RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

viernes, 13 de noviembre de 2015

SÁBADO 31: YENDO A SAN CARLOS DEL VALLE. ENTRENO DURO LARGO Y SUFRIDO

Mercedes sabía aquel sábado que no podría escaparse a la tirada larga. Hacía justo una semana que había hecho 22,5 kilómetros, pero en esta ocasión había que aumentar la distancia de cara a la Maratón de Málaga. Preparé un circuito saliendo desde el paraje de El Peral, para ir por detrás de la cadenas de sierras (que llegan hasta Alhambra) hasta San Carlos del Valle, con la intención de pasar por su preciosa plaza e iglesia, para luego volver al Peral cogiendo primero la carretera que lleva a Valdepeñas y luego ir por el Camino de los Contrabandistas (curioso nombre que le delata), hasta alcanzar el Camino Carretas hasta el Peral. Al igual que en la semana anterior, dedicamos el sábado por la mañana a hacer nuestras cosas y reservamos la tarde para la obligación que es protagonista de esta entrada. A eso de las 16:20 horas aparcábamos el coche, me ponía la mochila con una botellita de isotónica, un plátano una barrita y unas pastillas de aminoácidos. Ya desde el principio aprecié que para Mercedes iba a ser uno de esos días en los que mejor no salir a correr, pero ya era tarde, además no teníamos muchas más alternativas, con la maratón a la vuelta de la esquina. A un ritmo cansino, no habiendo forma de bajar de 6´10´´ avanzamos por la carretera, pero cuando llegamos al camino que nos llevaba en paralelo a la sierra, camino de San Carlos del Valle, la cosa fue peor, porque Merche hizo ademán hasta de parar. Estaba claro que iba a ser una larga y dura tirada. En cualquiera de los casos mi mujer aguantó y fueron pasando los minutos y con ellos también pasaron los kilómetros. Tras algún repecho que a Mercedes se le atrangantó divisamos ese precioso pueblo, o mejor dicho, ese pueblo que tiene esa sorprendente y preciosa iglesia, acompañada de una magnifica plaza. En ese momento mi mujer se animó algo. Ya en la plaza, se comió un plátano y no perdimos mucho tiempo, saliendo hacia la carretera. Los siguientes kilómetros se le hicieron muy muy duros porque además comenzó a sentir molestias en su rodilla mala. Costó un mundo alcanzar el camino, en el kilómetro 16 y alli tuvimos que realizar una parada técnica; para colmo no quería beber porque llevaba el estómago revuelto y tuvimos que tirar un poco de épica. Pero ella ya sabe lo que es sufrir así que no se quejó mucho y siguió para adelante. Se nos hizo poco a poco de noche y fuimos consumiendo los kilómetros que nos quedaban para alcanzar el Camino Carretas, y ya a esas alturas se repuso un poco y fue bebiendo. ¡Por fin el Peral!, 25,3 kilómetros bastante largos, pero cumplio, ¡vaya si cumplió!




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