RELATOS

Una vez iniciado el movimiento supe que no habría marcha atrás, sería difícil regresar a aquello que fui. Hoy soy otro ser: curtido, compañero del esfuerzo, amante de mis kilómetros. Sólo el fin de mis días debería obligarme a parar: ese es mi pequeño sueño.

martes, 3 de noviembre de 2015

MIÉRCOLES 28: CORRIENDO SIN MERCEDES Y YA ES RARO

Últimamente me he acostumbrado a correr con Mercedes hasta el punto que se me hace raro correr solo. El hecho de que se esté preparando para la Maratón de Málaga en una época del año donde se hace pronto de noche y también debido a que yo no pueda meterme caña debido a mi lesión doble (pubalgia y ahora tendinitis de aquiles), hace que casi todas sus sesiones las comparta conmigo. Sin embargo el miércoles ella se iba a clase de pilates, no sin antes hacer algo de cinta (acabó haciendo 7 kilómetros), y yo aproveché para hacerme el circuito que yo llamo de La Aguzadera, por pasar por dicho paraje. Desde el comienzo, por el Camino de Membrilla fui bastante incómodo, y aunque quise meter más ritmo me resultó imposible debido a las más que molestias que volvía a sentir en el tendón dichoso. Ya por el camino noté por un lado alivio por ir por terreno más blando, pero por otro las irregularidades de la vía molestaban bastante. Entre pitos y flautas no fui capaz de llevar un ritmo decente que fuese al menos por debajo de 5´. Así que cuando llegué a la Avenida de las  Tinajas decidí no ir al Parque Cervantes como en principio tenía previsto y me fui directo a casa. El ritmo fue algo mejor que yendo con Mercedes pero insuficiente como para sentirme satisfecho.

Sin embargo, como reza el dicho del día: Dale tiempo al tiempo, si es verdad eso que dicen de que el tiempo todo lo cura.


 


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