RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 25 de agosto de 2016

LUNES 22: LOS ZORROS TAMBIÉN CORREN AL ANOCHECER

Esto no para, aunque a veces sienta la necesidad de que así sea. El lunes era de esas jornadas en las que la motivación no estaba por la labor de salir a abrir la puerta. En cualquier caso no estaba nada cargado de lo del domingo y un poco más tarde de lo normal salí por la Avenida de las Tinajas para hacer el circuito de los Cerros de la Aguzadera. No encontraba las sensaciones por ningún cajón, ¿dónde me las habré dejado?, me preguntaba. Sin lugar a dudas conforme avanza el tiempo cuesta más tener días de entrenamiento en los que te visite el "flow". El caso es que simple y llanamente cumplí con un entreno más, pero este lo puedo ubicar en el recuerdo con la anécdota que me sucedió: justo pasando por detrás del cerro colindante al Cerro del Ángel ví cruzar el camino, a unos pocos metros por delante un zorro negro de larga cola blanca. Sin duda los clarioscuros del anochecer motivan a estos animales a salir de caza. ¡Y yo que me creía que en mi zona no había de estos depredadores!, en unos años ya he visto tres, uno por desgracia tirado muerto en la cuneta.

Abreviando, 8 kilómetros y medio sin florituras, sin ir suelto, sin buenas sensaciones, pero al menos sin dolor de cintura, que eso ya creo que pasó a ser historia.


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