RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 22 de julio de 2016

DOMINGO 17: MERCEDES Y YO HACEMOS 31 KILOMETRAZOS

Mirando el frente, buscando en el horizonte y viendo aquella línea que marca nuestro destino próximo: Merche es capaz de imaginarse en la Puerta de Jérez, allá en Sevilla, una mañana de este próximo noviembre (si es fresquita mejor que mejor), puede construir la secuencia dándonos un beso, sonando el pistoletazo y comenzando su primer ultra, 73 kilómetros por delante, ahí es nada para alguien que sólo hace unos pocos años, unos pocos meses, no hacía más deporte que ir andando al trabajo. Estas visiones motivan mucho, es muy emocionante para ella, yo lo sé de buena tinta. Así que no cuesta mucho arrancarla de la cama a las 06:45 para ir hacer una tirada larga larga, sólo con recordar esas imágenes las piernas se activan y casi le van solas....

El caso es que el sábado habíamos hecho algo inusual: ninguno de los dos habíamos corrido. Lo mío fue por falta de tiempo y a última hora por pereza y lo suyo por algo parecido, pero no importaba, teníamos previsto hacer 30 kilómetros en la jornada dominical. Fuimos ella en coche y yo en la moto a Torrenueva, localidad que está a 14 kilómetros de Valdepeñas; allí dejamos el coche y juntos volvimos en la Kimco. Ya en casa y tras cenar, montamos todo el aparataje para nuestra salida matinal: isotónica, pastillas de sales, barritas, etc, etc. Iba a ser la tercera salida que mi mujer hacía "mochila a cuestas" y a fe que le está cogiendo el gustillo.

Tras un desayuno no muy copioso, salimos a la calle, serían ya las 07:45, demasiado tarde para mis previsiones, porque el día iba a ser caluroso, pero ya no podíamos hacer retroceder las agujas del reloj:



Tras las poses de rigor en la puerta de casa, dimos por iniciada nuestra aventura. Ritmo inicial tranquilo, como va a ser la tónica en estos entrenos en los que se busca la exposición a un esfuerzo largo, continuado, comiendo y bebiendo.

La ruta era en su primera mitad totalmente desconocida para mi, y es que tomábamos un camino por el que jamás había transitado:



Ese camino, que en gran medida discurría por la Ruta de Don Quijote, nos llevaría derechos al Pantano de la Cabezuela, paraje que alcanzaríamos justo en la mitad del recorrido. Sin ser exigente en cuanto a altimetría, se antojaba algo dura por el tipo de caminos, por la larga distancia y sobre todo por el calor que esperábamos. Los primeros kilómetros muy plácidos. El camino que nos acerca al embalse está lleno de cuestas y bajadas y poco a poco va siendo menos carreterín y más camino. Nos adelantan algunos corredores en bicicleta de montaña y por nuestra pinta deducen que lo nuestro también va a ir para largo. Cada 15 minutos vamos bebiendo isotónica y agua, y cada 45 minutos vamos picando frutos secos o barritas, y voy comprobando como los kilómetros no van pesando a mi mujer. Por mi parte voy recuperando el disfrute perdido en estos meses atrás, porque eso de correr sin molestias es para algo casi nuevo y no termino de acostumbrarme. 





 
Ya cercanos al pantano se nos hace un poco pesado el camino, quizá porque en esa zona hace un poco de calor a pesar de ser tan sólo las 09:45. El Garmin va a "reloj corrido", voy siguiendo la ruta indicada pero en las cortas paradas técnicas no lo paro, y esto es para que pueda saber con exactitud la media resultante sin netear descansos. Conseguimos llegar al pantano a una media de 06:50 minutos/kilómetro. Pero es de obligado cumplimiento el parar a refrescarnos y echar las fotos de rigor:



 

Cuando reanudamos la marcha en el kilómetro casi 16 compruebo que la media ha caído un montón, concretamente a 07´05´´, pero no me importa, porque no llevamos prisa y porque ahora viene terreno menos exigente en cuanto a la pendiente. Sin embargo me doy cuenta que a Mercedes le ha dado un pequeño bajón, sin duda la parada no le ha sentado bien del todo; tampoco me preocupa mucho, es algo con lo que se encontrará en Doñana: eso de reincorporar la marcha. 

Los siguientes 3 kilómetros discurren con ciertas dudas. Merche se ve un poco floja y nos cuesta un poco avanzar. La media lejos de recuparse empeora una pizca. Alcanzamos La Caminera (complejo de hotel con campo de golf) en el 19 y vamos avanzando paralelos a la valla en lo que son los primeros hoyos totalmente abandonados, y es que hasta allí no llegan los clientes a jugar y los del hotel no están muy por la labor de mantener esa zona. 



Eso sí, un kilómetro más adelante ya se ve otra pinta al campo de golf:
 



Llegamos a la puerta del complejo y Merche se toma muy en serio lo de "resort", pero no le dejo sentarse más tiempo de lo que dura echarle la foto, y arrancamos....



Justo ante nosotros se abre un carreterín bien asfaltado que lleva a Torrenueva, la cual se ve en el horizonte. Está a unos 7 kilómetros e ir por allí supondría ahorrarse unos 2,5, así que pregunto a mi mujer si seguimos recto o tiramos a la derecha por la ruta preestablecida. No lo duda, me dice que hay que hacer el recorrido previsto, nada de atajos...

Avanzamos por un camino llenetito de piedras, cuesta no dejarse un tobillo y Merche va más recuperada, se le ve mucho mejor. La media va en 7´pelados y sé que esto está chupado. El calor es considerable pero lo vamos a aguantar bien. Kilómetro 23 y veo Torrenueva de nuevo en el horizonte pero cuando miro mi Garmin compruebo que nos hemos desviado de la ruta: algo he hecho mal. Estoy unos minutos algo desorientado, sabiendo que he de coger a la derecha pero no sé por donde. Volvemos sobre nuestros pasos  y 100 metros más allá vemos el camino en el que no reparamos; sale casi en sentido opuesto del de la marcha. Pronto la zona se pone bonita, curiosa, estamos llegando a las inmediaciones del Río Jabalón, el cual tenemos que cruzar. 



Hasta que llegamos al paso, que no puente. Desde el satélite uno no sabe como tienes que cruzar, tan sólo sabes que has de cruzar, pero afortunadamente no nos importa descalzarnos y mojarnos los tobillos. ¡Sin duda lo mejor de la tirada!. Perdemos casi 10 minutos, en los que no paro el Garmin y la media se va a 7´ 30´´.



Kilómetro 5 y ahora es "camino y manta". Merche lleva dolor de rodilla y el calor aprieta. No llevamos mucha agua, porque además no hemos reparado en recargar las botellitas en el río, así que toca apelar un poco al sufrimiento como forma de entrenamiento. Merche lo pasa regular pero no deja de correr, hasta que por fin llegamos a la Ermita de la Virgen de la Cabeza, pedazo de ermita la que tienen en Torrenueva. Ahí bebemos un poco de agua, la foto de rigor y a terminar la faena que tan sólo nos queda un kilómetro...



Y punto final, conseguimos realizar 31,2 kilómetros bien empleados en 3 horas y 52 minutos de reloj corrido, a una media de 7´25´´. Firmo si consiguiéramos esa media en Doñana.

¡Un auténtico placer hundir los labios en esos Aquarius fresquitos de la gasolinera!. Y un auténtico placer comprobar como Mercedes sigue pudiendo con casi todo.


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