño. El 30º lo marco en 5´13´´ lo cual no está mal teniendo en cuenta mi estado. Comienzo a venirme arriba ya que compruebo que el dolor no está pudiendo conmigo, y me convenzo de que sólo es cuestión de contar zancadas y por tanto sólo tengo que contar "pinchazos"; el terreno es más corrible aunque seguimos bajando a lo bestia. El 31 en 4´30´´ y por momentos me siento como toda una anestesia autosugestionada programada para correr como un autómata. Ahora sí veo el pueblo cerca y no aflojo, más al contrario, 4´26´´ el 32º, entro en las primeras casas, el talón va a reventar, ¡y qué más da ya!, callejeo por el asfalto y el cemento y eso es un castigo extra para la lesión, así hasta que llego a la carretera y afronto la fuerte cuesta hasta el arco de meta: 4 horas y 6 minutos, tras haber salvado un +2000 metros, según mi GPS y casi 32 kilómetros y medio. Soy tan impetuoso que lo primero que hago es preguntar el puesto. Me dicen que el 28º de la general y 6º de mi categoría, han debido haber dos "Juan Nadies" porque según me habían durante la carrera las cuentas me daban para haber sido el 26º. Me digo: ¿pero cuánto corre aquí la gente?, ¡algunos somos viejales de más de 45, por Dios!. El dolor es tremendo, pienso que la Media Maratón de Utrera está ya perdida y quizá la Maratón de Valencia, no me veo corriendo una maratón, no puedo apoyar el talón y me pregunto como he podido venir corriendo. Sin embargo las piernas están genial, cargadas pero nada más. Así que toca evaluar daños...

Las heridas de guerra

Bebo un vaso de agua y aunque tengo mucha más sed lo primero es lo primero: me siento en una acera y me quito la zapatilla derecha. El calcetín está empapado en sangre en la parte de atrás. Me cuesta horrores quitármelo y más me cuesta poder ver el desaguisado que me he hecho. No es una ampolla, es un desgarro de toda la piel del talón provocada por una antigua arruga del calcetín que en su día me provocó una pequeña callosidad separada de la carne; se ve que con la tracción esa callosidad se ha roto y ha ido rajándose haciendo una herida profunda y a su vez toda la piel del talón ha ido despegándose en una superficie de unos 15 centímetros cuadrados. Busco la ambulancia pero no la encuentro; si no apoyo el talón no me duele mucho, pero andar cuesta horrores; bajo a la carretera y allí no están; la gente me pregunta y yo les contesto con una imagen, que vale más que mil palabras, vuelvo a subir y allí en meta me está esperando un enfermero. Tras pasar un muy mal rato con los cuidados médicos, que incluyen el corte de todo el tejido de piel, la limpieza de la herida y la colocación de un apósito (que horas después maldeciré por estar pegado), me bajo al coche para cambiarme y esperar la llegada de Luis Miguel, Israel y Mercedes. Me da tiempo a recoger la bolsa del corredor y a beberme dos latas de Coca-Cola Zero con mucho hielo, que son gloria bendita. Entonces marcando 5 horas y 11 minutos llegan Luis Miguel e Israel al tiempo que me doy cuenta de que no tengo el móvil y no puedo echarles una foto. En todo ese tiempo han ido llegando chicas y ya he perdido la cuenta de cuántas; bajo lo más rápido que puedo al coche para coger al móvil con el tiempo justo de subir y encontrarme con mi mujer acometiendo la cuesta y haciendo un buen tiempo teniendo en cuenta la dureza de la carrera: 5 horas y 15 minutos. 

Hagamos balance

Merche se ha quedado 4ª de su categoría, bien cerca de la segunda y la tercera que hicieron 5 horas 5 minutos y 5 horas 6 minutos respectivamente; ha sido la última mujer, pero no ha sido la última de la carrera, tras ella llegan 7 corredores más que vienen de esta especie de guerra que hay que ser valiente para afrontar. Hablo con ella y está contrariada porque le ha costado entrar en calor y me dice que en la primera parte no rindió lo suficiente viéndose la última en muchas fases del recorrido. Pero yo la animo diciéndole que ha ido de menos a más y que ha llegado con mucha fuerza, que a ella le van los kilómetros, cuanto más mejor.

