RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 3 de agosto de 2016

LUNES 1: AGOSTO SE ABRE ANTE MI EN FORMA DE VACACIONES

No tuve que madrugar, aunque al no hacerlo me perdí el fresquito de la mañana. Era festivo en Valdepeñas, pero aún así ya había comenzando mi periodo vacacional, con lo cual contaba con pocas obligaciones a las que atender. A eso de las 10 horas me calcé las zapatillas y me fui a hacer un circuitillo de algo menos de 10 kilómetros. Algo cargado al principio, bastante molesto, pero como viene siendo habitual, a los pocos minutos comienzo a sentirme bien y el cuerpo me pide apretar, aumentar el ritmo. Eso hice, y me puse a correr con una buena cadencia y bastante soltura ayudado también por la brevedad del entreno. Rodeé por el Aeródromo, regresé por el Camino de Membrilla y fui por la falda del Cerro del Angel para acabar volviendo a casa por la Avenida de las Tinajas. No llevaba ni crono y no sé decir el tiempo que tardé, pero eso a estar alturas de la peli da igual. Lo importante es que nuevamente cero molestias. Tras el entreno nos fuimos los cuatro a las Piscinas del Vicario, al lado de Ciudad Real. Curiosamente habíamos ido justamente hace dos años, el mismo día, el festivo de Valdepeñas y recordaba cómo había hecho un entreno en los alrededores del Pantano del Vicario y bordeando el Guadiana. Soy dos años más viejo pero poco han cambiado las cosas, según se ve, por aquel entonces estaba preparándome para la Madrid-Segovia, y ahora la motivación sigue intacta aunque la prueba no sea la misma y aunque en esta ocasión vaya a llevar compañía.

 


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