RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

sábado, 30 de abril de 2016

VIERNES 29: MUCHOS MESES DESPUÉS CONSIGO CORRER 8 DÍAS SEGUIDOS

Decía hace unos días Rafa Nadal, el cual viene pasando por un calvario desde hace ya muchos meses, que de un tiempo a esta parte las sensaciones eran buenas y que estaba disfrutando, pero que los resultados no estaban llegando. Ahora que ha vuelto a ganar en Montecarlo y el Godo la música suena de otra forma, se siente la harmonía. La vida son altibajos que suceden constantemente y de eso bien sabemos los mortales, incluido el bueno de Rafa. Pues bien, si hiciéramos una gráfica en el que en el eje de las X fueran los años y el eje Y fuera mi valoración de ese año atendiendo a diversos factores tales como salud, trabajo, amor, suerte, estado de ánimo, etc, tendríamos lo siguiente:











Sí, estoy en horas bajas, ¡le estoy dando un 3 a este 2016!, y es que las circunstancias laborales y familiares me están ahogando y el running no es ni tan siquiera en estos momentos una válvula de escape, sino más bien lo contrario: un montón de leña más que echar al fuego. 

Sin embargo mi empecinamiento me lleva a seguir tratando de sacar adelante mis entrenos, con mucha fe y poco convencimiento. De hecho esta semana la he conseguido cerrar con un pleno de entrenos cuando han habido días en los que no tenía tiempo para nada y donde el estrés y los problemas se han ido acumulado, hasta el borde de explotar, de forma que entrenar ha sido casi una odisea. Ayer, el día había sido horrible por un problema laboral del que no puedo ni nombrar en este blog; tenía gran parte de la tarde libre tras llegar a casa a eso de las 19:30 y decidí salir a corretear un poco, pero muy suavito. Fui al Parque Cervantes y allí me encontré con Javier Araque y con José María Camacho y me puse a dar unas vueltas con ellos. Al primero se le ve bien otra vez (seguro que hoy en el 10.000 de Manzanares se sale) y con el segundo, tras pararse Javier tras la primera vuelta, estuve charlando un poco de como estaba resultando el año, y no pude ser optimista. No dio para mucho la sesión, para tres vueltas unos pocos estiramientos y a casa descalentando. Aunque fue escaso el esfuerzo, fue suficiente para sentirme bien: con los deberes bien hechos. En las inmediaciones de casa vi a Merche y a Inés que venían de la piscina cubierta, y esa estampa viéndolas ir a nuestro hogar en un viernes por la tarde fue sin duda lo mejor de la semana, así que aproveché que la niña iba vestida con ropa deportiva y nos fuimos correteando los dos hasta casa (unos 400 metros). Merche y yo estábamos tan cansados de toda la semana que optamos por no salir, metí una pizza y a cenar; fue durante la cena cuando surgió otro problema familiar importante (los hijos son una hipoteca) que tampoco puede trascender en esta entrada. Tras el disgusto vino un rato de sofá y de ahí a la cama, pero no pude ni reflexionar, estaba tan cansado que no podía ni preocuparme. Se había terminado un ciclo semanal que había sido una auténtica pesadilla en todos los sentidos y donde lo único bueno había sido que había conseguido correr todos y cada uno de los días, hasta acumular 83 kilómetros, y que las sensaciones habían ido mejorando conforme había ido recorriendo esa distancia.



No hay comentarios :

Publicar un comentario