RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 20 de julio de 2016

MARTES 12: ES EL DÍA EN EL QUE CORREMOS JUNTOS

La rutina crea hábito y aunque yo no sea muy amigo de repetir lo mismo, sé que los martes toca correr con Merche. Estaba un poco dolorida de su rodilla, y es que tiene un proceso inflamatario en la zona exterior;parece el síndrome de la cintilla, pero no estamos seguros.  El caso es que cogimos el Camino del Peral y luego giramos a la izquierda para ir por el camino de detrás del Aeródromo. La veía bastante regular, le costaba respirar debido a su asma y cuando se le pasó lo de la rodilla tuvo que bregar con el poco aire que podía echarse a los pulmones. Volvimos por el Carril del Yeso y luego cogimos el Camino de Membrilla para en seguida tomar el camino que va por la falda del Cerro del Ángel: toca subir el mismo campo a través, así que le dí ventaja a mi mujer y salí tras ella metiéndome caña. Me sentí bien al comprobar que subía los empinados 700 metros campo a través a buen ritmo, la adelantaba y llegaba algo exhausto a lo alto. Por su parte Merche había sufrido un poco para alcanzar el carreterín. Desde ahí bajamos y para casa, ella ya algo más recuperada. Nos salieron casi 11 kilómetros bien empleados.


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