RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

miércoles, 27 de julio de 2016

DOMINGO 24: CASI 33 KILÓMETROS SIN APENAS PARADAS

Mercedes está convencida de que las tiradas largas de los domingos son las que le deberían llevar hacia una buena adaptación de cara al Trail de Doñana de primeros de noviembre. Esto se traduce en ilusión y por ello no me costó preparar un nuevo circuito, esta vez más llano que el de la semana anterior, pero también más largo y monótono, de casi 33 kilómetros (tras sus dos maratones y aquel entreno entre Cercedilla y Segovia iba a ser su esfuerzo más largo).










Quisimos madrugar más de lo que finalmente pudimos, así que a las 07:45 horas, casi 1 hora más tarde de lo que yo hubiera deseado, nos hacíamos la foto de rigor y tomábamos rumbo a la localidad vecina de El Pozo de la Serna, que por caminos dista casi 16 kilómetros de Valdepeñas.



Como decía en el párrafo anterior, mi idea inicial era haber visto la salida del Sol corriendo por el Camino de Ruidera, algo de lo que ya he disfrutado en alguna ocasión, pero nos tuvimos que conformar con la benevolencia del fresquito matinal, que no es que hiciera mucho tampoco.




Largo camino el de Ruidera, que a mi mujer le gusta bastante. En mente lograr cubrir algún día la distancia que va desde Valdepeñas a la localidad del nombre del camino, al lado de las Lagunas de Ruidera, tirada que sería de casi 60 kilómetros y que por ahora puede esperar. Hay que luchar contra la falta de grandes estímulos cuando sabes que tienes que llegar al Pozo de la Serna sin ver más que vides y algún árbol suelto, ni tan siquiera cerros que subir y bajar, pero de eso se trataba, había que entrenar "el pesado dolor de cabeza que deja la monotonía". Acercándonos al Pozo hay un extenso pinar plantado que rompe un poco con el resto del entorno y allí pudimos disfrutar de un par de fotos:




Merche iba cómoda con la rodilla, algo muy importante para los dos; el ritmo era bueno y apenas íbamos haciendo pausas, de forma que a reloj corrido la media se iba quedando en 6´50´´. Por fin llegamos a la localidad desde la cual giraríamos cambiando de orientación en el recorrido. Allí teníamos previsto refrescarnos y recargar las botellitas. El calor era considerable, pero menos quizá que la semana anterior, pero aún así, uno de los secretos para aguantar tanto tiempo expuesto es ir bien hidratado y refrescándose la piel de forma constante.  He aquí una foto de Merche apoyada en la estupenda fuente.


 Reanudamos la marcha 4 minutos después y cogimos la carretera que lleva a San Carlos del Valle. En ese momento la mochila me jugó una mala pasada y por no ir bien ajustada las botellas me iban dando botes molestándome sobre manera. Tuve que perder unos segundos para ajustármela mejor, pero mereció la pena. Hora y media después del comienzo, bien bebidos y comidos y a ritmo constante, nos tomamos un par de pastillas de sales, muy importantes para pruebas largas, sobre todo si hace calor. Alcanzamos el kilómetro 20 cuando Mercedes comenzó a tener algún pequeño bajoncillo, que acostumbra a superar sin problemas, pero lo más positivo era que el ritmo medio estaba claramente por debajo de 7´el kilómetro y el tiempo iba pasando sin que la fatiga llegase





Finalmente alcanzamos la parte asfaltada del Camino de Don Bernardo, últimos 4,5 kilómetros y pese a las molestias en su rodilla Mercedes iba a superar con buena nota esta prueba, mejor incluso que 7 días antes. 


Llegamos a casa marcando 32,7 kilómetros según mi Garmin en 3 horas 45 minutos de tiempo a reloj corrido, a una media, teniendo en cuenta paradas, de 6´53´´. ¡Muy buen entreno!

 

No hay comentarios :

Publicar un comentario