Los cuatro juntos comemos macarrones cortesía de la organización, hablo con Pako, que ha hecho un carrerón, me ha sacado casi 25 minutos, ahí es nada, ¡y yo que pensaba que podría estar cerca de él!. Merche me imita y se bebe otra Coca-Cola Zero con mucho hielo, rematamos la faena inflándonos de unos pequeños hojaldritos con chocolate que yacen en una caja con un cartelito que dice "cómeme" que no veas como sientan. Así es como cansados de tanto ajetreo nos despedimos de nuestros amigos manchegos y nos vamos a casa, que tenemos un largo camino aún. Voy a la pata coja y temo que me cueste conducir, pero no, ha sido el pie izquierdo, el del embrague, y puedo poner el antepie en el pedal sin problema. Unos kilómetros después paramos en un pueblecito y toca engullir unos helados con mucha nata, que  son ya el último capricho que le damos al cuerpo tras la batalla.

Pensando en clave de Cumbres Hurdanas

Carrera por montaña muy recomendable, para la que hay que estar con cierta preparación y cierta experiencia por montaña, porque se puede hacer dura, pero todo depende también de cómo se lo tome uno. Como todas las que pertenecen al circuito de Extremadura es seria en su organización y protocolo, y eso no es malo, le da cierta oficialidad. Lo más a destacar son los paisajes y el recorrido, todo una pasada, quizá una de las más bonitas que haya tenido la oportunidad de correr; la señalización bastante bien, bien los avituallamientos según me han contado (no paré en ninguno), muy bien la bolsa, con bastantes detalles. Merche y yo veníamos de Fuertescusa donde todo fue una fiesta y la gente se desvivió, pero aquello bien sabíamos que era una excepción, en cualquier caso, dar todo el calor y el cariño a la organización para que sigan planificando un pasote de trail como este.

Y unas fotos.

Sólo queda la crónica gráfica...


La cuesta final de mi mujer. Llega fuerte



Y si no fijaros en esta foto más cercana


Intuye que hoy no hay podium. Por cierto yo estoy justo detrás de ella en la imagen, charlando con alguién y a la pata coja. Volviendo a Merche...hizo una muy buena carrera


Y la disfrutó, y si no fijaros en esta imagen

 Con todos estos no hice la goma


Yo y las pizarras. Esto fue al rato de tener que parar para atarme la zapatilla


¿cuántos años más aguantarán esas piernas?


Israel y Luis Miguel "los del tándem 2"


Por ahí aparezco todo concentrado y sé que no acabo de ir hoy


Estos son los verdaderos "los del tándem"


Luis Miguel en un tramo en el que Israel lo abandonó a su suerte


Quería echarse una foto en el que apareciera él solo


Merche está sonriendo pero es como si por dentro fuera la profesión


Y el verdadero corredor "el espigado de verde"


Aquí tenemos a Pako, ¡menudo crack!



Y Merche creo que en las últimas bajadas


Ahí voy subiendo tras haberme perdido cuando quise ir a lavarme al río


Le pesaban las piernas a Mercedes al principio

Y a mi también me pesaban aunque no se me notara tanto


Aquí parezco la bruja del treniche

Uno de mis momentos goma

Y uno de mis mejores momentos, todo concentrado


Merche coge ritmo


Y el verdadero "el de blanco que no era un ángel", ahora resulta que iba de azul celeste, el color del cielo


El avituallamiento antes de subir la pared del cortafuegos. Luismi está preguntando ¿qué tenéis que sea muy energético para poder subir eso de ahí enfrente?


Y Mercedes a la caza, no quería quedarse la última y acabo adelantando a bastantes


¡Vaya foto más bonita!




Y esto ha sido todo. Escribo esta crónica tras hallarme totalmente recuperado de lo del talón, y aunque la recuperación ha sido rápida, me ha llevado 6 días sin correr. Sin embargo mi vuelta a los entrenos no ha sido nada positiva y no puedo negar que no veo con buenos ojos lo de Valencia. Quizá necesite un descanso, o un cambio, o varios, ¡changes! como decía David Bowie.







4 comentarios :

  1. Disfrutar y sufrir a la vez, eso es la montaña, me alegro que disfrutarais de mi patria chica, viendo la clasificación hiciste un buen resultado, había buenos corredores,un abrazo.....
    Pd. el espigado de verde es Paco Vizcaíno, asiduo en las carreras extremeñas y si hablaste con él y no te contestó no es que sea maleducado, es que es sordo.

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    1. Holaaa Miguel.Sí hablé con él, tras terminar la carrera y me dí cuenta que era sordo, pero hablaba bien, se le entendía perfectamente. Un abrazo

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  2. En la foto donde aparezco en el avituallamiento antes del cortafuegos ya me había buscado yo un buen apoyo, esa rama me vino muy bien! Jeje
    Muy buena crónica y muy buena carrera, y sobretodo un placer haberla compartido con vosotros!

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    1. El placer también ha sido nuestro. ¡Estáis hechos unos cracks!

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