RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

jueves, 25 de agosto de 2016

MARTES 23: MERCHE Y YO CORREMOS AL ANOCHECER. LOS DÍAS SE ACORTAN. ¿NOS ACORDAREMOS DEL VERANO?

Otoño y Primavera por ese orden; esas son las mis dos estaciones favoritas; en otoño el olor a tierra mojada, el olor a mosto que cae de los remolques en la época de vendimia, y sobre todo el fresquito de las tardes, a pesar del inconveniente de que se haga pronto de noche. Pues bien, a día de hoy el calor no nos ha abandonado todavía, pero ya se notan que los días duran menos de forma que si te descuidas te ves corriendo de noche, como nos ocurrió el martes a Mercedes y a mi. Mercedes se encontraba bien de piernas, nada que ver con el martes de la semana anterior, aún convaleciente del machaque fruto del trail en Mas de Barberans, y pudimos llevar a cabo un entreno de esos planos: al mismo ritmo durante unos 10 kilómetros y medio. Fuimos por la Carretera de San Carlos del Valle, cogimos el camino que bordea la ampliación del cementerio y acabamos en el Camino del Peral hasta que nos salimos del mismo para pasar cerca del Aeródromo y regresar por el Carril del Yeso. Fue en el último tramo donde pudimos disfrutar algo del entreno, justo cuando refrescaba, pese a ser ya casi de noche. Mercedes pudo correr sin molestias de ningún tipo, y eso ya es mucho, así que firmamos otro día más corriendo juntos, y que queden muchos más.


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